El contenido del humo de la marihuana es similar al del tabaco, con la excepción de que el de la marihuana contiene delta-9- tetrahidrocannabinol (delta-9-THC) y aproximadamente 60 cannabinoides más que no se encuentran en el del tabaco, y que el tabaco contiene nicotina, ausente en la marihuana. Muchos de los ingredientes comunes del tabaco y la marihuana son conocidos tóxicos para el aparato respiratorio, entre los que se encuentran el ácido hidrociánico, el óxido de nitrógeno, la acroleína, aldeídos reactivos y algunos carcinógenos conocidos. Por tanto es razonable suponer que la inhalación repetida de los componentes nocivos del cannabis pueden provocar efectos adversos a largo plazo en el pulmón similares a los observados en los fumadores de tabaco.
La marihuana contiene más alquitrán que el tabaco (un cigarrillo de marihuana tiene 5 mg. de alquitrán y un cigarrillo de tabaco tiene 1.2 mg.). Los fumadores de marihuana desarrollan una menor capacidad de difusión pulmonar y un flujo expiratorio forzado, puesto que inhalan muy profundamente, retienen el humo en sus pulmones por un período más largo de tiempo, fuman el cigarrillo completo y además el humo no es filtrado. El uso crónico de hash está relacionado con la ocurrencia de bronquitis, asma y sinusitis; hay evidencia de que el humo de la marihuana y los residuos del humo contienen sustancias carcinógenas relacionadas con cambios celulares malignos en el tejido pulmonar.