La iniciativa, que impulsan apoderados de colegios del sector oriente, promueve que se prohíba por completo el consumo de alcohol en las fiestas, que éstas comiencen más temprano para evitar las "previas", y que no terminen más allá de las 2 AM.
SANTIAGO.- Como "positiva" califican dos expertos en la materia la iniciativa que impulsaron los apoderados de varios colegios particulares del sector oriente de la capital, que decidieron coordinarse para establecer reglas en los "carretes" de sus hijos.
Dicho protocolo, que fue suscrito por los padres, señala que cuando se realicen fiestas en sus casas supervisarán que
no haya presencia de alcohol, que avisarán a los otros padres si ven a sus hijos bebiendo y cerrarán las puertas a cierta hora para evitar "colados". Además tratarán que las fiestas comiencen más temprano, para evitar las "previas", y establecen horarios de término de los "carretes", diferenciados según el curso.
El psiquiatra de la U. de Chile y experto en adicciones, Mariano Montenegro, afirma que la medida es "extraordinariamente positiva, moderna" y que demuestra una "paternidad responsable". "Es lo que hay que hacer", asegura.
Al respecto, subraya que el rol de los padres es "guiar, monitorear" y establecer reglas claras a los hijos.
"No sólo pueden ser papás buena onda. Deben ser cariñosos, respetuosos, cercanos, pero con normas muy claras, donde los 'no' son muy categóricos –no deben beber alcohol, no deben fumar, no deben drogarse–. Los adolescentes valoran que sus padres sean muy estructurados, los padres buena onda que no ponen ninguna norma, porque quieren ser amigos y choros, es algo muy negativo para los adolescentes", asegura.
De todas formas, afirma que estas medidas se debieran aplicar "con mucha conversación (con los hijos), con respeto y afecto, pero también con mucha firmeza y no tener complejo con la firmeza". Asegura que este tipo de medidas "al principio tienen cierta resistencia en los chicos, pero después lo pasan bastante bien y finalmente lo agradecen".
En cuanto a las medidas específicas que establece el protocolo, el también ex director del Senda considera que son "razonables". "Tampoco es una cárcel o un convento", señala.
Así, apoya que no se permita ingerir alcohol en las fiestas adolescentes, pues argumenta que la evidencia científica indica que una persona
no debiera consumir nada de alcohol antes de los 18 años e idealmente antes de los 21, ya que recién a esa edad termina de madurar el cerebro. Dice que está comprobado que "mientras más tarde se empiece a beber, la posibilidad de ser consumidor problemático es tres veces menos".
También sugiera que, adicionalmente, los padres procuren "dar el ejemplo" a sus hijos y, si consumen alcohol, lo hagan en forma moderada; y que además se preocupen de conocer a los amigos de sus hijos, saber dónde van y en qué condiciones llegan de las fiestas.
Un marco para negociar y no una imposición
La psicóloga Paulina Peluchonneau, autora del libro "Adiós Infancia", también cree que es "positivo que los padres se hayan activado y que asuman un rol más activo y más presente en supervisar las fiestas, las juntas de sus hijos y el consumo de alcohol, porque cada vez más los jóvenes se mueven solos y están solos".
Sin embargo, afirma que este protocolo –si bien sus parámetros son "adecuados"– debe ser considerado más bien como "un marco para conversar" y negociar con los hijos, en lugar de aplicarlo con rigidez, ya que advierte que
"el autoritarismo y la imposición en la adolescencia genera rebeldía, transgresión y clandestinidad".
"La norma rígida no es adecuada en la adolescencia, porque los adolescentes están desarrollando un proceso de crecimiento, de mayor capacidad de pensar y de manejar información, y tienen la necesidad de participar, opinar y también de autogobernarse", explica.
Por eso, afirma que es importante darles un rol más activo en la elaboración de este tipo de normas. "Cuando ellos participan en la creación de sus reglas se hacen más responsables que si se las imponen desde afuera", asegura