Las investigaciones científicas confirman el daño que provoca inhalar los gases de las bombas lacrimógenas, sobre todo a los niños y a las mujeres embarazadas. Muchos de los componentes de estas sustancias tóxicas han sido reemplazados en Estados Unidos e Israel, países que las fabrican.
Por el contrario, las bombas que usa Carabineros, la policía chilena, son fabricadas exclusivamente para Chile y están prohibidas en la mayoría de países del mundo. “Hay antecedentes documentados de que los agentes químicos con que se fabrican las bombas lacrimógenas son abortivos. Además de producir graves daños a la salud, inciden negativamente en los aparatos reproductivos masculino y femenino”, comenta el doctor Andrei Tchernitchin, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
Peligro en embarazadas y niños
El interés de este médico por este tipo de sustancias tóxicas comenzó durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, cuando en los alrededores de la Facultad de Medicina la policía lanzaba bombas lacrimógenas. Los estudiantes llegaban muy afectados, por lo que Andrei decidió llevar a cabo un estudio científico.
“Pedimos a los alumnos que donaran sangre para estudiar algunos parámetros hormonales, como el número de leucocitos eosinófilos y, curiosamente, esos leucocitos estaban desgranulándose con mucha velocidad, lo cual podía significar alteraciones de diverso tipo”, manifestaba el médico a la revista chilena ‘Punto y Final’. “Curiosamente dejaron de tirar bombas cerca de la facultad”, comenta.
“Hay probabilidad de que las sustancias químicas de las bombas lacrimógenas afecten las funciones reproductivas, dañen al feto en el último trimestre del embarazo, y a los niños en los primeros años de vida, provocando efectos en la salud que pueden resultar irreversibles”, dice.
“Es probable que los fabricantes de estos químicos y tóxicos tengan estudios científicos, pero no dan a conocer los detalles... No son mortales, ni provocan enfermedades inmediatas, a menos que la persona inhale el gas bajo ciertas condiciones”, añade Andrei Tchernitchin.