El satélite UARS de la NASA volvió a Tierra después de 20 años en órbita, y cayó en el Océano Pacífico Sur, no en el norte, como la agencia espacial había dicho inicialmente. No se preocupen que no cayó cerca de Chile tampoco. El satélite de seis toneladas no podría haber elegido un mejor lugar: un montón de agua donde apenas hay algunas islitas, hacia el este de Australia.
Según los nuevos cálculos de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, el satélite hizo ingreso al planeta sobre Samoa Americana, aunque los restos de la nave cayeron 480 km más allá, al suroeste de la Isla de Navidad, pasada la medianoche del sábado pasado.
La NASA no pudo predecir ni el lugar ni la hora a la que reingresaría el satélite debido a su errática trayectoria. Esto que causó cierta preocupación, al estimarse que una veintena de pedazos de la nave no se desintegrarían al entrar a la atmósfera y potencialmente podían chocar con gente o cosas causando daños – pero nada de eso sucedió.
Los cálculos previos de la NASA situaban el reingreso del UARS en Norteamérica, y en la noche hubo gente en internet que aseguraba haber visto al satélite en Canadá y en el Pacífico norte. No se sabe qué es lo que vieron pero el satélite en realidad cayó bastante más lejos. La NASA dice que el satélite entró de vuelta a la Tierra antes de lo que ellos habían proyectado, lo que explicaría por qué cayó en el Pacífico sur y no en el norte (una diferencia de algunos minutos en la órbita pueden hacer una gran diferencia en dónde cae).
El UARS no es el primer satélite que cae de vuelta a la Tierra, ni tampoco será el último. El problema con las naves más antiguas es que no tienen ningún sistema para controlar su reingreso – como sí sucede con los satélites nuevos – por lo que caen sin ningún tipo de control de vuelta al planeta.