mantenerlimpio
Manfinfler@
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La guerra contra las drogas que lleva adelante el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ha generado polémica porque ha cobrado más de 4 mil vidas de traficantes y consumidores, asesinados en ejecuciones extrajudiciales.
El sitio australiano SBS conversó con una pareja que lidera uno de los grupos irregulares que trabaja bajo las órdenes de la policía para ejecutar los homicidios.
“Para nosotros es trabajo. Cuando hay trabajo hay dinero”, explica la pareja que ha matado a 800 personas.
Ace y Sheila- nombres creados para proteger su verdadera identidad- explicaron cómo funciona la cuestionada guerra contra las drogas en Filipinas: reciben una llamada de un policía, a quien se refieren como su “jefe”, y les envía una foto del objetivo. Desde ese momento tienen tres días para matarlo.
La pareja dice que se involucró en este trabajo porque era la única manera de ganar dinero en un país donde el salario promedio es de 380 dólares mensuales. "Desde el principio, cuando empecé, sabía que era muy arriesgado. Pero si no lo hago hay un riesgo aún mayor de no poder alimentar a mi familia. Porque yo no puedo hacer ningún otro trabajo", explica Ace y asegura que negarse implica que el “jefe}” podría vengarse”.
"Podrían matarme, o sea que me limito a seguir las órdenes", dice.
Sheila reconoce que al volver a su casa mira a sus hijos y se siente “culpable”, pero se consuela pensado que los muertos son "mucho peores" y que, si no los asesinan, "se arruinarán muchas vidas".
"No he hecho nada malo. Si no fueran malas personas no se habrían encontrado en esa situación", asegura.
El sitio australiano SBS conversó con una pareja que lidera uno de los grupos irregulares que trabaja bajo las órdenes de la policía para ejecutar los homicidios.
“Para nosotros es trabajo. Cuando hay trabajo hay dinero”, explica la pareja que ha matado a 800 personas.
Ace y Sheila- nombres creados para proteger su verdadera identidad- explicaron cómo funciona la cuestionada guerra contra las drogas en Filipinas: reciben una llamada de un policía, a quien se refieren como su “jefe”, y les envía una foto del objetivo. Desde ese momento tienen tres días para matarlo.
La pareja dice que se involucró en este trabajo porque era la única manera de ganar dinero en un país donde el salario promedio es de 380 dólares mensuales. "Desde el principio, cuando empecé, sabía que era muy arriesgado. Pero si no lo hago hay un riesgo aún mayor de no poder alimentar a mi familia. Porque yo no puedo hacer ningún otro trabajo", explica Ace y asegura que negarse implica que el “jefe}” podría vengarse”.
"Podrían matarme, o sea que me limito a seguir las órdenes", dice.
Sheila reconoce que al volver a su casa mira a sus hijos y se siente “culpable”, pero se consuela pensado que los muertos son "mucho peores" y que, si no los asesinan, "se arruinarán muchas vidas".
"No he hecho nada malo. Si no fueran malas personas no se habrían encontrado en esa situación", asegura.