Del renacimiento. La gente de aquellas épocas adoptó el dicho "me costó un moco de pavo" debido a la gran cantidad de pavos silvestres enfermos que circulaban por las calles durante los primeros días de otoño. Bastaba con encontrar un moco de pavo en el suelo para asegurar la posibilidad de encontrar al ovíparo más adelante, sufriendo los estragos en su salud debido al cambio de estación. El hombre que encontrara al ave procedía entonces a llevarlo bajo su brazo y la gente solía interpelarlo con gran curiosidad "¿Cuántos cistóforos le costó ese pavo, buen hombre?", a lo que alegremente respondía "Ni un solo cistóforo, me costó un moco de pavo", y todos entendían que el otoño ya había llegado, a medida que la confusión era disipada, la comprensión volvía a reinar, así como la luz del Sol penetra las nubes luego de la tormenta. Los aldeanos entonces procedían a mostrar su comprensión de la situación con carcajadas y mucha alegría.