wasap
Babos@
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Sociates, este tema ya lo vi que fue creado en lustros pasados,pero si lo revivo, me gano un lindo guarnin,lo vi ahora en CHV y me pareció lo suficientemente interesante como para compartirlo con los vagonetas de este sitio así es que les traigo de nuevo el caso de este medium,que por lo que voy cachando es el unico realmente no chanta como las weonas que las visita Felipito
En relación a su vida como médium, su nieto, Francisco Gamboa Galté, cuenta que a la edad de 18 años, su abuelo, tuvo un sueño que se convertiría en la primera manifestación de los poderes paranormales. La historia es la siguiente: el padre de Galté que hacía frecuentes viajes de negocio a Valparaíso, falleció, en una calle del puerto, a causa de un síncope cardíaco en 1918. Su madre escribió varias cartas a un abogado de Valparaíso, encargado de los negocios de su esposo, sin recibir respuesta[11]. A tres años de la muerte de su padre y cuando vivían una crítica situación económica en la familia, Galté viaja solo desde Iquique a Santiago. En ese viaje pasó por Valparaíso, sin embargo no tuvo la oportunidad ni siquiera de conocer los alrededores de la estación. El día 23 de mayo de 1921 soñó que su padre le decía que contactara a un abogado, Rafael de la Beu, que tenía un sobre para él. “Sin conocer el puerto llegó al lugar que le indicaba el sueño y recibió un sobre con $1.900 pesos, el reloj de su padre, su argolla y varios papeles”[12].
Luego de su primera experiencia parasicológica, Galté fue convencido por su amigo Ricardo Prat Chacón, hermano de Arturo, que poseía un don que debía desarrollar y poner al servicio del prójimo. Invitándolo a una reunión mediúmnica[13]. Su tío, Jacinto Chacón, actuaba como médium desde 1875, creando un círculo espiritista en Valparaíso, en el cual también participaba su esposa, Rosario Orrego. “A estas sesiones se unió el sobrino de ambos, Arturo Prat Chacón, anhelando comunicarse con su hija y su padre fallecidos. La esposa de Prat, Carmela Carvajal, siguió participando en estos encuentros después de la muerte del héroe para mantener contacto con su espíritu. (…) Los masones encontraban coincidencias entre las ideas que proponía la Masonería y las difundidas por el espiritismo, pues ambos creían en la existencia de Dios y en la inmortalidad del alma. Y este acercamiento no sólo se dio en Chile, sino que fue común entre los masones en Francia y en España, por citar sólo dos ejemplos”[14].
En una de esas reuniones, que se efectuó en la Intendencia de Valparaíso, frente a la máxima autoridad provincial, lo hicieron concentrase y poner su mente en blanco… Galté súbitamente perdió el conocimiento. Cuando volvió en sí, el intendente se paseaba agitadísimo, de un extremo a otro de la habitación. Galté había escrito por la mano de un tripulante del barco Itata: “Soy fulano de tal. Acabo de morir en el hundimiento del Itata. Por favor vaya a mi casa del Cerro Barón. En el segundo cajón de la cómoda que se encuentra en el dormitorio, encontrará una cajita en cuyo interior hay 200 pesos. Entréguele cien de ellos a ni madre y los otros cien a mi mujer”[15].
Su nieto cuenta que el Intendente se paseaba de un lado a otro, llamó a todas partes. Las respuestas fueron alentadoras: “El Itata navega normalmente frete a Coquimbo”. La autoridad le dijo a Galté que se había equivocado. Minutos más tarde pasaron algunos de los participantes de la reunión frente a la puerta de El Mercurio. “Un empleado sacaba una pizarra y empezaba a escribir ‘Hace unos poco minutos le barco Itata se hundió…’”[16]. Entonces corrieron a la empresa naviera y preguntaron por el firmante de la carta que Galté en estado de trance había escrito. “Figuraba en la lista de la tripulación, era el ayudante de cocina. Fueron a su casa en Cerro Barón y en el lugar indicado encontraron la caja con los 200 pesos”[17].
Sus dotes paranormales eran conocidas por mucho en la sociedad chilena. De hecho, con un grupo de profesionales, entre los que figuraban siquiatras, médicos, ingenieros y otros especialistas, funda la Sociedad Chilena de Parapsicología “en la que desempeñó el cargo de vicepresidente hasta el día de su muerte”[18]. Como señala la Revista Occidente: “a las sesiones de sanación de Jaime Galté siempre asistieron médicos, entre ellos los doctores Italo Alessandrini, Brenio Onetto, Francisco Becca, Eduardo Cruz Coke, Francisco Barrenechea, Ignacio Díaz y Roberto Donoso”[19].
En relación a su vida como médium, su nieto, Francisco Gamboa Galté, cuenta que a la edad de 18 años, su abuelo, tuvo un sueño que se convertiría en la primera manifestación de los poderes paranormales. La historia es la siguiente: el padre de Galté que hacía frecuentes viajes de negocio a Valparaíso, falleció, en una calle del puerto, a causa de un síncope cardíaco en 1918. Su madre escribió varias cartas a un abogado de Valparaíso, encargado de los negocios de su esposo, sin recibir respuesta[11]. A tres años de la muerte de su padre y cuando vivían una crítica situación económica en la familia, Galté viaja solo desde Iquique a Santiago. En ese viaje pasó por Valparaíso, sin embargo no tuvo la oportunidad ni siquiera de conocer los alrededores de la estación. El día 23 de mayo de 1921 soñó que su padre le decía que contactara a un abogado, Rafael de la Beu, que tenía un sobre para él. “Sin conocer el puerto llegó al lugar que le indicaba el sueño y recibió un sobre con $1.900 pesos, el reloj de su padre, su argolla y varios papeles”[12].
Luego de su primera experiencia parasicológica, Galté fue convencido por su amigo Ricardo Prat Chacón, hermano de Arturo, que poseía un don que debía desarrollar y poner al servicio del prójimo. Invitándolo a una reunión mediúmnica[13]. Su tío, Jacinto Chacón, actuaba como médium desde 1875, creando un círculo espiritista en Valparaíso, en el cual también participaba su esposa, Rosario Orrego. “A estas sesiones se unió el sobrino de ambos, Arturo Prat Chacón, anhelando comunicarse con su hija y su padre fallecidos. La esposa de Prat, Carmela Carvajal, siguió participando en estos encuentros después de la muerte del héroe para mantener contacto con su espíritu. (…) Los masones encontraban coincidencias entre las ideas que proponía la Masonería y las difundidas por el espiritismo, pues ambos creían en la existencia de Dios y en la inmortalidad del alma. Y este acercamiento no sólo se dio en Chile, sino que fue común entre los masones en Francia y en España, por citar sólo dos ejemplos”[14].
En una de esas reuniones, que se efectuó en la Intendencia de Valparaíso, frente a la máxima autoridad provincial, lo hicieron concentrase y poner su mente en blanco… Galté súbitamente perdió el conocimiento. Cuando volvió en sí, el intendente se paseaba agitadísimo, de un extremo a otro de la habitación. Galté había escrito por la mano de un tripulante del barco Itata: “Soy fulano de tal. Acabo de morir en el hundimiento del Itata. Por favor vaya a mi casa del Cerro Barón. En el segundo cajón de la cómoda que se encuentra en el dormitorio, encontrará una cajita en cuyo interior hay 200 pesos. Entréguele cien de ellos a ni madre y los otros cien a mi mujer”[15].
Su nieto cuenta que el Intendente se paseaba de un lado a otro, llamó a todas partes. Las respuestas fueron alentadoras: “El Itata navega normalmente frete a Coquimbo”. La autoridad le dijo a Galté que se había equivocado. Minutos más tarde pasaron algunos de los participantes de la reunión frente a la puerta de El Mercurio. “Un empleado sacaba una pizarra y empezaba a escribir ‘Hace unos poco minutos le barco Itata se hundió…’”[16]. Entonces corrieron a la empresa naviera y preguntaron por el firmante de la carta que Galté en estado de trance había escrito. “Figuraba en la lista de la tripulación, era el ayudante de cocina. Fueron a su casa en Cerro Barón y en el lugar indicado encontraron la caja con los 200 pesos”[17].
Sus dotes paranormales eran conocidas por mucho en la sociedad chilena. De hecho, con un grupo de profesionales, entre los que figuraban siquiatras, médicos, ingenieros y otros especialistas, funda la Sociedad Chilena de Parapsicología “en la que desempeñó el cargo de vicepresidente hasta el día de su muerte”[18]. Como señala la Revista Occidente: “a las sesiones de sanación de Jaime Galté siempre asistieron médicos, entre ellos los doctores Italo Alessandrini, Brenio Onetto, Francisco Becca, Eduardo Cruz Coke, Francisco Barrenechea, Ignacio Díaz y Roberto Donoso”[19].