Un buen ejemplo de cómo la ausencia del estado no lleva a una convivencia idílica sin autoridades opresoras, sino que traslada la autoridad al primer weón que se la tome para oprimir al resto. La anarquía utópica no existe, existe la opresión de la ley y el estado de derecho, o la opresión de los matones, no hay más alternativas.
Desde el 2006 en adelante, con la "revolución pingüina" que en Chile el Estado de derecho está en retirada siendo remplazada por la ley de la calle, y he aquí los resultados: delincuencia desatada, inmigración descontrolada, comercio ambulante a granel, un vago en cada semáforo, y ahora, privatización de la seguridad personal. Mientras tanto, el gobierno, liderado por evópoli gasta su capital político en la identidad de género, y Piñera sólo se mueve cuando baja en una encuesta culiá. Vamos bien.