Todo sería justificable con su "proceso milenario".
En la dictadura de Pinochet gran parte de Chile, la trabajadora, la de familia, las cuyas prioridades era darle un mejor futuro a sus hijos hicieron con esfuerzo, perseverancia y dedicación su vida normal y mejor en comparación a cómo estaban antes. Los únicos que vivieron el "infierno" de las persecuciones, lo único que vivieron la "sangrienta distacura cuasi-universal" en su mayoría eran los subersivos y los enajenados zurdos y sus planes sociales nefastos y su siempre presente envidia y resentimiento que les nubla la mente. O sea el infierno inflado de la dictadura cataclismica existe en sus cabezas.
Bueno, como he dicho, si bien el gobierno representativo es lo mejor y lo ideal hasta el momento hay sociedades que simplemente no están preparadas, porque si son capaces de elegir personas recién salidas del colegio para que ejerzan cargos públicos de tal relevancia, es que simplemente primero debe haber un grupo selecto que pueda elegir y paulatinamente ir incorporando al resto. Pero con esta irrealidad tóxica del "igualitarismo" se está haciendo todo lo conrtrario, y no pagarán ellos ni nosotros, sino nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Ese es el destino de las naciones que tienen ni ciudadanos ni líderes firmes con convicciones que no se moldeen ante los sentimentalismos, ideas y emociones transitorias.
Ya me imagino si se llegara a proponer que los mejores ciudadanos de una sociedad pudieran elegir a sus autoridades tras un filtro justo, cómo saldrían a lamentarse los de siempre del elitismo, de que todos somos iguales: es tanta su envidia que no pueden admitir que hay personas mejores que ellos, así como siempre hay uno mejor que yo, y prefieren verlos hundirse con ellos que promoverlos y ser motivo de orgullo empático. Ahí se les va la "fraternidad" a las pailas. Hipócritas.
No sólo se enorgullecen de admirar a quien elige ser peor, ni de empeorarase ellos mismos en pos de su consigna igualitarista, sino que además tienen la osadía y la altanería de tratar de empeorar a a quien es mejor. Después de ensuciarse salpican el lodo para que todos se ensucien.