Soldadodeodin
Plasta Culiad@
- Registrado
- 2016/02/02
- Mensajes
- 12.770
Conocido como "El Chavo", el hombre relató sus anécdotas más sabrosas trabajando en el recinto de Recoleta.
Una serie de insólitas confesiones realizó a The Clinic el cuidador del Cementerio General de Santiago, conocido como El Chavo.
En un relato cargado de anécdotas, el funcionario sostuvo que "esta pega es lejos la más entretenida, el cementerio se lo come a uno. Usted sale dos o tres días y ya lo echa de menos, quiere volver".
En una de sus historias cuenta que "saqué una momificada, un cuerpo seco, y me puse a bailar tango con ella, con el cadáver. Había que llevarla para otro lado y me animé".
"El cuerpo ya estaba seco, que es cuando ya hay que entrar a quebrarlos. Es muy raro toparse con un cadáver con carne cuando nos mandan a sacarlos, pero si salen así, no se puede hacer nada, hay que dejarlos ahí nomás", complementó.
El Chavo también narra que "a veces pasan cosas raras. Una vez estaba barriendo con una rama y de repente llega un caballero por detrás y me dice 'maestro, tan temprano trabajando', y nos pusimos a conversar".
"Después me paré a buscar mi ropa, que estaba a tres o cuatro metros de nosotros, y cuando miro para atrás no está na'. Yo lo vi po. No sé si me penó o era un caballero de verdad, pero no lo vi más", relató.
También describió otro hecho paranormal "que me pasó en el caracol, cuando estaba limpiando súper temprano en la mañana, y salió una niña delgadita, muy flaquita, y pasó por el lado mío. No sé si era real, para qué le voy a mentir, pero no me dio miedo".
"Conversan mucho en la noche, eso sí. Se escuchan voces en el pabellón 50. Conversan, se ríen, y yo los agarro a garabatos. 'Vayan a acostarse, chuchesumadres', les digo, y ahí me dejan de molestar. En ese pedacito se ríen harto, conversan, voces de puras mujeres. Yo me metí un día pa' adentro a ver y no había nadie", complementó.
El cuidador aseguró que "no le tengo miedo a los muertos, a las 5:30 ya estoy trabajando dentro y estoy solo con todo oscuro. Pero la primera vez que me tocó ver los muertos, fui curado, porque me daba miedo".
"Me tocó en el crematorio de noche, y estaban todos los muertos en el refrigerador. Ahí es más peludo, porque uno está solo, da miedo. Me tomé media botella de pisco y me quedé dormido en un cajón", relató.
Una serie de insólitas confesiones realizó a The Clinic el cuidador del Cementerio General de Santiago, conocido como El Chavo.
En un relato cargado de anécdotas, el funcionario sostuvo que "esta pega es lejos la más entretenida, el cementerio se lo come a uno. Usted sale dos o tres días y ya lo echa de menos, quiere volver".
En una de sus historias cuenta que "saqué una momificada, un cuerpo seco, y me puse a bailar tango con ella, con el cadáver. Había que llevarla para otro lado y me animé".
"El cuerpo ya estaba seco, que es cuando ya hay que entrar a quebrarlos. Es muy raro toparse con un cadáver con carne cuando nos mandan a sacarlos, pero si salen así, no se puede hacer nada, hay que dejarlos ahí nomás", complementó.
El Chavo también narra que "a veces pasan cosas raras. Una vez estaba barriendo con una rama y de repente llega un caballero por detrás y me dice 'maestro, tan temprano trabajando', y nos pusimos a conversar".
"Después me paré a buscar mi ropa, que estaba a tres o cuatro metros de nosotros, y cuando miro para atrás no está na'. Yo lo vi po. No sé si me penó o era un caballero de verdad, pero no lo vi más", relató.
También describió otro hecho paranormal "que me pasó en el caracol, cuando estaba limpiando súper temprano en la mañana, y salió una niña delgadita, muy flaquita, y pasó por el lado mío. No sé si era real, para qué le voy a mentir, pero no me dio miedo".
"Conversan mucho en la noche, eso sí. Se escuchan voces en el pabellón 50. Conversan, se ríen, y yo los agarro a garabatos. 'Vayan a acostarse, chuchesumadres', les digo, y ahí me dejan de molestar. En ese pedacito se ríen harto, conversan, voces de puras mujeres. Yo me metí un día pa' adentro a ver y no había nadie", complementó.
El cuidador aseguró que "no le tengo miedo a los muertos, a las 5:30 ya estoy trabajando dentro y estoy solo con todo oscuro. Pero la primera vez que me tocó ver los muertos, fui curado, porque me daba miedo".
"Me tocó en el crematorio de noche, y estaban todos los muertos en el refrigerador. Ahí es más peludo, porque uno está solo, da miedo. Me tomé media botella de pisco y me quedé dormido en un cajón", relató.