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Nueva Constitución: Otro blindaje para los negocios de la casta política-empresarial

sennenring

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Bachelet y Nueva Constitución: Otro blindaje para los negocios de la casta política-empresarial y la mantención del abuso neoliberal



Como ciudadanos de a pié, no podemos dejar reiterar que todo ha sido diseñado de manera brumosa, ambigua, leguleya, con el fin de que no existan cambios estructurales de fondo, lo que es funcional a los intereses de la endogámica casta política. Todo está hecho para que se permitan nuevas componendas entre la Nueva Mayoría y la derecha tradicional, la que en el mejor de los casos, terminarán en reformas cosméticas constitucionales, con el pueblo mirando desde la galería.

Intervención de Juan Carlos Cárdenas, Director de Ecocéanos.cl en la Feria Internacional del Libro en Santiago de Chile, con motivo del lanzamiento del libro “Que decida la ciudadanía. Asamblea constituyente”, libro publicado por Le Monde Diplomatique, Friederich Ebert Stiftung y Editorial Aun creemos en los sueños.

Deseo agradecer la invitación de Le Monde Diplomatique, así como la asistencia de todos y todas.

La casta política-empresarial-militar, vive sin duda el mayor descrédito de su historia. Continúan profundizándose informaciones sobre los financiamientos corruptos de la política, de parlamentarios y partidos de todo el espectro político, provenientes entre otros de los grupos Penta, SQM y Corpesca. A ello se han sumado lo referente al robo de los dineros reservados del fondo del cobre por parte del ejército, los que constitucionalmente no se pueden fiscalizar (¡!) ; la colusión del papel que involucra a la familia Matte, la de los pollos a la familia Ariztía y la de las farmacias. Todo esto además de la privatización gratuita y a perpetuidad de los peces del mar chileno mediante la coima de diputados y senadores en beneficio de 7 familias, eliminando al 90% de los pescadores artesanales y a la totalidad de los pueblos indígenas, entre otros.

Desde el 2010 viene creciendo la exigencia ciudadana y popular de avanzar hacia un proceso constituyente que permita por primera vez en la historia de Chile, construir de manera colectiva e informada una Constitución democrática y participativa al servicio de los intereses mayoritarios y estratégicos de la sociedad chilena, discusión de la cual ningún sector político ha podido abstraerse.

Difícilmente podemos considerar como democrático un país en el que nunca se haya realizado un debate y participación de la sociedad organizada, de las regiones, pueblos originarios o gremios profesionales, sobre las normas esenciales que deben regir nuestra vida en comunidad. Tampoco puede ser democrático un Estado cuyas cartas constitucionales siempre han sido fruto de las negociaciones, componendas o las imposiciones post-crisis institucionales, por parte de la de la casta política-empresarial-militar. Esto es evidente en aquellas constituciones hechas a la medida que han tenido mayor duración, tal como la de 1925, o la de Pinochet de 1980.

Por todo lo anterior, mal podría caracterizarse a la sociedad chilena como democrática y sus habitantes como ciudadanos de derecho pleno. A lo sumo podríamos decir que se trata de un país tercermundista, con una seudodemocracia pactada de baja intensidad y una ciudadanía restringida.

La propuesta de la presidenta Bachelet no busca el ejercicio pleno de la soberanía popular

Al analizar el paquete de medidas anunciada por la presidenta Bachelet, percibimos que ella no apunta a posibilitar el ejercicio pleno de la soberanía popular. Por el contrario, sólo busca impedir que la ciudadanía se pueda expresar sin restricciones, al entregar la conducción y el papel decisivo de este supuesto proceso constituyente a las mismas fuerzas políticas retardatarias que han administrado durante 43 años el modelo neoliberal en una promiscua y opaca convivencia, que le ha permitido beneficiarse del antidemocrático modelo político, económico y social impuesto por la dictadura cívico-militar.

Aún desconocemos en qué consistirán los denominados “diálogos ciudadanos” y el número de “cabildos regionales y provinciales” que se establecerían. Menos quiénes los convocarán y quiénes serán los convocados. Tampoco el número de sus integrantes y quiénes realizarán las síntesis de estos coloquios. El ministro secretario general de la Presidencia, Nicolás Eyzaguirre, indicó frívolamente que “vamos a invitar a la gente (sic) que imagine la Constitución que quiere”. Nada más parecido a la propaganda de un agencia de turismo….

Esta etérea planificación gubernamental supone que los contenidos de la “campaña de educación cívica” previa, debería comenzar a mediados de Noviembre. Faltan 15 días, siendo imposible que esta entidad que aún ni siquiera ha sido nombrada, como lo es el Consejo Ciudadano, tenga una mínima capacidad en los próximos días de visar los contenidos de formación cívica. Esta impresentable situación sólo puede ser comparada con la errática planificación de la fallida reforma educacional que el propio ministro Eyzaguirre tuvo a su cargo cuando fue ministro de educación o con el Censo implementado por Sebastián Piñera.

Sólo están claro las cifras de abundante dinero que el Estado destinará para esta parodia de proceso constituyente, disponible para todos aquellos que oportunistamente se vayan plegando. El posible “nombramiento a dedo” del Consejo Ciudadano de Observadores, ya es un indicio del carácter controlado y poco transparente del proceso.

Otro elemento que llama la atención son los altísimos quorum parlamentarios supramayoritarios que la presidenta ha impuesto, entregando de esta forma las decisiones fundamentales al desprestigiado Congreso Nacional, elegido en base al anti-democrático sistema binominal de elecciones. El apostar a la existencia de un supuestamente menos desprestigiado y menos corrupto Congreso sucesor, se estrella con las tramposas reglas del juego imperantes, donde el actual senado sólo renovará la mitad de sus miembros el 2017, quedando aún un remanente binominal del 50% hasta el 2021.

Como ciudadanos de a pié, no podemos dejar reiterar que todo ha sido diseñado de manera brumosa, ambigua, leguleya, con el fin de que no existan cambios estructurales de fondo, lo que es funcional a los intereses de la endogámica casta política. Todo está hecho para que se permitan nuevas componendas entre la Nueva Mayoría y la derecha tradicional, la que en el mejor de los casos, terminarán en reformas cosméticas constitucionales, con el pueblo mirando desde la galería.

Debemos tener claridad que en el actual segundo gobierno de la presidenta Bachelet no existirá una nueva Constitución. En el intertanto, la Nueva Mayoría volverá a escudarse electoralmente en el argumento que “no cuenta con mayoría parlamentaria” para realizar los cambios para una nueva Constitución, tal como ya lo hizo la Concertación en su momento con respecto a otras reformas o cambios fundamentales. Por ello ya anticipamos que el marketing de las futuras campañas de los candidatos de la Nueva Mayoría para el 2017 será sin duda “un parlamento para una nueva Constitución”, destinados a atrapar incautos.

El Foro Por la Asamblea Constituyente (FPAC) ha venido alertando a la ciudadanía que la Asamblea Constituyente ha sido descartada de antemano por la presidenta Bachelet y la Nueva Mayoría. En el mejor de los casos está siendo utilizada como una figura ornamental destinada a seducir ingenuos, y también permitir que su ala izquierda pueda seguir teniendo cierta legitimidad dentro de sus seguidores. Por ello las anunciadas cuatro alternativas sólo buscan ganar tiempo para negociar, e intentar dejar medianamente conformes a todos los sectores.

El Foro está llamando a desechar las ilusiones y prepararse para una lucha dura y prolongada, ya que lo que está en juego es la disputa abierta por la hegemonía política, social y cultural en la sociedad chilena. Para ello deberemos apoyarnos en nuestras propias capacidades, fuerza y creatividad, para desde allí realizar las necesarias alianzas que permitan avanzar hacia un proceso democrático y popular de acumulación de fuerzas, en el cual las formas serán tan importantes como los contenidos.

Necesitamos ganar mentes y corazones para desarrollar fuerza constituyente de raigambre ciudadana y popular, la cual obligue a la casta política que nos mal gobierna a entregar cuotas de legitimidad institucional para la convocatoria a elecciones de una asamblea constituyente.

El futuro dependerá de la claridad, vigilancia y presión que ejerzan los ciudadanos previamente informados, organizados y movilizados, única forma que asegurará una asamblea Constituyente democrática, libre y soberana. Esa es la tarea ciudadana.


http://www.radiodelmar.cl/rdm/bache...esarial-y-la-mantencion-del-abuso-neoliberal/

Representantes de más de 300 sindicatos protestan contra el proyecto de Reforma Laboral

Frente al Ministerio de Trabajo, los dirigentes del CIUS y de la agrupación Una Mejor Reforma Laboral reprobaron esta mañana el proyecto del Ejecutivo para modificar el actual Código de Trabajo e invitaron a los trabajadores a “rebelarse contra el sistema” y contra lo que consideran un “auténtico retroceso”.


Rebélate contra el Sistema. Es la consigna de la campaña que el Comité de Iniciativa por la Unidad Sindical (CIUS) impulsó para que la ciudadanía, en general, y a los trabajadores, en particular, expresen su enojo contra el sistema, que dicen “cada día abusa más de los ciudadanos”.

Durante la mañana de hoy protestaron frente al Ministerio de Trabajo los representantes sindicales de más de 300 organizaciones. Una manifestación que se trasladó también a Pucón, Valdivia, Puerto Montt y Punta Arenas.

El presidente de la CGT e integrante del ejecutivo de CIUS, Manuel Ahumada, señaló que la protesta tiene como epicentro el rechazo al proyecto de Reforma Laboral, contra la que considera que los trabajadores tienen que rebelarse.

“La Reforma Laboral no la van a cambiar porque es necesaria para el modelo. El cambio del Código del Trabajo sólo es posible con un cambio de modelo”, señaló el dirigente sindical. Y agregó: “Lo que estamos haciendo es una suerte de ejercicio de consciencia para que la gente entienda que de una u otra forma sólo podemos hacer los cambios que queremos si nosotros nos involucramos”.

Además, Ahumada subrayó la necesidad de fijar unas demandas mínimas para los empleados que no tienen derecho a negociación colectiva ni sindicalización: “Si los trabajadores no tienen claro de una vez por todas que la locomoción, la colación, la gratificación y una pensión digna se parten por la vía de reclamarla directamente no es posible que se satisfaga, nadie las satisface”, dijo.

La movilización contó con el apoyo de la plataforma Una Mejor Reforma Laboral, que asegura que la propuesta del Gobierno tiene más de una veintena de retrocesos.

La vocera de la agrupación, Claudia Muñoz, sostuvo que “si bien en un principio queríamos mejorarla [la Reforma Laboral], nos hemos dado cuenta que tenía tantos retrocesos que al final nos hemos visto casi con la obligación de estar defendiendo el plan laboral de la dictadura”.
 
Dale con que solo son los políticos empresarios militares de "derecha" y el bombo de la dictadura, que si bien son una lacra, no están ahí sin la venia de la Concerta.
Más encima apoyado con platas de franchutes vende patria.
La lucha blablabla.

El error de estos comunachos es predicar ideologías de participación ciudadana para que la gente común y corriente carente de capacitación en estos temas opine.
La democracia actual padece del error de considerar que todas las personas son iguales y que manejan la misma información, y que pueden medir el efecto de las consecuencias de cambiar cosas participativamente, cuando ni siquiera tienen control sobre la producción de alimentos o la generación de empleo.

Opinan desde la obtención de cosas y del miedo a no poder adquirirlas.
Piden cobre para todos, pero no saben cómo llegar a purificarlo. ¿Creerán que está así en lingote metido en la roca?
¿Qué pretenden con una Constitución nueva? ¿Que se les va a arreglar la vida?

Cuando un problema es complejo, se desagrega en problemas solucionables y se atacan por separado.

El sistema que se propone en el texto no tiene solución, mucho menos si se ataca como una lista ya que la masa sin capacitación en estos temas gritará la prioridad desde su perspectiva emocional y no se llegará a nada en reuniones interminables.

Haha, los franceses, esos mismos que tienen zonas sensibles urbanas bajo la shariah, ¿esos? ¿opinando sobre cagadas?
 
"A unir la clase trabajadora"... y esos culiaos que se jactan de ser "trabajadores" son más que expertos en sacar la vuelta, no hacer el trabajo para el que les pagan y andar llorando en los sindicatos.
 
todavia hay que creen que bahselet es de loshhhhhhhhhhh porveshhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh :grito:
 
Gabriel Salazar: El proceso constituyente de Bachelet “es una trampa”

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Premio Nacional de Historia Gabriel Salazar llama a rechazar el proceso constituyente ("tramposo", dice) propuesto por la casta política.

El proceso constituyente impulsado por la presidenta Michelle Bachelet “es un ‘procedimiento’ que abre una consulta paternalista hacia la ciudadanía: se le dan unas cuantas clases y se le pide su opinión, pero se dejan las decisiones definitivas al Congreso Nacional”. Es lo que señala el destacado historiador Gabriel Salazar, en entrevista con El Ciudadano.



Como es ampliamente sabido, Gabriel Salazar (1936) es uno de los historiadores sociales más prolíficos del país. Estudió en el Liceo de Aplicación y luego en la Universidad de Chile donde, además de Historia, se tituló en Sociología y Filosofía. Fue ayudante de Mario Góngora, uno de los historiadores chilenos más importante del Siglo XX.



Tras el golpe militar fue secuestrado y torturado en Villa Grimaldi. En 1976 partió al Reino Unido donde se doctoró en Historia Social y Económica (Universidad de Hull). Volvió a Chile en 1985, año en que publicó su obra cumbre Labradores, peones y proletarios. Desde entonces no ha parado de investigar, escribir y publicar, convirtiéndose en una de las voces más escuchadas y autorizadas del debate politico en Chile.



Salazar estima que “la mayoría de los políticos chilenos está refractario hoy a una Asamblea Constituyente, ciudadana, libremente electa y libremente deliberada. Por tanto, el ‘poder constituyente’, es decir: la soberanía, se dejará en manos de un conglomerado de sujetos que tiene hoy un 97% de rechazo ciudadano, según todas las encuestas. Es decir: es una trampa”, asegura.



¿Qué desafíos impone al movimiento ciudadano y popular la “hoja de ruta” de Bachelet, en consideración del peligro que supone los mecanismos institucionales anunciados y teniendo en cuenta que todas las constituciones han sido manipuladas por la clase gobernante, privando al pueblo de la construcción participativa una constitución que lo represente? –le consultamos.



La ciudadanía y la clase popular están, desde hace dos o tres años, impulsando un proceso de ‘deliberación por la base’, a través de diversos tipos de asambleas locales. Las hay a lo largo de todo Chile, y se están auto-educando para ejercer por sí mismos el poder constituyente. Pero es un proceso lento, profundo y poderoso. Por tanto, ante la propuesta constituyente (tramposa) de los políticos, cabe pronunciar un ruidoso rechazo, agudizar la crítica y darse tiempo a sí mismo para concluir, adecuadamente, ese proceso de deliberación por abajo, ¡al tranco del pueblo!



Recapitulando



El 13 de octubre la presidenta Michelle Bachelet die el puntapié inicial al “proceso constituyente” con que busca reemplazar la actual Constitución impuesta por la dictadura de Augusto Pinochet, en 1980.



En cadena nacional de radio y televisión, realizada desde La Moneda, la mandataria expuso los fundamentos de su decisión. “La actual Constitución tuvo su origen en dictadura y no responde a las necesidades de nuestra época, ni favorece a la democracia. Fue impuesta por unos pocos sobre la mayoría. Por eso nació sin legitimidad y no ha podido ser aceptada como propia por la ciudadanía”.

Tras hacer mención que desde el regreso de la democracia, en 1990, se le han introducido cambios importantes “que han atenuado su carácter autoritario”, afirmó que de todos modos “aún tiene mecanismos que obstaculizan el pleno ejercicio de la democracia y que no pueden ser eliminados con nuevos intentos parciales”.

Tras este enunciado, Bachelet propuso una hoja de ruta que dejó conforme al establishment dado que otorga un rol central al actual Congreso Nacional, que fue elegido a través del antidemocrático sistema electoral binominal y que goza de una gran antipatía en la población.

De acuerdo al anuncio Presidencial, ya no será bajo su mandato (2014-2018) en que se sancione la nueva constitución, sino que será el próximo Presidente y el nuevo Congreso Nacional, surgidos de las elecciones de noviembre de 2017, los que tendrán la última palabra.

El proceso constituyente impulsado por Bachelet partía el pasado mes de octubre. Comienza con una campaña de educación cívica, que se extenderá hasta marzo de 2016. En ese mes principiarían los “diálogos ciudadanos”, que se realizarán primero a nivel de las comunas, pasando por provincias y regiones, para concluir en una “síntesis a nivel nacional”. Esta síntesis se traducirá en lo que la Presidenta definió como “las bases ciudadanas para la nueva Constitución”, que le será entregada a ella en octubre de 2016.

Con la pretendida finalidad que este proceso “sea libre, transparente, sin distorsiones ni presiones de ningún tipo”, será supervisado por un Consejo Ciudadano de Observadores, nombrado por Bachelet e integrado por “ciudadanos de reconocido prestigio”, según ella aseguró.

A partir de dicha “síntesis”, la Presidenta y sus asesores elaborarán un proyecto de nueva constitución, que será ingresado al Congreso Nacional el segundo semestre de 2017, en plena campaña presidencial y parlamentaria.

Según sostuvo Bachelet, este proyecto constitucional recogerá “lo mejor de la tradición constitucional chilena” y será coherente “con las obligaciones jurídicas que Chile ha contraído con el mundo”.

En consideración que la actual Constitución no contempla un mecanismo para ser reemplazada, a fines del 2016 el Gobierno enviará al Congreso un proyecto de reforma constitucional en que se propondrá al actual Congreso que habilite al próximo para que sea él quien decida, por una mayoría de tres quintas partes, de entre cuatro alternativas, la forma de aprobación de la nueva Constitución.

Estas opciones son: una Comisión Bicameral de Senadores y Diputados; una Convención Constituyente mixta de parlamentarios y ciudadanos; una Asamblea Constituyente; o un plebiscito, para que sea la ciudadanía la que decida entre las anteriores alternativas.

La definición del mecanismo recaerá en el nuevo Congreso, que será elegido en noviembre de 2017, con un nuevo sistema electoral –más democrático que el actual binominal- y con nuevas leyes de partidos y de financiamiento electoral, “por lo que estará dotado –expresó Bachelet- de mayor legitimidad, representatividad y transparencia”.

Es importante señalar que el actual debate constituyente se da en momentos de gran desprestigio de las principales instituciones del país y de agotamiento del modelo económico y político consagrado en la Constitución de 1980.

Según una encuesta nacional de la consultora Cadem –dada a conocer el 18 de octubre- un 71 por ciento de la población está de acuerdo con que Chile necesita una nueva constitución y un 62% respalda la idea que el plebiscito es el mecanismo más adecuado para la definición del mecanismo.

Un estudio demoscópico de la Fundación Chile 21 –de octubre- afirma que un 69% de los chilenos apoya la asamblea constituyente. Un reciente estudio de Adimark sitúa ésta cifra en un 62%.
 
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