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Hij@'e Puta
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El Presidente está totalmente desprotegido, en estos días no hay figuras en su Gobierno con el tonelaje político, la línea directa, la confianza y templanza para rebatirle al Mandatario y no ser meros "yes men". Sin una persona que sea capaz de enfrentarlo en los momentos más críticos, algunos asesores de Palacio reconocieron que está “totalmente abierto a su discreción”, lo que es un problema político en sí mismo. En la interna palaciega añadieron que, con este escenario, se torna muy complejo contener el afán de protagonismo de Piñera y, por lo tanto, se han resignado a tener que asumir las consecuencias de sus errores con mayor frecuencia.
Se escuchó de manera nítida cuando el exministro del Interior, Andrés Chadwick, advirtió que el ataúd “no se puede abrir”, como también se escuchó de forma clara cuando una familiar del clan respondió que “Sebastián lo quiere ver” y todo el mundo vio cómo, acto seguido, se levantó la tapa que cubría el vidrio del féretro de Bernardino Piñera, el tío del Mandatario, a contrapelo de los protocolos y recomendaciones sanitarias en tiempos de pandemia. Esta escena del polémico funeral del domingo 21 en la tarde, refleja fehacientemente el momento que vive el Presidente Sebastián Piñera: sin un escudero político que lo blinde y con un circulo gubernamental –ministros, asesores y cercanos– que no logra hacerle ver ni advertirle de los errores o complicaciones de sus actos, solo a merced de sus pulsiones.
En La Moneda han intentado toda la semana bajarle el perfil a ambos episodios, pero la realidad es que internamente entre sus inquilinos reconocieron que los costos a pagar por los errores de esta semana son bastante altos, considerando que uno de los principales problemas que ha tenido el Gobierno para enfrentar la pandemia ha sido, precisamente, la falta de credibilidad y confianza en las autoridades gubernamentales y, por ende, en las medidas que se han adoptado. No solo eso, el choque con el Parlamento enterró la temporada de entendimientos políticos con la oposición, que había permitido sacar adelante en solo un par de semanas el plan económico para sortear los efectos que ha generado la crisis provocada por el COVID-19.
Es que ante la ola de críticas destempladas que se desataron desde la noche del domingo, pues las imágenes del funeral se divulgaron vía internet en forma simultánea, el Gobierno aplicó como "contención exprés" el manual que no considera espacios para asumir errores. Fuentes al interior de La Moneda, en todo caso, coincidieron en que la bajada comunicacional y la estrategia fueron, ambas, absolutamente insatisfactorias, precisamente porque no se hicieron cargo de lo sucedido.
En la derecha en estos días dieron por descontado que lo ocurrido con el funeral fue "mil veces peor" que la cuestionada foto del Presidente del viernes 3 de abril, posando solo en Plaza Italia, y que este no fue el último episodio. Eso sí, desde un sector de la UDI les llamó la atención la falta de preparación del segundo piso y del equipo comunicacional de Palacio para blindar al Mandatario, considerando que hay "un equipo muy bien pagado para dar soluciones”, y aseguraron que la estrategia que se aplicó para sortear el conflicto “fue a destiempo y no cumplió con el objetivo de cerrar el episodio”.
En estos días entre las huestes oficialistas ha rondado el “fantasma de Piñera 1”, ese permanente comportamiento errático del Mandatario en momentos claves, que minaron su credibilidad política en su primera administración y, de paso, arrastró a la imagen de la Presidencia de la República. Al respecto, fuentes al interior de Chile Vamos confesaron lo complejo que se les hace tener que salir públicamente a “defender lo indefendible” y reconocieron lo peligroso de estos exabruptos presidenciales, como el del funeral en medio de una pandemia, más aún cuando –agregaron– hay una falta total de autocrítica o disculpa para intentar revertir sus efectos negativos.
No hay nadie en la derecha ni el Gobierno que no reconozca que una de las características del Presidente es que “no escucha a nadie" o que, si lo hace, es "a muy pocos”. Por eso, en sus dos gobiernos ha sido clave que existan figuras con el tonelaje político, pero también con la línea directa, la confianza y templanza para rebatirle a Piñera y no ser meros "yes men".
Sin una persona que sea capaz de enfrentarlo en los momentos más críticos, algunos asesores de Palacio reconocieron que el Mandatario “queda totalmente abierto a su discreción”, lo que es un problema político en sí mismo. En la interna palaciega añadieron que, con este escenario, se torna muy complejo contener el afán de protagonismo de Piñera y, por lo tanto, se han resignado a tener que asumir las consecuencias de sus errores con mayor frecuencia.
Se escuchó de manera nítida cuando el exministro del Interior, Andrés Chadwick, advirtió que el ataúd “no se puede abrir”, como también se escuchó de forma clara cuando una familiar del clan respondió que “Sebastián lo quiere ver” y todo el mundo vio cómo, acto seguido, se levantó la tapa que cubría el vidrio del féretro de Bernardino Piñera, el tío del Mandatario, a contrapelo de los protocolos y recomendaciones sanitarias en tiempos de pandemia. Esta escena del polémico funeral del domingo 21 en la tarde, refleja fehacientemente el momento que vive el Presidente Sebastián Piñera: sin un escudero político que lo blinde y con un circulo gubernamental –ministros, asesores y cercanos– que no logra hacerle ver ni advertirle de los errores o complicaciones de sus actos, solo a merced de sus pulsiones.
En La Moneda han intentado toda la semana bajarle el perfil a ambos episodios, pero la realidad es que internamente entre sus inquilinos reconocieron que los costos a pagar por los errores de esta semana son bastante altos, considerando que uno de los principales problemas que ha tenido el Gobierno para enfrentar la pandemia ha sido, precisamente, la falta de credibilidad y confianza en las autoridades gubernamentales y, por ende, en las medidas que se han adoptado. No solo eso, el choque con el Parlamento enterró la temporada de entendimientos políticos con la oposición, que había permitido sacar adelante en solo un par de semanas el plan económico para sortear los efectos que ha generado la crisis provocada por el COVID-19.
Es que ante la ola de críticas destempladas que se desataron desde la noche del domingo, pues las imágenes del funeral se divulgaron vía internet en forma simultánea, el Gobierno aplicó como "contención exprés" el manual que no considera espacios para asumir errores. Fuentes al interior de La Moneda, en todo caso, coincidieron en que la bajada comunicacional y la estrategia fueron, ambas, absolutamente insatisfactorias, precisamente porque no se hicieron cargo de lo sucedido.
En la derecha en estos días dieron por descontado que lo ocurrido con el funeral fue "mil veces peor" que la cuestionada foto del Presidente del viernes 3 de abril, posando solo en Plaza Italia, y que este no fue el último episodio. Eso sí, desde un sector de la UDI les llamó la atención la falta de preparación del segundo piso y del equipo comunicacional de Palacio para blindar al Mandatario, considerando que hay "un equipo muy bien pagado para dar soluciones”, y aseguraron que la estrategia que se aplicó para sortear el conflicto “fue a destiempo y no cumplió con el objetivo de cerrar el episodio”.
En estos días entre las huestes oficialistas ha rondado el “fantasma de Piñera 1”, ese permanente comportamiento errático del Mandatario en momentos claves, que minaron su credibilidad política en su primera administración y, de paso, arrastró a la imagen de la Presidencia de la República. Al respecto, fuentes al interior de Chile Vamos confesaron lo complejo que se les hace tener que salir públicamente a “defender lo indefendible” y reconocieron lo peligroso de estos exabruptos presidenciales, como el del funeral en medio de una pandemia, más aún cuando –agregaron– hay una falta total de autocrítica o disculpa para intentar revertir sus efectos negativos.
No hay nadie en la derecha ni el Gobierno que no reconozca que una de las características del Presidente es que “no escucha a nadie" o que, si lo hace, es "a muy pocos”. Por eso, en sus dos gobiernos ha sido clave que existan figuras con el tonelaje político, pero también con la línea directa, la confianza y templanza para rebatirle a Piñera y no ser meros "yes men".
Sin una persona que sea capaz de enfrentarlo en los momentos más críticos, algunos asesores de Palacio reconocieron que el Mandatario “queda totalmente abierto a su discreción”, lo que es un problema político en sí mismo. En la interna palaciega añadieron que, con este escenario, se torna muy complejo contener el afán de protagonismo de Piñera y, por lo tanto, se han resignado a tener que asumir las consecuencias de sus errores con mayor frecuencia.
Piñera solo contra sí mismo
El Presidente está totalmente desprotegido, en estos días no hay figuras en su Gobierno con el tonelaje político, la línea directa, la confianza y templanza para rebatirle al Mandatario y no ser meros yes men. Sin una persona que sea capaz de enfrentarlo en los momentos...
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