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Hincha Huevas
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Dado que personajes como garactus se esmeran en repetir falacias, dejo esta columna de E2020 sobre el mito de la educación privada, argumentado con cifras sobre el análisis de la los resultados de la prueba PISA y un estudio local publicado en la revista Educational Evaluation and Policy Analysis.
Educación 2020 - lo repetiremos hasta el cansancio - no tiene nada en contra de la educación privada, siempre que ella esté bien regulada, use adecuadamente los recursos, sea de calidad, y no sea segregadora ya sea por condición económica ni de cualquier otra índole.
Es más, dada la historia de los últimos 30 años, no vemos otra solución para el sistema escolar chileno que no sea una sana, pacífica y bien regulada coexistencia entre ambos sectores, de modo que los apoderados puedan escoger entre los dos modelos educativos, teniendo ambos excelente calidad.
Lo que nos parece inaceptable es la serie de medidas que se han ido adoptando a lo largo de 30 años, que han conducido a la progresiva desaparición y desgaste de la educación pública.
Muchos justifican este proceso en base a la persistente reiteración de que la educación privada es “de mejor calidad”. Por cierto, “calidad” en educación es algo complejo de definir, pero nos quedaremos para esta discusión con los simples resultados del SIMCE. Esta afirmación es, en realidad, una convicción ideológica, pero vestida y decorada con datos que a la postre son falsos. Una de las manipulaciones más frecuentes es la publicación anual en diversos medios de prensa de los rankings de “las mejores escuelas del SIMCE”. En el paroxismo, sufrimos el invento de los semáforos rojos, amarillos y verdes, felizmente de efímera duración.
También suelen utilizarse las historias de éxito de alguna escuela privada, que son verdaderas, pero que en realidad son las excepciones que ayudan a generar el mito, puesto que tenemos casos exitosos (y fracasados) en similares proporciones en ambos sectores. Curiosamente, hay una vasta preponderancia de divulgación de las “excepciones exitosas privadas”.
La verdad pura y simple es que los mejores promedios SIMCE de la educación privada se basan de manera casi exclusiva en el origen socioeconómico de los estudiantes. Los datos del test de PISA arrojan con meridiana claridad estas conclusiones.
Según lo ha demostrado Daniel Khaneman, Premio Nobel de Economía, en su reciente y maravilloso libro del 2011 “Thinking, fast and slow” (Pensando, rápido y lento) la reiteración de mensajes, aunque sean falacias, genera verdades en la mente de la gente. Es completamente cierto el famoso dicho aquel de que “miente, miente, que algo queda”. En este caso la argucia ha operado magistralmente, con machacona reiteración de la prensa, creando así en la ciudadanía la falsa imagen de una mejor calidad en la educación privada, facilitando así la omisión o adopción de políticas públicas que profundizan el desgaste de la educación pública, y provocando una comprensible migración de alumnos hacia la educación privada.
Algunas investigaciones previas a la que hoy mencionaremos señalan diferencias levemente superiores a favor de la educación privada… de tan sólo 4 o 5 puntos SIMCE. Sin embargo, la más reciente y robusta investigación sobre esta materia fue publicada el año pasado por tres respetados investigadores chilenos: Bernardo Lara y Alejandra Mizala, de la Universidad de Chile, y Andrea Repetto, de la Universidad Adolfo Ibañez. Este artículo apareció en una prestigiosa revista internacional arbitrada, Educational Evaluation and Policy Analysis, June 2011, Vol. 33, No. 2, pp. 119–137. Su título en inglés es “The Effectiveness of Private Voucher Education: Evidence From Structural School Switches”.
Estos investigadores utilizaron una de las formas más puras posibles de comparación: el efecto de la educación privada vs. la pública en alumnos que fueron obligadamente traspasados de una escuela a otra al pasar de la educación subvencionada primaria a la secundaria. Esto es lo que en el idioma de los investigadores educativos se llama “structural school switches”.
En síntesis, estos investigadores demostraron, con datos del SIMCE 2006, que la diferencia de resultados que obtienen los alumnos provenientes de la educación privada vs. la pública es de 4 a 6% de una desviación estándar en los resultados. Dicho en castizo, la educación privada supera en promedio a la pública en la monumental cifra de…. 2 a 3 puntos de SIMCE, es decir, la nada ninguna. Como vara de comparación, la vasta mayoría de los puntajes SIMCE varían entre 190 y 330 puntos. Desde otro ángulo de comparación, las fluctuaciones estadísticas de año a año al interior del sector privado y del sector público en los puntajes SIMCE son de 4 a 5 puntos.
Esta similitud de resultados académicos entre ambos sectores es en realidad sorprendente. Dada la histórica conflictividad gremial del sector público, las rigideces del Estatuto Docente, los infernales controles y reglamentos del Ministerio de Educación y la Contraloría, la escasa preocupación de muchos alcaldes por el tema, la politización en la designación de muchos cargos, la existencia de directivos vitalicios desde 1990 hasta el 2006, sería perfectamente esperable que los resultados del sector privado, más ágil, innovador y flexible, menos sujeto a restricciones burocráticas y laborales, con mayores facilidades informales y formales para seleccionar o expulsar alumnos, descremando así los de buenos resultados, hubieran sido mejores que los de las escuelas públicas. Sin embargo, no es así. Basta de mitos.
El mito de la educación privada
http://blog.latercer...educación