Hace más de diez años atrás, antes de la llegada de colombianos, un amigo levantó una fonda y le fui a ayudar. En ese entonces me di cuenta de las malas prácticas que se llevaban a cabo, seguro ahora acentuada por los monos colombianos, que son mucho más incivilizados que nosotros. Primero que nada, hablemos de la calidad de los insumos, de ese entonces:
La calidad de las materias primas con que se elaboran los alimentos, que en un principio son de las más baratas para comercio, ya que es prácticamente irreal que te vendan un anticucho de lomo o wagyu. Es decir, comerás solo anticuchos de carde dura machucada, con chorizos marca Til o peores. Esto se acentúa con los "vendedores" y mecheros que llegan con carne a mitad de precio, o incluso menos, carne con todas las bondades de la pérdida de la cadena de frío. Sintetizando, es fácil hacerse con carne "movida", de la cual se desconoce su procedencia, llega sola a las fondas. A fin de cuentas, aunque la comida sea de procedencia completamente legal, el comercio de ella hace imposible realizarla con insumos de calidad a un precio razonable.
Las instalaciones aunque reguladas, dejan mucho que desear. En ese tiempo había que hacer un hoyo de dos metros de profundidad para el desagüe, en el cual se echaban todos los restos de comida. El agua en ese entonces llegaba por tuberías de PVC, pero según recuerdo parece no era veinticuatro siete, y había que juntar. Usted comprenderá que el "lavadero de platos", constaba de un palangana que terminaba con el agua inmunda, en la cual igualmente se sumergían los vasos. Si uno miraba los vasos a contraluz, se veían igualmente aceitosos, pero en las tinieblas los curados ni chistaban. Ni hablar del vector de moscas que se generaba, que no eran realmente moscas, eran moscotes criados y de todos los platinados colores. Éstas de paraban en los pebres, salsas y asados que había que volver a recalentar en las arcanas artes del "choleo".
Para empezar, la gran mayoría de los trabajadores parrilleros y meseros de las fondas, trabaja tomando. Por lo cual usted comprenderá que al parrillero se le acrecienta la urgencia por ir al meadero, que entre recurrentes idas y venidas, la omisión por la higiene se le hace menester. Por lo tanto el asado viene con un toque parmesano.
Para finalizar, yo creo que todo eso se sigue haciendo, quizás pasado el primer día de fiscalización. Ahora súmele la llegada de la alegría y colores. Más aún en Haitiago, ricas fondas haitianas adobando todo con quesillo y caca.
seguir las enseñanzas de spidey 
Venecos culiaos que van a los supermercados a grabar videos de los estantes llenos y subirse al carro de la victoria del progreso chileno.
