“Yo nací sin basura y quiero vivir sin basura” dice Mama Piru, una mujer que lleva 15 años recolectando voluntariamente desechos que llegan desde todas partes del mundo a las costas de Isla de Pascua. Junto a su esposo, se dedican a recolectar más de dos toneladas de basura mensualmente. La clasifican y la dejan lista para su reciclaje, pero hacen un llamado a cuidar el medioambiente.
No sólo recogen los desechos que trae el mar, sino que también se hacen cargo de la basura que ha aumentado considerablemente por el turismo en la isla. “A veces siento mucho frustración, pero más que frustración, rabia”, afirma Mama Piru a
Oceana, la ONG que se dedica a proteger los océanos del mundo.
En sectores y monumentos emblemáticos de la isla, tales como Tongariki –donde se encuentran los icónicos 15 moais de la isla-, la mujer limpia el paso de cientos de turistas que no piensan en la tierra cuando tiran su botella de plástico al suelo. El parque nacional vidrios, papeles, plásticos, encendedores y miles de otros desechos que se acumulan en el hermoso e impactante paisaje de Rapa Nui.
Mama Piru y Francisco, su esposo, también conocido como Koro Tutuma, se han convertido en emblemas del reciclaje y del cuidado medioambiental en la zona. Además, enseñan a los isleños la importancia del cuidado de sus suelos. Varios voluntarios se han unido a su odisea, donde clasifican la basura dejándola lista para ser reciclada.
El aluminio, plástico y vidrio son llevados a plantas de reutilización en el continente, pero otros residuos que la pareja y su equipo recolectan en las playas quedan en el basural de la isla. Que crece y crece con el tiempo.
Y no sólo el basural crece, sino que la basura nunca cesa su llegada. Todos los días las corrientes llevan nuevos residuos que Mama Piru recoge, porque según dice, “si no lo hago yo, no lo hace nadie”.
