R0N1
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La tiendita de R0N1 presenta: Santa María de Iquique, 1907: La Venganza.
La figura del "vengador del pueblo"
Luego de acaecidos los hechos en la escuela Santa María y la "huelga de los 18 peniques", la lucha y demandas obreras no cesaron del todo. La cobarde ejecución de los trabajadores del salitre encontraría repudio en la población que vio como fueron masacrados individuos de su misma posición en la estructura social. Hubo consecuencias que, aunque mas marcadas por la sed de venganza, tienen una carga heroica desde la acción y simbólica desde la propia representación.
Habiendo transcurrido casi siete (7) años desde lo ocurrido en Santa María, se erige la figura de Antonio Ramón Ramón, obrero de origen español avecindado desde pequeño en Chile, quien perdiera a su hermano en la masacre ocurrida.
Corría el año 1914, un 14 de diciembre apuntaba el calendario de una época marcada por turbulencias sociales y la creciente demanda de mejoras laborales producto de el enraizamiento del anarquismo y las luchas sindicales. Ramón Ramón se preparaba para perpetrar el acto que planificó durante largos siete años de angustia, ira y venganza contra quien alzara la voz para ordenar la masacre. El "general asesino" Roberto Silva Renard, vinculado a las matanzas de Valparaíso (1903) y Santiago (1907) había vivido impune de su responsabilidad en la muerte de la masa obrera, eso hasta el 14 de diciembre del año 1914.
La venganza de Ramón Ramón pareció imbuir con todas las fuerzas de la historia al puñal que portaba en su mano. Luego de seguir a Silva Renard por largos años y largas caminatas que incluso lo llevaron allende los Andes; allí estaba, era el momento de encarar al asesino.
El escenario los situó en Santiago de Chile, calle Viel, en pleno centro de la ciudad. Antonio Ramón Ramón cargó contra Silva Renard y le asestó cinco (5) puñaladas. Para tragedia de Antonio, su ataque no logró ser mortal, y Silva Renard logró sobrevivir en malas condiciones.
El Despertar de los Trabajadores, publicó en su portada –al día siguiente de ocurridos los hechos– estas palabras:
"..sólo hay satisfacción, una profunda sensación de alivio al ver que cae aquél que en época no lejana ahogara las más sublimes aspiraciones de un pueblo en un charco de sangre".
Antonio fue reducido a sablazos y apresado por el ataque.
Silva Renard, herido y casi tuerto, se retira del ejercito en el año 1918 y muere el 7 de julio del año 1920. Por su parte, Antonio Ramón Ramón fue detenido luego de perpetrar el atentado y sentenciado a prisión. Luego de la presión popular que exigía su liberación, bajo el gobierno del "león de Tarapacá", Antonio es expulsado y repatriado por orden de Alessandri Palma en el año 1922.
Carmona (2002) con relación a la red de apoyo que asistió a Antonio ramón Ramón, relata que
La figura del "vengador del pueblo"
Luego de acaecidos los hechos en la escuela Santa María y la "huelga de los 18 peniques", la lucha y demandas obreras no cesaron del todo. La cobarde ejecución de los trabajadores del salitre encontraría repudio en la población que vio como fueron masacrados individuos de su misma posición en la estructura social. Hubo consecuencias que, aunque mas marcadas por la sed de venganza, tienen una carga heroica desde la acción y simbólica desde la propia representación.
Habiendo transcurrido casi siete (7) años desde lo ocurrido en Santa María, se erige la figura de Antonio Ramón Ramón, obrero de origen español avecindado desde pequeño en Chile, quien perdiera a su hermano en la masacre ocurrida.
Corría el año 1914, un 14 de diciembre apuntaba el calendario de una época marcada por turbulencias sociales y la creciente demanda de mejoras laborales producto de el enraizamiento del anarquismo y las luchas sindicales. Ramón Ramón se preparaba para perpetrar el acto que planificó durante largos siete años de angustia, ira y venganza contra quien alzara la voz para ordenar la masacre. El "general asesino" Roberto Silva Renard, vinculado a las matanzas de Valparaíso (1903) y Santiago (1907) había vivido impune de su responsabilidad en la muerte de la masa obrera, eso hasta el 14 de diciembre del año 1914.
La venganza de Ramón Ramón pareció imbuir con todas las fuerzas de la historia al puñal que portaba en su mano. Luego de seguir a Silva Renard por largos años y largas caminatas que incluso lo llevaron allende los Andes; allí estaba, era el momento de encarar al asesino.
El escenario los situó en Santiago de Chile, calle Viel, en pleno centro de la ciudad. Antonio Ramón Ramón cargó contra Silva Renard y le asestó cinco (5) puñaladas. Para tragedia de Antonio, su ataque no logró ser mortal, y Silva Renard logró sobrevivir en malas condiciones.
El General Silva Renard, estando a cargo de la dirección del Material de Guerra, sufrió un intento de asesinato por parte de un español que lo atacó con un arma blanca, provocándole una gravísima herida “ que mantuvo enfermo al General Silva Renard durante varios meses, librando la vida solo gracias a su robusta constitución”.
El ataque según recreación de la prensa de la época“El Mercurio”, Santiago, 8 de julio de 1920
El Despertar de los Trabajadores, publicó en su portada –al día siguiente de ocurridos los hechos– estas palabras:
"..sólo hay satisfacción, una profunda sensación de alivio al ver que cae aquél que en época no lejana ahogara las más sublimes aspiraciones de un pueblo en un charco de sangre".
Antonio fue reducido a sablazos y apresado por el ataque.
Silva Renard, herido y casi tuerto, se retira del ejercito en el año 1918 y muere el 7 de julio del año 1920. Por su parte, Antonio Ramón Ramón fue detenido luego de perpetrar el atentado y sentenciado a prisión. Luego de la presión popular que exigía su liberación, bajo el gobierno del "león de Tarapacá", Antonio es expulsado y repatriado por orden de Alessandri Palma en el año 1922.
Carmona (2002) con relación a la red de apoyo que asistió a Antonio ramón Ramón, relata que
"no cesaron desde su salida de la cárcel hasta el embarcadero en Valparaíso. El anarco-sindicalista Onofre Chamorro le entregó 1.500 libras esterlinas (…) una pequeña fortuna reunida por la solidaridad para su viaje forzado". En esos momentos, Chamorro expresó en su despedida: "Nuestra admiración al compañero libertario que, a nombre de la anarquía, supo limpiar las manchas de sangre que provocó en el pueblo obrero el general asesino», acotando que "¡Sepan los explotadores y sus sicarios que con el pueblo no se juega!
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