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100 años de la Gran Guerra

Cabros en el history a las 10 estan dando "guerras mundiales"
un docu de los tipos mas importantes de ww1 y ww2. buena la wea. veanla. mañana cap 3 y 4
 
Si no hubiera existido Hitler ni llegado el partido nacionalsocialista al poder en Alemania, igualmente hubiera habido Segunda Guerra Mundial, o al menos una guerra terrible contra Alemania, en el mediano a largo plazo. Alemania era un fuerte competidor para los vencedores de la Primera Guerra Mundial en lo político, social y económico. Un resurgimiento de Alemania representaba una amenaza a la hegemonía de las potencias vencedoras. Por algo los vencedores inventaron Checoslovaquía, para asegurarse un lugar para tener bases militares para atacar a Alemania en caso de que resurgiera ("el motivo de existencia de Checoeslovaquia es servir de porta-aviones a Francia en caso de conflicto con Alemania", Pierre Cot, político francés, citado en "De Versailles à Postdam", de André Francois Poncet), y por razones similares también restituyeron Polonia con fronteras artificiosas que incluían muchísima población no polaca (alemanes, ucranianos, lituanos y bielorrusos), y con una salida al mar que dividió al país germano en 2, o más bien en 3 si tomamos en cuenta la "ciudad libre" de Danzig.

Y no fue Hitler quien desencadenó la SGM. Alemania fue empujada a esa guerra ya que las reformas socio-económicas generadas por el partido nacionalsocialista (retorno de la moneda a su rol de unidad de medida, sistema barter como medio de intercambio internacional, cooperación entre clases sociales, etc.), que permitieron el resurgimiento alemán, fueron vistas como una enorme amenaza por las fuerzas que controlaban y controlan a sus vencedores: la Reserva Federal, la Bolsa de Nueva York, la City de Londres, el Marxismo Soviético (hoy extinto) y los partidos políticos masónicos, controladas a su vez por el plutocrático Lobby Supremacista Judío. Si esas reformas eran imitadas por otros países todas esas fuerzas y el lobby citado perderían su poder ("Que los judíos del mundo declaren la Guerra Santa contra Alemania", Samuel Untermeyer, plutócrata y lider judío estadounidense, citado en el diario New York Times, el 7 de agosto de 1933). Los gobiernos británico, francés y soviético azuzaron al gobierno polaco para amedrentar y matar a los millones de alemanes que quedaron dentro de las fronteras de la nueva Polonia. Alemania intentó negociar varias veces con Polonia para detener esas matanzas, hasta que se llegó a un punto de no retorno y Hitler ordenó ir en rescate de esa población. Ahí "pisó el palito", Francia y Gran Bretaña le declararon la guerra a Alemania, y se desató el desastre conocido por todos.

Como dice la frase cliché: La Segunda Guerra Mundial no fue más que la continuación de la Primera. De hecho ya se está hablando de "La Guerra de los 30 años contra Alemania".

Y Alemania no fue el primer país que fue arrasado por esas razones. A Paraguay, en el siglo XIX, le paso lo mismo:



Un artículo interesante sobre las guerras mundiales:
LA GUERRA QUE NO TERMINÓ

por Denes Martos

No hay forma de evitar una guerra;
solo puede ser pospuesta en beneficio de otros.
Nicolás Maquiavelo.
La mejor arma contra un enemigo
es otro enemigo.
Federico Nietzsche
La guerra no determina quién tiene razón,
solo determina quien queda vivo.
Bertrand Russell

La explicación de la crisis económica actual es, en realidad, relativamente simple: los dueños del dinero resolvieron intensificar sus operaciones y pasaron – escalonada y progresivamente – a la ofensiva. Los poseedores de las armas financieras decidieron escalar la presión sobre la economía real para controlarla mejor a través del dinero. La verdad es que no estamos en crisis. Estamos bajo ataque. Estamos en guerra. O, mejor dicho, SEGUIMOS en guerra.

La afirmación puede sonar algo bombástica pero el escepticismo de quienes no quieren creerlo es solamente el resultado del ocultamiento de la realidad detrás de los titulares de los medios y detrás de los discursos de los políticos. Para percibir esa realidad basta con darse cuenta de que los factores que desencadenaron las dos grandes guerras europeas siguen exactamente tan vigentes hoy como lo estuvieron a principios y mediados del Siglo XX. Con el agravante que ahora operan a escala global.

Así como el período entre 1918 y 1939 no fue un período de paz sino tan solo un alto el fuego entre dos guerras, del mismo modo el período iniciado en 1945 tampoco ha sido de paz. Si bien es cierto que las guerras se volvieron más localizadas y de menor envergadura, no menos cierto es que, después de Mayo de 1945, los conflictos bélicos continuaron de un modo prácticamente ininterrumpido. Corea, Vietam, Kosovo, Medio Oriente, Afganistán, Iraq, son solamente los picos visibles del iceberg que tapó literalmente docenas de otros conflictos sangrientos librados por todo el planeta.

Con la actual histeria belicista desatada por el caso de Irán y ante el creciente peligro de vernos envueltos en otro conflicto de gran envergadura se habla ya con bastante frecuencia de la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial. En realidad, quienes hablan de Primera, Segunda y Tercera guerra mundial, segmentando los acontecimientos con esa nitidez compartimentadora que tanto agrada a muchos historiadores, cometen un error conceptual.

Por de pronto, la guerra de 1914, así como la de 1939, que figuran en los libros de Historia como Guerras Mundiales, no lo fueron en realidad. Fueron guerras EUROPEAS, en las que, de la mano de Gran Bretaña, terció su ex-colonia norteamericana. En esas dos guerras no se jugó el destino de ningún interés extra-europeo. Todo lo contrario: se libraron para lograr el control de Europa que – mal que bien – seguía siendo el núcleo geopolítico y cultural de la Civilización Occidental.

La estrategia seguida, tanto en 1914 como en 1939, fue la de desplazar ese centro de gravedad geopolítico y etnocultural hacia FUERA de Europa. Se lo logró, exportando en 1918 la revolución social hacia Rusia y luego hacia Asia, convirtiéndola en una permanente amenaza sobre el flanco Este de Europa. Volvió a lograrse en 1945 desplazando el poder financiero hacia los EE.UU. y dejando a Europa en la dependencia financiera de una potencia transatlántica, prácticamente inatacable con la tecnología de ese momento, desplegada sobre su flanco Oeste y con Gran Bretaña como cabeza de puente eventual.

Pero, con todo, en Europa quedaron muchos problemas sin resolver y varios de ellos se resolvieron mal. Como, por ejemplo, la construcción artificial de países enteros, el desplazamiento territorial de otros, y la división no menos artificiosa de algunos más. De esta forma, así como la llamada Segunda Guerra Mundial no fue sino continuación de la Primera por los problemas que ésta dejó sin resolver, la Tercera Guerra Mundial, si se produce, no sería sino continuación de la Segunda por los problemas que ésta, a su vez, también dejó sin resolver. Hablando en términos estrictos, es una misma guerra la que se arrastra hasta nuestros días y que amenaza con estallar una tercera vez. Y esta vez, sí, con efectos y consecuencias prácticamente mundiales.

El fin de la guerra de 1939/45 estuvo supeditado al éxito de la implementación de las pautas establecidas en Yalta y Potsdam por aquél extraño trío de vencedores unidos más por el espanto que por el amor. Quienes diseñaron el mundo posterior a 1945 recurrieron a una pésima copia – para colmo distorsionada – del esquema fascista italiano. Así como el Estado de Mussolini se estructuró en lo básico con una cámara empresaria, una cámara sindical y el Estado actuando de pieza de encaje superior, del mismo modo los arquitectos de Yalta se imaginaron un mundo capitalista por un lado, comunista por el otro, y una plutocracia económica internacional actuando de árbitro y decisor de última instancia.

Pero el esquema fracasó. Funcionó relativamente bien durante los múltiples conflictos localizados de la llamada "Guerra Fría" pero resultó inviable a largo plazo, especialmente después de la implosión del imperio soviético. Presuponía la existencia y la continuidad de Estados artificiales, prácticamente dibujados sobre el mapa al capricho de quienes se creyeron con derecho a repartirse el mundo a su antojo. Sucedió sin embargo que, ni bien aflojó un poco la presión de las fuerzas que los mantenían ficticiamente aglutinados, varios de esos Estados estallaron y se fragmentaron en sus partes constitutivas. En otros casos, las tensiones que se creían superadas volvieron a emerger y, a veces, con mayor violencia que antaño.

Sarajevo, la ciudad que fue el epicentro del conflicto serbo-bosnio de 1992/1995, es exactamente la misma ciudad en la que se disparó la Primera Guerra Mundial en 1918. Los chechenos deportados en masa a Kazajistán por los soviéticos en 1944 fueron exactamente los mismos chechenos que enfrentaron a los rusos en 1994/1996 y en 1999. En otros casos, los nuevos Estados armados artificiosamente en las trastiendas políticas de la segunda postguerra generaron más conflictos que los existentes antes de su creación. La guerra en Medio Oriente comenzó en 1948 con la implantación del Estado de Israel en un territorio en dónde, como Estado, había dejado de existir hacía más de 1.800 años atrás. El resultado del injerto trajo consigo la primera guerra árabe-israelí de 1948, la guerra del canal de Suez en 1956, la Guerra de los Seis Días en 1967, la guerra del Yom Kippur en 1973, y eso solamente para citar los conflictos más notorios porque los enfrentamientos han sido continuos hasta el día de hoy.

Decididamente, la guerra no terminó en 1945. Como es obvio, los acuerdos de Yalta y Potsdam han tenido que ser reconsiderados. El tercer socio participante de los acuerdos, la URSS, ya no existe y Gran Bretaña ha pasado a desempeñar un papel secundario en la escena mundial. Pero el vacío dejado por estas dos potencias resultó rápidamente ocupado por los EE.UU. Mejor dicho: por las centrales financieras que gobiernan a los EE.UU. y que operan hoy en todo el mundo exactamente de la misma forma – y con mayor libertad aun – en que operaban en 1914 y en 1939. Y pueden hacerlo porque, para esta operación, los dueños del dinero cuentan con tres sistemas complementarios.

El primer sistema está formado por las empresas multinacionales globales y, sobre todo, por los bancos y los mercados de valores que controlan a las empresas. Este sistema no solamente tiene por misión generar la dependencia financiera y tecnológica de los Estados sino que, además, actúa de canal de retiro de ganancias e intereses de ciertas zonas y de vía de canalización hacia ciertas otras de interés estratégico.

El segundo sistema lo constituyen las instituciones de control y regulación. Al mismo pertenecen, por ejemplo, las calificadoras de riesgo, las grandes consultoras, las más importantes auditoras y, por supuesto, las instituciones internacionales de crédito como el Fondo Monetario Internacional. La función de este sistema es doble: por un lado sirve de amenaza – aumento del riesgo país, empeoramiento de la calificación, elevación de las tasas, recomendaciones compulsivas, etc. – y por el otro lado, si lo anterior no surte efecto, se aplican las represalias: denegación de créditos, bloqueos, sanciones económicas, fuga de capitales, y medidas similares.

El tercer sistema es el reaseguro de los dos anteriores y está constituido, a su vez, por dos ramas operativas.

Por un lado, una de estas ramas operativas es la montada para las ofensivas "blandas" a cargo de agencias internacionales de noticias, corporaciones multi-mediáticas, aparatos de inteligencia y contrainteligencia, intercambios académicos, etc. Este aparato está destinado a "fabricar el consenso" mediante la presión psicológica e intelectual necesaria para lograr la aquiescencia voluntaria tanto de los dirigentes como de las grandes masas.

La segunda rama operativa es la estrictamente coercitiva – dispuesta tanto para la guerra convencional como para la irregular – especializada en las ofensivas "duras" que se emplean, según conveniencia o bien, si todo lo anterior falla, para aplastar directamente y por la fuerza cualquier tendencia discordante o "políticamente incorrecta" que amenace al poder global, siempre y cuando, claro está, la relación objetiva de fuerzas permita hacerlo sin poner a riesgo la totalidad de la estructura o a ciertas partes más críticas de la misma.

La enorme mayoría de las personas – es decir: la enorme mayoría del rebaño de votantes – no tiene ni idea de cómo operan estos sistemas interrelacionados. La plutocracia trata de desechar toda explicación acerca de su funcionamiento acusando a quienes la describen de estar difundiendo "teorías conspirativas". Obviamente, si nos imaginamos una "conspiración" como algo que se desarrolla en los oscuros sótanos de una sociedad secreta con estrafalarios personajes que ocultan sus rostros detrás de máscaras rituales y se reconocen mediante señas furtivas, la explicación desemboca necesariamente en el ridículo. Pero si por "conspiración" entendemos una simple y pedestre – aunque no necesariamente menos siniestra – asociación ilícita con ilimitados fines de lucro y poder, el panorama se hace bastante diferente.

Lograr la coordinación y el trabajo organizado de las miles de personas que requiere cada uno de los tres sistemas mencionados y lograr, además, la coordinación y la sintonía de los tres sistemas entre sí, y todo ello tan solo bajo la invocación de alguna doctrina esotérica o pasión ideológico-mística, es algo decididamente imposible, sobre todo en el mundo actual en el que tanto el idealismo como la mística se hallan fuertemente devaluados. Pero esa misma coordinación y esa misma sintonía se logran con algo mucho más simple y común: con dinero. Y, por supuesto, con el poder y el prestigio que automáticamente otorga el dinero en una cultura dispuesta a adorarlo y a considerarlo tan omnipresente, necesario e inevitable como el oxígeno del aire o la ley de la gravedad. Es cierto que el dinero es necesario y conveniente como herramienta económica. Pero, apenas se lo analiza tan solo un poco, se ve inmediatamente que – confinándolo estrictamente a los límites de su función práctica – hay muchas otras maneras, diferentes de las actuales, de generarlo y de establecer su valor.

Son esas "otras maneras" las que, a toda costa, necesita evitar la usura global. Y para lograrlo está dispuesta a atacar y a destruir cualquier intento de escape del corral financiero establecido. Según la óptica de la plutocracia, los Estados DEBEN someterse al sistema financiero internacional sencillamente porque, de no hacerlo, ese sistema perdería el poder que ha conquistado. Por eso es que, si de pronto se generan millones de desocupados y millones más caen en la ruina, a los administradores del sistema ni se les mueve el amperímetro. Pero en el momento en que un banco, o peor todavía: varios bancos, quedan al borde de la quiebra, todos estos administradores se ponen histéricos y hacen cualquier malabarismo de ingeniería financiera para tratar de salvarlos. Es que la fuente del poder no son las personas; es el dinero. Nuestros supuestos demócratas deberían empezar a entenderlo.

Pero lo que hay que comprender además, es que este poder real de los dueños del dinero es el mismo que impulsó la Primera Guerra Mundial para asegurarse el acceso irrestricto a todas las fuentes de materia prima del planeta; es el mismo que impulsó la Segunda Guerra Mundial para eliminar a todos los competidores posibles y es exactamente el mismo que ahora está buscando la forma de reestructurarse para lograr un único sistema financiero, un único sistema productivo de bienes y servicios y un único mercado global para cerrar el circuito económico.

Lo otro que también debe ser entendido es que, además de la hegemonía del poder financiero, el Siglo XXI heredó por lo menos otras tres cuestiones vitalmente importantes que tendrá que resolver de un modo u otro ya que, si no las resuelve, todo intento de ponerle límites al imperio de la usura plutocrática se vuelve ilusorio.

Por un lado arrastramos un sistema político obsoleto – diseñado en los Siglos XVIII y XIX para otros contextos y otras condiciones – que ha terminado prisionero de los dueños de la economía y cuyo fracaso fue el que, en absoluto, posibilitó la actual hegemonía plutocrática.

Por el otro lado, conservamos del Siglo XX el criterio materialista, hedonista y relativista que nos lleva a una decadencia cultural de tal magnitud que no solo aplasta y degenera la creatividad de las vanguardias culturales sino que se retroalimenta con los valores negativos del propio sistema en un círculo cada vez más vicioso.

Y finalmente, heredamos un fenomenal problema de espacio y de recursos, con una población planetaria constantemente creciente y la necesidad cada vez mayor de fuentes de energía, alimentación y materias primas que – dada una orientación a ganancias económicas pretendidamente cada vez mayores – conduce a la depredación de los recursos naturales del planeta y a la destrucción de nuestro hábitat natural.

La cuestión financiera, la cuestión política, la cuestión cultural y la cuestión de los recursos constituyen la fuente de múltiples posibles conflictos futuros frente a los cuales la actual élite dirigente no tiene más respuesta que tratar de imponer de un modo coercitivo aquellos factores heredados que son, precisamente, los generadores de la enorme mayoría de los conflictos.

La guerra no ha terminado.

Lo que me pregunto es si esta vez habrá vencedores después de la última batalla.
http://tsunamipolitico.com/guerra0812.htm


Si bien tenía ideas expansionistas, Hitler no ordenó la invasión a la URSS por esa razón, si no porque Stalin tenía preparada un invasión a Europa. Ya tenía preparados millones de soldados en sus fronteras, también había construído bases aéreas en sus fronteras y, si no recuerdo mal, bases militares en acuerdo con Eduard Benes, el presidente de Checoslovaquia, en ese país con ese fin. La única potencia que le podía hacer frente era precisamente Alemania.



creo que lo tomaste por otro lado. la WWII era un hecho esperable y probable , basado fundamentalmente en los hechos que mencionas (y coincido) respecto al resurgimiento de alemania como potencia , medidas industrializadoras de los nazis, y temor del lobby internacional clasico (los mismos de siempre por los siglos, la banca) en ver debilitado su poder. aun sin hitler, el nazismo se hubiese alzado como fuerza politica importante y quizas totalitaria en Alemania.

mi punto va en la figura misma del Fuhrer, y hechos que pasan exclusivamente por su persona y que terminaron moldeando la guerra como la conocemos

- Si Hitler hubiese muerto como un soldado anonimo en la guerra, quienes hubiesen llevado a cabo el proyecto del partido nacionalsocialista? Drexler? Rudolph Hess quizas ? quien sea, hubiese abrazado las visiones de padre/hijo Haushofer? estos ultimos, mas alla de ideologos, no contaban con el mismo arrastre que genero la oratoria de hitler ni hubiesen contribuido de manera similar alguna a su expansion como lo hizo adolf, partiendo por su protagonismo en el Putsch de Baviera. Aun ya en la misma guerra , la vision de Hess era tan diferente de la del fuhrer que lo llevo a hacer ese extraño viaje buscando la paz con Churchill. como hubiese sido la guerra con una inglaterra ausente?

- Ya hecho con el poder del partido y llegado a Canciller de alemania en 1933, menos de 30 dias despues de asumir se produce el incendio el Reischtag, conyuntura usada por los mismos nazis para dejar practicamente sin efecto derechos constitucionales de Weimar, debilitando al presidente, alzando al Canciller y disolviendo virtualmente el parlamento. mas alla de los "culpables" comunistas sentenciados, el color politico del incendio es obvio y evidente. quien estuvo detras, el mismo hitler? muy probablemente.

- Respecto a la tension alemana-rusa, Stalin esperaba y consideraba inevitable la agresion, pero no el los tiempos y forma en la que se desarrollo. Aun cuando el mismo chuchill utilizo sus canales de espia para anunciarle que Alemania los invadiria, Stalin prefirio tomarlo como una medida de los aliados para forzar su ingreso a la guerra, nadie atacaria rusia hasta que no fuese primavera. La Blitzkrieg de Barbarroja, exigida por Hitler, pillo al ejercito rojo mal parado en su inicio , debilitandose por la enorme geografia de rusia y el invierno , siendo el principio de la caida del reich. una muy mala idea del fuhrer. otro, que accion hubiese tomado? liquidar completamente a inglaterra hubiese sido lo mas logico.

los puntos van a que mas alla de ser la mera figura visible, la personalidad, carisma y poder de Hitler hizo que muchos aspectos decisivos de la guerra pasaran unica y exclusivamente por su cabeza, ni siquiera por el partido o por sus generales. con otro hombre las cosas hubiesen sido enormemente diferentes.
 
Menciono un dato, hitler quizás estaba loco y era un megalómano como algunos users de la elite

Sin embargo, como político era un mounstro/crack, mediante el engaño, espionaje y movidas intelectualmente brillantes, hizo caer a enemigos de su propio partido y piteandose de paso a grandes líderes conservadores y progresistas de ese entonces (es como si un mendigo se piteara políticamente ahora a Bachelet y piñera), de ahí que churchill lo considerara una sería amenaza o del porque hombres tan duros como himmler o goering, le tuvieran miedo


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Yo esperaré a que sea el aniversario de la

:idolo: 2ª guerra y todas sus anécdotas que marcaron al mundo que conocemos

Guerras, una de las formas en que la humanidad auto regula su población :hands.
 
alguien tiene el link de los capìtulos que van de la serie de History?
 
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