R0N1
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La tiendita de R0N1 presenta la efeméride del día: Santa María de Iquique, 1907.
Iquique, la icónica ciudad del extremo norte del país es dueña una rica historia cargada de heroicidad y, a su vez posee un importante sitial en la construcción de la identidad nacional. Luego de haber sido conquistada por las tropas chilenas, la ciudad, así como todo el norte, destacó en la extracción de salitre congregando, principalmente, a trabajadores chilenos, peruanos y bolivianos.
En Chile ya existían corrientes anarquistas y sindicalistas que hicieron eco en los oídos de muchos obreros que anhelaban dignidad. De esta forma se desencadena uno de los acontecimientos más lamentables en la historia de Chile en una de las tantas acciones militares cometidas en contra del pueblo chileno. Desde la masacre de Santa maría en 1907 bajo el gobierno de Pedro montt hasta el asesinato de Daniel Menco a manos de carabineros durante el mandato de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, la rica historia de Iquique se ha visto mancillada por acciones de violencia de estado.
21 de diciembre de 1907 : Masacre en Santa María de Iquique.
La Matanza de la Escuela Santa María de Iquique fue una masacre cometida el 21 de diciembre de 1907.
Fueron asesinados cientos de trabajadores del salitre de diversas nacionalidades que se encontraban en huelga general, mientras alojaban en la Escuela Domingo Santa María del puerto de Iquique.
Los eventos que configuran los hechos, suceden durante el auge de la producción salitrera en Antofagasta y Tarapacá, bajo los gobiernos parlamentarios. La huelga, provocada por las míseras condiciones de trabajo y explotación de los trabajadores, fue reprimida por medio del indiscriminado uso de la fuerza armada por parte del gobierno del presidente Pedro Montt.
Sus antecedentes históricos se encuentran en el nacimiento del movimiento obrero en general y el sindicalismo en particular. Ambos iniciaron su desarrollo dentro de los mineros del salitre, en tiempos de profunda decadencia institucional de su país.
Dicha matanza provocó el aquietamiento del movimiento por cerca de diez años, ante la violencia ejercida por agentes del estado. Esta huelga y su trágico corolario fueron el fin de un ciclo huelguístico iniciado en 1902 y que tuvieron como principales protagonistas a la Huelga de Valparaíso de 1903 y la de Santiago, de 1905.
El 10 de diciembre de 1907 una huelga general se desató en la salitrera San Lorenzo y el paro amplió a la de Alto San Antonio, iniciándose la Huelga de los 18 peniques. Este nombre se debe a que los jornaleros pedían el pago de salarios a este tipo de cambio ya que el salitre era comercializado en libras esterlinas. La numerosa columna de huelguistas de Alto San Antonio llegó al puerto de Iquique, sede del gobierno regional, portando banderas de Chile, Perú, Bolivia y Argentina, alojándose en el hipódromo del puerto. A este movimiento se sumaron otras oficinas salitreras, entrando en huelga también casi todo el comercio e industria del norte del país. Las demandas publicadas el 16 de diciembre en un memorial por los manifestantes estaban relacionadas viejos reclamos sobre jornales y formas de pagos; indemnizaciones; medidas para confrontar pesos del producto obtenido; creación de Escuelas nocturna para los obreros; protección y garantías en el ejercicio de las medidas de fuerzas como huelgas, preaviso frente a despidos.
El 16 de diciembre, miles de trabajadores en paro llegaron a la ciudad de Iquique, respaldando las demandas de los salitreros a la autoridad provincial, con el fin de obtener su intervención.
El gobierno de Santiago, había dado ya la orden de traslado de tres regimientos para reforzar los dos que habían en Iquique y envió desde Valparaíso un crucero con tropas de desembarco.
A medida que avanzaba la huelga, más y más pampinos se unían a ella, llegándose a estimar que para el 21 de diciembre eran entre 10.000 y 12.000 los obreros en huelga en Iquique. A los pocos días de haber llegado, este gran conglomerado de trabajadores estaban reunidos en la plaza Manuel Montt y en la Escuela Domingo Santa María, pidiendo al gobierno que actuara de mediador con los patrones de las firmas salitreras extranjeras (ingleses) para solucionar sus demandas. Por su parte, los patrones se negaban a negociar mientras los obreros no reanudaran sus actividades.
Órdenes oficiales desde Santiago determinaban que los huelguistas abandonaran la plaza y la escuela y se ubicaran en el Hipódromo, para luego regresar en tren a las salitreras y reanudar sus faenas. Los pampinos se negaron, pues intuían que si regresaban a sus labores, sus peticiones serían ignoradas.
Avance del ejército chileno hacia la escuela Santa María.
El 21 de diciembre de 1907 se efectuaron los funerales de los obreros que fueron acribillados al intentar abandonar su lugar de trabajo en la salitrera Buenaventura. Inmediatamente después de concluir las ceremonias se les ordenó a todos los trabajadores que abandonaran las dependencias de la escuela y sus alrededores y se trasladaran a las casuchas del Club Hípico. Los obreros se negaron a ir, temiendo ser cañoneados por los barcos que apuntaban el camino que deberían recorrer hacia dicho lugar.
El general Roberto Silva Renard, junto al coronel Ledesma, tenían la misión de desalojar a los trabajadores en huelga. Se señaló a las 14.30, a los dirigentes del comité de trabajadores, que si no salían del edificio abrirían fuego contra ellos. Ante la negativa de éstos, el jefe militar reiteró que abriría fuego sobre los huelguistas a las 15.30. Pese a las amenazas reiteradas, sólo un pequeño grupo de trabajadores abandonó la plaza.
A la hora señalada por Silva Renard, éste ordenó a los soldados disparar a los miembros del comité que se encontraban en la azotea de la escuela, quienes cayeron muertos con la primera descarga.
La multitud, desesperada y buscando escapar, se arrojó sobre la tropa y ésta repitió el fuego al que se le añadió el de las ametralladoras. La tropa, después de lanzar fuego graneado desde la plaza, entró ametrallando por los patios y las salas de clase, matando a destajo sin reparar en las mujeres y niños que pedían a gritos clemencia.
Los sobrevivientes de la matanza con posterioridad fueron llevados a sablazos hasta el Club Hípico, y desde allí a la pampa, donde se les impuso un régimen del terror.
Habrían sido asesinados 126 trabajadores, donde se estima que un alto número no determinado, eran peruanos y bolivianos quienes a pesar del llamada de sus cónsules se negaron a abandonar el movimiento.
Cualquiera que haya sido el número de víctimas, el gobierno de la época ordenó no expedir certificados de defunción de los fallecidos, enterrándolos a todos en una fosa común en el cementerio de la ciudad
"Con los chilenos vinimos, con los chilenos morimos"
Iquique, la icónica ciudad del extremo norte del país es dueña una rica historia cargada de heroicidad y, a su vez posee un importante sitial en la construcción de la identidad nacional. Luego de haber sido conquistada por las tropas chilenas, la ciudad, así como todo el norte, destacó en la extracción de salitre congregando, principalmente, a trabajadores chilenos, peruanos y bolivianos.
En Chile ya existían corrientes anarquistas y sindicalistas que hicieron eco en los oídos de muchos obreros que anhelaban dignidad. De esta forma se desencadena uno de los acontecimientos más lamentables en la historia de Chile en una de las tantas acciones militares cometidas en contra del pueblo chileno. Desde la masacre de Santa maría en 1907 bajo el gobierno de Pedro montt hasta el asesinato de Daniel Menco a manos de carabineros durante el mandato de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, la rica historia de Iquique se ha visto mancillada por acciones de violencia de estado.
21 de diciembre de 1907 : Masacre en Santa María de Iquique.
La Matanza de la Escuela Santa María de Iquique fue una masacre cometida el 21 de diciembre de 1907.
Fueron asesinados cientos de trabajadores del salitre de diversas nacionalidades que se encontraban en huelga general, mientras alojaban en la Escuela Domingo Santa María del puerto de Iquique.
Los eventos que configuran los hechos, suceden durante el auge de la producción salitrera en Antofagasta y Tarapacá, bajo los gobiernos parlamentarios. La huelga, provocada por las míseras condiciones de trabajo y explotación de los trabajadores, fue reprimida por medio del indiscriminado uso de la fuerza armada por parte del gobierno del presidente Pedro Montt.
Sus antecedentes históricos se encuentran en el nacimiento del movimiento obrero en general y el sindicalismo en particular. Ambos iniciaron su desarrollo dentro de los mineros del salitre, en tiempos de profunda decadencia institucional de su país.
Dicha matanza provocó el aquietamiento del movimiento por cerca de diez años, ante la violencia ejercida por agentes del estado. Esta huelga y su trágico corolario fueron el fin de un ciclo huelguístico iniciado en 1902 y que tuvieron como principales protagonistas a la Huelga de Valparaíso de 1903 y la de Santiago, de 1905.
El 10 de diciembre de 1907 una huelga general se desató en la salitrera San Lorenzo y el paro amplió a la de Alto San Antonio, iniciándose la Huelga de los 18 peniques. Este nombre se debe a que los jornaleros pedían el pago de salarios a este tipo de cambio ya que el salitre era comercializado en libras esterlinas. La numerosa columna de huelguistas de Alto San Antonio llegó al puerto de Iquique, sede del gobierno regional, portando banderas de Chile, Perú, Bolivia y Argentina, alojándose en el hipódromo del puerto. A este movimiento se sumaron otras oficinas salitreras, entrando en huelga también casi todo el comercio e industria del norte del país. Las demandas publicadas el 16 de diciembre en un memorial por los manifestantes estaban relacionadas viejos reclamos sobre jornales y formas de pagos; indemnizaciones; medidas para confrontar pesos del producto obtenido; creación de Escuelas nocturna para los obreros; protección y garantías en el ejercicio de las medidas de fuerzas como huelgas, preaviso frente a despidos.
El 16 de diciembre, miles de trabajadores en paro llegaron a la ciudad de Iquique, respaldando las demandas de los salitreros a la autoridad provincial, con el fin de obtener su intervención.
El gobierno de Santiago, había dado ya la orden de traslado de tres regimientos para reforzar los dos que habían en Iquique y envió desde Valparaíso un crucero con tropas de desembarco.
A medida que avanzaba la huelga, más y más pampinos se unían a ella, llegándose a estimar que para el 21 de diciembre eran entre 10.000 y 12.000 los obreros en huelga en Iquique. A los pocos días de haber llegado, este gran conglomerado de trabajadores estaban reunidos en la plaza Manuel Montt y en la Escuela Domingo Santa María, pidiendo al gobierno que actuara de mediador con los patrones de las firmas salitreras extranjeras (ingleses) para solucionar sus demandas. Por su parte, los patrones se negaban a negociar mientras los obreros no reanudaran sus actividades.
Órdenes oficiales desde Santiago determinaban que los huelguistas abandonaran la plaza y la escuela y se ubicaran en el Hipódromo, para luego regresar en tren a las salitreras y reanudar sus faenas. Los pampinos se negaron, pues intuían que si regresaban a sus labores, sus peticiones serían ignoradas.
Avance del ejército chileno hacia la escuela Santa María.
El 21 de diciembre de 1907 se efectuaron los funerales de los obreros que fueron acribillados al intentar abandonar su lugar de trabajo en la salitrera Buenaventura. Inmediatamente después de concluir las ceremonias se les ordenó a todos los trabajadores que abandonaran las dependencias de la escuela y sus alrededores y se trasladaran a las casuchas del Club Hípico. Los obreros se negaron a ir, temiendo ser cañoneados por los barcos que apuntaban el camino que deberían recorrer hacia dicho lugar.
El general Roberto Silva Renard, junto al coronel Ledesma, tenían la misión de desalojar a los trabajadores en huelga. Se señaló a las 14.30, a los dirigentes del comité de trabajadores, que si no salían del edificio abrirían fuego contra ellos. Ante la negativa de éstos, el jefe militar reiteró que abriría fuego sobre los huelguistas a las 15.30. Pese a las amenazas reiteradas, sólo un pequeño grupo de trabajadores abandonó la plaza.
A la hora señalada por Silva Renard, éste ordenó a los soldados disparar a los miembros del comité que se encontraban en la azotea de la escuela, quienes cayeron muertos con la primera descarga.
La multitud, desesperada y buscando escapar, se arrojó sobre la tropa y ésta repitió el fuego al que se le añadió el de las ametralladoras. La tropa, después de lanzar fuego graneado desde la plaza, entró ametrallando por los patios y las salas de clase, matando a destajo sin reparar en las mujeres y niños que pedían a gritos clemencia.
Los sobrevivientes de la matanza con posterioridad fueron llevados a sablazos hasta el Club Hípico, y desde allí a la pampa, donde se les impuso un régimen del terror.
Habrían sido asesinados 126 trabajadores, donde se estima que un alto número no determinado, eran peruanos y bolivianos quienes a pesar del llamada de sus cónsules se negaron a abandonar el movimiento.
Cualquiera que haya sido el número de víctimas, el gobierno de la época ordenó no expedir certificados de defunción de los fallecidos, enterrándolos a todos en una fosa común en el cementerio de la ciudad
"Con los chilenos vinimos, con los chilenos morimos"