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Hincha Huevas
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Domingo 19 de septiembre de 2004 Marco Enríquez, 31 años, realizador
“Me repugna la semana de la chilenidad”
Acaba de poner en las pantallas de TVN la nueva versión de “La vida es una lotería”, y está contento porque ganó en la despiadada lucha por el rating. Este chico rebelde, iconoclasta y despeinado, también se deja seducir con el éxito. Donde no defrauda es zapateando sobre todo lo que sea políticamente correcto.
Nacion Domingo
Juan Sharpe
Su productora está en una tranquila calle de Providencia. Desde la ventana de su oficina en el segundo piso, un par de banderas chilenas que celebran el dieciocho, le producen malestar y pavor, dos efectos de la chilenidad sobre este cineasta que vivió quince años en París, exiliado y apátrida. Como todo el mundo sabe, Marco tiene dos identidades, dos padres y desde hace un par de semanas, dos hijas: Manuela, recién parida por su esposa Karen Doggenweiler, y Fernanda, la otra hija de ésta.
A pesar de las banderas chilenas frente a su ventana, Marco estaba de buen humor y la conversación fluyó libremente por hora y media.
Esta vez, para respetar el espíritu compadrero que nos convoca cada dieciocho, muchas de sus opiniones sobre el gobierno, la Concertación y el Presidente de la República fueron sencillamente omitidas.
Tengamos la fiesta en paz. Al momento de sentarse en su sillón viejo de cuero, advierte que padece incontinencia intestinal y que en cualquier momento me puede dejar hablando solo.
-Tranquilo, si te levantas corriendo, ya entiendo que estás defecante.
-Sí, estoy como mi guagua. En este minuto tengo un estómago limpio, puro y democrático. Si me dan ganas, no soy capaz de contenerme y no hay que contenerse. Es el único requisito de la entrevista. ¿Estamos?
-Estamos. Empezó la nueva etapa de La vida es una lotería. ¿Te molestan las entrevistas promocionales?
-Me tomo con mucho humor las entrevistas, pero las boicoteo cuando empiezan a preguntarme: ‘¿Estás contento con tu guagua?’, me dan ganas de decirle, ‘No, estoy triste’. O cuando me dicen, ‘¿está usted contento con su señora?’, les diría, ‘No, fíjate, que la encuentro una cornuda de mierda’.
-¿El primer capítulo funcionó bien?
- Sí, ganamos. Fuimos primeros.
-¿También estamos con el ganamos, como cualquier mentecato televisivo?
- Sí. Digo ganamos, porque como equipo hacemos un esfuerzo que es brutal. Industrializar el cine y la ficción es algo animal. Hacemos catorce películas al año. Es muy importante la masividad, que se vean. Somos primeros en un género que está todo el mundo haciendo.
-Y con cosas muy buenas como La geografía del deseo.
- Exactamente. Estamos felices de la competencia, pero te empieza a doler el ego, porque tienes que reinventarte cada vez más.
-¿Cómo funciona tu ego en todo este tinglado?
-Cuando estudiaba filosofía, leí una frase de un obispo inglés que me asesinó la mente. Dijo -en latín, para hacerlo pedante-, ‘ecce es perciti’, o sea, ser es ser percibido. Tú eres en la mirada del otro, tú eres solamente lo que se percibe. El ego se construye en la mirada de los demás, te guste o no te guste.
-¿Cómo está el tuyo en este momento?
- Fabuloso, tengo una especie de mall del ego. Ayer fui a hacer un puerta a puerta con Osvaldo Torres, candidato por Peñalolén y en una cuadra me dijeron una: ‘bien, Miguelito’ (y me llamo Marco); dos: ‘¿Cómo está Ominami?’; tres: ‘¿Cómo está la Manuelita?’ (que es la guagua); cuatro: ‘¿Cómo está la Karencita?’; cinco: ‘¿Cómo está La vida es una lotería?’; seis: ‘Saludos a Miguel Enríquez, ¡Viva Miguel Enríquez!’ En una cuadra tenía una oferta de seis identidades. Increíble. Hay otros que me encuentran un vendido de mierda: ‘Tenís la veta PS’, por Ominami.
-No sé si de ególatra, pero sí tienes pinta de ambicioso.
-La ambición no tiene nada que ver con el ego. Tengo una visión que es desmedida, de poder, de cambio, al servicio de algo. Una ambición sana es cuando está al servicio de algo y yo sé perfectamente al servicio de qué estoy.
-¿Al servicio de qué estás?
- De agudizar todas las contradicciones posibles en una sociedad.
-Eso es una reminiscencia mirista, una frase de 1971.
- Soy un reminiscente. Nada ha sido mejor formulado como discurso, -no comparto para nada la táctica-. El MIR formuló muy bien el problema.
-¿Qué significa agudizar las contradicciones en este momento, desde el punto de vista de tu trabajo en la industria?
- No sé. Lo que me produce enorme placer son los contenidos. Me cuesta entender qué soy yo en este momento para agudizar las contradicciones, pero tiene que ver con combatir la figura del director chileno, que me enerva enormemente.
-Prefieres llamarte realizador, que es una francesada.
-Creo mucho más en la definición americana -film maker-, una mariconada llena de escepticismo y crueldad, o realizador, la forma de los franceses, que usan mejor el lenguaje y son más siúticos. Un director es más pedante, y lo que tenemos en Chile son directores, donde la subjetividad no vale, donde los elencos son los mismos que una serie de la tele. El cine en Chile es una fotocopia de la televisión.
-Las fotocopias culturales son una señal de esta sociedad también.
-Y son una derrota. Nuestra, de los directores y productores, de cómo no hemos sido capaces de defender a rajatabla el derecho de hacer ‘Amores perros’ en Chile. ¿Por qué nunca hemos hecho ‘Amores perros’? Porque somos todos una tropa de maricones. No nos atrevemos a filmar la homosexualidad como es, aquí todas las putas son alegres, ninguna se limpia el semen entre una pierna y la otra, porque es un plano asqueroso, pero ¿por qué no puedo filmar con esa crudeza a la burguesía y a la pobreza?
-¿Qué ofrece tu serie ahora al espectador?
- Una crítica social más profunda. Los ganadores de Lotería que escogimos son más extremos.
-¿Qué hace un chileno cuando se gana la Lotería?
- Hoy día nada. Creo que hay una pedagogía que dio la democracia. En dictadura eran famosos los casos, como el del maestro Cárdenas, que lo perdían todo. En los ’90 se sabe sólo de los ganadores que cobran personalmente. Tienen un patrón de conducta que tiene que ver con la seguridad, rejas, alarma y un jeep para chocar setenta veces. Los tipos optan por el blindaje. Transforman Chile en Irak, para protegerse. De los que cobran por banco no sabemos nada.
-Revisemos la sociología de los ganadores por décadas.
- En los ochenta eran más locos, apostaban todo, se iban a una financiera y a vivir a La Dehesa. Los de los ’90 fueron mucho más conservadores; los de los 2000 tienen un comportamiento más religioso. Creen en una cuestión divina. Te dicen: ‘se lo debo a la Virgen María o a mi mamá que está en el cielo’, se lo agradecen a seres ausentes.
-¿Qué harías tú con el Kino?
- Primero, aspiraría a mil doscientos millones, no menos. Le daría plata a todo el mundo, a mi papá, a mi mamá, a mí hermana, a Miguel Enríquez le pondría una tumba preciosa, sencilla, pero bonita. Ayudaría a los miristas. A mí viejo, a Ominami, le haría un regalo: mejoraría el salón de té del Senado que es muy malo.
La patria chilena
-También ha cambiado tu relación con Televisión Nacional. Ya no eres un experimento.
- Sí, han dado señales claras de que nos quieren seguir manteniendo en el mundo de la experimentación. A todas las series en la historia de TVN se les ha dado la oportunidad de repetir el día al año siguiente y a nosotros nos han cambiado tres veces el escenario. Lo tomo como un gran desafío.
-Una cosa que te distingue es que eres poco chileno. Esta entrevista sale el 19 de septiembre.
-Oh!, qué día más hereje para mí. Uno tiene un poto y dos cachetes, nadie dice tengo dos potos. Creo que uno tiene una nacionalidad y puede tener dos identidades. Yo soy el caso que tiene un poto y dos nacionalidades. Tengo dos cachetes, una cosa francófona muy fuerte, muy marcada, y otra chilena.
-¿Cuál sería el mayor rasgo de la chilenidad?
- Amar esa bandera asquerosa y el escudo que es espantoso y los símbolos patrios.
-¿Y ese lema?
- Ya da vergüenza hacer teorías sobre el lema. Lo más grave es el amor a la chilenidad. En nombre de la chilenidad se han cometido las mayores aberraciones intelectuales, humanas y policiales. En nombre de Chile, en nombre de la bandera, se hizo tortura en la dictadura, se censura en televisión, se hace cuanta estupidez hay. En nombre de Chile no voy a profesar ninguna religión, ni ninguna idea. Me repugna profundamente la semana de la chilenidad.
-Hay gente como los fonderos modernos que hacen militancia de chilenidad.
- No reconozco ningún estatus a la chilenidad. Los chilenos antes de ser chilenos somos clasistas, racistas, fascistas, machistas y cínicos y después de la séptima definición, somos chilenos. Raúl Ruiz dice que Chile es como un lumbago, un dolor que no se te quita nunca. Es un dolor de espalda que no te perdona.
-¿Tú vas a alguna fonda?
- A ninguna. Voy por oportunismo y por utilitarismo cuando hay que hacer campaña. En una fonda sólo veo votos, el resto me parece una pila de curados. Lo que han inventado las fondas, es ‘coma mierda y páselo bien’.
Pater familia
-Hace un par de semanas has sido padre de Manuela. ¿Cómo has vivido ese instante supremo de la masculinidad?
-Siempre me llené la boca diciendo que no creía en la biología. Hablaba de que uno escoge a su viejo y tu viejo te escoge. Lo que me impresionó del nacimiento de Manuela no fue que sea mía, sino su indefensión completa. Y me gustó que la condición de padrastro sea la misma que la de padre. No hay ninguna diferencia en mis afectos entre Fernanda y Manuela. Además, hoy la mitad de los chilenos son padrastros y todos son hijastros.
-Es una gran ventaja tener hijos biológicos y no biológicos.
- Sí. Ya no es la teoría pedante, pelotuda y postmoderna del bastardo en Chile, que me aburre como ostra. Sí creo que una figura que habría que defender con gran honra es la del padrastro, que es la más compleja de todas. Mucho más complicado ser padrastro que padre. Tienes razón que esa triangulación naturaliza las cosas.
-Hablemos un poco de tu matrimonio. La imagen de tu esposa y la tuya es la de dos personas contrapuestas. No me hubiera imaginado esa afinidad.
- Me lo han insinuado, pero no se atreven a decirlo.
-Ella representa una cierta frivolidad televisiva, un tipo de derechismo. Si tú te emparejas con la Paty Rivadeneira, nadie se sorprende. Pero con Karen Do-ggenweiler...
- La Rivadeneira, a quien adoro, es mucho más conservadora que la Karen.
-Bueno, me imagino que esa imagen mediática es falsa, porque no creo que sufras síndrome de Estocolmo.
- Una anécdota resume muy bien esto. El día 5 de octubre, aniversario de la muerte de Miguel (Enríquez), todos los años he ido secretamente, silenciosamente, al cementerio, a su tumba. Los últimos años, la élite del MIR ha decidido espontáneamente irme a ver a la casa. Llegan Valenzuela, Pascal, Gastón Muñoz, el Patula, se me olvidan los nombres. Amigos de Miguel que van a ver a la viuda, al hijo, y es muy tierno y se produce una cosa muy simpática, con mucho humor. El 2003 fui con 30 miristas a la tumba de mi papá. Y la Karen, a quien había conocido cinco meses antes, me dijo que hiciéramos un almuerzo grande en mi casa, y les presenté a los miristas a mi suegra, Silvia Lapuente. La conocían todos. Hice el ridículo más grande. Te quiero decir que la Karen tiene mucho más ADN, más sensibilidad de los temas de historia política de este país que yo.
-Ya sabemos, ese dilema entre franchute o ssshileno.
- Soy mucho más francés, soy mucho más parisino. No me considero chileno, me siento en un tránsito hacia. Y en el caso de la Karen, su historia de la resistencia era mucho más próxima que la mía, la ubicaban todos. A mí me seduce mucho cuando dicen ‘ustedes representan polos opuestos’. Ella es el consenso, la alegría; yo soy el resentimiento, la crítica. ¿Cómo lo definirías tú?
-A ella como la niña conservadora y a ti como el rupturista, el rompepelotas.
- Ésas son las verdades mediáticas. Evidentemente son vacuas, ni yo soy tan rupturista. Soy un niño de pecho, una mala copia. Vi a Serge Gainsbourg llegar media hora tarde a un programa en directo en la televisión francesa curado como tagua, y se hablaba de caridad. Lo vi tomar un billete y quemarlo al tiempo que decía ¿la caridad? Esto hago yo con la caridad. Eso es rupturista.
-Eso es cinismo.
- Exactamente, pero te dije que soy tremendamente elástico. Distingo delitos distintos. La mentira no es nada grave, el delito más grave es el del cinismo. Yo soy un mentiroso, pero no un cínico. Esta entrevista es mentira, pero no es cínica. Lo que sería asqueroso es que tú o yo fuéramos cínicos.
La rebeldía
-Trabajas con gente joven ¿Cómo ves ahora la nueva generación?
-De una ambición total. No distinguen la importancia de los contenidos de la caligrafía. Creen que una película bien filmada es una buena película. No me importa la caligrafía, lo que importa es el alma. Yo les critico a los veinteañeros que no tienen ninguna conciencia de la filosofía del lenguaje, representan la ignorancia suprema en la que estamos. Se llama nihilismo, se llama escepticismo, y lo veo en los guionistas, no en todos, pero en muchos, que están pasmados. La vida se pone horrible cuando estás en una reunión donde la gallá no ha leído a Flaubert, ni a Stendahl. Tú dirás que es obvio, pero no es tan obvio. “Rojo y Negro” de Stendahl no lo ha leído nadie. Eso es muy delicado.
-¿Tú votas?
- Sí.
-¿En las próximas presidenciales tienes candidato?
- Sí, tengo. Soy de la tesis de que la irrelevancia es completa, que lo que vaya a ocurrir aquí vale callampa, que el libreto de este país ya está dibujado.
-Te preguntaba lo del candidato. ¿Es Bachelet?
- No. La Michelle Bachelet no me produce ningunas ganas de salir a pelear. Yo quiero un rebelde.
-¿Quién sería?
- Lo estoy observando. Creo que la Soledad Alvear está mostrando signos de rebeldía que me están gustando mucho. Si leyera a Schopenhauer -‘La voluntad es lo único que mueve’-, le iría mucho mejor. ¿Qué candidato ha mostrado voluntad?
Los llorones
-¿Qué te parece la cacería desatada por la UDI contra los derrotados del caso Spiniak?
-Lo que ha hecho la Concertación con Jovino Novoa, al no denunciarlo, es una cobardía. Hemos terminado entronizando a un tipo -porque se equivocaron en una acusación- que fue subsecretario de Gobierno en la dictadura, que recibió ochenta mil denuncias peores de las que sufrió él y nunca les dio la pasada. Fue impermeable a todo el dolor ajeno y no ha tenido ninguna reflexión crítica.
-Marco, pero no le podemos pedir a la Concertación que irrite a la derecha. Tampoco a los periodistas. No es bueno para el país que la derecha se irrite.
-Ningún periodista, ninguno de estos noteros chantas que abundan, ni tu mismo, le ha preguntado, ¿qué reflexión crítica hace usted, señor Novoa, de toda la gente que sufrió durante su mandato?, ¿no le da vergüenza ajena que a usted le pidan disculpas, cuando usted debió pedir disculpas mucho antes? Pues, no sea tan cobarde de andar lloriqueando, señor Novoa.
-Mirémoslo con cariño: son las ‘asimetrías’ de esta época.
-Tengo cartas del Ejército de Chile, de la Fuerza Aérea insultando a mi abuelo, tratándolo de traidor, de ladrón. A los Enríquez, a don Edgardo, mi otro abuelo, lo hicieron comer mierda. Y tengo guardadas las portadas del basureo del apellido Enríquez. Nos basurearon hasta el ochenta y tanto y ¿has visto alguno de nosotros pidiendo a Canal 13 que le dé disculpas a los Enríquez? Usted periodista, ¿ha escuchado a algún Enríquez llorar como Novoa? Canal 13 basureó sistemáticamente a Ominami. Todos fuimos basureados y escuchamos ahora a un huevón llorando que le pidan disculpas todos los medios nacionales. Eso es una obscenidad. Otro acto de cinismo tuyo, y de los demás periodistas, es no darle capotera a ese señor.LND
Domingo 19 de septiembre de 2004 Marco Enríquez, 31 años, realizador
“Me repugna la semana de la chilenidad”
Acaba de poner en las pantallas de TVN la nueva versión de “La vida es una lotería”, y está contento porque ganó en la despiadada lucha por el rating. Este chico rebelde, iconoclasta y despeinado, también se deja seducir con el éxito. Donde no defrauda es zapateando sobre todo lo que sea políticamente correcto.
Nacion Domingo
Su productora está en una tranquila calle de Providencia. Desde la ventana de su oficina en el segundo piso, un par de banderas chilenas que celebran el dieciocho, le producen malestar y pavor, dos efectos de la chilenidad sobre este cineasta que vivió quince años en París, exiliado y apátrida. Como todo el mundo sabe, Marco tiene dos identidades, dos padres y desde hace un par de semanas, dos hijas: Manuela, recién parida por su esposa Karen Doggenweiler, y Fernanda, la otra hija de ésta.
A pesar de las banderas chilenas frente a su ventana, Marco estaba de buen humor y la conversación fluyó libremente por hora y media.
Esta vez, para respetar el espíritu compadrero que nos convoca cada dieciocho, muchas de sus opiniones sobre el gobierno, la Concertación y el Presidente de la República fueron sencillamente omitidas.
Tengamos la fiesta en paz. Al momento de sentarse en su sillón viejo de cuero, advierte que padece incontinencia intestinal y que en cualquier momento me puede dejar hablando solo.
-Tranquilo, si te levantas corriendo, ya entiendo que estás defecante.
-Sí, estoy como mi guagua. En este minuto tengo un estómago limpio, puro y democrático. Si me dan ganas, no soy capaz de contenerme y no hay que contenerse. Es el único requisito de la entrevista. ¿Estamos?
-Estamos. Empezó la nueva etapa de La vida es una lotería. ¿Te molestan las entrevistas promocionales?
-Me tomo con mucho humor las entrevistas, pero las boicoteo cuando empiezan a preguntarme: ‘¿Estás contento con tu guagua?’, me dan ganas de decirle, ‘No, estoy triste’. O cuando me dicen, ‘¿está usted contento con su señora?’, les diría, ‘No, fíjate, que la encuentro una cornuda de mierda’.
-¿El primer capítulo funcionó bien?
- Sí, ganamos. Fuimos primeros.
-¿También estamos con el ganamos, como cualquier mentecato televisivo?
- Sí. Digo ganamos, porque como equipo hacemos un esfuerzo que es brutal. Industrializar el cine y la ficción es algo animal. Hacemos catorce películas al año. Es muy importante la masividad, que se vean. Somos primeros en un género que está todo el mundo haciendo.
-Y con cosas muy buenas como La geografía del deseo.
- Exactamente. Estamos felices de la competencia, pero te empieza a doler el ego, porque tienes que reinventarte cada vez más.
-¿Cómo funciona tu ego en todo este tinglado?
-Cuando estudiaba filosofía, leí una frase de un obispo inglés que me asesinó la mente. Dijo -en latín, para hacerlo pedante-, ‘ecce es perciti’, o sea, ser es ser percibido. Tú eres en la mirada del otro, tú eres solamente lo que se percibe. El ego se construye en la mirada de los demás, te guste o no te guste.
-¿Cómo está el tuyo en este momento?
- Fabuloso, tengo una especie de mall del ego. Ayer fui a hacer un puerta a puerta con Osvaldo Torres, candidato por Peñalolén y en una cuadra me dijeron una: ‘bien, Miguelito’ (y me llamo Marco); dos: ‘¿Cómo está Ominami?’; tres: ‘¿Cómo está la Manuelita?’ (que es la guagua); cuatro: ‘¿Cómo está la Karencita?’; cinco: ‘¿Cómo está La vida es una lotería?’; seis: ‘Saludos a Miguel Enríquez, ¡Viva Miguel Enríquez!’ En una cuadra tenía una oferta de seis identidades. Increíble. Hay otros que me encuentran un vendido de mierda: ‘Tenís la veta PS’, por Ominami.
-No sé si de ególatra, pero sí tienes pinta de ambicioso.
-La ambición no tiene nada que ver con el ego. Tengo una visión que es desmedida, de poder, de cambio, al servicio de algo. Una ambición sana es cuando está al servicio de algo y yo sé perfectamente al servicio de qué estoy.
-¿Al servicio de qué estás?
- De agudizar todas las contradicciones posibles en una sociedad.
-Eso es una reminiscencia mirista, una frase de 1971.
- Soy un reminiscente. Nada ha sido mejor formulado como discurso, -no comparto para nada la táctica-. El MIR formuló muy bien el problema.
-¿Qué significa agudizar las contradicciones en este momento, desde el punto de vista de tu trabajo en la industria?
- No sé. Lo que me produce enorme placer son los contenidos. Me cuesta entender qué soy yo en este momento para agudizar las contradicciones, pero tiene que ver con combatir la figura del director chileno, que me enerva enormemente.
-Prefieres llamarte realizador, que es una francesada.
-Creo mucho más en la definición americana -film maker-, una mariconada llena de escepticismo y crueldad, o realizador, la forma de los franceses, que usan mejor el lenguaje y son más siúticos. Un director es más pedante, y lo que tenemos en Chile son directores, donde la subjetividad no vale, donde los elencos son los mismos que una serie de la tele. El cine en Chile es una fotocopia de la televisión.
-Las fotocopias culturales son una señal de esta sociedad también.
-Y son una derrota. Nuestra, de los directores y productores, de cómo no hemos sido capaces de defender a rajatabla el derecho de hacer ‘Amores perros’ en Chile. ¿Por qué nunca hemos hecho ‘Amores perros’? Porque somos todos una tropa de maricones. No nos atrevemos a filmar la homosexualidad como es, aquí todas las putas son alegres, ninguna se limpia el semen entre una pierna y la otra, porque es un plano asqueroso, pero ¿por qué no puedo filmar con esa crudeza a la burguesía y a la pobreza?
-¿Qué ofrece tu serie ahora al espectador?
- Una crítica social más profunda. Los ganadores de Lotería que escogimos son más extremos.
-¿Qué hace un chileno cuando se gana la Lotería?
- Hoy día nada. Creo que hay una pedagogía que dio la democracia. En dictadura eran famosos los casos, como el del maestro Cárdenas, que lo perdían todo. En los ’90 se sabe sólo de los ganadores que cobran personalmente. Tienen un patrón de conducta que tiene que ver con la seguridad, rejas, alarma y un jeep para chocar setenta veces. Los tipos optan por el blindaje. Transforman Chile en Irak, para protegerse. De los que cobran por banco no sabemos nada.
-Revisemos la sociología de los ganadores por décadas.
- En los ochenta eran más locos, apostaban todo, se iban a una financiera y a vivir a La Dehesa. Los de los ’90 fueron mucho más conservadores; los de los 2000 tienen un comportamiento más religioso. Creen en una cuestión divina. Te dicen: ‘se lo debo a la Virgen María o a mi mamá que está en el cielo’, se lo agradecen a seres ausentes.
-¿Qué harías tú con el Kino?
- Primero, aspiraría a mil doscientos millones, no menos. Le daría plata a todo el mundo, a mi papá, a mi mamá, a mí hermana, a Miguel Enríquez le pondría una tumba preciosa, sencilla, pero bonita. Ayudaría a los miristas. A mí viejo, a Ominami, le haría un regalo: mejoraría el salón de té del Senado que es muy malo.
La patria chilena
-También ha cambiado tu relación con Televisión Nacional. Ya no eres un experimento.
- Sí, han dado señales claras de que nos quieren seguir manteniendo en el mundo de la experimentación. A todas las series en la historia de TVN se les ha dado la oportunidad de repetir el día al año siguiente y a nosotros nos han cambiado tres veces el escenario. Lo tomo como un gran desafío.
-Una cosa que te distingue es que eres poco chileno. Esta entrevista sale el 19 de septiembre.
-Oh!, qué día más hereje para mí. Uno tiene un poto y dos cachetes, nadie dice tengo dos potos. Creo que uno tiene una nacionalidad y puede tener dos identidades. Yo soy el caso que tiene un poto y dos nacionalidades. Tengo dos cachetes, una cosa francófona muy fuerte, muy marcada, y otra chilena.
-¿Cuál sería el mayor rasgo de la chilenidad?
- Amar esa bandera asquerosa y el escudo que es espantoso y los símbolos patrios.
-¿Y ese lema?
- Ya da vergüenza hacer teorías sobre el lema. Lo más grave es el amor a la chilenidad. En nombre de la chilenidad se han cometido las mayores aberraciones intelectuales, humanas y policiales. En nombre de Chile, en nombre de la bandera, se hizo tortura en la dictadura, se censura en televisión, se hace cuanta estupidez hay. En nombre de Chile no voy a profesar ninguna religión, ni ninguna idea. Me repugna profundamente la semana de la chilenidad.
-Hay gente como los fonderos modernos que hacen militancia de chilenidad.
- No reconozco ningún estatus a la chilenidad. Los chilenos antes de ser chilenos somos clasistas, racistas, fascistas, machistas y cínicos y después de la séptima definición, somos chilenos. Raúl Ruiz dice que Chile es como un lumbago, un dolor que no se te quita nunca. Es un dolor de espalda que no te perdona.
-¿Tú vas a alguna fonda?
- A ninguna. Voy por oportunismo y por utilitarismo cuando hay que hacer campaña. En una fonda sólo veo votos, el resto me parece una pila de curados. Lo que han inventado las fondas, es ‘coma mierda y páselo bien’.
Pater familia
-Hace un par de semanas has sido padre de Manuela. ¿Cómo has vivido ese instante supremo de la masculinidad?
-Siempre me llené la boca diciendo que no creía en la biología. Hablaba de que uno escoge a su viejo y tu viejo te escoge. Lo que me impresionó del nacimiento de Manuela no fue que sea mía, sino su indefensión completa. Y me gustó que la condición de padrastro sea la misma que la de padre. No hay ninguna diferencia en mis afectos entre Fernanda y Manuela. Además, hoy la mitad de los chilenos son padrastros y todos son hijastros.
-Es una gran ventaja tener hijos biológicos y no biológicos.
- Sí. Ya no es la teoría pedante, pelotuda y postmoderna del bastardo en Chile, que me aburre como ostra. Sí creo que una figura que habría que defender con gran honra es la del padrastro, que es la más compleja de todas. Mucho más complicado ser padrastro que padre. Tienes razón que esa triangulación naturaliza las cosas.
-Hablemos un poco de tu matrimonio. La imagen de tu esposa y la tuya es la de dos personas contrapuestas. No me hubiera imaginado esa afinidad.
- Me lo han insinuado, pero no se atreven a decirlo.
-Ella representa una cierta frivolidad televisiva, un tipo de derechismo. Si tú te emparejas con la Paty Rivadeneira, nadie se sorprende. Pero con Karen Do-ggenweiler...
- La Rivadeneira, a quien adoro, es mucho más conservadora que la Karen.
-Bueno, me imagino que esa imagen mediática es falsa, porque no creo que sufras síndrome de Estocolmo.
- Una anécdota resume muy bien esto. El día 5 de octubre, aniversario de la muerte de Miguel (Enríquez), todos los años he ido secretamente, silenciosamente, al cementerio, a su tumba. Los últimos años, la élite del MIR ha decidido espontáneamente irme a ver a la casa. Llegan Valenzuela, Pascal, Gastón Muñoz, el Patula, se me olvidan los nombres. Amigos de Miguel que van a ver a la viuda, al hijo, y es muy tierno y se produce una cosa muy simpática, con mucho humor. El 2003 fui con 30 miristas a la tumba de mi papá. Y la Karen, a quien había conocido cinco meses antes, me dijo que hiciéramos un almuerzo grande en mi casa, y les presenté a los miristas a mi suegra, Silvia Lapuente. La conocían todos. Hice el ridículo más grande. Te quiero decir que la Karen tiene mucho más ADN, más sensibilidad de los temas de historia política de este país que yo.
-Ya sabemos, ese dilema entre franchute o ssshileno.
- Soy mucho más francés, soy mucho más parisino. No me considero chileno, me siento en un tránsito hacia. Y en el caso de la Karen, su historia de la resistencia era mucho más próxima que la mía, la ubicaban todos. A mí me seduce mucho cuando dicen ‘ustedes representan polos opuestos’. Ella es el consenso, la alegría; yo soy el resentimiento, la crítica. ¿Cómo lo definirías tú?
-A ella como la niña conservadora y a ti como el rupturista, el rompepelotas.
- Ésas son las verdades mediáticas. Evidentemente son vacuas, ni yo soy tan rupturista. Soy un niño de pecho, una mala copia. Vi a Serge Gainsbourg llegar media hora tarde a un programa en directo en la televisión francesa curado como tagua, y se hablaba de caridad. Lo vi tomar un billete y quemarlo al tiempo que decía ¿la caridad? Esto hago yo con la caridad. Eso es rupturista.
-Eso es cinismo.
- Exactamente, pero te dije que soy tremendamente elástico. Distingo delitos distintos. La mentira no es nada grave, el delito más grave es el del cinismo. Yo soy un mentiroso, pero no un cínico. Esta entrevista es mentira, pero no es cínica. Lo que sería asqueroso es que tú o yo fuéramos cínicos.
La rebeldía
-Trabajas con gente joven ¿Cómo ves ahora la nueva generación?
-De una ambición total. No distinguen la importancia de los contenidos de la caligrafía. Creen que una película bien filmada es una buena película. No me importa la caligrafía, lo que importa es el alma. Yo les critico a los veinteañeros que no tienen ninguna conciencia de la filosofía del lenguaje, representan la ignorancia suprema en la que estamos. Se llama nihilismo, se llama escepticismo, y lo veo en los guionistas, no en todos, pero en muchos, que están pasmados. La vida se pone horrible cuando estás en una reunión donde la gallá no ha leído a Flaubert, ni a Stendahl. Tú dirás que es obvio, pero no es tan obvio. “Rojo y Negro” de Stendahl no lo ha leído nadie. Eso es muy delicado.
-¿Tú votas?
- Sí.
-¿En las próximas presidenciales tienes candidato?
- Sí, tengo. Soy de la tesis de que la irrelevancia es completa, que lo que vaya a ocurrir aquí vale callampa, que el libreto de este país ya está dibujado.
-Te preguntaba lo del candidato. ¿Es Bachelet?
- No. La Michelle Bachelet no me produce ningunas ganas de salir a pelear. Yo quiero un rebelde.
-¿Quién sería?
- Lo estoy observando. Creo que la Soledad Alvear está mostrando signos de rebeldía que me están gustando mucho. Si leyera a Schopenhauer -‘La voluntad es lo único que mueve’-, le iría mucho mejor. ¿Qué candidato ha mostrado voluntad?
Los llorones
-¿Qué te parece la cacería desatada por la UDI contra los derrotados del caso Spiniak?
-Lo que ha hecho la Concertación con Jovino Novoa, al no denunciarlo, es una cobardía. Hemos terminado entronizando a un tipo -porque se equivocaron en una acusación- que fue subsecretario de Gobierno en la dictadura, que recibió ochenta mil denuncias peores de las que sufrió él y nunca les dio la pasada. Fue impermeable a todo el dolor ajeno y no ha tenido ninguna reflexión crítica.
-Marco, pero no le podemos pedir a la Concertación que irrite a la derecha. Tampoco a los periodistas. No es bueno para el país que la derecha se irrite.
-Ningún periodista, ninguno de estos noteros chantas que abundan, ni tu mismo, le ha preguntado, ¿qué reflexión crítica hace usted, señor Novoa, de toda la gente que sufrió durante su mandato?, ¿no le da vergüenza ajena que a usted le pidan disculpas, cuando usted debió pedir disculpas mucho antes? Pues, no sea tan cobarde de andar lloriqueando, señor Novoa.
-Mirémoslo con cariño: son las ‘asimetrías’ de esta época.
-Tengo cartas del Ejército de Chile, de la Fuerza Aérea insultando a mi abuelo, tratándolo de traidor, de ladrón. A los Enríquez, a don Edgardo, mi otro abuelo, lo hicieron comer mierda. Y tengo guardadas las portadas del basureo del apellido Enríquez. Nos basurearon hasta el ochenta y tanto y ¿has visto alguno de nosotros pidiendo a Canal 13 que le dé disculpas a los Enríquez? Usted periodista, ¿ha escuchado a algún Enríquez llorar como Novoa? Canal 13 basureó sistemáticamente a Ominami. Todos fuimos basureados y escuchamos ahora a un huevón llorando que le pidan disculpas todos los medios nacionales. Eso es una obscenidad. Otro acto de cinismo tuyo, y de los demás periodistas, es no darle capotera a ese señor.LND