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2018/11/17
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¿Que tal? desde hace un tiempo quería empezar a hacer temas, y para andar ordenado quería hacerlo por temáticas. Comenzaré con la temática de casos de independencias, dejando de lado las versiones wikipedia y de liceo, y escribiendo en simple los recuerdos en mi mente (por lo que olvídense de las citas textuales, me da paja). Como Brasil tiene la sopa do macaco mais linda do mundo iniciaremos con ellos.

El Caso de Brasil
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Mucha colonia pa' tan poca metrópoli:

Durante el siglo XVIII Portugal estaba bastante atrasado en el club de potencias europeas. Lo único de valor era el extenso imperio de ultramar que tenían, así que los lusos montaron una serie de reformas políticas y económicas, que para finales de siglo habían producido un tremendo desarrollo en la colonia más grande del imperio: Brasil. Ya los más astutos se daban cuenta de que Brasil y la metrópoli portuguesa eran como un zapallo colgando de una mata de moras.

En América existía una élite, formada universitariamente en Coimbra, con un pequeño sentido de identidad (surgido tras la guerra contra los neerlandeses), y que gracias a su formación tomó conciencia de los problemas administrativos del imperio. Al principio indicaron progresivamente las dificultades que tenía la capital para implementar políticas a tiempo, además de la dificultad portuguesa de proveer las manufacturas necesarias de la colonia, debido a la nula industrialización lusitana. Mejorar la capacidad portuguesa implicaba recursos, y conscientes de eso los ministros imperiales levantaron múltiples impuestos. Obviamente, esto provocó la airada crítica de los colonos, que comenzaron a exigir cada vez más concesiones de una metrópoli que era buena para pedir y mala para proveer. La corona, asustada de que dar derechos económicos hoy provocara que se pidiesen derechos políticos mañana, se negó a escuchar a los colonos, y se activó de esta forma el círculo vicioso del descontento contra el poder central.

Hasta aquí, nada de tonteritas libertarias ni patrióticas. Nacería el ethos de lo brasileño, pero sería un evento europeo el que encendería la mecha de la historia.

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el imperio durante la época.

Napoleón contra los Braganza:

Inicia el siglo XIX y están todos contra Napoleón. Pronto el general llevaría a la Francia revolucionaria pateando enemigos por toda Europa, quedando solo los británicos, protegidos en su isla. Pero el franchute que lo había ganado todo en tierra perdería la decisiva batalla naval de Trafalgar en 1805, con lo cual terminó sin marina guerreando contra un enemigo al que solo se puede agarrar por mar. Impotente en Europa, Napoleón ideó una estrategia para derrotar a los británicos: ningún europeo comerciaría con Gran Bretaña, y de esta forma la crisis económica resultante tumbaría a los ingleses.

Este plan era pésimo, y pronto los europeos se resintieron al no poder acceder al único productor industrial de la época. De mala gana obedecieron, pero Joao IV, soberano regente del imperio portugués, no había confirmado el bloqueo. Portugal, que fue un protegido británico durante el siglo anterior, no podía ejecutar la acción, y Napoleón envió un ejército para castigar a la corte (a cada uno de sus miembros, literalmente).

El ejército portugués no tenía por donde derrotar a los franceses, pero había otra opción: agarrar todo barco que flotase, meter a la corte completa, y salir arrancando hacia el Brasil, a donde Napoleón no podría llegar. Los británicos ayudaron en el loco plan, escoltando al convoy portugués, y de esa forma casi 15 mil personas partieron hacia Río de Janeiro en el viaje más accidentado que podrían imaginarse.

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el traslado

La "metropolización de la colonia":


La llegada repentina del Rey a Río causó conmoción, y el aparato burocrático estatal completo del imperio se instaló en una ciudad que de un rato a otro se convirtió en la capital del imperio. Esto provocó que se iniciara un proceso conocido como “metropolizacion”, donde ahora Brasil era el centro imperial, y jurídicamente se le elevó a la categoría de reino. Esto trajo también el fin del monopolio comercial de 300 años que había imperado sobre Brasil y la apertura de los puertos al comercio libre (aunque Joao quería que esto fuese una medida temporal).

De esta forma, sin querer, Joao terminó defendiendo los intereses de los terratenientes brasileros y de los críticos del sistema. Pronto las mercancías inglesas inundaron el mercado brasilero, por lo que los comerciantes portugueses perdieron feo, y el propio Portugal ya no pudo ni competir ni intentar industrializar su producción. Además, como Joao dependía de los británicos, no le quedo opción que actuar contra el comercio de esclavos conforme a la política inglesa, cosa que afectó aún más a los portugueses. Mientras tanto, la apertura hacia el mundo hizo que llegasen recursos, población y nuevas ideas al Brasil.
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La escoba en Portugal:


Pasaron los años y Napoleón terminó siendo derrotado. Europa se sanaba de la guerra, y los portugueses se reconstruían tras haber tenido a los franceses ocupándolos por causa de un rey que había escapado a otro continente. Con las cosas volviendo a la normalidad, el rey debiese haber vuelto ¿no? Pues no. Joao tomó dos decisiones que sellarían el destino de muchos.

Primero, el rey no quiso retornar, puesto que la mayoría de los funcionarios había echado raíces en Brasil (haciendo carajinhos), así que proclamó el nacimiento del nuevo Reino Unido de Brasil, Portugal y Algarve. Segundo, Joao benefició a los nativos portugueses en cada faceta del imperio, para compensar lo hecho antes. Esto hizo que los brasileños reafirmaran su condición de importancia, mientras que sembró la discordia entre estos y los portugueses. Todo mal.

Portugal había caído en crisis económica por la pérdida del mercado colonial brasileño, y las elites estaban descontentas por la pérdida de importancia portuguesa. Los lusitanos vieron la causa de esto en el despotismo de Joao, al que nada obligaba a volver, así que montaron una revolución liberal que estalló en Oporto, en 1820, que se extendió a otras ciudades. Los revolucionarios crearon una constitución, en la cual exigieron que el soberano del imperio debería residir en Portugal si quería gobernar. Cuando esto se supo en Brasil, también surgieron tumultos, pues los terratenientes brasileños no querían que partiese el rey temiendo que con esto Brasil volvería a ser colonia.

Joao se vio entre la espada y la pared; al no quedarle alternativa decidió volver a Portugal, dejando a su hijo Pedro I en Brasil como príncipe regente, para calmar los temores brasileños. Ahora los brasileños enviarían delegados a las cortes para velar por sus intereses, pero pronto los portugueses marginaron a los brasucas, exigieron que Brasil se reconvirtiera en colonia, y pidieron el retorno del monopolio comercial. Al rey no le quedó mas opción que aceptar, y envió una carta a Dom Pedro con instrucciones de retornar.
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revolución de Oporto

El grito de Ipiranga:

Cuando se supo esto en Brasil, todos los sectores políticos se unieron contra la medida, y vieron que la única forma de conservar lo ganado era nombrar en Pedro la nueva figura de autoridad. Le juraron lealtad y le convencieron de quedarse, diciéndole que el pueblo brasileño era su responsabilidad.

Ante tal insubordinación, Joao envió cartas a su hijo amenazándolo de que si no volvía se lo llevaría por la fuerza, pero en un acto simbólico Pedro rompió los documentos y declaró, en la zona de Ipiranga, rodeado de personajes públicos, que Brasil ya no debía ni necesitaba nada de Portugal, por lo cual ahora el reino brasileño era libre. Se le juramentó y se lo coronó emperador constitucional del nuevo Imperio de Brasil, declarado en Diciembre de 1822.

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grito de Ipiranga

Bajo el mando de José Bonifacio, las fuerzas brasileñas tomaron el control de las distintas zonas americanas, mientras que Joao enviaba una expedición militar a invadir el reino rebelde. Al desembarcar los portugueses, los terratenientes y senhores de ingenios levantaron milicias con las cuales los derrotaron, pero no había como anular a la armada portuguesa, que libremente podía bloquear el mar brasileño. Ante esto, el emperador decidió contratar a nuestro Lord Cochrane, que debería formar una fuerza naval brasileña de defensa. Esta marina era una escuadra minúscula, pero Cochrane causaba tanto miedo a los portugueses que estos arrancaron a Portugal al divisarlo sin disparar un tiro, y Cochrane aprovechó de cañonear a los fugados por todo el océano, hundiéndoles muchas naves. Después, Cochrane se devolvió a las provincias del norte y conquistó Maranhao, Belem y Pará, con lo cual incorporó la Amazonia entera al imperio y terminó unificando los territorios brasileños más distantes.

Finalmente, con la independencia declarada en la ley y confirmada por las armas, solo faltaba el reconocimiento internacional para evitar amenazas futuras. Era de capital importancia lograr el reconocimiento de Gran Bretaña, primera potencia mundial, cuyo patrocinio diplomático abriría las puertas al reconocimiento del resto del mundo. Como los ingleses querían establecer relaciones con Brasil para obtener las mismas ventajas comerciales en América que tenían bajo el gobierno portugués, hicieron de mediadores entre portugueses y brasileños. Al final, el 1826 Portugal reconoció la independencia de Brasil, lo que a su vez contrajo el reconocimiento británico, y los posteriores actos del resto del mundo. Había surgido, de una forma anómala, un nuevo y poderoso país en América, que mantendría una monarquía estable hasta finales del siglo 19.

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Fuente:
Bethell, L. (1991). Historia de América Latina, 5. La independencia. Capítulo 6
 
Última edición:
Reportado por no poner la historia completa y por aweonao :buenaonda:
 
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