Marzo...mmm...un mes complicado para casi todos los chilenos por muchos motivos: pagos de patentes, matrículas, uniformes, las cuotas de los regalos comprados para Navidad, etc. Pero en este caso en particular....MI CUMPLEAÑOS Nº 30!!!!.
La verdad es que cuando tenía veinte añitos nunca, pero NUNCA imaginé este escenario para cuando llegara a mi tercera década. Pero creo que así es para muchas mujeres actualmente. Es la nueva epidemia....una situación que se expande como enfermedad infecciosa delante de nuestros ojos, pero encubierta entre las presiones que nos impone la sociedad
Cuantas veces no cometemos el error de mirar hacia al lado cuando nos detenemos a analizar nuestras vidas y nos comparamos con los pares, con todas esas amigas de 28 y 29 años que ya están casadas y esperando su primer hijo, mientras la más chica del grupo, el conchito de 25 años, ya está con su título bajo el brazo y trabajando en una exitosa empresa, y que decir de la que acaba de conocer al pololo hace 4 meses y ya tiene las flores y el banquetero para el matrimonio!!!!!!. Y uno piensa...”pucha oh!! Y yo cuando!”. Y ahí es cuando aparece la crisis de los treinta, lista para consumirnos, para devorar todas las ilusiones que hemos sembrado desde los 15 años o antes; cuando nos inundan los sueños de princesa y de castillos
Y nos damos cuenta que no estamos en el lugar que quisiéramos o que planeábamos en todos esos sueños románticos veinteañeros. ¿Qué hacer?. Cómo enfrentar a esos infaltables tíos que en cada reunión familiar se encargan de preguntar: y ¿estás pololeando?, ¿estás trabajando?, ¿tienes hijos?. ¿Será que sólo cumpliendo una de esas tres condiciones es que una mujer puede sentirse realmente mujer?. Porque mejor no preguntan ¿Eres feliz?, ¿estás bien?, ¿estás contenta?. Me niego a creer que todas las mujeres del mundo vean como clímax o punto culmine de su vida el casarse y tener hijos...en esta época menos que en ninguna otra.
Quizás llevamos tan incrustados las “costumbres” en nuestro ADN que desde dentro emergen las ideas que finalmente nos guían a los caminos del matrimonio, hijos y éxito laboral así tan eficientemente. Tal vez si nos permitiéramos explorar un poquito más en lo que realmente nos interesa...las cosas serían muy distintas.
Así que la invitación que les extiendo...desde ya mis casi treinta años de soltería...es a regalonearse más y a permitirse vivir para nosotras mismas y no para cumplir las expectativas que el resto del mundo ha decidido para una mujer de tres décadas
La verdad es que cuando tenía veinte añitos nunca, pero NUNCA imaginé este escenario para cuando llegara a mi tercera década. Pero creo que así es para muchas mujeres actualmente. Es la nueva epidemia....una situación que se expande como enfermedad infecciosa delante de nuestros ojos, pero encubierta entre las presiones que nos impone la sociedad
Cuantas veces no cometemos el error de mirar hacia al lado cuando nos detenemos a analizar nuestras vidas y nos comparamos con los pares, con todas esas amigas de 28 y 29 años que ya están casadas y esperando su primer hijo, mientras la más chica del grupo, el conchito de 25 años, ya está con su título bajo el brazo y trabajando en una exitosa empresa, y que decir de la que acaba de conocer al pololo hace 4 meses y ya tiene las flores y el banquetero para el matrimonio!!!!!!. Y uno piensa...”pucha oh!! Y yo cuando!”. Y ahí es cuando aparece la crisis de los treinta, lista para consumirnos, para devorar todas las ilusiones que hemos sembrado desde los 15 años o antes; cuando nos inundan los sueños de princesa y de castillos
Y nos damos cuenta que no estamos en el lugar que quisiéramos o que planeábamos en todos esos sueños románticos veinteañeros. ¿Qué hacer?. Cómo enfrentar a esos infaltables tíos que en cada reunión familiar se encargan de preguntar: y ¿estás pololeando?, ¿estás trabajando?, ¿tienes hijos?. ¿Será que sólo cumpliendo una de esas tres condiciones es que una mujer puede sentirse realmente mujer?. Porque mejor no preguntan ¿Eres feliz?, ¿estás bien?, ¿estás contenta?. Me niego a creer que todas las mujeres del mundo vean como clímax o punto culmine de su vida el casarse y tener hijos...en esta época menos que en ninguna otra.
Quizás llevamos tan incrustados las “costumbres” en nuestro ADN que desde dentro emergen las ideas que finalmente nos guían a los caminos del matrimonio, hijos y éxito laboral así tan eficientemente. Tal vez si nos permitiéramos explorar un poquito más en lo que realmente nos interesa...las cosas serían muy distintas.
Así que la invitación que les extiendo...desde ya mis casi treinta años de soltería...es a regalonearse más y a permitirse vivir para nosotras mismas y no para cumplir las expectativas que el resto del mundo ha decidido para una mujer de tres décadas