Promoviendo la Diversidad
El profesor MacDonald afirma que una de las maneras más consistentes en la que los judíos han favorecido sus intereses ha sido promoviendo el pluralismo y la diversidad —pero sólo para los demás. Desde el siglo XIX han liderado movimientos que intentaron desacreditar los fundamentos tradicionales de la sociedad no-judía: el patriotismo, la lealtad racial, la base cristiana de la moralidad, la homogeneidad social y la moderación sexual. Al mismo tiempo, dentro de sus propias comunidades y con respecto al Estado de Israel, han apoyado con frecuencia las mismas instituciones que ellos atacan en la sociedad de los gentiles.
¿Por qué esto está en el interés de los judíos? Porque la lealtad tribal de grupo característica de los judíos atrae mucha menos atención en una sociedad que no tiene un núcleo cultural y racial cohesionado. La determinación judía de no asimilarse completamente, que explica su supervivencia como pueblo por miles de años —incluso sin un país— ha atraído el escrutinio invariablemente desagradable e incluso criminal en naciones con identidades nacionales bien definidas. En la visión del profesor MacDonald es por lo tanto de interés para los judíos el diluír y debilitar la identidad de cualquier pueblo entre los que vivan. La identidad judía puede florecer con seguridad sólo cuando la identidad no-judía es débil.
El profesor MacDonald cita un notable pasaje de Charles Silberman:
«Los judíos estadounidenses están comprometidos con la tolerancia cultural a causa de su creencia —firmemente enraizada en la Historia— de que los judíos están seguros sólo en una sociedad que acepte un amplio rango de actitudes y comportamientos, así como una diversidad de grupos étnicos y religiosos. Es esta creencia, por ejemplo, de no aprobar la homosexualidad la que lleva a una aplastante mayoría de judíos estadounidenses a aprobar los "derechos de los homosexuales" y a tomar una postura liberal en la mayoría de los otros así llamados asuntos "sociales"».
Él está diciendo, en efecto, que cuando los judíos enarbolan el argumento de que "la diversidad es nuestra fuerza", es porque están apoyando su objetivo real de diluír la homogeneidad de una sociedad para que los judíos se sientan seguros. Ellos están formulando una agenda judía de tal forma que ellos piensan que los gentiles la aceptarán. De igual manera, como la segunda parte de la cita de Silberman sugiere, los judíos pueden apoyar movimientos pervertidos, no porque piensen que es bueno para el país sino porque piensan que es bueno para los judíos.
El profesor Silberman también proporciona una cita esclarecedora de un economista judío que pensaba que los Republicanos tenían políticas económicas más sensatas pero que votó por el candidato presidencial Demócrata a pesar de ello. ¿Su motivo?: "Yo más bien preferiría vivir en un país gobernado por las caras que vi en la convención Demócrata que por las que vi en la convención Republicana". Este hombre aparentemente desconfía de los gentiles Blancos y votó por un partido racialmente mestizo, incluso si sus políticas económicas eran equivocadas. Lo que es bueno para los judíos parece anteponerse a lo que es bueno para el país.
Earl Raab, el anterior presidente de la fuertemente judía Brandeis University plantea el argumento de la diversidad de una manera ligeramente diferente. Expresando su satisfacción con la predicción de que para la mitad del próximo siglo [XXI] los Blancos serán una minoría, él escribe: "Hemos pasado más allá del punto en que un partido nazi-ario sería capaz de prevalecer en este país". Él está aparentemente preparado para desplazar al pueblo y la cultura del linaje fundador a fin de impedir el teórico ascenso de un régimen anti-judío. El profesor Raab parece ver a los Blancos principalmente como nazis en potencia, y está dispuesto a sacrificar su continuidad cultural y nacional a fin de desactivar una amenaza imaginaria para los judíos. Esta cita da por hecho la futura existencia continuada de los judíos como una comunidad distinta, incluso mientras los gentiles Blancos declinan en número e influencia.
En el mismo pasaje, el profesor Raab continúa observando que "nosotros [los judíos] hemos estado nutriendo el clima estadounidense de oposición al fanatismo durante medio siglo. Ese clima todavía no ha sido perfeccionado, pero la naturaleza heterogénea de nuestra población tiende a hacerlo irreversible..." —tal como tiende a hacer el desplazamiento final de la cultura europea también irreversible.
El profesor MacDonald remonta el desarrollo de esta estrategia de diversidad a diversas fuentes. Está ampliamente reconocido que el inmigrante judío-alemán Franz Boas (1858-1942) casi sin ayuda estableció la actual configuración de la Antropología, desechando todas las explicaciones biológicas para las diferencias en la cultura y el comportamiento humano. El profesor MacDonald informa que él y sus seguidores —con las notables excepciones de Margaret Meade y Ruth Benedict— fueron todos judíos con fuertes identidades judías: «La identificación judía y la búsqueda consciente de intereses judíos, particularmente para favorecer una ideología de pluralismo cultural como un modelo para las sociedades occidentales, ha sido el "argumento invisible" de la Antropología estadounidense».
Hacia 1915, Boas y sus alumnos controlaban la Asociación Antropológica Estadounidense (AAA), y para 1926 ellos encabezaban cada departamento universitario importante de Antropología en Estados Unidos. Desde esta posición de predominio promovieron la idea de que la raza y la biología son asuntos sin importancia, y que es el medioambiente lo que explica todo. Ellos hicieron una refundición total de la Antropología de manera que proporcionara apoyo intelectual para la inmigración abierta, la integración y el mestizaje. También pusieron el fundamento para la idea de que como todas las razas tienen el mismo potencial, los fracasos de los no-Blancos deben ser atribuídos exclusivamente a la opresión Blanca. La conclusión final de la antropología boasiana fue que dado que el entorno es el responsable de todas las diferencias humanas, cada desigualdad en los logros puede ser eliminada cambiando el entorno. Ésta ha sido la justificación de los enormes e inútiles programas de intervención del gobierno.
Todo el movimiento de "derechos civiles" puede ser visto como una consecuencia natural del triunfo del pensamiento boasiano. Puesto que todas las razas eran equivalentes, la separación era inmoral. La línea del color también agudizaba la auto-conciencia Blanca de tal manera que podía hacer a los Blancos más conscientes del tribalismo judío. Así fue, según el profesor MacDonald, que los judíos casi sin ayuda lanzaron el movimiento contra la segregación. Sin el liderazgo de los judíos, la NAACP (National Association for the Advancement of Colored People, Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color), nunca podría haber sido establecida, y hasta 1975 cada uno de sus presidentes fue un judío. El profesor MacDonald informa que en 1917, cuando el separatista Negro Marcus Garvey visitó la oficina central de la NAACP, vio tantas caras Blancas que salió furioso, quejándose de que aquella era una organización Blanca.
El profesor MacDonald concluye que los esfuerzos de los judíos fueron decisivos para la transformación de los "derechos civiles" de Estados Unidos. Él menciona a un abogado del American Jewish Congress que afirma que "muchas de estas leyes [de derechos civiles] fueron realmente escritas en las oficinas de agencias judías por personal judío, introducidas por legisladores judíos y presionadas para su materialización por votantes judíos".
Mientras la escuela de Boas estaba promoviendo la integración y la equivalencia racial, era también crítica de, en palabras del profesor MacDonald, "la cultura estadounidense como excesivamente homogénea, hipócrita, y represiva emocional y estéticamente (especialmente en lo referente a la sexualidad). Fundamental en este programa fue la creación de etnografías de culturas idílicas [del Tercer Mundo] que estuvieran libres de las características negativamente percibidas que eran atribuídas a la cultura occidental".
El papel del antropólogo llegó así a ser el de criticar todo lo de la sociedad occidental a la vez que glorificaba todo lo primitivo. El profesor MacDonald observa que las descripciones boasianas de los pueblos no-occidentales ignoraban deliberadamente el barbarismo y la crueldad o simplemente atribuían aquello a la contaminación de Occidente. Él ve esto como un intento deliberado de socavar la confianza de las sociedades occidentales y hacerlas permeables a las influencias y pueblos del Tercer Mundo. Hoy, esta visión está consagrada en el dogma de que Estados Unidos debe permanecer abierto a la inmigración debido a que los inmigrantes traen un espíritu y una energía de que los naturales de alguna manera carecen.
Personalidades Autoritarias
Con el objetivo de abrir las sociedades derivadas de Europa a la inmigración que las transformaría, fue necesario desacreditar la solidaridad racial y el compromiso con la tradición. El profesor MacDonald argumenta que éste fue el propósito básico de un grupo de intelectuales conocido como la Escuela de Frankfurt. Lo que es propiamente conocido como el Instituto de Investigación Social fue fundado en Frankfurt, Alemania, durante el período de Weimar por un millonario judío, pero fue cerrado por los nacionalsocialistas poco tiempo después de que ellos tomaran el poder. La mayoría de sus miembros emigraron a Estados Unidos y el instituto se reconstituyó en UC Berkeley. La organización estaba encabezada por Max Horkheimer, y sus miembros más influyentes eran T. W. Adorno, Erich Fromm y Herbert Marcuse, todos los cuales tenían fuertes identidades judías. Horkheimer no hizo de la naturaleza partidista de las actividades del instituto un secreto: "La investigación sería capaz aquí de transformarse directamenteen propaganda", escribió (cursiva en el original).
El profesor MacDonald dedica muchas páginas a un análisis de "La Personalidad Autoritaria", que fue escrito por Adorno y apareció en 1950. Fue parte de una serie llamada Studies in Prejudice, producida por la escuela de Frankfurt, que incluía títulos como Anti-Semitism and Emotional Disorder. El libro The Authoritarian Personality fue particularmente influyente porque, según el profesor MacDonald, el American Jewish Committee financió fuertemente su promoción y porque los académicos judíos tomaron su mensaje de manera muy entusiasta.
El propósito del libro es hacer que toda afiliación a un grupo suene como si fuera un signo de desorden mental. Todo, desde el patriotismo a la religión, pasando por la lealtad a la familia y a la raza, serían signos de una peligrosa y defectuosa "personalidad autoritaria". A causa de que deducir distinciones entre diferentes grupos es ilegítimo, todas las lealtades de grupo —incluídos los lazos familiares más cercanos— son "prejuicios". Como Christopher Lasch ha escrito, el libro lleva a la conclusión de que el prejuicio "podría ser erradicado solamente sometiendo al pueblo estadounidense a lo que equivaldría a una psicoterapia colectiva, tratándolos como a internos en un asilo psiquiátrico".
Pero, según el profesor MacDonald, es precisamente el tipo de lealtad de grupo, respeto por la tradición y conciencia de las diferencias que es central en la identidad judía lo que Horkheimer y Adorno describían como enfermedad mental en los no-judíos. Estos escritores adoptaron lo que eventualmente llegó a ser una táctica soviética favorita contra los disidentes: Cualquiera cuyos puntos de vista políticos fuesen diferentes de los estatales era considerado como enfermo. Como el profesor MacDonald explica, la Escuela de Frankfurt nunca criticó o siquiera describió la identidad de grupo judía, sino solamente la de los no-judíos: "el comportamiento que es fundamental para el judaísmo como una exitosa estrategia evolutiva de grupo es conceptualizado como patológico en los no-judíos".
Para estos intelectuales judíos, el anti-judaísmo también era un signo de enfermedad mental: Ellos concluyeron que la auto-negación cristiana, y especialmente la represión sexual, causaba odio hacia los judíos. La Escuela de Frankfurt fue entusiasta con el psicoanálisis, según el cual "la ambivalencia edipiana hacia el padre y las relaciones sádico-anales en la temprana infancia son la herencia irrevocable del anti-judío".
Además de ridiculizar el patriotismo y la identidad racial, la Escuela de Frankfurt glorificó la promiscuidad y la pobreza inherente a la vida bohemia. El profesor MacDonald ve a dicha escuela como una influencia germinal: «Ciertamente muchas de las actitudes centrales de la grandemente exitosa revolución contracultural de los años '60 encuentran expresión en "The Authoritarian Personality", incluyendo la idealización de la rebelión contra los padres, las relaciones sexuales no comprometidas, y el desprecio por el ascenso social, el estatus social, el orgullo familiar, la religión cristiana y el patriotismo».
Del más grande interés aquí, sin embargo, es el éxito del movimiento en calificar las antiguas lealtades a la nación y a la raza como enfermedades mentales. Aunque vino después, el "desconstruccionista" judeo-francés Jacques Derrida estaba en la misma idea cuando escribió:
"La idea detrás de la desconstrucción es desconstruír [des-estructurar] las obras de los Estados-naciones fuertes con enérgicas políticas de inmigración, desconstruír la retórica del nacionalismo, la política de la localidad, la metafísica de la tierra nativa y el idioma nativo... La idea es desarmar las bombas... de la identidad que los Estados-naciones construyen para defenderse contra los extraños, contra los judíos, los árabes y los inmigrantes...".
Como el profesor MacDonald dice, "Visto a su nivel más abstracto, un objetivo fundamental es de esta manera influír en los pueblos de ascendencia europea de Estados Unidos para que vean la preocupación sobre su propio eclipse demográfico y cultural como irracional y como una indicación de psicopatología". Demás está decir que este proyecto ha sido exitoso: cualquiera que se oponga al desplazamiento de los Blancos es rutinariamente tratado como un "promotor del odio" mentalmente desequilibrado, y cada vez que los Blancos defienden sus intereses de grupo son descritos como psicológicamente inadaptados. La ironía no se le escapó al profesor MacDonald: "La ideología de que el etnocentrismo era una forma de psicopatología fue promulgada por un grupo que a través de su larga historia ha sido claramente el grupo más etnocéntrico entre todas las culturas del mundo".
Inmigración
El profesor MacDonald argumenta que es perfectamente natural que los judíos promuevan la inmigración abierta. Ella da lugar a la "diversidad" que los judíos encuentran cómoda, y mantiene a Estados Unidos abierto a sus correligionarios perseguidos de todo el mundo. Él dice que los judíos son el único grupo que siempre ha luchado en favor de la inmigración masiva; unas pocas organizaciones étnicas europeas han hecho esporádicos esfuerzos para hacer más fácil que su propio pueblo viniera, pero sólo los judíos han promovido consistentemente las fronteras abiertas para todos los que venían. Además, a pesar de cualquier desacuerdo que ellos pudieran haber tenido en otros asuntos, los judíos de todas las tendencias políticas han favorecido la inmigración masiva.
Esto, también, se remonta a muchos años atrás, y el profesor MacDonald traza con bastante detalle el sostenido esfuerzo judío pro-inmigración. Israel Zangwill, autor de la obra epónima de 1908 "The Melting Pot", era de la opinión de que "hay sólo un camino para la paz mundial, y es la absoluta abolición de pasaportes, visas, fronteras, aduanas...". Él era, sin embargo, un apasionado sionista y desaprobaba los matrimonios de judíos con no-judíos.
Aunque la Estatua de la Libertad, conocida propiamente como "La Libertad Iluminando al Mundo", fue un regalo de Francia a Estados Unidos como un homenaje a las tradiciones políticas estadounidenses, el soneto de la judía Emma Lazarus ayudó a convertirla en un símbolo de la inmigración. Impreso en la base de la estatua varias décadas después de su construcción, el poema da la bienvenida a Estados Unidos a "masas hacinadas anhelantes de respirar libre / el mísero desecho de vuestras rebosantes playas".
El profesor MacDonald ha descubierto que los inverosímiles argumentos sobre la diversidad como la quintaesencia de la fuerza estadounidense han sido planteados por los judíos durante mucho tiempo. Él da cuenta de que en 1948 el American Jewish Committe estaba instando al Congreso a creer que "el norteamericanismo es el espíritu que está detrás de la bienvenida que Estados Unidos ha extendido tradicionalmente a gente de todas las razas, todas las religiones, todas las nacionalidades". Por supuesto, nunca ha habido tal tradición. En 1952, el American Jewish Congress argumentó en las audiencias sobre la inmigración que "nuestra experiencia nacional ha confirmado más allá de toda duda que nuestra propia fuerza yace en la diversidad de nuestros pueblos". Esta, también, fue una época en que la ley de inmigración de Estados Unidos estaba aún explícitamente diseñada para mantener una mayoría Blanca.
A menudo se ha dicho que cuando la vieja política de inmigración fue desechada en 1965, con dificultad alguien sabía, y nadie predijo, que la nueva ley cambiaría la composición racial del país. El profesor MacDonald niega esto, argumentando que éste ha sido el objetivo de los grupos judíos desde el principio.
El profesor MacDonald descubre que los judíos han sido los principales partidarios de la inmigración en Inglaterra, Francia y Canadá, y que grupos judíos fueron los opositores más vehementes a la independencia de Quebec. Judíos australianos encabezaron los esfuerzos para desmantelar la política de "Australia Blanca", una de las razones por las que fue citada en un editorial en el Australian Jewish Democrat: "El reforzamiento de la Australia multicultural o diversa es también nuestra política más efectiva para estar seguros contra el anti-judaísmo. El día que Australia tenga un Gobernador General australiano de origen chino yo me sentiría más confiado en mi libertad para vivir como un judío australiano". Como Earl Raab escribiendo sobre Estados Unidos, este judío australiano está preparado para sacrificar la cultura tradicional, el pueblo y la identidad de Australia ante intereses específicamente judíos. No sería sorprendente si tal objetivo expresado abiertamente tuviera el efecto opuesto al deseado, e incrementara el sentimiento anti-judío.
Los Judíos y la Izquierda
Es bien sabido que los judíos han estado tradicionalmente asociados con la Izquierda, y el profesor MacDonald investiga esta conexión con algún detalle. Históricamente fue comprensible que los judíos deberían apoyar movimientos que fomentaran el derrocamiento del orden existente. Tras la emancipación, los judíos encontraron resistencia entre las élites gentiles que no querían perder terreno frente a los competidores, y los forasteros fácilmente se convirtieron en revolucionarios. Sin embargo, en opinión del profesor MacDonald, el compromiso judío con las causas izquierdistas a menudo ha estado motivado por la esperanza de que el comunismo, especialmente, sería una herramienta para combatir el anti-judaísmo, y por la expectativa de que las soluciones sociales universalistas serían todavía otra manera de disolver las lealtades de los gentiles que podrían excluír a los judíos. El atractivo de las ideologías universalistas está ligado a la comprensión implícita de que el particularismo judío quedará exento: "Al final, la aceptación de una ideología universalista por los no-judíos tendría como resultado el que éstos no percibirían a los judíos como en una categoría social diferente en absoluto, mientras que sin embargo los judíos serían capaces de mantener una fuerte identidad personal como judíos".
El profesor MacDonald sostiene que los judíos tenían motivos específicamente judíos para apoyar la revolución bolchevique. La Rusia zarista era conocida por su política anti-judía y durante sus primeros años la Unión Soviética pareció ser la tierra prometida para los judíos: terminó con el anti-judaísmo de Estado, intentó erradicar el cristianismo, abrió oportunidades para los individuos judíos, y predicó una sociedad "sin clases" en la cual la judeidad presumiblemente no atraería la atención negativa. Además, puesto que el marxismo enseñaba que todo conflicto era económico más bien que étnico, muchos judíos creyeron que anunciaba el fin del anti-judaísmo.
El profesor MacDonald enfatiza que aunque los comunistas judíos predicaban el ateísmo y la solidaridad de la clase trabajadora mundial, tomaron medidas para preservar una identidad judía definida y secular. Él refiere que Lenin mismo (quien tenía un abuelo judío) aprobó la continuación de una identidad explícitamente judía bajo el comunismo, y en 1946 el Partido Comunista de Estados Unidos votó una resolución que también apoyaba al pueblo judío en los países comunistas. Así, aunque el comunismo se suponía que carecía de fronteras o de religión, los judíos estaban confiados en que habría un sitio para su propia identidad grupal. Él escribe que a pesar del discurso oficial de que todos los hombres eran hermanos, "muy pocos judíos perdieron su identidad judía durante toda la Era soviética".
Los comunistas judíos algunas veces revelaron un notable particularismo. El profesor MacDonald cita a Charles Rappoport, el líder comunista francés: "El pueblo judío [es] el portador de todas las grandes ideas de unidad y comunidad humana en la Historia... La desaparición del pueblo judío significaría la muerte de la Humanidad, la transformación final del Hombre en una bestia salvaje". Esto parece atribuír a los judíos una posición elitista incompatible con la "unidad y comunidad humana".
El profesor MacDonald sostiene que muchos judíos comenzaron a distanciarse del comunismo sólo después de que Stalin se mostrara como anti-judío. Y tal como los judíos habían sido los revolucionarios líderes en la Rusia anti-judía pre-revolucionaria, los judíos se convirtieron en los disidentes líderes en una Unión Soviética anti-judía. Un patrón similar se puede encontrar en los gobiernos comunistas impuestos en Europa Oriental, que estuvieron mayoritariamente dominados por judíos. La mayoría de los líderes del Partido Comunista polaco, por ejemplo, hablaban mejor el yiddishque el polaco, y mantenían también una fuerte identidad judía. Después de la caída del comunismo, muchos dejaron de ser polacos y emigraron a Israel.
El profesor MacDonald escribe que en 1919 en el gobierno comunista de corta vida de Bela Kun en Hungría, el 95% de los líderes eran judíos, y que en el momento de la sublevación de 1956, el comunismo estaba tan cercanamente asociado con los judíos, que las revueltas casi habían tenido el sabor de un pogrom. MacDonald sostiene que en Estados Unidos también, el núcleo principal entre los comunistas y miembros de Students for a Democratic Society (SDS) era principalmente judío. Aquí, también, una visión del mundo revolucionaria, atea y universalista era completamente compatible con una fuerte identificación como judíos. El profesor MacDonald cita de un estudio de izquierdistas estadounidenses:
"Muchos comunistas, por ejemplo, afirman que ellos nunca podrían haberse casado con una esposa que no fuera izquierdista. Cuando se les preguntó a los judíos si podrían haberse casado con no-judías, muchos dudaron, sorprendidos con la pregunta, y la encontraron difícil de responder. Tras reflexionar, muchos concluyeron que siempre habían dado por hecho el matrimonio con alguien judío". Su compromiso como judíos era aún más fundamental e incuestionable que su compromiso con la Izquierda.
El profesor MacDonald da cuenta de que muchos judíos estadounidenses también abandonaron el comunismo cuando éste llegó a ser cada vez más anti-judío. Para muchos, la ruptura de relaciones diplomáticas de la Unión Soviética con Israel durante la guerra de 1967 fue la última gota. Un antiguo activista de SDS sin duda habló en representación de muchos cuando explicó: «Si yo debo elegir entre la causa judía y un SDS "progresista" anti-Israel, elegiré la causa judía. Si se levantasen barricadas, yo lucharé como judío». Según el profesor MacDonald, el neo-conservadurismo estadounidense también puede ser descrito como un cambio superficial en la política externa que deja inalterado el compromiso más fundamental con la identidad judía. Así, antiguos izquierdistas abandonaron una ideología que se había vuelto contra Israel y remozaron la apariencia del conservadurismo estadounidense como un movimiento diferente, siendo el único tema inalterable el del apoyo a Israel. Los neoconservadores también apoyan altos niveles de inmigración, y fueron activos en excluír la identificación racial Blanca de la derecha "respetable".