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Economista francés Thomas Piketty, escritor y crítico de los mega ricos viene a Chile en enero

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Piketty se mofó de Velasco y aseguró que “a las élites les conviene decir que hay que esperar a que el crecimiento haya hecho su trabajo antes de lidiar con la desigualdad”
El economista francés, Thomas Piketty, hizo un crítico análisis del sistema de repartición de ganancias del capital en Latinoamérica y aclaró que "nadie puede decir que David Cameron o Angela Merkel sean particularmente izquierdistas, pero no se les ocurriría copiar el modelo brasileño (...) Si Latinoamérica quiere desarrollarse, tiene que hacerse cargo del crecimiento y de la desigualdad". En cuanto a Chile, señaló que "hay que invertir en educación, y ojalá en educación inclusiva" y aseguró que las reformas de Michelle Bachelet "van en la dirección correcta".

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Thomas Piketty, el afamado economista francés, experto en desigualdad y autor del libro El capital en el siglo XXI, dio una entrevista a Cristóbal Bellolio, publicada en la Revista Capital, en la que revisó la situación actual de América Latina, ironizó con las lecturas del líder de Fuerza Pública, Andrés Velasco, además de reflexionar sobre el denominado “milagro chileno” y la implementación del modelo Hayek-Pinochet, en nuestro país.

Piketty y Latinoamérica
-Andrés Velasco, ex ministro de Hacienda y ex precandidato presidencial chileno, ha señalado que algunas de las recomendaciones de su libro no serían aplicables a Latinoamérica…
-Debe ser porque es un continente muy igualitario (ríe).

-Él dice que la persistente y pronunciada desigualdad latinoamericana no se explica necesariamente porque los retornos del capital sean mayores al crecimiento del producto nacional, sino principalmente por la diferencia de ingreso entre trabajadores capacitados y no capacitados…
-Sí, en eso Latinoamérica no es única. En todos los países, la desigualdad es una combinación de distintas fuerzas. Dos categorías son fundamentales: por una parte está la desigualdad de habilidades laborales o capital humano, y por otra, la desigualdad de riqueza. La tesis r>g es importante para describir la segunda. Por supuesto que la desigualdad en el ingreso laboral es relevante, y aquí la desigualdad en el acceso a la educación es fundamental, lo que es claro en el caso de Latinoamérica, pero también en Estados Unidos. Si miras sus últimos 30 años, la desigualdad que se ha agudizado no se explica tanto con la fórmula r>g, sino con desigualdad en las rentas del trabajo, lo que a su vez se relaciona con el desigual acceso a la educación en ese país. En Estados Unidos unos pocos van a las mejores universidades, pero el resto se queda con lo que aprendió en un sistema escolar apenas regular.

-Podríamos decir entonces que la recomendación más controvertida de su libro –el impuesto global al capital– no es la recomendación evidente para países donde el problema más agudo podría ser otro…
-Sin duda. De hecho, en el libro hablo bastante de los desafíos en educación y para eso hay otras recomendaciones. Lo que ocurre es que a veces la gente –cuando está determinada a criticar– se queda con la parte que no les gusta. Estamos hablando de un libro de 700 páginas. Si todo se tratara de r>g y del impuesto global al capital, sería uno de 10 páginas (ríe). Pero en el libro hablo de todo esto y dejo claro que la principal fuerza para reducir la desigualdad es la difusión de competencias laborales y de conocimiento a través de la educación. No podría estar más de acuerdo con eso. Si además me dices que no necesitamos impuestos progresivos, entonces ya no lo estaríamos. Creo que necesitamos ambas políticas, que son complementarias y no sustitutas.

-Probablemente esté familiarizado con la historia económica reciente de Chile, y particularmente de la influencia de figuras como Hayek y Friedman en ella. Pinochet impuso un modelo de mercado que incluyó privatización de áreas estratégicas de la economía, desregulación, Banco Central autónomo, apertura comercial al mundo, etcétera. Estará de acuerdo en que se hace muy difícil –si no imposible– separar el costo humano del autoritarismo de los beneficios económicos obtenidos, pero quería que como historiador económico reflexionara acerca de lo que alguna vez se llamó “el milagro chileno”, que tuvo altas tasas de crecimiento y una sistemática reducción de la pobreza una vez en democracia. ¿Fueron estas medidas las correctas o tiene objeciones fundamentales a este proceso?
-El problema es que la profunda desigualdad en Latinoamérica es una limitación estructural de cualquier política procrecimiento. No tengo reparos en aceptar que a veces las fuerzas del mercado son fundamentales para generar crecimiento. En este sentido, sé que en algunos países latinoamericanos las experiencias han sido positivas en décadas recientes, lo que es bienvenido como parte del proceso global donde países menos desarrollados se ponen al día con los más desarrollados. Pero si apuntamos a una política sistemática de crecimiento de base amplia, debemos hacernos cargo de la desigualdad en educación, bienes, riqueza, etcétera. Eso fue lo que faltó en el modelo Hayek-Pinochet, independiente de su déficit de libertades políticas. Aunque pienso que, en cierto modo, ambas cosas están relacionadas en una dimensión ideológica: si crees que las fuerzas del mercado deben funcionar libremente, y como resultado remanente tienes desigualdad, quizás sea porque la gente que se queda atrás no es productiva, o quizás sea mejor mantenerlos así porque son tus opositores políticos. Pensar que el mercado lo resuelve todo es ideológicamente extremista desde el punto de vista económico, lo que va muy bien con regímenes autoritarios que tienen por ideología política la represión de los perdedores en el juego del mercado.

-Sin embargo, para redistribuir necesitamos crecer. Lo reconoció Lula da Silva en Brasil: no tiene sentido repartir pobreza. Algunos han planteado que dadas las necesidades urgentes de Latinoamérica en términos de pan, techo y abrigo, preocuparse por la desigualdad relativa es un lujo. Y que, por tanto, hay que apostar todo al crecimiento en una primera fase para tener algo que distribuir luego. No es el caso de Europa Occidental que ya pasó la etapa de las carencias materiales duras. ¿Cree que a veces hay que elegir entre reducir pobreza o reducir desigualdad con medidas distintas?
-En principio yo no tengo problemas con la desigualdad como tal. De hecho, necesitamos ciertos niveles de desigualdad para crecer. El drama de países como Brasil es la excesiva desigualdad. Excesiva en el sentido de que deja de ser funcional al crecimiento. Sobre ciertos niveles actúa negativamente sobre el crecimiento. Latinoamérica sobrepasó ese nivel. Creo que es posible reducir estas brechas y al mismo tiempo gozar de crecimiento económico. Lula elevó los salarios mínimos en Brasil y eso ayudó en parte a reducir la pobreza, junto a otras transferencias. Pero por otro lado, tienes un sistema impositivo que a veces es derechamente regresivo. En Brasil, los impuestos indirectos al consumo se elevan al 30% –por ejemplo, sobre tu cuenta de electricidad– mientras que la persona que recibe millones por una herencia familiar paga apenas un 4% de impuesto. Puedo entender por qué la elite quiere preservar este sistema. Pero creer que es un buen sistema para el crecimiento es un error. Preferiría lo contrario: impuestos más bajos al consumo y más altos a la riqueza. Hay que mirar la experiencia de países ricos que organizan su capitalismo con impuestos progresivos. En naciones como Gran Bretaña y Alemania, la tasa impositiva de las herencias millonarias está en torno al 40%. Nadie puede decir que David Cameron o Angela Merkel sean particularmente izquierdistas, pero no se les ocurriría copiar el modelo brasileño. A las elites les conviene decir que los niveles impositivos son los adecuados y que hay que esperar a que el crecimiento haya hecho su trabajo antes de lidiar con la desigualdad, pero la experiencia sugiere exactamente lo contrario. Si Latinoamérica quiere desarrollarse, tiene que hacerse cargo del crecimiento y de la desigualdad. No olvidemos que parte de la inestabilidad política de la región tiene que ver con elites que se resisten a ver el problema. La legitimidad política va de la mano con grados aceptables de desigualdad.

Por qué la desigualdad importa
-Entonces, que la desigualdad excesiva sea problemática se transforma en un argumento consecuencial: tenemos que mantenerla acotada para evitar un descalabro en nuestras instituciones democráticas y asegurar la paz social.
-Sí, para mí evitar la inestabilidad política es la razón principal. Pero no es la única. Ya mencioné que es mala en la medida que afecta las perspectivas del crecimiento. La excesiva desigualdad también es mala para la movilidad social, porque perpetúa y acentúa la desigualdad en el tiempo a través de las generaciones. Una de las conclusiones de mi investigación empírica es que Europa no necesita de los niveles de desigualdad que tuvo en el siglo XIX para crecer. La desigualdad que tuvimos hasta antes de la Primera Guerra Mundial contribuyó a elevar la tensión política vía producción de nacionalismos. Aparte de eso, tampoco fue tan buena para el crecimiento. La reducción de la desigualdad que vino a continuación tuvo que ver con guerras, revoluciones, shocks y otros factores de ajuste regulatorio que fueron aceptados por la elite. ¿Fue mala noticia para el crecimiento esta reducción de la desigualdad? Para nada. Es cierto que parte del crecimiento de postguerra se explica por la reconstrucción, pero también tuvo relación con la disminución de las brechas socioeconómicas a partir del aumento de la movilidad social. Nuevos grupos accedieron a posiciones directivas, tuvieron acceso a la educación, apareció una nueva elite que impactó positivamente en el crecimiento. Eso es lo que necesitamos en el siglo XXI: mayor inclusión para que más grupos accedan a estas posiciones. En conclusión, la excesiva desigualdad es mala en sí misma –independiente de sus implicancias políticas– cuando es mala para el crecimiento.

-Mencionó las dinámicas de movilidad social. En el caso hipotético que pudiésemos asegurar un esquema real y no puramente nominal de igualdad de oportunidades, de tal manera que las posiciones de partida no determinen las posiciones de llegada en la vida, ¿cree que aun así debiésemos preocuparnos de las eventuales desigualdades agudas que pudiesen producirse? ¿O el problema moral se desvanece?
-Si la desigualdad se debe a la suerte o mala suerte de las personas en su toma de decisiones personales, no veo problema. Las personas tienen diferentes objetivos en la vida. Es distinto si las desigualdades se producen a partir de ventajas o desventajas que no son responsabilidad o mérito directo de sus portadores. En este caso, creo que procede redistribución. Pero vivimos en el mundo real, donde no hay igualdad de oportunidades. El promedio de lo que ganan los padres de los estudiantes de universidades top en Estados Unidos corresponde al promedio de lo que gana el 2% más rico de ese país. O sea, los hijos de la elite reproducen sus ventajas accediendo a mejor educación (…) Hay una enorme diferencia entre el discurso oficial de la meritocracia –el cuento de hadas de la movilidad social que es típico en Estados Unidos– y la realidad. Tenemos que poner esta narrativa de la movilidad social bajo escrutinio público. Pero en las universidades de la llamada Ivy League no quieren que miremos esa información. Nadie accede a ella y nadie trabaja en ella. La sospecha es que en varios casos, las admisiones dependen de la capacidad de los padres de hacer regalos a las universidades. Es lo opuesto a la meritocracia que nos gustaría ver. Necesitamos más transparencia en estos procesos de admisión.

-Funciona en ambos sentidos: no basta con tratar de asegurar igualdad de oportunidades y esperar sociedades más igualitarias; también habría que crear sociedades más igualitarias para disfrutar de mayor igualdad de oportunidades efectiva.
-Exactamente. Hoy, el discurso de la igualdad de oportunidades se suele usar para justificar enormes desigualdades de resultado, pero también de oportunidades. No podemos aceptar ese discurso sin una mirada crítica y una cuidadosa revisión de los datos.

-Suena bastante rawlsiano en sus planteamientos…
-Sí, en cierto sentido. Tú puedes tener toda la desigualdad que quieras en la medida que aumentes la utilidad de todos.

-John Rawls estuvo expuesto a la misma crítica que algunos le hacen a su libro desde la izquierda: que su principio de la diferencia –las desigualdades son aceptables en la medida que redunden en el beneficio de los menos aventajados– era teóricamente compatible con altos niveles de desigualdad. ¿Cuánta desigualdad es permisible?
-No podemos dar un número. Éstas son preguntas que la sociedad tendrá que ir contestando. No hay una fórmula matemática para ello. Se lo dejo a la deliberación democrática. Todos tenemos responsabilidad en ello y no hay manera de escapar de la pregunta.

-Exploremos otro argumento consecuencialista proigualdad. Hace unos años se publicó un libro –The Spirit Level de Richard Wilkinson y Kate Pickety– cuya tesis central planteaba que los países menos desiguales rendían mejor en una serie de indicadores sociales como salud mental, tasas de criminalidad, niveles de confianza interpersonal, aprendizaje escolar, etcétera. Fue un argumento promovido en Chile por el ex presidente Ricardo Lagos. ¿Es parte de su repertorio?
-En general, sí. Pero creo que a veces la causalidad opera en ambos sentidos. La mala educación no sólo es resultado de una sociedad desigual, sino también su causa. Estoy de acuerdo que es importante atender a las consecuencias de la desigualdad, por ejemplo, en materia de seguridad pública. Es un argumento adicional.

Dinero y política
-El filósofo Michael Walzer sostenía que el verdadero problema se producía cuando desigualdades que nos parecen legítimas en una determinada esfera de la vida –la económica, por ejemplo– se trasladan a otras en las cuales ya no nos parecen legítimas –como la política…
-Tiene razón. En Europa y Estados Unidos, la extrema desigualdad de recursos económicos se ha traducido en desigualdad de voz y en una forma de captura del proceso político. Lo que ocurrió recientemente en Estados Unidos –donde la Corte Suprema dictaminó la inconstitucionalidad de las leyes que limitan el gasto electoral– es verdaderamente espantoso…

-Ésa es una discusión que estamos teniendo actualmente en Chile: cómo regular la relación entre dinero y política y si debemos fiscalizar más quiénes son y cuánto aportan las personas naturales y jurídicas a las campañas políticas.
-¿Acaso no hay límite al gasto electoral en Chile?

-Nominalmente, sí. En la práctica, no mucho. Es fácil burlarlo. El espíritu libertario se resiste a que le digan qué puede y qué no puede hacer con su dinero.
-Bueno, por supuesto que debemos limitar la influencia del dinero en la política, de la misma manera que queremos prohibir la compra de votos. Si tomas el credo libertario en serio, así como a ciertos grupos que creen ciegamente en la teoría de la elección racional, y llevas sus ideas hasta las últimas consecuencias, entonces deberíamos tener un mercado de compra y venta de sufragios. Mientras sea un intercambio mutuamente beneficioso –el encuentro entre una persona dispuesta a pagar lo que otra está dispuesta a cobrar– ¿por qué no permitirlo?

Reforma educacional y desigualdad
-En Chile estamos discutiendo álgidamente una reforma educacional. Como podrá anticipar, nuestro sistema educacional está altamente segregado, pues la capacidad de pago de las familias determina el tipo de establecimiento al cual los niños asisten. Michelle Bachelet promueve un cambio en las reglas del juego: los padres quedarán deshabilitados para pagar un suplemento por encima de la subvención estatal, bajo la promesa de incrementar ésta gradualmente. En la práctica, esto implica que pierden la libertad para diferenciarse social y culturalmente a partir de su capacidad económica. ¿Se puede combatir la segregación forzando la inclusión?
-Chile parte con un nivel de financiamiento a la educación que es insuficiente. Y eso está relacionado con su baja carga tributaria. Hay que invertir en educación, y ojalá en educación inclusiva. De esa manera, evitas que sólo una élite tenga las competencias adecuadas. La solución es educación pública bien financiada…

-De acuerdo, pero en Francia los colegios públicos son mejores que los privados. Nosotros estamos acostumbrados al mantra inverso: hay que abandonar lo público para acceder a los servicios privados. La élite chilena no asiste a la educación pública. Ni los hijos de los dirigentes socialistas lo hacen. ¿Hay que limitar la provisión privada de servicios básicos como salud o educación?
-Una fórmula puede ser invertir más y mejor en colegios públicos. No tengo los detalles de las reformas, pero lo poco que conozco me sugiere que van en la dirección correcta…

-Pero ¿debiera la élite utilizar los servicios públicos para entender y conectarse con su importancia? En su libro dice que es fundamental que la gente perciba que los pesos recaudados vía tributación se usen correctamente. Si los tomadores de decisiones no se involucran cotidianamente con los establecimientos públicos, ¿cómo pueden saberlo?
-Sí, me parece que es importante que lo hagan. Es un caso curioso lo que pasa en algunos países. Las familias pudientes escapan del sistema educacional público en sus etapas escolares, pero luego sus hijos van a las universidades públicas, donde se benefician del dinero de todos. Es lo que ves en México o Brasil.

-La UNAM en México es gratuita. En Chile, debes pagar el arancel universitario independiente de si es pública o privada. Una de las promesas de Bachelet es avanzar hacia la gratuidad en educación superior. Se ha dicho que el inconveniente es que los hijos de la elite serían los principales beneficiarios de esa medida, pues son los que llegan fácilmente a las mejores universidades. ¿Suena como una política progresiva?
-Diría que la prioridad es financiar la educación primaria y secundaria, de tal manera que todos puedan acceder a la educación terciaria en condiciones igualitarias, pero luego como paso siguiente creo que universidad gratis es la mejor alternativa. Es lo que veo en Alemania y los países escandinavos. Incluso en Bavaria –tampoco un lugar muy izquierdista– se acaba de discutir si cobrar un pequeño arancel y finalmente se decidió dejarlo en cero. ¿Es esto malo para el desarrollo económico? Por lo visto, a los alemanes no les está yendo nada de mal (ríe). En el caso de ustedes, lo más sensato es la gradualidad. No se van a transformar en Suecia de la noche a la mañana.

Intelectuales públicos
-Su libro fue citado en discusiones en torno a nuestra reforma tributaria y dicen que ha ejercido influencia en los círculos oficialistas. Usted mismo confesó en otra entrevista que uno de los ministros de Bachelet vino a verlo a su oficina. ¿Qué importancia le asigna a que los académicos se involucren en el debate público?
-Es muy importante. Parte del éxito de mi libro tiene que ver con la demanda de democratización del conocimiento económico. La gente está cansada de que le digan que ciertas áreas son muy complicadas, como si la economía fuera tan compleja que el resto no pudiera entender. Ése es un gran chiste. Muchos economistas desarrollan modelos matemáticos muy complejos sólo para impresionar a sus pares, pero la mayoría de las veces no son muy útiles. Quizás en astrofísica o mecánica cuántica necesitamos esos modelos matemáticos complejos, pero no en economía. En mi libro uso modelos bastante simples que todos puedan entender, y lo hago porque realmente creo que eso es todo lo que necesitamos. Por eso, me veo a mí mismo más bien como un cientista social. Para mí las fronteras entre la economía, la historia y la sociología no están definidas. Creo que nuestras investigaciones se enriquecen con ese enfoque. El mérito de mi libro es que entrega una recolección de datos que no se había hecho antes, porque era considerado un trabajo demasiado historiográfico para los economistas y demasiado economista para los historiadores. Y a propósito… (se da vuelta y saca uno de los libros que tiene a mano en el estante, A Monetary History of the United States de Milton Friedman y Anna Schwartz) acá tengo un gran libro. Creo que sus conclusiones son exageradas. Básicamente, dice que todo lo que necesitamos son buenos bancos centrales. Yo creo que necesitamos más que eso, pero…

-La metodología es similar…
-En cierto sentido, sí. El uso de la historia económica puede ser útil para formarnos una visión sobre el capitalismo.

-¿Es de aquéllos que, como el título del libro de Rajan y Zingales, quieren “salvar al capitalismo de los capitalistas”, o al menos salvarlo de la versión tóxica de capitalismo patrimonial que describe en su libro?
-Probablemente estoy un poco más a favor del Estado de Bienestar y tributación progresiva que Zingales y Rajan, pero en general, sí: yo creo en el capitalismo y en la propiedad privada. Pertenezco a la primera generación post Guerra Fría. Nací en 1971. Tenía 18 cuando cayó el Muro. Nunca caí en la tentación del comunismo ni en las soluciones autoritarias…

-En las pasadas elecciones presidenciales, una de las candidatas –Roxana Miranda– propuso como medida para reducir la inequidad poner en un bote al 1% más rico de Chile y embarcarlo a China. Espero que haya sido una broma…
-(Se ríe) Bueno, los franceses los mandaron a Gran Bretaña durante la revolución. Volvieron tiempo después. Creo que es mejor encontrar soluciones pacíficas, como por ejemplo a través del sistema tributario.

Llevamos una hora de conversación. Se le nota agotado. Viene llegando de México por el lanzamiento de su libro traducido al castellano. Me cuenta que en enero aterrizará en Chile. Es un tour promocional intenso este de Piketty contra la desigualdad.

http://www.elmostrador.cl/mundo/201...u-trabajo-antes-de-lidiar-con-la-desigualdad/
 
como dice que dijo ?


cuando empieza el campeonato de futbol chileno ?
 
para aplicar lo del sosodicho, primero que nada deverìan los marcianos llevarse a marte a la elite chilena lejos para dejar el campo libre.
 
igual irresponsable el culiao de apoyar la reforma educacional sin conocer los detalles.

ahora la whizquierda se va a apoyar en eso para defender su mierda de reforma.
 
Espero que no sea el mismo que manipuló los datos de su libro para que encajaran con sus 'hipótesis'

Fuente o tírate a tu horno de judíos.


Es curioso que muchos acá opinen sin leer el post.

Leen "critico de los mega ricos" e inmediatamente sueltan el esfinter oral.

Les sorprendería saber que este tipo tiene sus argumentos incluso para decir que la desigualdad no es mala hasta cierto punto.


Personalmente comparto el 80% de lo que dijo, pero lo que mas llama la atención es que los instrumentos mencionados por él para la superación de la desigualdad han sido discretamente usados en gobiernos de izquierda y derecha.

Como que los estadistas chilenos les cuesta caminar y comer chicle a la vez.
 
Fuente o tírate a tu horno de judíos.

Financial Times journalist accused of serious errors in Thomas Piketty takedown
The row over Thomas Piketty's bestselling book Capital in the 21st Century has taken a new twist after the journalist who said he had uncovered mistakes in the French economist's work was accused of making "serious errors" of his own.

Thomas-Piketty-011.jpg

Thomas Piketty corrects his data series to allow for changes in methodology, but Chris Giles does not, Howard Reed said. Photograph: Lcham/Sipa/Rex

Analysis by the economic consultant Howard Reed published on the Guardian's datablog supported Piketty's view that inequality of wealth has been rising in recent years and dismissed the attack on some of the book's findings by the Financial Times journalist Chris Giles.

Rightwing opponents of Piketty seized on the FT critique after Giles accused the Paris-based economist of cherry-picking data and pointed to unexplained entries on spreadsheets and big discrepancies between Piketty's estimates of wealth trends in Britain and the picture portrayed by official figures.

Reed said the discrepancies were caused by Piketty making allowances for the different estimates of wealth in six data sources used to calculate the trend since the early 19th century. Giles, he added, had failed to adjust for these "discontinuities" in the data.

"Taken as a whole, these discontinuities imply that the estimate of the top 10% share of wealth is 22.5 percentage points lower by 2010 than it would have been if the wealth statistics had been collected on a consistent basis after 1974, as they were before 1974. As I show, the main difference between the Piketty time series for UK inequality and the Giles time series for UK inequality is that Piketty corrects his data series to allow for this 23 percentage point drop (caused by changes in the methodology used to measure the wealth distribution) whereas Giles does not."

Reed said in his blog: "To believe that the Giles series represents an accurate picture of the evolution of wealth inequality in the UK over the last 50 years, one would have to believe that the wealth share of the top 10% really did fall by 12 percentage points during the 1970s, and by another 11 percentage points between 2005 and 2006. Does anyone really believe this? Of course not."

The FT has been surprised by the furore caused by its attack on Piketty and is now keen to take the heat out of the row. Giles declined to respond to Reed's analysis.

Reed, however, acknowledged that Giles had "uncovered some errors and inconsistencies which Piketty will hopefully address in future work". This showed the importance of checking results, he said, especially when they involved spreadsheets, where it was easy to make errors.

"However, Giles then goes on to make a very serious error of his own in handling the UK data: he treats changes in the way wealth inequality is measured over the decades as if they were real changes in the underlying distribution of wealth. This error leads him to the misleading conclusion that wealth inequality fell in the UK between 1980 and 2010, whereas in fact it has increased (although not by quite as much as Piketty's published results would suggest)."

Interest in both Piketty and inequality shows little sign of waning. BothMark Carney, the governor of the Bank of England, and Christine Lagarde, the managing director of the International Monetary Fund, cited the need to narrow the gap between rich and poor in speeches this week.

Andy Haldane, the Bank's executive director for financial stability, cited Capital in the 21st Century directly in a speech released on Thursday. The bank official said: "Enough has already been said and written about a book bought by many, read by few and understood by even fewer (Piketty (2014). I am guilty on all three charges.

"I suspect never, in the field of human endeavour, has so simple a line chart done so much to fuel the debate among so many, not just in the salons of Paris but in the Starbucks of London and New York.

"Suffice to say, the inequality issue seems unlikely to be a French fashion. It is a global public policy trend and a rising one."

http://www.theguardian.com/business.../ft-journalist-errors-thomas-piketty-takedown

Thomas Piketty accuses Financial Times of dishonest criticism

Thomas Piketty has accused the Financial Times of ridiculous and dishonest criticism of his economics book on inequality, which has become a publishing sensation.

French-economist-Thomas-P-008.jpg

The FT accused Thomas Piketty (above) of errors in transcribing numbers, as well as cherry-picking data or not using original sources. Photograph: Graeme Robertson for the Guardian

The French economist, whose 577-page tome Capital in the Twenty-First Century has become an unlikely must-read for business leaders and politicians alike, said it was ridiculous to suggest that his central thesis on rising inequality was incorrect.

The controversy blew up when the FT accused Piketty of errors in transcribing numbers, as well as cherry-picking data or not using original sources.

The newspaper concluded there was little evidence in Piketty's original sources to verify his theory that the richest were accumulating more wealth, widening the gap between the haves and the have-nots in Europe and the United States.

In an interview with the Agence France-Presse news agency, the economist said: "The FT is being ridiculous because all of its contemporaries recognise that the biggest fortunes have grown faster."

While the available data was imperfect, it did not undermine his central argument about widening inequality, he said. "Where the Financial Times is being dishonest is to suggest that this changes things in the conclusions I make, when in fact it changes nothing. More recent studies only support my conclusions, by using different sources."

Writing to the FT before the AFP interview, Piketty said he had put all his data online to encourage an open and transparent debate.

"I have no doubt that my historical data series can be improved and will be improved in the future … But I would be very surprised if any of the substantive conclusions about the long-run evolution of wealth distributions were much affected by these improvements."

In his book Piketty draws on data spanning two centuries and 20 countries to show how the western world is reverting to levels of inequality last seen during the Belle Epoque period of 1871-1914. The findings have won him an audience with Barack Obama's economic advisers and a spot on the Amazon bestseller lists on both sides of the Atlantic.

But it is the French economist's use of UK data that has proved most problematic for the Financial Times.

Chris Giles, the FT's economics editor, who launched the FT's critique, has written that the book's "problems" are most acute for Britain, "where Prof Piketty shows rising concentrations of wealth among the richest since 1980, when his source data does not". While Piketty cited a figure showing the top 10% of the UK population held 71% of national wealth, a survey by the Office for National Statistics put the figure at 44%. Piketty dismissed the ONS survey as "very low quality". The FT has said Piketty seemed rather unaware of UK data.

The newspaper has rejected Piketty's accusations that its work is ridiculous and dishonest. It also defended the ONS Wealth and Assets survey, describing it as exactly the same type of survey – but with a much larger sample size – as the data Piketty preferred to use in his book for the US.

While claims against Piketty have garnered much gloating on Twitter, he has won support from the Nobel prize-winning economist Paul Krugman. "Anyone imagining that the whole notion of rising wealth inequality has been refuted is almost surely going to be disappointed," Krugman wrote on his New York Times blog.

http://www.theguardian.com/business...dishonest-criticism-economics-book-inequality
 
Piketty ql que manera de meterles arena en la vagina a los fachos qls :lol2:
 
Muchas gracias por la entrevista.

Es divertido ver a algunos zurdos aplaudir e insultar a sus "adversarios" siendo que este economista habla cosas que la izquierda ha criticado fuertemente como por ejemplo la obligatoria existencia de desigualdad (e incluso lo nombra en esta entrevista).

En fin. Acefalos que piensan que esto es una guerra de equipos y no piensan en lo mejor para el país :hands:

Saludos

P.D: Por si a alguien le interesa el libro (será mi próxima lectura): http://www.fiuxy.com/ebooks-gratis/...glo-xxi-thomas-piketty-epub-fb2-mobi-pdf.html
 
Última edición:
Muchas gracias por la entrevista.

Es divertido ver a algunos zurdos aplaudir e insultar a sus "adversarios" siendo que este economista habla cosas que la izquierda ha criticado fuertemente como por ejemplo la obligatoria existencia de desigualdad (e incluso lo nombra en esta entrevista).

En fin. Acefalos que piensan que esto es una guerra de equipos y no piensan en lo mejor para el país :hands:

Saludos

P.D: Por si a alguien le interesa el libro (será mi próxima lectura): http://www.fiuxy.com/ebooks-gratis/...glo-xxi-thomas-piketty-epub-fb2-mobi-pdf.html

¿Como es eso de que la izquierda ha criticado la "obligatoria existencia de desigualdad"?

Vale por el libro :up:
 
Piketty ql que manera de meterles arena en la vagina a los fachos qls :lol2:

:idolo: Piketty, Stiglitz, Krugman
derecha :burlones:
A veces creo que muchos wns son zurdos por el sólo hecho de "odiar" a los "fashos", pero no lo son por verdaderas convicciones políticas.

Eso los lleva a aplaudir tanto a progres exponentes de la izquierda Whisky en casos como este, como a grupos de izquierda radical que no dudarían en colgar a los anteriores. Y les lleva a aplaudir a gobiernos con políticas progres como a gobiernos radicalmente socialistas.

Un poco de coherencia por favor. Al final, se las dan de izquierdistas por una simple reacción, no por convicción.

No creo que exitan muchos puntos de contacto entre Piketty y Marcel Claude por ejemplo. Este último lo insultaría y no dudaría en calificarlo de "amarillo".

Dudo que hayan leido a Rawls y a Walzer como para comprender realmente cual es la posición política de estos economistas.
 
A veces creo que muchos wns son zurdos por el sólo hecho de "odiar" a los "fashos", pero no lo son por verdaderas convicciones políticas.

Eso los lleva a aplaudir tanto a progres exponentes de la izquierda Whisky en casos como este, como a grupos de izquierda radical que no dudarían en colgar a los anteriores. Y les lleva a aplaudir a gobiernos con políticas progres como a gobiernos radicalmente socialistas.

Un poco de coherencia por favor. Al final, se las dan de izquierdistas por una simple reacción, no por convicción.

No creo que exitan muchos puntos de contacto entre Piketty y Marcel Claude por ejemplo. Este último lo insultaría y no dudaría en calificarlo de "amarillo".

Dudo que hayan leido a Rawls y a Walzer como para comprender realmente cual es la posición política de estos economistas.
Y es necesario que un weon sea de izquierda, pa cagarse de la risa de como les irrita el chico?

El conchesumadre aweonao :lol2:
 
Muchos parecen no tener la más mínima idea de qué chucha está hablando Picketty (me incluyo, por eso no opino). Dejo este video que sirve a modo de introducción:



Su acento ql es como el pico... :ohno:
 
Última edición:
A veces creo que muchos wns son zurdos por el sólo hecho de "odiar" a los "fashos", pero no lo son por verdaderas convicciones políticas.

Eso los lleva a aplaudir tanto a progres exponentes de la izquierda Whisky en casos como este, como a grupos de izquierda radical que no dudarían en colgar a los anteriores. Y les lleva a aplaudir a gobiernos con políticas progres como a gobiernos radicalmente socialistas.

Un poco de coherencia por favor. Al final, se las dan de izquierdistas por una simple reacción, no por convicción.

No creo que exitan muchos puntos de contacto entre Piketty y Marcel Claude por ejemplo. Este último lo insultaría y no dudaría en calificarlo de "amarillo".

Dudo que hayan leido a Rawls y a Walzer como para comprender realmente cual es la posición política de estos economistas.
Para criticar a los fachos basta con ser de centro. Yo no tengo nada que ver con Marcel Claude :lol2:
 
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