Han pasado casi 4 años desde la última vez que nos vimos. Tenía miedo al comienzo de volver a verte. Después de todo, no sabía como sería volver a mirarnos o saludarnos. Era la celebración de una amiga en común. Fuera del local sentía esa sensación de angustia, de quien piensa mil cosas sobre lo que podría acontecer esa noche. Sin más, resolví entrar de una buena vez y subir al segundo piso. Ahí estaban todos, mi amiga, sus amigos y tú. Te miré de reojo, llevabas un lapiz labial rojo intenso y fumabas un cigarrillo. Cómo odio que la gente fume. Me senté y comencé a hablar con mi amiga. Recuerdo que empezamos a ser el centro de la conversación e ibamos dialogando entre todos. Entre medio realizaste unas intervenciones, pero fueron menores. Tu voz sonaba distinta, como más carrasposa, como de una persona que ya no tiene 24 y en el que el tiempo no pasa en vano. Pasaron los minutos y me sentí en confianza, seguro y completamente ajeno a ti. La conversación siguió su curso y en el transcurso notaba como tu encendías un cigarrillo tras otro. Se apagaba la lumbre del cigarro y en seguida prendías otro. Creo que fumaste como 4 al hilo. Imagino que estabas tan nerviosa como yo, sólo que a ti no se te quito lo que duro tu estancia en aquel pub. En un punto, dijiste que tenías que marcharte y comenzaste a despedirte. Te dirigiste hacia mi y cruzamos nuestras miradas por un breve instante. Indiferente a ti, dije solamente Chao. Tu te acercaste y sentí como tus labios rosaban mis mejillas. No sé si fue intencional o estoy pensando demás, pero estoy seguro que ese beso guardaba algo más. Demasiado sutil para que nadie más lo notara, pero lo suficientemente duradero para saber que en el se encerraba una especie de añoranza por un pasado fugaz.
Al finalizar esa noche, recuerdo que pensé "Que fugaz es la juventud". Habían pasado 4 años pero tu cuerpo no era el mismo, tu carita tampoco. Sin duda el tiempo había hecho de las suyas. ¿Y yo? Me pregunté. ¿Cómo me verías a mi? Sin lugar a dudas, tampoco soy el mismo. Y mientras caminaba por las calles de Santiago, pensaba que si hoy te viese en la calle no llamarías mi atención. No tenías ningún atractivo. El tiempo se había llevado esa mirada y sonrisa que tanto me gustaban. Habías subido de peso, y probablemente, el olor a tabaco y nicotina causaría en mí una repulsión inmediata a tus labios. Estabas echa mierda. ¿Y yo? Yo sabía que no. Yo sabía que estaba en mi mejor momento, tenía la mejor condición física de toda mi vida. Es extraño el placer de ver a una chica con la que compartiste tanto en un determinado momento de tu vida y que se haya convertido en una peor versión de sí misma...
Esa frase, "no fue suficiente" de pronto tuvo un nuevo significado para mí. Ahora eres tú la que no alcanzaba a ser suficiente para mí. Curioso como todo se transforma, y toma nuevos matices.
Dormí esa noche más tranquilo. Un episodio se había cerrado. Y entendía que todo tuvo que ocurrir así.
Gracias.