Primero, debería entender cuáles sus prioridades. Si yo soy madre de una niña pequeña, mi prioridad debe ser trabajar duro para sacarla adelante, postergando mis propias ambiciones profesionales para cuando la niña estuviera más grande, y no fuera ya tan dependiente de mí. Quizás me hubiera virado de ese pueblucho, y me habría ido a probar suerte a la ciudad, siempre pensando en el mejor bienestar de la niña. Pero lo tendría claro: como mamá, no podría permitirme ya arrastrar a mi hija a mis malas decisiones de vida. El problema principal es que ella pareciera tener un desorden en sus prioridades.