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Justicia y Lógica: El Comunismo equiparado al Nazismo por la Unión Europea

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Ante esto hay que recordar a favor de quienes o que milita el Comunismo y el Socialismo:

“Pues bien, todo ese mundo judío que forma una sola secta explotadora, una especie de pueblo sanguijuela, un parásito colectivo devorador y organizado en sí mismo, no solamente a través de las fronteras de los Estados, sino incluso por encima de todas las diferencias de opiniones políticas, ese mundo se encuentra actualmente, por lo menos en gran parte, de un lado a disposición de Marx, de otro lado a la de Rothschild […] Les une a ambos la solidaridad judía, esa solidaridad tan poderosa que se ha mantenido a lo largo de la historia.

Esto puede parecer extraño. ¿Qué puede haber en común entre el socialismo y la Alta Banca? Pues que el socialismo autoritario, el comunismo de Marx aspira a la centralización poderosa del Estado, y allí donde hay centralización del Estado ha de haber un Banco central del Estado, y allí donde existe tal Banco, los judíos siempre están seguros de no morir, ni de frío ni de hambre.”

Bakunin, Carta a los Internacionales de Bolonia

"Los judíos constituyen hoy en Alemania un verdadero poder. Hace ya mucho tiempo que reinan como amos absolutos en la banca. Pero en los últimos treinta años han logrado igualmente constituir una especie de monopolio en la literatura. Casi no existe periódico en Alemania que no tenga su redactor judío , y el periodismo y la banca se dan la mano, prestándose mutuamente servicios preciosos.

Es una raza muy interesante la de los judíos. Al mismo tiempo es estrechamente nacional e internacional por excelencia, pero en el sentido de la explotación. Es la que ha creado el comercio internacional y ese instrumento económico tan poderoso que se llama crédito. Son otros tantos derechos incontestables para el reconocimiento de la humanidad.

Como todas las demás naciones de la tierra, con todas las cualidades y con los defectos que la distinguen, es el producto fatal de la historia. Sería pues injusto reprocharle sus fechorías; pero como hoy constituye un poder innegable, es bueno y necesario aportarnos de perjudicial o de útil, y para saber cómo debemos preservarnos de lo uno y aprovechar de lo otro.

En todo tiempo, los judíos han sido una raza muy inteligente y muy desgraciada, inhumana, cruel y víctima a la vez, perseguidora y perseguida. Desde su infancia adoró a un Dios homicida, el más bárbaro y a la vez el más vanidosamente personal de todos los Dioses conocidos sobre la tierra, el feroz y vengativo Jehová, que hizo de ella su pueblo elegido. Su primer legislador, Moisés, la ordenó aniquilar a todos los pueblos para establecer su propio poder. Esa fue su entrada en la historia.

Para bien de las demás naciones, el poder del pueblo judío no igualo su crueldad. Siempre vencido, mucho antes del triunfo final de los romanos, trasladado por la fuerza por sus conquistadores asirios, babilonios y persas a las partes más alejadas de Asia, pasó siglos en una emigración forzosa- Y fue en el cuerpo de esta emigración cuando cobró forma y caló en el corazón de los judíos el culto a Jerusalén, el símbolo de la unidad nacional. Nada une tanto como la desgracia.

Esparcidos y desperdigados por toda Asia, esclavos, despreciados, oprimidos, pero siempre inteligentes, constituyeron más que nunca una nación: la nación internacional de Asia y de una parte de África. Arrancados de la tierra que Jehová les concediera y no pudiendo ya dedicarse a la agricultura, tienen que buscar otra salida para su actividad apasiona e inquieta. Esta salida no podía ser otra que el comercio, y es así como los judíos se convirtieron en el pueblo comerciante por excelencia. En todos los países encontraron compatriotas suyos, víctimas como ellos de la explotación extranjera, despreciados, perseguidos como ellos, y como ellos animados por un odio natural y profundo contra las naciones conquistadoras.

Esto explica cómo se formó en el curso del tiempo entre todas las tribus judías dispersas por Asia y por África, entre los judíos de todos los Estados, una amplia asociación comerciante, de socorro y de asistencia mutuos, y de explotación en común de todas las naciones extranjeras; un pueblo de parásitos que viven del sudor y de la sangre de sus conquistadores.

Las conquistas de Alejandro Magno y la destrucción final de Jerusalén por Tito, bajo el reinado de su padre, el emperador Vespasiano, y el traslado de más de un millón de esclavos judíos a Italia, los dispersaron a la fuerza por Europa y acabaron de imprimirles ese carácter de internacionalidad explotadora y estrechamente nacional que aún hoy les distingue. Las crueles persecuciones de las que fueron víctimas durante toda la Edad Media y en todos los países, en nombre de un Dios de justicia y amor, hijo único y bien digno de su Jehová, acabaron, de determinar su tendencia eminentemente hostil hacia las poblaciones cristianas de Europa. Y como siempre, y más que nunca, respondieron a una opresión estúpida, cruel e inicua con una explotación encarnizada.

Con la Iglesia católica y los Papas, compartieron el honor de haber sido los primeros en adivinar la omnipotencia del dinero, y centuplicaron este poder creando el del crédito. Las primeras letras de cambio y los primeros billetes de banco fueron, como es sabido, emitidos por los judíos de Italia y, gracias a sus relaciones con los judíos de otros países, estos instrumentos de crédito se extendieron pronto por toda Europa. Mediante la creación del crédito, los judíos dieron un alma al comercio internacional, que comenzó a desarrollarse ya a partir del siglo XII y desde el principio se hicieron los dueños casi exclusivos de esta alma.

Con el crédito nació, o más bien se desarrolló, en una proporción horrorosa, la usura, esa llaga siempre abierta, primero de los propietarios nobles, más tardes de las poblaciones agrícolas. En el occidente de Europa, hay aun muchos países donde los campesinos, tanto los propietarios como los no propietarios, se encuentran literalmente devorados por los judíos. Pero es sobre todo en la Europa oriental, en los países eslavos y húngaros de Austria, en el gran ducado de Posen, en Prusia, en toda Polonia, en Lituania y en la Rusia blanca, en Moldavia y en Valaquia, donde la explotación judía ejerce sus depredaciones más despiadadas y más excesivas. En todos estos países el pueblo detesta a los judíos. Los detesta hasta el punto de que toda revolución popular se ve acompañada en ellos de una matanza de judíos; consecuencia natural, pero que en modo alguno propicia que los judíos sean partidarios de la revolución popular y social.

También hay que decir que los judíos, en todos nuestros países orientales, son esencialmente conservadores. Tal como existe hoy la civilización en todas partes, supone la explotación inteligente del trabajo de las masas populares en beneficio de las minorías privilegiadas : los judíos son ardientes partidarios de la civilización. Y, como los grandes Estados burocráticos y centralizados, son a la vez la consecuencia y la condición, y como la coronación necesaria de esa formidable explotación, son partidarios incluso del Estado. Naturalmente les aterroriza el desencadenamiento de las masas populares; en modo alguno son anarquistas.

Una cosa igualmente digna de mención es que, en todos los países de la Europa oriental, los judíos han adoptado el alemán como lengua nacional, lo que hace que nuestros cosacos se imaginen muy en serio que los propios alemanes no son sino judíos bautizados. Los judíos se han convertido así en los representantes y en los pioneros de la civilización alemana, del orden, de la disciplina y del Estado alemanes en estos países más o menos bárbaros de Europa oriental: instrumento precioso y poderoso que ciertamente el señor Bismarck no ha de desdeñar […].

He dicho que los judíos en Europa oriental son enemigos jurados de toda revolución verdaderamente popular, y pienso que sin injusticia alguna, y casi sin excepciones, puede decirse lo mismo de los judíos de Europa occidental.

El judío es burgués, es decir, explotador por excelencia. Como acabamos de ver, toda su historia le hizo así: explotador bajo cualesquiera condiciones y formas. En los países bárbaros, donde la burguesía indígena no existe, o donde sólo hay los dos extremos, el noble propietario por una parte y el campesino trabajador por otra, los judíos se convierten en intermediarios por obligación, explotando a uno y a otro, de manera, sin duda, diferente, y en todos los países más civilizados, forman una capa que tiende a confundirse hoy más o menos con la burguesía indígena, nunca con el pueblo.

Incluso esta mezcla con la burguesía del país de su nacimiento es más aparente que real. En el fondo, los judíos de cada país son solamente amigos de los judíos de todos los países, independientemente de todas las diferencias que puedan existir entre sus posiciones sociales, el grado de su instrucción, sus opiniones políticas y sus cultos religiosos . No es ya el culto supersticioso de Jehová lo que hoy constituye como tal al judío; un judío bautizado sigue siendo judío. Hay judíos católicos, protestantes, panteístas y ateos, judíos reaccionarios, liberales, incluso judíos demócratas y judíos socialistas. Ante todo son judíos, y eso establece entre todos los individuos de esa raza singular, por encima de todas las oposiciones religiosas, políticas y sociales que les separan, una unión y un solidaridad mutuas indisolubles. Es una poderosa cadena, a la vez tan ampliamente cosmopolita y estrechamente nacional, en el sentido de la raza, que vincula entre ellos a los reyes de la banca, los Rothschild, o a las inteligencias científicamente más elevadas, con los judíos ignorantes y supersticiosos de Lituania, de Hungría, de Rumanía, de África y de Asia. No creo que exista hoy un solo judío en el mundo que no se estremezca de esperanza y de orgullo cuando oiga pronunciar el nombre sagrado de los Rothschild.

El ilustre estadístico alemán Kolb piensa que existen hoy aproximadamente siete millones de judíos que profesan su religión en el mundo. Añadámosles dos o tres millones de judíos más o menos bautizados, y tendremos una nación de diez millones que, si bien dispersa en todos los países de la tierra, permanece más estrechamente unida de lo que lo están la mayoría de las naciones políticamente centralizadas. ¿No supone eso un poder formidable? Y este poder ha sido creado por más de veinticinco siglos de persecuciones. Sólo la más amplia libertad logrará disolverlo; pero para alcanzar ese fin, harán falta aun siglos.

Se habla del carácter indeleble del sacerdote católico. Pero mucho más indeleble todavía es el tipo judío, no solamente en relación a su aspecto externo, que choca a primera vista, sino también, y quizá aún más, desde el punto de vista de las facultades y de las tendencias intelectuales y morales.

Amplio cosmopolitismo y estrechez nacional al mismo tiempo, tal es el primer rasgo. El segundo, burgués y explotador de la cabeza a los pies, adversario instintivo de toda emancipación popular. Consecuencia natural: es en todo caso partidario de la civilización burguesa, del orden burgués, de la dominación de la banca y de la poderosa centralización de los Estados. No lo es sólo por interés, sino también por convicción sincera. Todo judío, por ilustrado que sea, conserva el culto tradicional de la autoridad: es el legado de su raza, el signo manifiesto de su origen oriental.

Muy realista en cuanto a sus intereses cotidianos, el judío es eminentemente idealista en su fuero interno. Sea el terrible Jehová o el becerro de oro, la inteligencia científica y abstracta o el poder opresivo del Estado, le resulta preciso adorar a una abstracción cualquiera, tanto más cuanto que esta abstracción se transforma inmediatamente en motivo o pretexto para explotar a las masas, esa carne viva eternamente sacrificada al triunfo de todas las religiones, de todas las abstracciones y de todos los Estados.

El judíos es, pues, autoritario por posición, por tradición y por naturaleza. Es esta una ley general que apenas admite excepciones, y estas mismas excepciones, una vez examinadas, confirman la regla. La rebeldía, fuente de toda libertad, es extraña al genio de este pueblo; la estigmatizó y maldijo de una vez por todas en la figura de Satán. Alguna vez se sublevó contra Jehová, pero para adorar al becerro de oro, el alter ego, el complemento necesario de Jehová.

En este culto de la autoridad y de la disciplina reglamentaria, los judíos sólo se vieron igualados en Europa por la burguesía alemana. En cuanto esclavos apasionados y convencidos, tanto el burgués como el noble alemán inclinan de buena gana la cabeza ante su soberano y ante todo funcionario público, militar o civil, representante visible del poder soberano. Al rendir el obligado homenaje a todos los poderes establecidos en aquellos países donde viven, los judíos buscan preferentemente sus autoridades y sus jefes entre los hombres más poderosos y más inteligentes de su raza. Les deifican, les adoran, lo que constituye en beneficio de estos jefes un verdadero poder.

Nunca faltaron las grandes inteligencias en el pueblo judío, una de las razas más brillantes de la tierra. Sin hablar de los grandes anónimos de quienes nos han llegado algunos vestigios bajo los nombres de Jesús y del apóstol Pablo, y que dieron una nueva religión a Europa, considerando sólo los tiempos más modernos, encontramos en el siglo XVII la hermosa figura de Spinoza, el último judío perseguido por su raza y, en el siglo XVIII, la de Mandelssohn, el noble amigo de Lessin.

Nuestro siglo abunda en judíos ilustres. Se encuentran en primer plano, sin duda, los Rothschild, los reyes de reyes, los árbitros de la guerra y la paz en Europa. A su lado brillan en el mundo musical los nombres de Mayerbeer, de Mandelssohn; en la literatura política, los de Boerne y de Heine. Por fin, en nuestros días, el respetable jefe del radicalismo alemán, Jacoby, y el eminente escritor socialista, principal promotor de la Asociación Internacional de los Trabajadores, Carlos Marx- Pocas naciones han producido tantos hombres notables en tan corto espacio de tiempo.

Lo que caracteriza la situación de estos prohombres que honran nuestro siglo es que, lejos de verse perseguidos y crucificados por su raza, como lo fueran antaño sus grandes precursores, los Spinoza, los Jesucristo, los apóstoles, san Pablo, son profundamente respetados, adorados y glorificados. Y eso con plena justicia, pues son poderosas inteligencias y honran a su raza.

Pero al lado de estos grandes espíritus, está la morralla, una muchedumbre innumerable de pequeños judíos, banqueros, usureros, industriales, comerciantes, literatos, periodistas, políticos, socialistas y siempre especuladores. Estos revenden al por menor lo que los demás producen al por mayor y viven, como el pobre Lázaro, de los restos de la suntuosa mesa de sus amos, de quienes son siempre los muy humildes y muy aduladores súbditos: gente nerviosa e inquieta, empujada por la necesidad, de un lado, y de otro por esa actividad siempre inquieta, por esa pasión por las transacciones y por ese instinto de especulación, así como por esa mezquina y vanidosa ambición, que forman los rasgos distintivos de la raza. Son ellos los que se han apoderado del periodismo alemán y pululan como cabecillas subalternos en el Partido de la democracia socialista obrera, para gran detrimento del proletariado de Alemania. Se llaman Mauricio Hess, Borbkheim, Liebkncht, y tantos otros nombres más o menos desconocidos. Han convertido en una charca de fango. Su polémica se nutre de insinuaciones a la vez cobardes y pérfidas, de mentiras odiosas y estúpidas, de sucias calumnias. ¡Cabría decir que se alimenta de basuras, como ciertos insectos que recorren las calles en verano! No les pidáis ni justicia, ni honradez, ni lógica en las ideas. Todo eso no existe para ellos, sólo conocen la adulación para unos y la injuria para los demás […]

Tomados individualmente, cada uno de ellos es miserable, nulo, impotente. Pero son una legión y, lo que es peor, una legión muy bien disciplinada, que sólo espera la señal de su amo para lanzar toda su baba contra los individuos designados para su rabia; esta rabia siempre latente, este odio sin pasión, sin cólera, pero que nunca es tan feliz como cuando se le proporciona la ocasión de manifestarse. Su vida es insultar, calumniar.

Bakunin, Carta a los compañeros de la federación de las secciones internacionales del Jura.
Febrero-Marzo de 1872.

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Le faltaron más memes con frases descontextualizadas, pero buen intento :risa:

:idolo: Jalar y postear
 
Es raro eso, que el comunismo no sea visto tan malo como el nazismo cuando en realidad están al mismo nivel, probablemente sea porque apela a un ideal "más noble" como lo es la igualdad, mientras que el nazismo aspira a un ideal de superioridad que esta mal visto por la masa burda que no tolera ver algo así, sobre todo si esta combinado con el tema racial, que probablemente sea de los más taboo que tenemos en estos días.
 
Excelente, todas las corrientes filosoficas e historicas modernas equiparan los totalitarismos ideologicos en su praxis.

Decision tibia de alguna manera pero conveniente solo para la sobrevivencia de las socialdemocracias europeas ... el socialismo es un paso natural y siguiente de excomunion politica al igual que el anarkocapitalismo.

La agenda filosofica-historica racional gringa termina por concluir en realidad verdades historicas que ya deberian ser incuestionables por la abundante documentacion que existe.

Es innegable las atrocidades de dictadores y regimenes totalitarios.
 
Decision tibia de alguna manera pero conveniente solo para la sobrevivencia de las socialdemocracias europeas ... el socialismo es un paso natural y siguiente de excomunion politica al igual que el anarkocapitalismo.

Me podría dar más luces de esto hermanito :ear:
 
Siempre me da paja estos tipos de temas, aqui es donde los calcetineros del establimesh son iguales de imbéciles en comparar ciertos apecto con uno o otro bando, weones que se quedan pegado en el diagrama de Nolan :nonono:
 
Ósea nadie sabe que Alemania fue traicionada por USA? Pero si la idea de Hitler era salvar al este de Europa de las garras de la Union Soviética. Estados unidos traicionó a Alemania y Japón. Todo esto bajo la coerción de Inglaterra. Se repartieron el queque y dividieron a Alemania y re estructurarnos Europa a su antojo. Sin el apoyo de USA, Alemania hubiese llegado a Moscú.
 
Comunismo asesino a 140 millones y lo sigue haciendo, el nazismo no era tan malo como lo pintan los judíos y goyim
 
Me podría dar más luces de esto hermanito :ear:

En realidad los totalitarismos post revolucion industrial, son las ideologias que han provocado los mayores estragos sociales-economicos en el mundo, uno de ellos el socialismo, fue deliberadamente omitido debido a que hoy las socialdemocracias europeas tienen el mismo origen ideologico .. y finalmente el mismo fin.

Por que existen las socialdemocracias??, por que solo son un pretexto politico burdo del socialismo para no admitir doctrinariamente en democracia que el motor economico derivado de la propiedad privada, es la prueba mas fehaciente y esencial acerca que la voluntad privada es el contrapeso natural del estado, el cual equivale a que NUNCA se lograra el fin que promueve el socialismo.
 
Comunismo asesino a 140 millones y lo sigue haciendo, el nazismo no era tan malo como lo pintan los judíos y goyim
Siempre me da paja estos tipos de temas, aqui es donde los calcetineros del establimesh son iguales de imbéciles en comparar ciertos apecto con uno o otro bando, weones que se quedan pegado en el diagrama de Nolan :nonono:
:grito:

Que gusto verlos sufrir morenofachos y nazis :burlones:
 
Es raro eso, que el comunismo no sea visto tan malo como el nazismo cuando en realidad están al mismo nivel, probablemente sea porque apela a un ideal "más noble" como lo es la igualdad, mientras que el nazismo aspira a un ideal de superioridad que esta mal visto por la masa burda que no tolera ver algo así, sobre todo si esta combinado con el tema racial, que probablemente sea de los más taboo que tenemos en estos días.

no amigo, la unica razon de que el comunismo no sean tan mal visto es q ue la URSS negocio muy bien al final de la II GM y obviamente en casi todo occidente tuvo muchos agentes y agitadores pagados. siempre existio proteccion de moscu a sus agitadores. y no hay que olvidar que por miedo los paises europeos occidentales como inglaterra dejaron infestar a sus paises de comunismo poco a poco. francia algo menos con el gran politico De Gaulle, pero despues de 1968 francia fue un defensor del comunismo, aunque no lo aplicaban para ellos mismos. los paises europeos le tenian panico a la URSS entonces para llevarse bien con ellos no hueveaban mucho al comunismo dentro de sus paises.

los unicos que cortaron un poco el hueveo a los agitadores comunistas fueron los EEUU en los anios 50. esto porque EEUU se sentia un pais fuerte y no devastado por la guerra. por eso surgio el macartismo. por eso el unico pais occidental donde el nazismo era equiparado al comunismo fue en EEUU. luego de los anios 60 y hacia fines de esa decada la izquierda progre se hizo fuerte en EEUU, pero no pudieron destruir su sistema ni avanzar mucho. en la actualidad ya con el fin de la URSS estados unidos se relajo un poco con el comunismo y por eso en los ultimos anios ha surgido una izquierda muy radical, por primera vez.

Pero realmente toda la leyenda negra del nazismo fue una especie de pacto de la URSS y los aliados.
 
Ósea nadie sabe que Alemania fue traicionada por USA? Pero si la idea de Hitler era salvar al este de Europa de las garras de la Union Soviética. Estados unidos traicionó a Alemania y Japón. Todo esto bajo la coerción de Inglaterra. Se repartieron el queque y dividieron a Alemania y re estructurarnos Europa a su antojo. Sin el apoyo de USA, Alemania hubiese llegado a Moscú.

No diria que fue asi amigo. De hecho en EEUU pego muy fuerte el pacto von ribentrop/molotov, esa fue la clave que movio a la opinion publica del lado de los aliados. Luego de ese pacto ya casi nadie apoyaba a los nazis, pero antes de eso hubo un ala en el partido republicano que si los apoyo. como charles lindberg

Estados Unidos no era progre en esa epoca, pero si defendia sus intereses. Dentro de EEUU habia empresarios que hacian lobby por los nazis como Ford y otros semitas que eran mas partidarios de atacar a Hitler.

La demostracion de que EEUU no tenia mucha simpatia por ningun bando originalmente fue que EEUU no se metio en la guerra civil espaniola que fue justo inmediatamente antes de la II GM. a diferencia de francia e inglaterra que apoyaron decididamente a los republicanos junto con la URSS.
 
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Ante esto hay que recordar a favor de quienes o que milita el Comunismo y el Socialismo:

“Pues bien, todo ese mundo judío que forma una sola secta explotadora, una especie de pueblo sanguijuela, un parásito colectivo devorador y organizado en sí mismo, no solamente a través de las fronteras de los Estados, sino incluso por encima de todas las diferencias de opiniones políticas, ese mundo se encuentra actualmente, por lo menos en gran parte, de un lado a disposición de Marx, de otro lado a la de Rothschild […] Les une a ambos la solidaridad judía, esa solidaridad tan poderosa que se ha mantenido a lo largo de la historia.

Esto puede parecer extraño. ¿Qué puede haber en común entre el socialismo y la Alta Banca? Pues que el socialismo autoritario, el comunismo de Marx aspira a la centralización poderosa del Estado, y allí donde hay centralización del Estado ha de haber un Banco central del Estado, y allí donde existe tal Banco, los judíos siempre están seguros de no morir, ni de frío ni de hambre.”

Bakunin, Carta a los Internacionales de Bolonia

"Los judíos constituyen hoy en Alemania un verdadero poder. Hace ya mucho tiempo que reinan como amos absolutos en la banca. Pero en los últimos treinta años han logrado igualmente constituir una especie de monopolio en la literatura. Casi no existe periódico en Alemania que no tenga su redactor judío , y el periodismo y la banca se dan la mano, prestándose mutuamente servicios preciosos.

Es una raza muy interesante la de los judíos. Al mismo tiempo es estrechamente nacional e internacional por excelencia, pero en el sentido de la explotación. Es la que ha creado el comercio internacional y ese instrumento económico tan poderoso que se llama crédito. Son otros tantos derechos incontestables para el reconocimiento de la humanidad.

Como todas las demás naciones de la tierra, con todas las cualidades y con los defectos que la distinguen, es el producto fatal de la historia. Sería pues injusto reprocharle sus fechorías; pero como hoy constituye un poder innegable, es bueno y necesario aportarnos de perjudicial o de útil, y para saber cómo debemos preservarnos de lo uno y aprovechar de lo otro.

En todo tiempo, los judíos han sido una raza muy inteligente y muy desgraciada, inhumana, cruel y víctima a la vez, perseguidora y perseguida. Desde su infancia adoró a un Dios homicida, el más bárbaro y a la vez el más vanidosamente personal de todos los Dioses conocidos sobre la tierra, el feroz y vengativo Jehová, que hizo de ella su pueblo elegido. Su primer legislador, Moisés, la ordenó aniquilar a todos los pueblos para establecer su propio poder. Esa fue su entrada en la historia.

Para bien de las demás naciones, el poder del pueblo judío no igualo su crueldad. Siempre vencido, mucho antes del triunfo final de los romanos, trasladado por la fuerza por sus conquistadores asirios, babilonios y persas a las partes más alejadas de Asia, pasó siglos en una emigración forzosa- Y fue en el cuerpo de esta emigración cuando cobró forma y caló en el corazón de los judíos el culto a Jerusalén, el símbolo de la unidad nacional. Nada une tanto como la desgracia.

Esparcidos y desperdigados por toda Asia, esclavos, despreciados, oprimidos, pero siempre inteligentes, constituyeron más que nunca una nación: la nación internacional de Asia y de una parte de África. Arrancados de la tierra que Jehová les concediera y no pudiendo ya dedicarse a la agricultura, tienen que buscar otra salida para su actividad apasiona e inquieta. Esta salida no podía ser otra que el comercio, y es así como los judíos se convirtieron en el pueblo comerciante por excelencia. En todos los países encontraron compatriotas suyos, víctimas como ellos de la explotación extranjera, despreciados, perseguidos como ellos, y como ellos animados por un odio natural y profundo contra las naciones conquistadoras.

Esto explica cómo se formó en el curso del tiempo entre todas las tribus judías dispersas por Asia y por África, entre los judíos de todos los Estados, una amplia asociación comerciante, de socorro y de asistencia mutuos, y de explotación en común de todas las naciones extranjeras; un pueblo de parásitos que viven del sudor y de la sangre de sus conquistadores.

Las conquistas de Alejandro Magno y la destrucción final de Jerusalén por Tito, bajo el reinado de su padre, el emperador Vespasiano, y el traslado de más de un millón de esclavos judíos a Italia, los dispersaron a la fuerza por Europa y acabaron de imprimirles ese carácter de internacionalidad explotadora y estrechamente nacional que aún hoy les distingue. Las crueles persecuciones de las que fueron víctimas durante toda la Edad Media y en todos los países, en nombre de un Dios de justicia y amor, hijo único y bien digno de su Jehová, acabaron, de determinar su tendencia eminentemente hostil hacia las poblaciones cristianas de Europa. Y como siempre, y más que nunca, respondieron a una opresión estúpida, cruel e inicua con una explotación encarnizada.

Con la Iglesia católica y los Papas, compartieron el honor de haber sido los primeros en adivinar la omnipotencia del dinero, y centuplicaron este poder creando el del crédito. Las primeras letras de cambio y los primeros billetes de banco fueron, como es sabido, emitidos por los judíos de Italia y, gracias a sus relaciones con los judíos de otros países, estos instrumentos de crédito se extendieron pronto por toda Europa. Mediante la creación del crédito, los judíos dieron un alma al comercio internacional, que comenzó a desarrollarse ya a partir del siglo XII y desde el principio se hicieron los dueños casi exclusivos de esta alma.

Con el crédito nació, o más bien se desarrolló, en una proporción horrorosa, la usura, esa llaga siempre abierta, primero de los propietarios nobles, más tardes de las poblaciones agrícolas. En el occidente de Europa, hay aun muchos países donde los campesinos, tanto los propietarios como los no propietarios, se encuentran literalmente devorados por los judíos. Pero es sobre todo en la Europa oriental, en los países eslavos y húngaros de Austria, en el gran ducado de Posen, en Prusia, en toda Polonia, en Lituania y en la Rusia blanca, en Moldavia y en Valaquia, donde la explotación judía ejerce sus depredaciones más despiadadas y más excesivas. En todos estos países el pueblo detesta a los judíos. Los detesta hasta el punto de que toda revolución popular se ve acompañada en ellos de una matanza de judíos; consecuencia natural, pero que en modo alguno propicia que los judíos sean partidarios de la revolución popular y social.

También hay que decir que los judíos, en todos nuestros países orientales, son esencialmente conservadores. Tal como existe hoy la civilización en todas partes, supone la explotación inteligente del trabajo de las masas populares en beneficio de las minorías privilegiadas : los judíos son ardientes partidarios de la civilización. Y, como los grandes Estados burocráticos y centralizados, son a la vez la consecuencia y la condición, y como la coronación necesaria de esa formidable explotación, son partidarios incluso del Estado. Naturalmente les aterroriza el desencadenamiento de las masas populares; en modo alguno son anarquistas.

Una cosa igualmente digna de mención es que, en todos los países de la Europa oriental, los judíos han adoptado el alemán como lengua nacional, lo que hace que nuestros cosacos se imaginen muy en serio que los propios alemanes no son sino judíos bautizados. Los judíos se han convertido así en los representantes y en los pioneros de la civilización alemana, del orden, de la disciplina y del Estado alemanes en estos países más o menos bárbaros de Europa oriental: instrumento precioso y poderoso que ciertamente el señor Bismarck no ha de desdeñar […].

He dicho que los judíos en Europa oriental son enemigos jurados de toda revolución verdaderamente popular, y pienso que sin injusticia alguna, y casi sin excepciones, puede decirse lo mismo de los judíos de Europa occidental.

El judío es burgués, es decir, explotador por excelencia. Como acabamos de ver, toda su historia le hizo así: explotador bajo cualesquiera condiciones y formas. En los países bárbaros, donde la burguesía indígena no existe, o donde sólo hay los dos extremos, el noble propietario por una parte y el campesino trabajador por otra, los judíos se convierten en intermediarios por obligación, explotando a uno y a otro, de manera, sin duda, diferente, y en todos los países más civilizados, forman una capa que tiende a confundirse hoy más o menos con la burguesía indígena, nunca con el pueblo.

Incluso esta mezcla con la burguesía del país de su nacimiento es más aparente que real. En el fondo, los judíos de cada país son solamente amigos de los judíos de todos los países, independientemente de todas las diferencias que puedan existir entre sus posiciones sociales, el grado de su instrucción, sus opiniones políticas y sus cultos religiosos . No es ya el culto supersticioso de Jehová lo que hoy constituye como tal al judío; un judío bautizado sigue siendo judío. Hay judíos católicos, protestantes, panteístas y ateos, judíos reaccionarios, liberales, incluso judíos demócratas y judíos socialistas. Ante todo son judíos, y eso establece entre todos los individuos de esa raza singular, por encima de todas las oposiciones religiosas, políticas y sociales que les separan, una unión y un solidaridad mutuas indisolubles. Es una poderosa cadena, a la vez tan ampliamente cosmopolita y estrechamente nacional, en el sentido de la raza, que vincula entre ellos a los reyes de la banca, los Rothschild, o a las inteligencias científicamente más elevadas, con los judíos ignorantes y supersticiosos de Lituania, de Hungría, de Rumanía, de África y de Asia. No creo que exista hoy un solo judío en el mundo que no se estremezca de esperanza y de orgullo cuando oiga pronunciar el nombre sagrado de los Rothschild.

El ilustre estadístico alemán Kolb piensa que existen hoy aproximadamente siete millones de judíos que profesan su religión en el mundo. Añadámosles dos o tres millones de judíos más o menos bautizados, y tendremos una nación de diez millones que, si bien dispersa en todos los países de la tierra, permanece más estrechamente unida de lo que lo están la mayoría de las naciones políticamente centralizadas. ¿No supone eso un poder formidable? Y este poder ha sido creado por más de veinticinco siglos de persecuciones. Sólo la más amplia libertad logrará disolverlo; pero para alcanzar ese fin, harán falta aun siglos.

Se habla del carácter indeleble del sacerdote católico. Pero mucho más indeleble todavía es el tipo judío, no solamente en relación a su aspecto externo, que choca a primera vista, sino también, y quizá aún más, desde el punto de vista de las facultades y de las tendencias intelectuales y morales.

Amplio cosmopolitismo y estrechez nacional al mismo tiempo, tal es el primer rasgo. El segundo, burgués y explotador de la cabeza a los pies, adversario instintivo de toda emancipación popular. Consecuencia natural: es en todo caso partidario de la civilización burguesa, del orden burgués, de la dominación de la banca y de la poderosa centralización de los Estados. No lo es sólo por interés, sino también por convicción sincera. Todo judío, por ilustrado que sea, conserva el culto tradicional de la autoridad: es el legado de su raza, el signo manifiesto de su origen oriental.

Muy realista en cuanto a sus intereses cotidianos, el judío es eminentemente idealista en su fuero interno. Sea el terrible Jehová o el becerro de oro, la inteligencia científica y abstracta o el poder opresivo del Estado, le resulta preciso adorar a una abstracción cualquiera, tanto más cuanto que esta abstracción se transforma inmediatamente en motivo o pretexto para explotar a las masas, esa carne viva eternamente sacrificada al triunfo de todas las religiones, de todas las abstracciones y de todos los Estados.

El judíos es, pues, autoritario por posición, por tradición y por naturaleza. Es esta una ley general que apenas admite excepciones, y estas mismas excepciones, una vez examinadas, confirman la regla. La rebeldía, fuente de toda libertad, es extraña al genio de este pueblo; la estigmatizó y maldijo de una vez por todas en la figura de Satán. Alguna vez se sublevó contra Jehová, pero para adorar al becerro de oro, el alter ego, el complemento necesario de Jehová.

En este culto de la autoridad y de la disciplina reglamentaria, los judíos sólo se vieron igualados en Europa por la burguesía alemana. En cuanto esclavos apasionados y convencidos, tanto el burgués como el noble alemán inclinan de buena gana la cabeza ante su soberano y ante todo funcionario público, militar o civil, representante visible del poder soberano. Al rendir el obligado homenaje a todos los poderes establecidos en aquellos países donde viven, los judíos buscan preferentemente sus autoridades y sus jefes entre los hombres más poderosos y más inteligentes de su raza. Les deifican, les adoran, lo que constituye en beneficio de estos jefes un verdadero poder.

Nunca faltaron las grandes inteligencias en el pueblo judío, una de las razas más brillantes de la tierra. Sin hablar de los grandes anónimos de quienes nos han llegado algunos vestigios bajo los nombres de Jesús y del apóstol Pablo, y que dieron una nueva religión a Europa, considerando sólo los tiempos más modernos, encontramos en el siglo XVII la hermosa figura de Spinoza, el último judío perseguido por su raza y, en el siglo XVIII, la de Mandelssohn, el noble amigo de Lessin.

Nuestro siglo abunda en judíos ilustres. Se encuentran en primer plano, sin duda, los Rothschild, los reyes de reyes, los árbitros de la guerra y la paz en Europa. A su lado brillan en el mundo musical los nombres de Mayerbeer, de Mandelssohn; en la literatura política, los de Boerne y de Heine. Por fin, en nuestros días, el respetable jefe del radicalismo alemán, Jacoby, y el eminente escritor socialista, principal promotor de la Asociación Internacional de los Trabajadores, Carlos Marx- Pocas naciones han producido tantos hombres notables en tan corto espacio de tiempo.

Lo que caracteriza la situación de estos prohombres que honran nuestro siglo es que, lejos de verse perseguidos y crucificados por su raza, como lo fueran antaño sus grandes precursores, los Spinoza, los Jesucristo, los apóstoles, san Pablo, son profundamente respetados, adorados y glorificados. Y eso con plena justicia, pues son poderosas inteligencias y honran a su raza.

Pero al lado de estos grandes espíritus, está la morralla, una muchedumbre innumerable de pequeños judíos, banqueros, usureros, industriales, comerciantes, literatos, periodistas, políticos, socialistas y siempre especuladores. Estos revenden al por menor lo que los demás producen al por mayor y viven, como el pobre Lázaro, de los restos de la suntuosa mesa de sus amos, de quienes son siempre los muy humildes y muy aduladores súbditos: gente nerviosa e inquieta, empujada por la necesidad, de un lado, y de otro por esa actividad siempre inquieta, por esa pasión por las transacciones y por ese instinto de especulación, así como por esa mezquina y vanidosa ambición, que forman los rasgos distintivos de la raza. Son ellos los que se han apoderado del periodismo alemán y pululan como cabecillas subalternos en el Partido de la democracia socialista obrera, para gran detrimento del proletariado de Alemania. Se llaman Mauricio Hess, Borbkheim, Liebkncht, y tantos otros nombres más o menos desconocidos. Han convertido en una charca de fango. Su polémica se nutre de insinuaciones a la vez cobardes y pérfidas, de mentiras odiosas y estúpidas, de sucias calumnias. ¡Cabría decir que se alimenta de basuras, como ciertos insectos que recorren las calles en verano! No les pidáis ni justicia, ni honradez, ni lógica en las ideas. Todo eso no existe para ellos, sólo conocen la adulación para unos y la injuria para los demás […]

Tomados individualmente, cada uno de ellos es miserable, nulo, impotente. Pero son una legión y, lo que es peor, una legión muy bien disciplinada, que sólo espera la señal de su amo para lanzar toda su baba contra los individuos designados para su rabia; esta rabia siempre latente, este odio sin pasión, sin cólera, pero que nunca es tan feliz como cuando se le proporciona la ocasión de manifestarse. Su vida es insultar, calumniar.

Bakunin, Carta a los compañeros de la federación de las secciones internacionales del Jura.
Febrero-Marzo de 1872.

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interesante lo q ue dice bakunin sobre la banca y la prensa. lo mismo textual decia hitler.
 
No diria que fue asi amigo. De hecho en EEUU pego muy fuerte el pacto von ribentrop/molotov, esa fue la clave que movio a la opinion publica del lado de los aliados. Luego de ese pacto ya casi nadie apoyaba a los nazis, pero antes de eso hubo un ala en el partido republicano que si los apoyo. como charles lindberg

Estados Unidos no era progre en esa epoca, pero si defendia sus intereses. Dentro de EEUU habia empresarios que hacian lobby por los nazis como Ford y otros semitas que eran mas partidarios de atacar a Hitler.

La demostracion de que EEUU no tenia mucha simpatia por ningun bando originalmente fue que EEUU no se metio en la guerra civil espaniola que fue justo inmediatamente antes de la II GM. a diferencia de francia e inglaterra que apoyaron decididamente a los republicanos junto con la URSS.
Yo antes también tenía ese entendimiento superficial de las relaciones entre estados unidos y la triple entente. Pero luego de investigar un poco más a fondo, se puede ver que USA antes de involucrarse en la guerra estaba tecnológica e industrialmente involucrado con Alemania así como Japón. Averigua la mano de la OSS y como Eisenhower junto a Churchill manipularon la opinión pública en contra de los Nazis. Utilizaron a Patton y su triunfo en Europa del este para destruir las tropas Nazis. Al final ayudando a la Unión Sovietica, su verdadero enemigo.
 
:monomeon: nazismo

:monomeon: comunismo

Los dos sistemas politicos que mas gente han asesinado.

Los dos son una mierda .

Hitler y stalin los dos weas genocidas y monstruos asesinos valen caca .
 
Ósea nadie sabe que Alemania fue traicionada por USA?

Estados unidos traicionó a Alemania y Japón. Todo esto bajo la coerción de Inglaterra.

No diria que fue asi amigo. De hecho en EEUU pego muy fuerte el pacto von ribentrop/molotov, esa fue la clave que movio a la opinion publica del lado de los aliados. Luego de ese pacto ya casi nadie apoyaba a los nazis, pero antes de eso hubo un ala en el partido republicano que si los apoyo. como charles lindberg

Yo antes también tenía ese entendimiento superficial de las relaciones entre estados unidos y la triple entente. Pero luego de investigar un poco más a fondo, se puede ver que USA antes de involucrarse en la guerra estaba tecnológica e industrialmente involucrado con Alemania así como Japón. Averigua la mano de la OSS y como Eisenhower junto a Churchill manipularon la opinión pública en contra de los Nazis. Utilizaron a Patton y su triunfo en Europa del este para destruir las tropas Nazis. Al final ayudando a la Unión Sovietica, su verdadero enemigo.
interesante, podrian explayarse un poquito mas, please.
 
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