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Muere Margaret Thatcher a los 87 años

Afronta de una vez que perdieron las Malvinas para siempre, argentino llorón... :lol2:

Tremendo argumento.


Eso no quita que el temita se haya usado para cautivar el lado mas basico de la masa tonta: el chovinismo (disfrazado de patriotismo) tal y como lo hace Evo Morales cada vez que esta la cagada en Bolivia (que seria con una frecuencia de mas o menos ada 3 semanas) :hands:


Enviado desde mi ANDROEEEEEEEE
 
Tremendo argumento.


Eso no quita que el temita se haya usado para cautivar el lado mas basico de la masa tonta: el chovinismo (disfrazado de patriotismo) tal y como lo hace Evo Morales cada vez que esta la cagada en Bolivia (que seria con una frecuencia de mas o menos ada 3 semanas) :hands:


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Pero si ese weon es un argentino radicado en Chile, por eso el evidente ají en el culo ante Margaret Thatcher :hands:
 
Pero si ese weon es un argentino radicado en Chile, por eso el evidente ají en el culo ante Margaret Thatcher :hands:

Pero eso no lo invalida po wn :lol2: no es necesario ser argento para saber que la vieja culia fue nefasta.


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Pero eso no lo invalida po wn :lol2: no es necesario ser argento para saber que la vieja culia fue nefasta.


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Claro, para los zurdos fue como el demonio, pero para los che significa algo peor que el demonio ya que les quito las malvinas, por eso hice mención de aquello al personaje en cuestión....
 
Un par de cosas sobre la dama de Hierro.

Primero que todo, que el mundo sólo recuerde a uno o dos líderes políticos que gobernaron GB desde la WWII (además de Churchill), entre ellos Margaret Thatcher, demuestra lo decadente que se ha vuelto GB en el mundo. No sólo a nivel económico, que ya me encargaré de eso, sino que sobre todo político, pasando a convertirse en un felpudo de los EUA. GB dejó de ser en 1945 la potencia que alguna vez fue, la potencia que imponía en medio planeta sus reglas con una mezcla de cortesía y fuerza bruta bruta. Hoy GB no es más que el trapero de los EUA en Europa. Y de eso efectivamente depende su geopolítica internacional. A Churchill le podemos dar muchas críticas, pero la lucha de su país contra los nazis, y la defensa heroica de Londres frente a los ataques aéreos fueron un hito histórico, nada comparado a lo que hizo en materia internacional la dama de hierro: enfrentarse a un país tercermundista con la ayuda de otro país tercermundista (y sin la ayuda de este último la victoria asegurada no estaba). O sea, nótese, se pasó de ser la gran GB victoriosa, que luchaba de tú a tú con potencias como Alemania, a una GB cobarde que luchaba con Argentina y apoyada por Chile... eso si no es decadencia internacional, ya me dirán qué sí lo es.

Segundo, su administración interna se caracterizó por coincidir con dos otros personajes nefastos en la historia de la humanidad (Reagan y Pinochet), los tres formaron parte del eje de neoliberales pioneros en las reformas que devastaron a sus pueblos y destruyeron el modelo de la posguerra. Un modelo fuertemente socialdemócrata e igualitario. Para comprender el por qué de los fracasos en esta materia en el gobierno de doña margarita, debemos comparar su gestión con sus principales rivales de la zona; los socialdemócratas. Olof Palme fue el mayor de ellos, el gran líder nórdico que luchó hasta el final (hasta el preciso día que fue asesinado curiosamente...) por la mantención del modelo socialdemócrata, con el cual logró mantener el desempleo a niveles mínimos y la desigualdad muy controlada. En contraparte el gobierno de Margaret Thatcher se caracterizó por la desigualdad, el desempleo, el aumento de la pobreza y muchas otras aberraciones. La destrucción del Estado de bienestar fue ejemplo de sus nefastas políticas, y si tuvo fama política dentro de su gobierno, esta se dio por la guerra contra Argentina. De hecho si revisan las encuestas de su gobierno, tiene un nivel decente de aprobación (cerca del 50% de los británicos la aprueban), pero si se desglosan sus principales reformas, la gran mayoría de ellas no tienen aprobación alguna. Entonces uno se pregunta, ¿cómo coño ella es capaz de reunir tal nivel de aprobación promedio por su gobierno? Simple, por la guerra con Argentina.

Finalmente se debe decir que ella, de hierro no tenía nada. Como bien se ha dicho en muchos lugares y espacios, ella no fue más que un títere de los principales poderes fácticos, como la banca. Ella en realidad, como Pinochet y Reagan, fue una servil tonta útil a los intereses del 1% más rico de su país.

Saludos.
El Argentuzo aun tiene ardor anal porque su país perdió de forma vergonzosa contra los ingleses :hands:

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Londinenses celebraron con carnaval la muerte de Margaret Thatcher


Fue una “mujer horrible” y “estamos absolutamente furiosos por la imagen que se dio en televisión de que todo el país está de luto”, dijo este sábado un ex minero durante la manifestación convocada por redes sociales.


Cientos de opositores de Margaret Thatcher se congregaron en Trafalgar Square, en Londres, este sábado por la noche donde celebraron bajo la lluvia la muerte a principios de esta semana de la ex primera ministra británica.
Ex mineros del carbón que participaron en la huelga que duró un año en la década de 1980 contra el gobierno de la Dama de Hierro se unieron a activistas de extrema izquierda y a estudiantes para brindar por la desaparición de Thatcher.
La multitud condujo hasta los pies de la Columna de Nelson una efigie de la ex líder conservadora, ataviada con su característico collar de perlas y un pelo cardado elaborado a base de bolsas de plástico de color naranja.
Durante la manifestación hubo una fuerte presencia policial, después de los incidentes que se produjeron el lunes durante las celebraciones espontáneas en la calle tras conocerse la muerte de Thatcher por un derrame cerebral a los 87 años de edad.
Pero el clima que se respiraba en Londres era más el de un carnaval callejero que el de los disturbios, con gente de todas las edades (muchos de los cuales apenas habían nacido cuando ella dejó el cargo en 1990), bailando, tocando tambores y haciendo ruido con silbatos y bocinas.
En total, cinco personas fueron detenidas, sospechosos de estar borrachos y alterar el orden público o por causar lesiones corporales graves, dijo la policía.
Muchos de los asistentes aseguraron que planeaban protestar también durante el funeral de Thatcher que se celebrará el miércoles, situándose a lo largo del recorrido del cortejo fúnebre y dándole la espalda al paso del ataúd.
La concentración en Trafalgar Square fue organizada a través de las redes sociales y conducida por un llamamiento realizado hace dos décadas por algunos de los opositores de Thatcher para celebrar una fiesta el primer sábado después de su muerte.
La plaza es uno de los grandes puntos turísticos de Londres y escenario de disturbios en 1990 contra el impopular impuesto que ese año contribuyó a la caída de Margaret Thatcher.
Entre la multitud congregada este sábado en Trafalgar Square había ex mineros procedentes del norte de Inglaterra que vieron sus comunidades devastadas por el cierre de minas durante los 11 años que Thatcher estuvo en el poder, entre 1979 y 1990.
David Douglass, ex minero y miembro de la Unión Nacional de Mineros de Yorkshire, dijo que se puso “muy contento” al conocer la noticia de la muerte de Thatcher.
Fue una “mujer horrible” y “estamos absolutamente furiosos por la imagen que se dio en televisión de que todo el país está de luto”.
Este sábado, varios seguidores del Liverpool Football Club desplegaron pancartas anti-Thatcher durante un partido de la Premier League (liga de fútbol inglesa) en las que podía leerse “Vamos a hacer una fiesta” y cantaron “Maggie está muerta, muerta, muerta”.

http://www.lanacion.cl/noticias/site/artic/20130413/pags/20130413185408.html
 
El Argentuzo aun tiene ardor anal porque su país perdió de forma vergonzosa contra los ingleses :hands:

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Solo la derecha entreguista sudamericana puede alegrarse de ver a los ingleses en las Malvinas. Tremendo epic mega fail, sobre todo ahora, que los ingleses se han pasado por el orto la ''histórica amistad" con Chile, y le han dado el nombre de su reina a una tajada no menor de la Antártica, donde, se han dejado para ellos, parte de lo reivindicado por Argentina... y también Chile.

Jo.

Los derechosos siempre pensaron que los británicos los veían a ellos como aliados. No, los ven a ellos como sirvientes. Los británicos como potencia que son, en decadencia siempre, sólo tienen un aliado casi incondicional: EUA, el resto, son sólo tontos útiles a sus intereses.

Pero bueno, a estos les gusta ser felpudos.
 
Solo la derecha entreguista sudamericana puede alegrarse de ver a los ingleses en las Malvinas. Tremendo epic mega fail, sobre todo ahora, que los ingleses se han pasado por el orto la ''histórica amistad" con Chile, y le han dado el nombre de su reina a una tajada no menor de la Antártica, donde, se han dejado para ellos, parte de lo reivindicado por Argentina... y también Chile.

Jo.

Los derechosos siempre pensaron que los británicos los veían a ellos como aliados. No, los ven a ellos como sirvientes. Los británicos como potencia que son, en decadencia siempre, sólo tienen un aliado casi incondicional: EUA, el resto, son sólo tontos útiles a sus intereses.

Pero bueno, a estos les gusta ser felpudos.
Que no se te olvide que fue "la derecha" la que llevó a tú país a la guerra, y que todo el zurderio argentino aplaudió lo que hicieron los militares en su minuto, a pesar de que renieguen de ello. Hasta la derecha argentina recurre al "americanismo" para dar pena ante los ingleses respecto de las islas.

¿Esperabas que Chile apoyara a Argentinastán, a pesar de todas las amenazas? "Después vienen los Chilotes" decían. Un almirante Argentino (Massera creo que fue) dijo que en 3 días nos vencían, y que la champaña la orinarían en el Marga Marga.

A llorar a la iglesia, villero :hands:
 
Que no se te olvide que fue "la derecha" la que llevó a tú país a la guerra, y que todo el zurderio argentino aplaudió lo que hicieron los militares en su minuto, a pesar de que renieguen de ello. Hasta la derecha argentina recurre al "americanismo" para dar pena ante los ingleses respecto de las islas.

¿Esperabas que Chile apoyara a Argentinastán, a pesar de todas las amenazas? "Después vienen los Chilotes" decían. Un almirante Argentino (Massera creo que fue) dijo que en 3 días nos vencían, y que la champaña la orinarían en el Marga Marga.

A llorar a la iglesia, villero :hands:


Pedazo de bobalicón, ¿el punto es?

Eran otros tiempos, los años 70 y 80 se caracterizaron en América Latina por tener dictaduras militares emplazadas e impuestas por EUA. Muy simple.

Chile y Argentina fueron ejemplos de eso.

Si algo bueno se sacó del fracaso en Malvinas, fue que se sacó a los milicos del poder, para siempre. Hasta el día de hoy ellos tienen una validez cero. Punto.

Hoy estamos en otros tiempos, ya no se pelea entre vecinos por bananas como lo que pasó entre las dictaduras bananeras de Argentina y Chile, lo curioso es que aún haya pelmazos que no se dan cuenta que tener a los británicos en las islas es perjudicial no sólo para Argentina, sino que para TODOS LOS PAÍSES DE LA REGIÓN.

Lo perjudicial está en tener a unos tipos que por siglos intervinieron en nuestros asuntos, y jugaron con nosotros como quisieron a poca distancia, y encima, darle una justificación más para el tema de la Antártica. ¿O te crees que la posición unánime de América Latina, donde Chile está incluido, a favor de las Malvinas como Argentina, es sólo por amiguismos? NO, bruto, es porque GB es un peligro para todos, e incluso para aquellos que se creen ''muy aliados de GB'', como te hice notar con la Antártica.

En realidad hay que ser muy bruto para no ver un tema como ese, con ojos geopolíticos y sí con ojos bananeros como los tuyos.

IGNORANTE!
 
Adiós a Margaret Thatcher

Por Alvaro Vargas Llosa

No es una ironía menor, en mi vida personal, que la muerte de Margaret Thatcher me pillara a punto de hacer una intervención pública en la Bolsa de Comercio de la ciudad de Córdoba, en Argentina. Tuve que decidir, en pocos minutos, entre dos opciones igualmente dolorosas. ¿Debía decir dos palabras en memoria de la ex Primera Ministra británica a la que, con ciertas discrepancias en asuntos puntuales, admiré mucho en líneas generales y a quienes varios de los invitados extranjeros en aquel evento habían admirado también? Si lo hacía, sería inevitable ofender a algunos argentinos en el auditorio, para quienes el trauma de las Malvinas sigue vivo. Si no lo hacía, estaría eludiendo un elemental deber de conciencia.
Lo hice, procurando ser breve y expresar sentimientos de respeto con los argentinos que pudieran tomarlo como una descortesía. Inevitablemente, ofendí a algunas personas que me expresaron su malestar con agresividad. Los comprendo y respeto. Pero a lo que iba: la ironía consiste en el contraste entre esto y un hecho que me sucedió al estallar la guerra de las Malvinas en 1982. En aquella ocasión, siendo estudiante, casi fui linchado por un grupo de ingleses que, después de oírme hablar español, me abordaron a la salida de un metro en un Londres lluvioso y me preguntaron de dónde era. Al decirles que era peruano, me preguntaron si “eso” estaba cerca de Argentina. No tuve tiempo de explicar la naturaleza exacta de nuestra vecindad mediata con Argentina porque se armó una gritería que pudo acabar en una tragedia si no fuera porque intervinieron algunas personas para pedir calma.
Cuento esto porque, además de ser una anécdota curiosa, es también una forma de graficar lo polarizante que fue y sigue siendo la figura de Thatcher. Las escenas ocurridas esta semana en algunos lugares del Reino Unido -en Brixton, en el sur de Londres, en Glasgow y en Belfast-, donde se celebró la muerte de la Dama de Hierro con cantos y bailes, contrastan terriblemente con los elogios ditirámbicos que le llueven a la difunta desde muchas partes del mundo, pero sobre todo del mundo conservador. El juicio implacable de argentinos que no le perdonan el hundimiento del Belgrano contrasta a su vez con el de liberales que creen que ella representó la cara democrática de unas reformas que hasta ese momento se asociaban en parte con la dictadura de Pinochet (a quien ella, en uno de sus errores más notorios, respaldó insistentemente cuando fue detenido en Londres por razones nacionalistas, esencialmente relacionadas con el apoyo que le ofreció en Las Malvinas). Y así sucesivamente.
Thatcher era tan consciente de lo mucho que polarizaba a la opinión pública que ella misma pidió al gobierno de su país no ser objeto de unos funerales de Estado, como lo fue Winston Churchill, sino de unos funerales con honores militares, es decir un homenaje menor aunque importante. Quería ahorrarse, en el más allá, la indignidad de un debate humillante en la Cámara de los Comunes sobre la conveniencia de darle los máximos honores fúnebres de Estado, me imagino, y escenas como las ocurridas en Brixton, Glasgow y Belfast esta semana.
Los sondeos, sin embargo, indican algo interesante. Una mitad de los británicos aprueban su figura pública mientras que la desaprueba un tercio del país. El saldo, pues, es favorable. Sus adversarios laboristas y liberal-demócratas han sido respetuosos con su memoria, salvo alguna excepción, y los muchachos que festejaron su fallecimiento son tan jóvenes que no tuvieron ninguna experiencia directa de sus tres gobiernos consecutivos. Los más exaltados no suman más de unos cuantos centenares de personas, en cualquier caso.
Aunque estos jóvenes no tuvieran experiencia directa de ella, es obvio que se ha transmitido de generación en generación, en ciertos círculos, la idea de Thatcher como bestia negra del socialismo y el humanismo, que no son la misma cosa, pero que en lo que respecta al juicio sobre ella en gran parte resultan siéndolo. Recuerdo a mis amigos, jovencísimos, odiando a Thatcher por cosas que tenían que ver con la decadencia del país bajo el laborismo de los años 70 y me veo a mí mismo, por ejemplo, incómodamente silencioso en medio del bullicio general cada vez que, en un concierto de reggae u otra música “étnica”, como se la llamaba a veces, en los años 80, el vocalista o la vocalista la nombraba con odio para provocar expresiones de rechazo contra ella en el auditorio. Recuerdo, muy específicamente, un concierto del célebre instrumentalista nigeriano Fela Kuti nada menos que en la Britxton Academy, alrededor de la cual se habían producido, en 1981, grandes escenas de violencia por el rechazo de la comunidad afro-caribeña contra una recesión que no era culpa de Thatcher sino de la dinámica económica que ella había heredado.
A mí, que era un rebelde, me parecía que ella lo era también. Pero entre los jóvenes británicos, donde su respaldo era mínimo, constituía la imagen misma de lo establecido, una confusión absurda dado todo lo que ella estaba en ese momento cambiando y cambiaría en el largo plazo en un país que estaba apesadumbrado y había perdido el nervio creativo.
Por lo pronto, Thatcher convirtió al Partido Conservador, que era un club aristocrático, en un espacio meritocrático, donde la movilidad social y no el origen, donde el esfuerzo y no la herencia, decidían quién subía y quién bajaba. Su ascenso al control del partido en 1975 había estado acompañado de una resistencia tenaz entre los viejos “tories” que, con el propio ex Primer Ministro Ted Heath a la cabeza, odiaban la idea de la hija de un simple tendero de Grantham haciéndose con la batuta de la gran fuerza de la derecha británica (y que fuera mujer, por supuesto, era casi tan grave como eso). En pocos años, el partido de los oligarcas se volvió el partido de los “cockneys” que hablaban con el acento del sur de Londres y venían del mundo obrero. Allí estaban todavía los oligarcas, pero despojados de buena parte de su poder. Los nuevos chicos del barrio hablaban, vestían y actuaban como clasemedieros recientes.
Cualquier observador progresista tendría que valorar eso, independientemente de que comparta o no su visión de la economía. Y tendría que valorar esto también: la gran colaboración que prestó al propio laborismo, ayudándolo a abandonar su anquilosada ideología y sus estructuras obsoletas. Y obligándolo a modernizarse con tanto éxito que Tony Blair acabó gobernando dos años más que ella (y luego siendo sucedido por otro laborista, Gordon Brown, que mantuvo el gobierno durante tres años más).
Ese reinado de 15 años del laborismo no hubiera sido posible, y ciertamente no en los términos en que se dio, sin el thatcherismo. Eso lo sabe bien el propio Blair, que por ello ha sido generoso, desde la trinchera del adversario, en sus declaraciones públicas acerca de la Dama de Hierro esta semana. Thatcher humilló de tal forma al laborismo de Michael Foot y Neil Kinnock, que forzó a esa gran organización política a transformarse. El resultado fue el nuevo laborismo de Blair y, gracias a que Blair preservó gran parte del legado de su adversaria, la famosa “tercera vía”. Aunque fue un académico quien le dio impulso inicial -Anthony Giddens-, el laborismo de Blair, que cosechó los frutos económicos de Thatcher y pudo redistribuir riqueza y agrandar en algo el Estado gracias a la prosperidad producida por las reformas anteriores a él, le dio vigencia mundial a esa versión de la centroizquierda. Así muchos líderes emblemáticos, desde Bill Clinton en los Estados Unidos hasta Lula da Silva un tiempo después, se sintieron a gusto con esa sombrilla en la que se volvió común colocarlos. La Tercera Vía, es decir el socialismo europeo y latinoamericano puesto al día, y el “liberalismo” estadounidense renovado (el término es equívoco), son hijos directos de Thatcher.
Los mayores éxitos económicos de Thatcher vinieron en cierta forma después de que en 1990, tras la traición del conservador Goeffrey Howe en la Cámara de los Comunes, ella abandonase el poder. Pero la dinámica que a mediados de la década del 2000, pasado el período de John Major, dio al Reino Unido su lozanía económica bajo el laborismo de Blair venía de atrás. De unas reformas que había costado Dios y su ayuda llevar adelante en los años 80 porque el socialismo que había erigido el Estado del Bienestar desde fines de la Segunda Guerra Mundial había desembocado en la decadencia de los años 70. Gracias a las reformas de los 80, por ejemplo, fue posible, ya bajo el gobierno de Blair, que la renta per cápita británica superase a la francesa por primera vez en mucho tiempo.
Como sabemos hoy, Thatcher le dobló el brazo al sindicalismo marxista que controlaba las minas de carbón sin reparar en el drenaje de recursos que era esa actividad cara e improductiva en aquel momento; redujo el gasto público, que representaba 47 por ciento del PIB, a 39 por ciento; diseminó la propiedad entre quienes ocupaban las viviendas subvencionadas por las municipalidades y privatizó los teléfonos, el gas, las aerolíneas y la electricidad, en muchos casos mediante un accionariado difundido que abrió las puertas del capitalismo a muchos ciudadanos de clase media y clase media baja. También desreguló ciertos mercados. En áreas como la defensa aumentó el gasto público, pero la disciplina la llevó a reducir la proporción de la economía que consumía el Estado aun cuando gracias al dinamismo productivo los ingresos fiscales se triplicaron durante su gestión.
Todo eso renovó la economía británica. Es cierto, como se ha dicho, que la producción manufacturera decayó -representaba 17 por ciento del PIB cuando asumió el poder y 15 por ciento cuando lo dejó-, pero eso venía de atrás y era el resultado inevitable de la evolución hacia la economía de los servicios. Algo parecido ocurrió en los Estados Unidos en esa época y en años recientes. También es cierto que aumentó el porcentaje de personas que estaban bajo la media del ingreso, pero lo verdaderamente importante es que ese ingreso subió para casi todos sustancialmente.
El carácter de Thatcher -que los soviéticos atraparon en el apelativo Dama de Hierro- era inflexible en ciertas cosas. Por eso aguantó a pie firme el embate de los sindicalistas dirigidos por Arthur Scargill y por eso también resistió la huelga de hambre de los presos del grupo terrorista IRA que se inmolaron en la cárcel norirlandesa de Maze. Su famosa frase the Lady is not for turning (“esta dama no cambiará el rumbo”), un juego de palabras que hacía referencia a una famosa obra de teatro de Christopher Fry, resultó, en el congreso conservador de 1980, emblemático de esa determinación implacable que le dio fama de mujer insensible. Pero quizá su más grande decisión de política exterior después del envío de la Armada durante la guerra de las Malvinas desmiente dicha imagen. Me refiero a su decisión de entenderse con Mijail Gorbachov, a quien la derecha de Occidente veía como un lobo disfrazado de cordero y de quien desconfiaba. En ese acto de flexibilidad, de acomodo, de capacidad para entender que el enemigo tiene voz humana, está resumida la otra cara de Thatcher, que sus enemigos nunca quieren recordar. Si no hubiese sido porque ella dijo que se podía “hacer tratos” con Gorbachov, acaso Ronald Reagan no hubiera negociado, en los términos en que acabó haciéndolo, con él: la derecha norteamericana no se lo hubiera permitido.
Otro aspecto que el progresismo internacional debería valorar en ella fue su amor por las ideas. Se dice, a menudo, que era una ideóloga. No era un animal ideológico sino un animal político al que le gustaban las ideas, que es muy distinto. Antes de ella, el conservadurismo y el laborismo habían renunciado al mundo de las ideas en la política británica; sólo importaba lo que representaban por inercia, no lo que pensaban. Thatcher, que se nutrió de las ideas del Institute of Economic Affairs, que leyó a una gama de escritores que iban desde Edmund Burke, padre del conservadurismo, hasta el Nobel Friedrich Hayek, tuvo siempre un respeto por el mundo intelectual que no fue correspondido. Algunos intelectuales -como Hugh Thomas, el historiador e hispanista- formaron parte de su círculo de consejeros en algún momento, pero en pocas áreas de la vida social estuvo más concentrado el odio a ella que en el mundo académico. Sin embargo -otra vez-, lo cierto es que le prestó un servicio a la política en su país a derecha e izquierda porque a partir del renacimiento de la política basada en las ideas tanto una como la otra adquirieron una dimensión reflexiva de la que carecían.
El aspecto ético de su “premierato” también merece ser valorado por sus enemigos. Vivimos una era de corrupción extendida, de uso del poder en beneficio propio, de escasa separación entre intereses públicos e intereses privados a izquierda y derecha. Su conducta personal fue ética, quizá porque esa moral calvinista que tanto asustaba a sus amigos y enemigos le dictó una cierta forma de entender la función pública. Algo de esos valores, que pudieran parecer anticuados, hace falta en el mundo de hoy a gritos. En la Europa de los escándalos y los excesos, de los “pelotazos”, como se dice en España, y la riqueza fácil, en la Europa de la burbuja, hubiera sido útil recordar la filosofía mesocrática y modesta de esta hija de tendero que creía en ahorrar, gastar poco, trabajar mucho y no abusar de los placeres terrenales. La burbuja que ha dejado a Europa en estado calamitoso no hubiera sido posible en los términos en que sucedió si la ética de Thatcher hubiera estado presente cuando ella, ya aislada del mundo real por la enfermedad, se recluyó en el mundo mental que Meryl Street trató tan prodigiosamente en su interpretación de La Dama de Hierro.
Muchos de sus admiradores le reprochamos no pocas cosas, entre ellas su excesivo nacionalismo, que creo que fue un factor más importante que su desconfianza de la burocracia de Bruselas en su crítica al proceso de integración europea (crítica de la que el célebre discurso de Bruges en 1988 fue parte central). Pero incluso en eso el tiempo le ha dado no poca razón. La crisis que vive Europa desde 2007/8 en parte ha puesto de manifiesto las debilidades de una integración europea que se hizo sobre bases poco firmes y apresuradamente. Seguramente en la corrección de esas deficiencias graves en los años venideros la enseñanza de Thatcher, aun cuando no reconocida públicamente, será un factor.
Descansa en paz, Maggie.
 
Adiós a Margaret Thatcher

Por Alvaro Vargas Llosa

No es una ironía menor, en mi vida personal, que la muerte de Margaret Thatcher me pillara a punto de hacer una intervención pública en la Bolsa de Comercio de la ciudad de Córdoba, en Argentina. Tuve que decidir, en pocos minutos, entre dos opciones igualmente dolorosas. ¿Debía decir dos palabras en memoria de la ex Primera Ministra británica a la que, con ciertas discrepancias en asuntos puntuales, admiré mucho en líneas generales y a quienes varios de los invitados extranjeros en aquel evento habían admirado también? Si lo hacía, sería inevitable ofender a algunos argentinos en el auditorio, para quienes el trauma de las Malvinas sigue vivo. Si no lo hacía, estaría eludiendo un elemental deber de conciencia.
Lo hice, procurando ser breve y expresar sentimientos de respeto con los argentinos que pudieran tomarlo como una descortesía. Inevitablemente, ofendí a algunas personas que me expresaron su malestar con agresividad. Los comprendo y respeto. Pero a lo que iba: la ironía consiste en el contraste entre esto y un hecho que me sucedió al estallar la guerra de las Malvinas en 1982. En aquella ocasión, siendo estudiante, casi fui linchado por un grupo de ingleses que, después de oírme hablar español, me abordaron a la salida de un metro en un Londres lluvioso y me preguntaron de dónde era. Al decirles que era peruano, me preguntaron si “eso” estaba cerca de Argentina. No tuve tiempo de explicar la naturaleza exacta de nuestra vecindad mediata con Argentina porque se armó una gritería que pudo acabar en una tragedia si no fuera porque intervinieron algunas personas para pedir calma.
Cuento esto porque, además de ser una anécdota curiosa, es también una forma de graficar lo polarizante que fue y sigue siendo la figura de Thatcher. Las escenas ocurridas esta semana en algunos lugares del Reino Unido -en Brixton, en el sur de Londres, en Glasgow y en Belfast-, donde se celebró la muerte de la Dama de Hierro con cantos y bailes, contrastan terriblemente con los elogios ditirámbicos que le llueven a la difunta desde muchas partes del mundo, pero sobre todo del mundo conservador. El juicio implacable de argentinos que no le perdonan el hundimiento del Belgrano contrasta a su vez con el de liberales que creen que ella representó la cara democrática de unas reformas que hasta ese momento se asociaban en parte con la dictadura de Pinochet (a quien ella, en uno de sus errores más notorios, respaldó insistentemente cuando fue detenido en Londres por razones nacionalistas, esencialmente relacionadas con el apoyo que le ofreció en Las Malvinas). Y así sucesivamente.
Thatcher era tan consciente de lo mucho que polarizaba a la opinión pública que ella misma pidió al gobierno de su país no ser objeto de unos funerales de Estado, como lo fue Winston Churchill, sino de unos funerales con honores militares, es decir un homenaje menor aunque importante. Quería ahorrarse, en el más allá, la indignidad de un debate humillante en la Cámara de los Comunes sobre la conveniencia de darle los máximos honores fúnebres de Estado, me imagino, y escenas como las ocurridas en Brixton, Glasgow y Belfast esta semana.
Los sondeos, sin embargo, indican algo interesante. Una mitad de los británicos aprueban su figura pública mientras que la desaprueba un tercio del país. El saldo, pues, es favorable. Sus adversarios laboristas y liberal-demócratas han sido respetuosos con su memoria, salvo alguna excepción, y los muchachos que festejaron su fallecimiento son tan jóvenes que no tuvieron ninguna experiencia directa de sus tres gobiernos consecutivos. Los más exaltados no suman más de unos cuantos centenares de personas, en cualquier caso.
Aunque estos jóvenes no tuvieran experiencia directa de ella, es obvio que se ha transmitido de generación en generación, en ciertos círculos, la idea de Thatcher como bestia negra del socialismo y el humanismo, que no son la misma cosa, pero que en lo que respecta al juicio sobre ella en gran parte resultan siéndolo. Recuerdo a mis amigos, jovencísimos, odiando a Thatcher por cosas que tenían que ver con la decadencia del país bajo el laborismo de los años 70 y me veo a mí mismo, por ejemplo, incómodamente silencioso en medio del bullicio general cada vez que, en un concierto de reggae u otra música “étnica”, como se la llamaba a veces, en los años 80, el vocalista o la vocalista la nombraba con odio para provocar expresiones de rechazo contra ella en el auditorio. Recuerdo, muy específicamente, un concierto del célebre instrumentalista nigeriano Fela Kuti nada menos que en la Britxton Academy, alrededor de la cual se habían producido, en 1981, grandes escenas de violencia por el rechazo de la comunidad afro-caribeña contra una recesión que no era culpa de Thatcher sino de la dinámica económica que ella había heredado.
A mí, que era un rebelde, me parecía que ella lo era también. Pero entre los jóvenes británicos, donde su respaldo era mínimo, constituía la imagen misma de lo establecido, una confusión absurda dado todo lo que ella estaba en ese momento cambiando y cambiaría en el largo plazo en un país que estaba apesadumbrado y había perdido el nervio creativo.
Por lo pronto, Thatcher convirtió al Partido Conservador, que era un club aristocrático, en un espacio meritocrático, donde la movilidad social y no el origen, donde el esfuerzo y no la herencia, decidían quién subía y quién bajaba. Su ascenso al control del partido en 1975 había estado acompañado de una resistencia tenaz entre los viejos “tories” que, con el propio ex Primer Ministro Ted Heath a la cabeza, odiaban la idea de la hija de un simple tendero de Grantham haciéndose con la batuta de la gran fuerza de la derecha británica (y que fuera mujer, por supuesto, era casi tan grave como eso). En pocos años, el partido de los oligarcas se volvió el partido de los “cockneys” que hablaban con el acento del sur de Londres y venían del mundo obrero. Allí estaban todavía los oligarcas, pero despojados de buena parte de su poder. Los nuevos chicos del barrio hablaban, vestían y actuaban como clasemedieros recientes.
Cualquier observador progresista tendría que valorar eso, independientemente de que comparta o no su visión de la economía. Y tendría que valorar esto también: la gran colaboración que prestó al propio laborismo, ayudándolo a abandonar su anquilosada ideología y sus estructuras obsoletas. Y obligándolo a modernizarse con tanto éxito que Tony Blair acabó gobernando dos años más que ella (y luego siendo sucedido por otro laborista, Gordon Brown, que mantuvo el gobierno durante tres años más).
Ese reinado de 15 años del laborismo no hubiera sido posible, y ciertamente no en los términos en que se dio, sin el thatcherismo. Eso lo sabe bien el propio Blair, que por ello ha sido generoso, desde la trinchera del adversario, en sus declaraciones públicas acerca de la Dama de Hierro esta semana. Thatcher humilló de tal forma al laborismo de Michael Foot y Neil Kinnock, que forzó a esa gran organización política a transformarse. El resultado fue el nuevo laborismo de Blair y, gracias a que Blair preservó gran parte del legado de su adversaria, la famosa “tercera vía”. Aunque fue un académico quien le dio impulso inicial -Anthony Giddens-, el laborismo de Blair, que cosechó los frutos económicos de Thatcher y pudo redistribuir riqueza y agrandar en algo el Estado gracias a la prosperidad producida por las reformas anteriores a él, le dio vigencia mundial a esa versión de la centroizquierda. Así muchos líderes emblemáticos, desde Bill Clinton en los Estados Unidos hasta Lula da Silva un tiempo después, se sintieron a gusto con esa sombrilla en la que se volvió común colocarlos. La Tercera Vía, es decir el socialismo europeo y latinoamericano puesto al día, y el “liberalismo” estadounidense renovado (el término es equívoco), son hijos directos de Thatcher.
Los mayores éxitos económicos de Thatcher vinieron en cierta forma después de que en 1990, tras la traición del conservador Goeffrey Howe en la Cámara de los Comunes, ella abandonase el poder. Pero la dinámica que a mediados de la década del 2000, pasado el período de John Major, dio al Reino Unido su lozanía económica bajo el laborismo de Blair venía de atrás. De unas reformas que había costado Dios y su ayuda llevar adelante en los años 80 porque el socialismo que había erigido el Estado del Bienestar desde fines de la Segunda Guerra Mundial había desembocado en la decadencia de los años 70. Gracias a las reformas de los 80, por ejemplo, fue posible, ya bajo el gobierno de Blair, que la renta per cápita británica superase a la francesa por primera vez en mucho tiempo.
Como sabemos hoy, Thatcher le dobló el brazo al sindicalismo marxista que controlaba las minas de carbón sin reparar en el drenaje de recursos que era esa actividad cara e improductiva en aquel momento; redujo el gasto público, que representaba 47 por ciento del PIB, a 39 por ciento; diseminó la propiedad entre quienes ocupaban las viviendas subvencionadas por las municipalidades y privatizó los teléfonos, el gas, las aerolíneas y la electricidad, en muchos casos mediante un accionariado difundido que abrió las puertas del capitalismo a muchos ciudadanos de clase media y clase media baja. También desreguló ciertos mercados. En áreas como la defensa aumentó el gasto público, pero la disciplina la llevó a reducir la proporción de la economía que consumía el Estado aun cuando gracias al dinamismo productivo los ingresos fiscales se triplicaron durante su gestión.
Todo eso renovó la economía británica. Es cierto, como se ha dicho, que la producción manufacturera decayó -representaba 17 por ciento del PIB cuando asumió el poder y 15 por ciento cuando lo dejó-, pero eso venía de atrás y era el resultado inevitable de la evolución hacia la economía de los servicios. Algo parecido ocurrió en los Estados Unidos en esa época y en años recientes. También es cierto que aumentó el porcentaje de personas que estaban bajo la media del ingreso, pero lo verdaderamente importante es que ese ingreso subió para casi todos sustancialmente.
El carácter de Thatcher -que los soviéticos atraparon en el apelativo Dama de Hierro- era inflexible en ciertas cosas. Por eso aguantó a pie firme el embate de los sindicalistas dirigidos por Arthur Scargill y por eso también resistió la huelga de hambre de los presos del grupo terrorista IRA que se inmolaron en la cárcel norirlandesa de Maze. Su famosa frase the Lady is not for turning (“esta dama no cambiará el rumbo”), un juego de palabras que hacía referencia a una famosa obra de teatro de Christopher Fry, resultó, en el congreso conservador de 1980, emblemático de esa determinación implacable que le dio fama de mujer insensible. Pero quizá su más grande decisión de política exterior después del envío de la Armada durante la guerra de las Malvinas desmiente dicha imagen. Me refiero a su decisión de entenderse con Mijail Gorbachov, a quien la derecha de Occidente veía como un lobo disfrazado de cordero y de quien desconfiaba. En ese acto de flexibilidad, de acomodo, de capacidad para entender que el enemigo tiene voz humana, está resumida la otra cara de Thatcher, que sus enemigos nunca quieren recordar. Si no hubiese sido porque ella dijo que se podía “hacer tratos” con Gorbachov, acaso Ronald Reagan no hubiera negociado, en los términos en que acabó haciéndolo, con él: la derecha norteamericana no se lo hubiera permitido.
Otro aspecto que el progresismo internacional debería valorar en ella fue su amor por las ideas. Se dice, a menudo, que era una ideóloga. No era un animal ideológico sino un animal político al que le gustaban las ideas, que es muy distinto. Antes de ella, el conservadurismo y el laborismo habían renunciado al mundo de las ideas en la política británica; sólo importaba lo que representaban por inercia, no lo que pensaban. Thatcher, que se nutrió de las ideas del Institute of Economic Affairs, que leyó a una gama de escritores que iban desde Edmund Burke, padre del conservadurismo, hasta el Nobel Friedrich Hayek, tuvo siempre un respeto por el mundo intelectual que no fue correspondido. Algunos intelectuales -como Hugh Thomas, el historiador e hispanista- formaron parte de su círculo de consejeros en algún momento, pero en pocas áreas de la vida social estuvo más concentrado el odio a ella que en el mundo académico. Sin embargo -otra vez-, lo cierto es que le prestó un servicio a la política en su país a derecha e izquierda porque a partir del renacimiento de la política basada en las ideas tanto una como la otra adquirieron una dimensión reflexiva de la que carecían.
El aspecto ético de su “premierato” también merece ser valorado por sus enemigos. Vivimos una era de corrupción extendida, de uso del poder en beneficio propio, de escasa separación entre intereses públicos e intereses privados a izquierda y derecha. Su conducta personal fue ética, quizá porque esa moral calvinista que tanto asustaba a sus amigos y enemigos le dictó una cierta forma de entender la función pública. Algo de esos valores, que pudieran parecer anticuados, hace falta en el mundo de hoy a gritos. En la Europa de los escándalos y los excesos, de los “pelotazos”, como se dice en España, y la riqueza fácil, en la Europa de la burbuja, hubiera sido útil recordar la filosofía mesocrática y modesta de esta hija de tendero que creía en ahorrar, gastar poco, trabajar mucho y no abusar de los placeres terrenales. La burbuja que ha dejado a Europa en estado calamitoso no hubiera sido posible en los términos en que sucedió si la ética de Thatcher hubiera estado presente cuando ella, ya aislada del mundo real por la enfermedad, se recluyó en el mundo mental que Meryl Street trató tan prodigiosamente en su interpretación de La Dama de Hierro.
Muchos de sus admiradores le reprochamos no pocas cosas, entre ellas su excesivo nacionalismo, que creo que fue un factor más importante que su desconfianza de la burocracia de Bruselas en su crítica al proceso de integración europea (crítica de la que el célebre discurso de Bruges en 1988 fue parte central). Pero incluso en eso el tiempo le ha dado no poca razón. La crisis que vive Europa desde 2007/8 en parte ha puesto de manifiesto las debilidades de una integración europea que se hizo sobre bases poco firmes y apresuradamente. Seguramente en la corrección de esas deficiencias graves en los años venideros la enseñanza de Thatcher, aun cuando no reconocida públicamente, será un factor.
Descansa en paz, Maggie.



Menuda mierda de artículo. Nada extraño si vemos de quien viene, Álvaro Vargas Llosa, el exponente sudamericano de los peones y serviles internacionales, hijo de otro yanacona aún mayor: Mario Vargas Llosa.

Varias cosas que decir con respecto a tremendo acto propio a un laudatorio, pero no pretendo extenderme. A ver.

La gestión de Thatcher económicamente fue todo menos gloriosa. Él mismo lo dice, los mayores éxitos de su gestión se ven en los 90', o sea, NO HUBO ÉXITOS ECONÓMICOS EN SU GESTIÓN.

No, lo que hubo fue un proceso de pauperización y encima, desindustrialización acelerada de GB.

¿Qué luchó con los sindicatos?

Bueno, eso también se venía dando desde al menos los 60. Que el autor exima la desindustrialización como algo que se daba de antes, y le achaque el ''gran logro'' de la derrota del sindicalismo, demuestra su corto rigor profesional al momento de escribir tremendo tocho de basura.

Tampoco es que sea un gran logro... No le veo lo positivo, a menos que alguien me lo explique.

Finalmente debo decir lo que ya dije, la aprobación a su gobierno en las encuestas efectivamente llega al 50%. Sin embargo cuando se toma reforma por reforma, la desaprobación es mayoría.

La única cosa que al parecer hizo bien la mujer esa, en su gobierno, fue derrotar a un país tercermundista con la ayuda de otro país tercermundista.

Diría más, pero para qué, con sólo leer el nombre de alvarito Vargas Llosa, nos explicamos por qué está pasado a mierda.
 
Que no se te olvide que fue "la derecha" la que llevó a tú país a la guerra, y que todo el zurderio argentino aplaudió lo que hicieron los militares en su minuto, a pesar de que renieguen de ello. Hasta la derecha argentina recurre al "americanismo" para dar pena ante los ingleses respecto de las islas.

¿Esperabas que Chile apoyara a Argentinastán, a pesar de todas las amenazas? "Después vienen los Chilotes" decían. Un almirante Argentino (Massera creo que fue) dijo que en 3 días nos vencían, y que la champaña la orinarían en el Marga Marga.

A llorar a la iglesia, villero :hands:

Precisamente, los argentinos siempre nos reprochan nuestra actitud en el conflicto armado de las Malvinas/Falklands, pero patuda e hipócritamente omiten las causas:



Debería quedarles claro de una buena vez a nuestros vecinos al otro lado de los Andes que si la Thatcher se los cagó, es por su propia culpa. Y si nosotros ayudamos a los británicos fue porque ellos nos empujaron a ello. Podríamos haber sido neutrales, pero Argentina nos amenazó con guerra y ocupación 4 años antes, y nos seguía teniendo amenazados, y nosotros simplemente respondimos :tecito:

Argentina simplemente cosechó lo que sembró.

:cafe3:
 
Solo la derecha entreguista sudamericana puede alegrarse de ver a los ingleses en las Malvinas. Tremendo epic mega fail, sobre todo ahora, que los ingleses se han pasado por el orto la ''histórica amistad" con Chile, y le han dado el nombre de su reina a una tajada no menor de la Antártica, donde, se han dejado para ellos, parte de lo reivindicado por Argentina... y también Chile.

Jo.

Los derechosos siempre pensaron que los británicos los veían a ellos como aliados. No, los ven a ellos como sirvientes. Los británicos como potencia que son, en decadencia siempre, sólo tienen un aliado casi incondicional: EUA, el resto, son sólo tontos útiles a sus intereses.

Pero bueno, a estos les gusta ser felpudos.
bah que raro pero que acaso el chovinismo y la tontera patriotera no es algo propio de la derecha? :lol2:
que acaso la guerra de las malvinas no fue un conflicto de la junta bajo galtieri para alinear a su pais en dictadura?
que acaso la gente no sigue repitiendo el mismo mantra de las malvinas ,un conflicto bananero y dictatorial donde murieron miles de jovenes solo para alinear aquella poblacion y de paso desviar la atencion de la escoba que tenían en su pais?
acaso en esa época la junta no mandaba a morir gente a las malvinas mientras que dentro de su propio pais perseguian a los disidentes políticos en una dictadura de mas de 30000 muertos ,quizas la peor en america latina?
que acaso la gente de las malvinas no se siente britanica?
tanta wea,si les molesta la ocupacion gringa simplemente instalen bases alrededor y ya ,los britanicos viven a la chucha.
Si fuera un wn de derecha el que weara con esto de las malvinas todos lo repudiarian ,pero como es de izquierda lo ven como una demanda legitima blahblha....para mi el tema de las malvinas es un tema populista para sacar a relucir el alineamiento mental patriotero en cada ocasion en que el pais esta en crisis,tal como en la dictadura argentina, es como si aca en Chile reclamaramos por el beagle que fue un conflicto bananero puesto en marcha por pinochet para alinear bajo la dictadura,o sea ridículo.
En mi opinion solo un facho defenderia ese conflicto,y mencion honrosa a los britanicos y su estupides de celebrarle los peos a esa vieja de mierda que dejo la cagada en su pais ,el tipico caso del pais que se hace rico pero no distribuye la riqueza equitativamente (como sucede hoy en dia en chile)
 
Es muy sabido que esta vieja tuvo que affair con 'el tata'. Cuando Pin8 estuvo en inglaterra, hubo un fotografo del congó que captó la siguiente imagen:
pinochet-thatcher-edit.jpg


Días después, ambos fueron vistos saliendo de un lujoso hotel 5 estrellas, con 15 minutos de diferencia. Ahora, ¿qué se especula? que de esta 'canita al aire' que se pego Pin8 con margaret, salió un hijo, que hasta el día de hoy, no se sabe nada.
 
bah que raro pero que acaso el chovinismo y la tontera patriotera no es algo propio de la derecha? :lol2:
que acaso la guerra de las malvinas no fue un conflicto de la junta bajo galtieri para alinear a su pais en dictadura?
que acaso la gente no sigue repitiendo el mismo mantra de las malvinas ,un conflicto bananero y dictatorial donde murieron miles de jovenes solo para alinear aquella poblacion y de paso desviar la atencion de la escoba que tenían en su pais?
acaso en esa época la junta no mandaba a morir gente a las malvinas mientras que dentro de su propio pais perseguian a los disidentes políticos en una dictadura de mas de 30000 muertos ,quizas la peor en america latina?
que acaso la gente de las malvinas no se siente britanica?
tanta wea,si les molesta la ocupacion gringa simplemente instalen bases alrededor y ya ,los britanicos viven a la chucha.
Si fuera un wn de derecha el que weara con esto de las malvinas todos lo repudiarian ,pero como es de izquierda lo ven como una demanda legitima blahblha....para mi el tema de las malvinas es un tema populista para sacar a relucir el alineamiento mental patriotero en cada ocasion en que el pais esta en crisis,tal como en la dictadura argentina, es como si aca en Chile reclamaramos por el beagle que fue un conflicto bananero puesto en marcha por pinochet para alinear bajo la dictadura,o sea ridículo.
En mi opinion solo un facho defenderia ese conflicto,y mencion honrosa a los britanicos y su estupides de celebrarle los peos a esa vieja de mierda que dejo la cagada en su pais ,el tipico caso del pais que se hace rico pero no distribuye la riqueza equitativamente (como sucede hoy en dia en chile)



A ver si te lo puedo explicar. A ver si lo logro.

Primero, el conflicto de las Malvinas es completamente válido. Las islas eran legítimamente argentinas, por derecho (uti possedetis), por herencia y por soberanía. Las Malvinas no estuvieron en el poder argentino por 30 años, sino que por mucho más, no olvidemos que al momento en que un país se independiza, tiene derechos y también deberes en relación a todo el territorio colonialmente administrado previo el momento de la independencia. Por eso Chile cuando se independiza, tiene derecho sobre el territorio que iba desde el norte, sectores de La Serena más o menos, hasta el Sur, terminando por un lado con la Cordillera, y por otro en el Océano. Lo mismo con Argentina y las islas. Los británicos llegaron en 1833 y se robaron esas islas, lo cual jamás les ha dado derecho alguno sobre las islas. Las poseen de facto, no de jure. Desde entonces no ha existido jamás un reconocimiento formal por parte de Argentina a la soberanía británica en las islas. Y la posición de los actores internacionales más importantes se centra en que esas islas forman parte de un conflicto y no son de GB. Al menos totalmente. Para la ONU hay un conflicto de carácter colonial, no apoya a GB, para América Latina, las islas son de Argentina, lo mismo para China, y para gran parte del Mundo, la otra parte ni siquiera se muestra totalmente a favor de GB. Creo que ni EUA lo hace formalmente. Por eso la posición de Gb es tan débil, y por eso por momentos en GB se pensó ceder las islas cuando estas habían sido invadidas por Argentina.

Segundo, no se trata de ser facho o zurdo para estar en contra de los británicos en Malvinas. Se trata de ser inteligente y mirar el mundo con ojos geopolíticos. Tener a los británicos a unos pocos kilómetros, es algo muy peligroso. Ellos siempre van a ser un país colonizador que buscará y luchará por sus intereses, los cuales están en contra de NUESTROS INTERESES. Y queda claro en lo que es la Antártica, donde fueron ellos los que le dieron el nombre de su reina a una parte importante de la Antártica chilena y argentina. Las Malvinas les van a servir como proyección estratégica con respecto al problema en la Antártica, y eso cualquiera lo sabe.

Por algo en América Latina la tendencia va a la unificación. Existe la Unasur, el Mercosur, la Alianza del Pacífico, etc.

Porque se sabe que solos nos hacen mierda, en cambio en conjunto, podemos resistir un poco más.

O te crees que a Chile, si EUA y GB se lo plantean, le van a respetar sus históricos derechos en la Antártica?
 
YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA Y AHORA QUE SAQUEN LA PELICULA MARGARET THATCHER ZOMBIE. Y QUE PELEE CON OSAMA ZOMBIE, Y QUE PINOCHET ENTREGUE LAS COORDENADAS DE SU ESCONDITE, PORSIACA, NO HAY PINOCHET ZOMBIE, PINOCHET NOMAS, NO SE PUEDE SER DOBLEMENTE MOMIA.
 
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