Hombres Pollerudos
“Mi mamá piensa”, “mi mamá dice”, “mi mamá haría”. Típicas frases que vociferan algunos “machos” que jamás logran independizarse de sus madres...
Suelen mostrarse independientes. Tipos decididos y seguros. Eso, en el ámbito público, pero basta adentrarse sólo un poco en la vida íntima de un varón para darse cuenta de si es, en verdad, un pollerudo encubierto.
Claro, porque no vende mostrarse con mamitis, menos ante sus mujeres o posibles parejas. No obstante, no saben disimular. Y al poco tiempo, comienzan a aparecer signos de la relación edípica que tienen con sus progenitoras. Ésa que a juicio de muchas, hace que les consulten, hasta qué pastilla tomar para el dolor de muela.
El profesor Jaime Campusano, consigna en el libro de Chilenismos y Shilenismos que “se les dice pollerudos a los
hombres que han sido mal criados por sus madres o a los que jamás se independizan de ella. Hay hombres que se casan y siguen siendo pollerudos, pues confían más en su mamá que en su propia mujer. Este término es un insulto que va directo a la hombría debilitada por la sombra de la madre”.
En Chile abundan. Asumidos o no, proliferan hombres incapaces de cortar el cordón con la mujer que les dio la vida y, para las mujeres, encontrarse con uno en el camino, no es una tarea titánica sino, por el contrario, casi casualidad. A continuación, tres mujeres nos cuentan su experiencia cercana a quienes pertenecen a esta fauna que se niega a soltar a sus madres.
Pololo Pollerudo, Pollerudo Casado
“Mi actual pareja "comenzó" siendo pollerudo. Dependiendo mucho del tema materno. Y se manifestaba, por ejemplo, en cosas como si se cocinaba en la casa, el comentario era "mi mamá le pone salsa de tomates con cuadritos". “Mi mamá me lavaba las camisas con Omo". Tonteras de ese estilo. Obviamente, la madre siempre hace mejor las cosas. Yo opté, muy personalmente, en devolver la mano diciendo cosas como "pucha, a mí me gusta el drive", o "yo no le echo tomates a la salsa". No pesada, pero dejando en claro que soy una persona totalmente distinta a mi suegra. Y él lo fue asumiendo también así. Ni dramas, ni peleas, ni nada por el estilo, simplemente dejándole claras las diferencias”, cuenta Pilar.
“Siempre fue pollerudo, desde que estábamos pololeando pero ahí da casi lo mismo, porque no se compartía tanta rutina. Pero cuando nos fuimos a vivir juntos sí se notó. Y fue en ese comienzo de convivencia en que las cosas quedaron claras. (...) Yo creo que los hombres siguen pollerudos hasta el final, lo que cambia es la intensidad y creo que baja progresivamente con el tiempo, pero nunca desaparece”, sentencia la joven.
“No Sabe Hacerse Cargo de Su Vida Sin Ella”
“Mi hermano tiene 34 años. Vive todavía con mi mamá. Dice que porque no tiene plata para irse, pero la verdad es que depende enteramente de ella. ¿Le duele una muela? Mamá. ¿Le duele la guata? Mamá. ¿Necesita tomar una decisión importante respecto de su hijo? Mamá. ¿Desea resolver un problema son su ex pareja? Mamá. Y no la considera ni le mejor ni la más idónea ni nada. Ni siquiera es especialmente considerado con ella, pero no sabe hacerse cargo de su vida sin ella”, comenta Laura, quien asegura que por esta imagen no soporta a los de esta clase.
“En cuanto a la relación con un hombre pollerudo, creo que es un “cacho”. Hay una clara diferencia entre un hombre que es un buen hijo, preocupado, considerado, tierno, y un hombre que no sabe vivir sin mamá. Porque frente a él, una mujer tiene dos posibilidades: rivalizar con la madre, lucha en la que casi siempre se pierde, o imitar la estrategia y convertirse en una madre ella misma, lo que aminora –al menos en mi caso-, la pasión y la admiración, porque él es incapaz de hacerse cargo sólo de sí mismo”.
Encubiertos Son los que Abundan
“Todo se lo consultaba a ella. Las decisiones respecto a nosotros, el futuro, la vida. Todo. No soy una persona posesiva ni egoísta pero debo confesar que esta relación con su madre era un tanto agotadora. Con este nivel de confianza entre ambos, no era de extrañar que pasara lo que vino después. Una vez que ya habíamos terminado, su madre, me llamó por teléfono y me prohibió ir a su casa (cosa que habíamos pactado antes y con lo que él estuvo de acuerdo). Pero, ella decidió que no era conveniente que nos viéramos, que yo no le hacía bien o qué sé yo, qué pensó.
"La cosa es que me quedé sin verlo por decisión de su madre. Me hubiera dado lo mismo si era algo que quería él, pero a que a esta edad tu madre se tome tales atribuciones me parece excesivo. Luego, propio de un pollerudo vino el silencio. No me habló, no me pidió disculpas ni nada. Sólo acató a su madre como buen niño.Porque, evidentemente, un pollerudo, no nace, se hace", comenta Javiera.
La Voz de la Experta
Carla Padilla, psicóloga del Instituto Neurospquiátrico de Chile, INC, señala que un hombre pollerudo es aquel que depende afectivamente de la figura materna. “Esta dependencia lo lleva a perder su individualidad y por lo tanto, a verse fuertemente influido por esta figura. En otras palabras, los pollerudos son incapaces de tomar decisiones propias y muchas veces, son las madres las que les hacen ese favor”.
La profesional advierte que la relación de pareja con alguien así puede verse fuertemente afectada, porque ésta implica a dos y no a tres, como en la mayoría de los casos de los pollerudos. “
Muchos pueden terminar sólo acompañados de sus madres, ya que les cuesta separar y colocar límites a este vínculo tan intenso”.
Sobre algunos consejos para enfrentar una relación de pareja con un pollerudo, la psicóloga expone “la base de todo, aunque suene redundante a estas alturas, es la comunicación, pero no aquella que enuncia cosas, sino aquella en que podemos escucharnos y compartir íntimamente sentimientos y emociones”. “
No hay receta para sobrevivir a un pollerudo, hay personas que no saben expresar sus expectativas en la relación y colocar límites cuando tales expectativas no se han podido cumplir”.