En general, la gente bebe moderadamente para relajarse. Que el vino tenga antioxidantes o que el whisky te limpie las arterias o, por el contrario, la cerveza te engorde o la piscola te haga más flaite, suele tiene poca relevancia para el bebedor moderado. Y cuando sí adquiere relevancia, o sea se preocupa, simplemente se modera más al beber. Por supuesto que lo anterior no es aplicable al bebedor religioso que sagradamente entrega su espíritu al alcohol hasta desdoblarse de su propia conciencia.