en su momento me puse a pololear con una mina que venía saliendo de una relación tóxica y tenía a flor de piel todo el resentimiento hacia el "secso" masculino: yo, como buen bolas tristes, fui su paño lagrimero para caerle en gracia y, cuando ya estábamos emparejados, lo único que la mina decía era mierda de los hombres y que yo me la tenía que jugar para ver si algún día ella me podría querer (sin contar que ella comenzó a estudiar en la universidad y se pasó a caca en cifras astronómicas, viéndome como un ser inferior ante ella): como no hay mal que dure cien años ni antroniano que lo aguante, encontré una mejor pega y paga y comencé a tener otro mundo, esta mina comenzó a notar mi ausencia y su correspondiente fuga de energía al ver que ya no giraba en torno a ella, y su humildad apareció de repente y hasta confesándome de que me echaba de menos y sus compañeros la trataron de lesbiana por el hecho de haberles aburrido su discurso "mujeres buena-hombres malos", la cuestión es que insistía en invitarme a salir adonde fuera con ella, a lo que respondía siempre con evasivas ... hasta que un día la shuper feminishtah liberalsh me pide pololeo por teléfono (en vista de nunca le acepté una salida): si hubiera sido hace exactamente un año atrás de aquella fecha, hubiera saltado ahí mismo con una eyaculación precoz y un rotundo "sí", y en su lugar le dí un "sí" dubitativo, como para probar hasta dónde llegaba su sinceridad: en ese tiempo la chimbiroca mostró que había cambiado, pero el recuerdo de la primera parte no me animó a seguir