La fiscal en cuestion:
Gabriela Carvajal Bravo, incansable trabajadora de la justicia humana
No reconoce méritos propios, pero la realidad es indiscutible
Manuel Cortés Gallardo
Motivada por la seguridad de la existencia de Dios a quien la une el compromiso de "hacer bien" toda labor que la realidad humana le presente y "el permanente esfuerzo" para llegar a resultados, aunque las exigencias le obliguen a postergar sus propios intereses, una mujer notabilísima ha revolucionado en Calama las leyes, el derecho, la justicia y el trabajo profesional.
Madre, esposa, hija, hermana, nieta, deportista, reina de belleza en Antofagasta, contadora, abogada, fiscal, Gabriela Carvajal Bravo está logrando que los habitantes de la Provincia El Loa comiencen a familiarizarse con la Reforma Procesal Penal y, particularmente, a conocer sus frutos.
No es difícil hallar entre sus afirmaciones, siempre francas y precisas, cuestionamientos que en otros labios podrían convocar escrúpulos:"Nunca podremos erradicar totalmente la delincuencia, pero Calama ha ido cambiando desde la aplicación de la Reforma Procesal Penal, mientras la comunidad capta el significado de la forma de proceder". Tal es la rúbrica expresa de su confianza en la justicia, aunque no calla su sentir respecto de la penalidad de los homicidios.
Ganadora
Gabriela Carvajal Bravo, la abogada antofagastina, fiscal adjunta del Ministerio Público, quien está cambiando la historia loína con su trabajo permanente de luchar contra la delincuencia y los delincuentes y provocando el aumento de la población carcelaria al lograr que vayan a vivir al Centro de Detención Preventiva de Calama, los culpables de los delitos de mayor connotación social que han afectado a la Tierra de Sol y Cobre.
También para contarles que, conforme a votación realizada por los periodistas de El Mercurio de Calama, Gabriela Carvajal Bravo es la persona más destacada entre quienes sobresalieron en sus quehaceres en la Provincia El Loa durante el año 2005. Ha sido calificada con honores como "Personaje del Año", atendidos los méritos acumulados en el ejercicio de sus funciones.
Hija de un carabinero y de una profesora de Historia, Biología y Física, aprendió desde la cuna el beneficio de actuar conforme a normas establecidas y supo descubrir el comportamiento de las personas que se aman. Aunque nadie duda de su capacidad poco común, Gabriela Carvajal le gustaría tener la inteligencia de su madre, mujer extraordinaria, para quien no escatima elogios y honras traductoras del amor que le infundió en el hogar, donde creció anhelando para el prójimo todo lo bueno que el mundo pueda prodigar.
Madre de dos niños de 4 y 6 años de edad, sabe multiplicarse y multiplicar las horas de cada día, para que al final de la jornada todo esté cumplido. Cada 24 horas el trabajo y exprimir lo hermoso de la existencia humana ha sido siempre su preocupación básica en su forma de vida. La severidad y trascendencia de sus funciones como fiscal de Calama, no han deteriorado la ternura que abunda en su corazón para dársela a sus hijitos.
Y es aquí donde pudiera creerse que su condición de madre le prodiga la fuerza extraordinaria tan visible en sus investigaciones minuciosas que han permitido poner tras las rejas a los imputados por delitos tan horrendos como el parricidio de Juan de Dios, el menor de seis años fallecido a consecuencia del maltrato de su padres o el de la niñita de 9 años que quedó embarazada luego de ser violada por su padrastro o, el asesinato de una joven de 19 años, cuyo cadáver fue hallado en un canal de riego o el homicidio de un taxista o la muerte de un guardia de seguridad en la Villa Ayquina.
Objetiva
De su padre carabinero y de su madre profesora aprendió a no confundir las cosas y más tarde su preparación profesional la puso ante el indiscutible mérito de la objetividad.
Precisamente, es esa exigencia la que la conduce a lograr éxito en sus pesquisas. Ante los tribunales lleva lo que descubre, lo demostrable y congruente con la prueba correspondiente, porque "la investigación no depende del estado de ánimo, de la circunstancia o del hecho que yo siendo madre pueda ver el sufrimiento en otros hijos. Investigamos el comportamiento de personas y tenemos la ley y el derecho a disposición nuestra, también la moral, la justicia y la fe. De ese modo, la investigación no es persecución. Cuando investigo no tengo prejuicios, ningún fiscal los debe tener. Al final de la investigación o de cada uno de los casos, las acusaciones que uno puede hacer o la sentencia a la que se puede llegar, no es motivo de alegría. Hay satisfacción cuando el resultado del trabajo es positivo, es decir, si se investiga un delito y condenan a un culpable, eso es satisfactorio, porque deja la sensación de que el trabajo lo hicimos bien, pero es un trabajo como cualesquiera otro que exige la entrega a toda capacidad y conocimientos".
A Gabriela Carvajal le resulta muy fácil dejar siempre muy claro que "esta labor es en equipo. No es sólo el fiscal o la fiscal, también están los funcionarios policiales, los peritos, los expertos, las secretarias, los testigos, los tribunales. En consecuencia, el mérito no es de una persona. En la Fiscalía se realiza labor intensa, consciente, permanente, al margen de horarios, de manera que cualesquiera distinción dirigida a alguno, es para todos".
Perfectamente de acuerdo, pero, no es casualidad que la abogada que vino de Antofagasta haya destacado entre tantas personas meritorias de la Provincia El Loa. Mujer de terreno, pudiendo dar órdenes desde su escritorio prefiere acompañar a los policías a realizar detenciones, dirigir la reconstitución de escena, interrogar, comprobar el cumplimiento de medidas cautelares, hacer uso de la ley como el haber sacado a flote la disposición de que los condenados por delitos sexuales sigan, después de cumplir condena, durante diez años bajo la vigilancia de la autoridad, defender a ultranza las pruebas para presentar en los juicios orales, enfrentar a los abogados defensores con argumentos limpios sin dramatismo ni especulaciones y pedir las penas ajustadas al delito cometido, sin exageraciones y tomando en cuenta las atenuantes y los beneficios que pueden corresponder al condenado. Es decir, aunque no quiera reconocerlo, como es seguro que nunca lo hará, ella es el Personaje del Año, por su destacada, fecunda, eficaz y constructiva labor desarrollada en Calama durante este 2005 que finaliza hoy.
Cero problemas
La intensidad de sus diarias actividades, los prolongados horarios, las obligadas discusiones ante los tribunales, la condición de madre, no le impiden aparecer como si en su existencia se hubiera provocado la exoneración de los problemas. Su carácter fuerte le permite dosificar alegrías y penas y, en la misma medida que puede reír ante una nueva gracia de sus hijos, sabe entristecerse cuando la soledad nutrida por la distancia de sus familia, le saca alguna lágrima indiscreta de su alma delicada y amante de Dios, en quien cree y a quien descubre principalmente en su definición de amor, porque, esta mujer fiscal, profesional, por sobre todo ama, desde la misericordia del Creador hasta su formulario de permanente sacrificio y superación, pasando por el afecto que le despierta la práctica deportiva del vóleibol, la asistencia al gimnasio, una pieza de un baile que no domina o la tentación de una canción en la que se le arrancan los tonos y no acierta con los bemoles, la caricia de sus hijos, la palabra de sus padres, la llamada telefónica desde la gran distancia, todo, como dominando el ejercicio de soñar haciendo el bien, para cambiar el mundo. Hay quienes la descubren como una acuariana perfecta, pero realmente está más próxima al sentimiento del amor que enseñó, hace veinte siglos, Aquel que, crucificado, vino a predicar la paz, como fruto de la Justicia y llamó bienaventurados a quienes trabajan por ella.
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Comodín Lavanderos,