Por deterioro fiscal y económico: clasificadoras de riesgo dudan de capacidad de pago de Chile
Chile se prepara para recibir la primera baja en la calificación de riesgo desde 1992, fecha en que entró a la liga de las clasificadoras hace 25 años. Esto debido al fuerte deterioro fiscal y la debilidad de la economía que se ha detectado durante el gobierno de la Presidente Michelle Bachelet. Periodo en que la deuda bruta subió unos 12 puntos porcentuales, lo más alto en 22 años y aumentó significativamente el gasto fiscal.
La clasificación de riesgo que realizan las agencias de clasificación crediticia refleja
la perspectiva que tienen de la capacidad de pago de un país, o del riesgo de quiebra o de caer en insolvencia frente a sus deudas. De la nota que le asignan a los países, depende la
tasa de interés que aplique el mercado a sus emisiones de
deuda soberana —bonos— y ello, a su vez, será la
referencia para el costo de financiamiento de las empresas que buscan levantar capital en el exterior.
Existen dos categorías de clasificación crediticia:
investment grade (grado de inversión) y
non investment grade. Fitch y S&P tienen como máxima nota
AAA, que define una
capacidad de pago muy fuerte, hasta
BBB, que considera una
capacidad de pago adecuada, pero con riesgos en el mediano y largo plazo. Eso corresponde a la categoría investment grade y de ahí hacia abajo sigue la non investment grade.
Chile, desde que entró al mercado de deuda en 1992, se ubica en la categoría investment grade. En el caso de Fitch, su nota hoy es de A+, con perspectiva negativa; en S&P tiene AA-, también con perspectiva negativa; en Moody’s tiene Aa3, con perspectiva estable. Un recorte en la nota significa en la nomenclatura de Fitch llevarla a A, en S&P a A+ y en Moody’s a A1.
Para perder el investment grade, Chile tendría que bajar seis peldaños en cada caso.
Según informa Guillermo Le Fort, socio de Le Fort Economía y Finanzas, desde la vuelta a la democracia el país ha hecho grandes avances para recortar el riesgo soberano en el tiempo. “Desde la primera emisión que se hizo a finales de los 90 se empezó a avanzar en reducir el riesgo país presentando políticas macroeconómicas consistentes con la estabilidad que se estaba siguiendo en Chile y
esto se reforzó mucho cuando logramos desarrollar y hacer que fuese aceptado en general, en la clase política, una política fiscal estructural con metas y con un cumplimiento que daba garantías de que tendríamos un nivel de endeudamiento bajo en el tiempo”, relata.
El quiebre de Bachelet
Según la Dirección de Presupuestos, en 1991
la deuda bruta chilena llegaba al 37,9% del PIB, lo que se redujo en los siete años siguientes, mejorando la clasificación de riesgo del país y mejorando la tasa de interés hacia la emisión de deuda del país.
Entre 1999 y 2002 subió y bajó en el margen, llegando a un mínimo de 3,9% del PIB en 2007. En 2008, acusando el efecto de la crisis subprime, inició un ascenso moderado y en 2010 subió más por la urgencia financiera de la reconstrucción tras el terremoto. Siguió escalando y
en 2016 llegó a 21,3% del PIB, lo más alto en 22 años.
Además, la Ley de Presupuestos 2017 se hizo con una expansión del gasto público de 2,7%, un déficit efectivo estimado en 3,3% del PIB y uno estructural de 1,5%. La base fiscal bordea los US$ 66.500 millones.
En tres meses más llegará al Congreso el proyecto fiscal 2018.
Cuatro razones del deterioro
Para el socio de Econsult, José Ramón Valente, a clasificación de riesgo está en peligro por cuatro razones:
el evidente deterioro en la posición financiera del Fisco, que en los últimos cinco años pasó de ser acreedor neto a deudor neto; la
presión creciente por más gasto público como resultado de las reformas sociales universales impulsadas por el actual gobierno; la
presión social para que se cumplan tales compromisos y que está siendo alentada por algunas candidaturas, y
un crecimiento real de la economía estancado al punto de llegar, con suerte, a la mitad del PIB potencial y con muy pocas posibilidades de una rápida recuperación.
El economista Alejandro Alarcón, señala que si bien el país mantiene una buena clasificación de riesgo a nivel de mercados emergentes, el problema es que
inevitablemente la decisión que tomen las clasificadoras está dando cuenta de la preocupación que tiene el mercado financiero internacional por el deterioro acelerado de la situación fiscal chilena y, como contraparte, el enfriamiento del crecimiento chileno en los últimos cuatro años.
"Esto es un retroceso en la trayectoria de buenos ratings que veníamos sumando y, por supuesto, que dentro de América Latina es una comparación cómoda. El problema es que comenzamos a flaquear en nuestra posibilidad de alcanzar un grado crediticio como el que tienen Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Alemania”, precisa Alarcón.
Valdés pone paños fríos
En Hacienda enfatizan que las perspectivas de recuperación son favorables y que ello se evidencia en la buena recepción que tuvieron las recientes emisiones de deuda soberana.
“Más allá de lo que opinan las clasificadoras, que siempre es importante, el nivel de tasas de interés y de spread de las colocaciones que hicimos en el mercado externo hace dos semanas y la colocación dual interna y externa de bonos en pesos de esta semana, muestran una gran confianza en Chile y sus cuentas fiscales”, subraya Valdés.
El martes de la semana pasada,
Hacienda colocó US$ 2.300 millones en bonos soberanos en euros y dólares en el mercado internacional. El miércoles último, en tanto, colocaron bonos en pesos por US$ 2.000 millones. Un 21% del total ofertado fue adjudicado a inversionistas extranjeros.
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