No le voy a recomendar nada, porque el privilegio de la libertad de escoger el camino del conocimiento en suyo y le recomendaría que se guiara por la intuición. De pronto escoger una obra por el título, la portada, o lo encontré por ahí, o se dio es mucho más simple y provechoso que hacerse caldo de cabeza por descubrir que obra contiene lo esencial del autor y que lo califica como grande pensador. Pero sí le puedo decir algo para ayudarlo a decidir.
Hay dos formas: una es la más inteligente, precavida y segura. Los autores que nombró no concibieron sus obras de la noche y la mañana, sino que hubo una planificación y una maduración de las sismas a través de sus vidas. Por eso el autor, si lee algo que hizo tempranamente en su vida y luego algo ya incluso póstumo, pueda incluso contener contradicciones lo que para alguien que no ve desde la perspectiva de movimiento, del tránsito de un estado a otro, de la evolución le puede resultar un lío concebir. Esto nos lleva, ineludible, a averiguar de la vida del autor. Por qué cambio esa idea, por qué dejo eso y no cambio por ello, por qué desecho esto o trabajo más aquello. Generalmente para dominar este asunto debemos leer sobre sus experiencias y vivencias, las de sus cercanos o de los que hicieron impacto en su desarrollo, intelectual, pasional, cívico, político, espiritual, su tiempo, su periodo histórico, su cultura, qué ideas habían, cuál era la de moda, dónde tenía la gente su mente, cual era el conflicto generacional. Como se dará cuenta, no se puede comprender un tiempo sin su tiempo precedente, ni tampoco bien un autor si no sabe a qué idea le discute o si son producto de inquietudes o de influencias o de ambas y otras más. Ya también es difícil individualizar obras, que si bien tenemos un autor reconocido por una labor, también es cierto que no era él sino muchos que pensaban similares, más bien una filosofía no es una persona sino son varias y una sobresale por alguna particularidad, un esfuerzo extra, la suerte, una originalidad pero siempre en un marco de algo que no era realmente nuevo. Esta forma requiere mucha lectura y vincular todo lo aprendido. Se asegura una gran compresión por el precio del esfuerzo.
La otra es más aventurera, ocasional, en donde se invierte esfuerzo pero no demasiado, le basta con las generalidad o lo angular, pero es más proclive errar en conclusiones como algo inherente a la falta de información o conocimiento o la falta de experticia al momento de relacionarlos. De de todas formas es más misteriosa y atractiva porque pese a no entender completamente, se cree haber captado la idea esencial, y es probable que así sea, pero hay una incapacidad para informarla y respaldarla.