matirrancagua
Celebren el CiberDay con Papitas y Coca Zero
- Registrado
- 2018/01/11
- Mensajes
- 3.529
- Sexo
*
Una vez estuve pensando en cómo sería un recuerdo total. Llegué a una idea, que aún conservo, y que comentaré ahora.
Digamos que hemos caminado por primera vez por el techo de un edificio. Después de eso nos da por querer recordar totalmente ese evento. Recordar totalmente en este caso implica recordar la novedad contenida en la primera vez, por lo tanto para que sea posible recordar totalmente esa caminata por primera vez por el techo no debe estar presente en el recuerdo el recordar mismo. Siendo esto así, entonces es admisible que tanto el recuerdo perfecto como la primera vez son lo mismo.
Teniendo esto en cuenta, últimamente he estado jugando con la idea de que mi diario vivir es un recuerdo. Esto me ha permitido sentir una gran fascinación, constante, por el mundo.
No pocas veces me ha conmovido a lágrimas el creer haber vuelto a estar aquí.
Un día creí haber maquinado un recuerdo parcial, entrevisto. Este recuerdo, anteriormente artificial, se me ha ido revelando de tales maneras que hoy desconozco totalmente su naturaleza primera. Hoy lo considero un presagio.
Lo entrevisto es lo siguiente: estoy en mi casa—hasta ahora nunca he estado en ella (o tal vez sea más preciso decir que no he vuelto a estar en ella)—y salgo hacia el patio, un pequeño patio rodeado de panderetas, con un limonero que da naranjas. Desde la copa del árbol viene un gato blanco, mi gato, que últimamente fue un gato feral y lo último que supe de él fue un presunto sonido en un techo, la noche que erré por seguir durmiendo. Lo nombré Salomón, porque tenía manchas color sal(o)món. ¿Va a bajar por mi brazo extendido hacia él? No, porque aún estamos en el patio de mi casa. Debe bajar por mi cuerpo cuando yo llegue a este mismo árbol, pero siendo infinito.
Una vez estuve pensando en cómo sería un recuerdo total. Llegué a una idea, que aún conservo, y que comentaré ahora.
Digamos que hemos caminado por primera vez por el techo de un edificio. Después de eso nos da por querer recordar totalmente ese evento. Recordar totalmente en este caso implica recordar la novedad contenida en la primera vez, por lo tanto para que sea posible recordar totalmente esa caminata por primera vez por el techo no debe estar presente en el recuerdo el recordar mismo. Siendo esto así, entonces es admisible que tanto el recuerdo perfecto como la primera vez son lo mismo.
Teniendo esto en cuenta, últimamente he estado jugando con la idea de que mi diario vivir es un recuerdo. Esto me ha permitido sentir una gran fascinación, constante, por el mundo.
No pocas veces me ha conmovido a lágrimas el creer haber vuelto a estar aquí.
Un día creí haber maquinado un recuerdo parcial, entrevisto. Este recuerdo, anteriormente artificial, se me ha ido revelando de tales maneras que hoy desconozco totalmente su naturaleza primera. Hoy lo considero un presagio.
Lo entrevisto es lo siguiente: estoy en mi casa—hasta ahora nunca he estado en ella (o tal vez sea más preciso decir que no he vuelto a estar en ella)—y salgo hacia el patio, un pequeño patio rodeado de panderetas, con un limonero que da naranjas. Desde la copa del árbol viene un gato blanco, mi gato, que últimamente fue un gato feral y lo último que supe de él fue un presunto sonido en un techo, la noche que erré por seguir durmiendo. Lo nombré Salomón, porque tenía manchas color sal(o)món. ¿Va a bajar por mi brazo extendido hacia él? No, porque aún estamos en el patio de mi casa. Debe bajar por mi cuerpo cuando yo llegue a este mismo árbol, pero siendo infinito.
Última edición: