Critica de Lost en "La Zona"
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La temporada final de LOST da rabia. Frustración. Da ganas de agarrarse a cabezazos contra el televisor ¿Tanto tiempo siguiendo LOST para este tipo de resoluciones? ¿Para pasar de la ciencia ficción, a explicaciones de corte religioso, a un vergonzoso “Deux ex Machina”?Qué decepción. Aún así, no puedo dejar de verla. Por cariño a los personajes que seguí sagradamente. Por curiosidad de ver como los guionistas salen de esta bolsa de gato, en la que convirtieron a lo que alguna vez fue la mejor serie de la década. Regalamos la segunda temporada entre quienes comenten.
Por Ignacio Molina
SI NO PODEMOS VIVIR JUNTOS, VAMOS A MORIR SOLOS
En un comienzo LOST se trataba de relaciones humanas. De los conflictos, las vivezas, la supervivencia y el convivir, de un entrañable grupo de personajes. Cada uno bien definido. Cada uno bien estructurado. El estafador, el torturador, el drogadicto, la fugitiva, el hombre de fe, el hombre de ciencia. Todos unidos por un accidente aéreo, que los arrojó en una misteriosa isla tropical en medio del Pacífico Sur.
El deambular de estos personajes dentro de la isla y fuera de ella -mediante flashbacks-, era lo que le daba sangre a la historia: a los Losties los conocíamos desde diversos ángulos, los veíamos desenvolverse en base a lo que habíamos aprendido de sus pasados. De sus karmas. De sus frustraciones y deseos.
Ese era el combustible de la serie, lo que nos regaló escenas memorables: Ben desafiando a Locke a matar a su padre, tal como él lo hizo, para así convertirse en el líder de Los Otros. Sawyer leyéndole la carta que ha guardado por toda una vida al Sawyer original, antes de ahorcarlo y darle muerte. Locke diciéndole a Jack: “¿Qué pasaría si todo lo que ocurrió aquí, ocurrió por una razón”. Jack diciéndole a Kate: “¡Tenemos que volveeer!”
¿Dónde están, en las últimas temporadas, esos grandes momentos? ¿Esas frases de bronce, esos colosales dilemas, esas interacciones que chorreaban sangre y karma por todos lados?
Simple: desaparecieron. Se esfumaron. Como Walt. Como Locke. Como cualquier de los personajes que los guionistas borronearon de la historia.
Y la consecuencia de tal desaguisado es que desde la quinta temporada, los personajes principales actúan como zombies, como dopados, como imbéciles. Resultan patéticos. Tristes. Pencas.
Jack, el líder indiscutido. El que todo podía arreglar, el que siempre decía “Todo saldrá bien”, el más odiado/querido por los fans, se quedó trapeando el piso en Villa Dharma. Y desde entonces no se le ha visto. O sea, está en la isla pero es casi como un extra. Como Frogurt, como Artz, como Rose y Bernard. Como Lapidus (¡Lapidus!). Como cualquiera de esos malos personajes que ahora abundan y molestan.
En defensa del Doc, los fans más acérrimos dicen que da lo mismo que Jack masculle un par de líneas por episodio, ya que volverá con todo para el cierre de la historia. Tonteras. A Jack lo mataron. Y no fue el Humo Negro o Charles Widmore. No. Lo mató Damon Lindelof y Carlton Cuse, los guionistas y productores de la serie.
Sí. Los creadores se cargaron al personaje principal. Vaya desastre.
Otros tristes ejemplos: Ben, el villano más letal de todos, dueño de un corazón tan frío que fue capaz de ver cómo asesinaban a su hija sin pestañear, ahora se encuentra -capítulo a capítulo- corriendo y juntando conchitas por la playa, mientras recibe órdenes de algún jefe de turno. Sin preguntarse nada. Sin esbozar ningún plan. Sumiso. Pacato. Bajando el moño. Y con esa vocecita mamona que le ha dado por poner cuando lo encaran. Muerto como personaje. Penando como un recuerdo. Irreconocible.
Lo mismo pasó con el rebelde Sawyer.El subversivo, el que nunca ha seguido a nadie, ahora sigue de la manito a un fantasmita: Smokey. Y lo hace sin cuestionarse la situación, mientras Sayid descansa, guata al aire, en un templo que más que templo parece SPA.
Vaya estúpida manera de cargarse a un gran personaje.
¿Y Locke? ¿Dónde quedó el más querido por los fans? Bueno, Locke, murió. Sí. Literalmente. Resulta que se trataba de un personaje tan complejo que los guionistas no encontraron nada mejor que matarlo, y así, de pasada, fusionarlo con otro cachito: el Humo Negro.
Es triste pero cierto: los personajes principales perdieron su esencia. Y con ellos se fue lo mejor de la serie, el combustible de cualquier relato, eso que convirtió a LOST en una adicción: las relaciones humanas y sus conflictos.
La interacción entre los personajes ya no existe. Ya no hay fuerzas opuestas, hombres de ciencia versus hombres de fe. Ya no hay grandes conflictos. Ya no hay nada de ese LOST original, que nos hacía desvelarnos mientras esperábamos el torrent.
Y no se trata de que se los guionistas han dado pie a la esperada redención, o de que los hicieran caer azotándolos contra la arena para luego elevarlos a los cielos. Se trata, simplemente de involución. De cargarse de la peor forma a un puñado de personajes que, como seguidores, hemos querido y odiado por años. Se trata de reírse en nuestras caras. Se trata de traicionarnos. ¿Cómo? ¿Por qué? A continuación, la autopsia del cadáver:
DEUX EX MACHINA: RESOLVIENDO LOS MISTERIOS DE LA ISLA
Antes me daba lo mismo que apareciera un oso polar, un barco, un templo, un OVNI, un iPado el Compadre Monchoen medio de la jungla; lo que me importaba –y hacía despacharme de una sentada temporadas completas de LOST- eran –como ya lo dije- las relaciones entre Jack, Locke, Sawyer, Kate, Ben, Sayid y Desmond: El cómo enfrentaban los nuevos dilemas que vivían, cómo le daban sentido a su estadía en la isla, cómo dejaban que su pasado no los condenara. Cómo, algunos, se tomaban el accidente como una nueva oportunidad.
Pero todo se fue a la basura cuando esas situaciones fueron remplazadas por un montón de misterios,mitos, maromas, que se enlazaron y resolvieron de forma estúpida. Tratándonos, por tanto, como estúpidos.
Ejemplos: en Ab Aeterno, uno de los episodios más esperados en la historia de LOST, Jacob le dice a Richard: “¿Quieres un trabajo?” Y con esa simple frase los guionistas nos dan la respuesta al por qué de la estadía en la isla, durante siglos, del personaje más misterioso de la serie. Terrible.
Otra: Richard diciéndole a Jacob “Nunca quiero morir. Quiero vivir para siempre”. Y listo, un poco de poderes mágicos y vamos sumando una solución a otro de los más grandes enigmas de LOST: por qué “Guyliner” nunca envejece.
Mira qué lindo, dos misterios develados en una misma escena de mierda.
Da rabia. Frustración. Dan ganas de agarrarse a cabezazos contra el televisor ¿Tanto tiempo siguiendo LOST para este tipo de resoluciones? Qué decepción.
¿Qué sigue? ¿Jack abriendo el mar, cual Moisés, y conduciendo a todos en un éxodo hacia Los Angeles? ¿Un episodio protagonizado por Vincent, el perro de Walt (¡Waaalt!) donde nos muestren desde su perspectiva, todo lo que no hemos visto y hemos esperado tanto por descubrir? ¿Que El Humo Negro/Anti Jacob resulte ser la encarnación del mal? (oh, wait: eso sí pasó).
Vaya uno a saber; en ésta isla del misterio cualquier cosa puede pasar. Lo que nos lleva al siguiente punto de cómo LOST se perdió: los “mindfucks” que de tan intrincados, olvidaron las explicaciones científicas, y se conformaron con convertir todo en una experiencia religiosa.
CÓMO LOS GUIONISTAS VIOLARON NUESTRAS MENTES
“Jump the shark” es la jerga que se ocupa cuando en una serie de televisión sucede un acontecimiento inesperado –giro monumental en el guión, muerte de los protagonistas, introducción de nuevos personajes que serán clave para el desenlace- y que produce que la calidad disminuya. LOST está lleno de “saltos de tiburón”, de groseros giros en el guión que los fans apodaron como “mindfucks”. Sucesos que violaron cabezas y desencajaron mandíbulas, dejando en claro de pasada que para Lindelof y Curse, todo vale a la hora de alargar la serie.
Esos mindfucks son los que han transformado a LOST en una serie aburridísima. Esos mismos misterios inverosímiles que hiceron de LOST un adictivo puzzle (Desmond viajando en el tiempo, Ben moviendo la isla, el falso Locke transformándose en Humo Negro, Jacob contándole a Richard que la isla es un tapón que impide que “la maldad” se derrame por el mundo, etc...), terminaron por engendrar explicaciones babosas.
Que antes era ciencia, que ahora es religión. Que el bien y el mal. Que dioses y magos del antiguo Egipto. Que la física cuántica de Stephen Hawkins. Que metamos hombres lobo como en Feroz. Que todo -en un principio- tendría una explicación lógica, pero ahora todo es ciencia ficción sin ciencia.
Los datos duros dicen que ABC obligó a los guionistas a esconder la ciencia ficción en las primeras temporadas, para así atrapar a un rango más variado de telespectadores. Sobre tales maromas Lindelof declaró: “Sí, LOST ha saltado el tiburón algo así como doce veces, más o menos. Y es una suerte para nosotros, los guionistas, pero una desgracia para la audiencia. Una desgracia absoluta. Hubo una época en que 23 millones de personas seguían LOST, pero ese tiempo ya pasó”.
Cierto. Por algo J. J. Abrams, uno de los creadores, decidió zafar durante la tercera temporada, cuando vislumbró que los guionistas estaban pegándose sendos patinazos: Introduciendo temáticas irresolubles y tramposas. Metiéndose en una bolsa de gatos.
LOST se parece mucho a una estafa, y está pasando colado. Es tanto el enredo, que ante la imposibilidad de darle una explicación científica, decidieron usar el comodín de la mitología religiosa que no necesita de la lógica. Una maldito deux ex machina.Vaya forma de jugar con la gilada. Vaya forma de pintar la cara. Debieron quedarse con la Time Loop Theory.
UN LOOPHOLE SE TRAGÓ A LOST
Cada vez que comentaba, en el comienzo de la quinta temporada, lo ridícula que se estaba volviendo LOST con todo eso de los saltos de la isla en el espacio-tiempo, alguien me decía que ni los creadores tenían en claro cómo iban a desarrollar el desenlace de la serie. Pero yo, pese a todo, los defendía.
Me decían que la dupla sapeaba las teorías de los seguidores en distintos foros y comunidades. Y que en base a eso iban modificando y descartando eventos: principalmente todo lo relacionado con la Iniciativa Dharma y la historia de Los Otros.
Lo más tragicómico del asunto es que miles de fans pasaron más de cinco años elaborando hipótesis y teorías –algunas notables, incluso mejores que las soluciones actuales- para luego darse cuenta, cuando llegaron las respuestas, que habían perdido el tiempo.
Quizás todo es culpa de uno de los rumores más sabrosos sobre LOST. El que dice que la Time Loop Theory, por lejos la teoría más completa que se encuentra en Internet, sería el guión original de la serie filtrado en la webs el 2007. Que ese evento habría provocado desastres en los archivos de Cuse y Lindelof, mandando todo el plot original al tacho de basura, obligándolos a escribir el desenlace casi de cero. Y que por eso terminaron modificando todo con alambritos, tijereteando y pegando a duras penas un puñado de eventos que en un comienzo tiraron harta pinta, pero que ahora, al final, parece que sólo fueron un puñado de engañifas narrativas. Una seguidilla de atrocidades argumentales.
Suena coherente. Suena como una justificación. Suena como un loophole.
Por todo esto, ya no tiene nada de transgresor plantear que la sexta temporada de LOST es la peor de todas. Y por ende, la serie se encuentra en un estado de coma que nos romperá el corazón.
Ahí están, por ejemplo, los flash sideways: ese aburrido nuevo instrumento narrativo que llegó para remplazar a los flashbacks, flashfowards y viajes en el tiempo, para mostrarnos las realidades alternativas (o paralelas) que los Losties tienen luego de detonar la bomba Jughead en el final de la quinta temporada.
Recordemos: mediante los flashbacks conocimos y comprendimos la forma de actuar de los Losties en la isla. Los flashfowards nos mostraron a los Oceanic 6 en un futuro al que, a medida avanzaban los episodios, queríamos llegar. Y los viajes en el tiempo sirvieron para resolver, y conocer, parte de la mitología del islote y sus anteriores habitantes.
Es decir: esos tres recursos narrrativos tenían un sentido, acorde a lo esbozado en la saga, complementando el puzzle en torno a los personajes y sus karmas. En cambio, los flash sideways no han aportado nada al desarrollo de la serie: son puro relleno. ¿A quién le interesan las realidades paralelas de Claire, Sun o Lapidus, cuando llevamos esperando por años, que de una puta vez rematen todo lo que han montando en el transcurso, de una manera épica y alucinante?
Y no olvidemos la falta de ritmo de la actual y última, temporada. La velocidad es rarísima. Existe una especie de desgano, de letargo, de somnolencia, que pinta de la peor forma: un final en donde nada cuajará y muchos misterios quedaran en el olvido. Condenados a ser resueltos mediante las teorías de los fans. Van diez capítulos y, hasta ahora, no ha pasado nada realmente importante. La cosa es que casi la mitad de lo temporada, o más, los protagonistas se han llevado mojando las patitas en la pileta del Templo-SPA o haciendo castillitos de arena en la playa.
Sucede que esta mierda, que actualmente estamos viendo, no es LOST. Es Heroes,Flashfoward, Jericho o cualquier de esas series mediocres.
¿Y qué se viene ahora? Lo más probable es que presenciemos una batalla épica entre seres alados contra seres con cuernos y patas de chivo. Todo con música de Vangelis de fondo. O, en el mejor de los casos, una lucha sanguinaria entre Jacob y Lapidus por el mando de la isla. Ya poco me interesa si Anti-Jacob es un alien, si Jack es Jesucristo, si Ben es Reptiliano, si están todos muertos, la isla es el infierno o si todo es un sueño de Hugo. Sucede que la credibilidad, coherencia y dramatismo de las serie ha desaparecido.
Entonces ¿para qué sigo viendo LOST? Simple: no puedo dejar de hacerlo. No puedo dejar de acordarme de los amigazos Charlie y Hurley compartiendo un momento de felicidad en medio de sendas desgracias, bajando una colina en una van de Dharma sin saber que luego, uno de ellos morirá. De recordar a Desmond pidiéndole ayuda a Penny, rompiendo las leyes del espacio-tiempo, o Jack picando cebolla mientras ve como Sawyer la hace bonita con Kate dentro de unas jaulas.
No puedo olvidar a Sawyer tirándose del helicóptero para salvar a los Oceanic 6 o Anthony Cooper, el padre de Locke, empujando a su hijo desde un edificio, luego que John lo va a encarar por primera vez.
Mascando la rabia con esta sexta temporada me acuerdo de Locke gritando “No me digas lo que no puedo hacer”, cuando le dicen que no puede ir a su Walkabout debido a ser un lisiado. De la melodía de Good Vibrationsque Charlie pulsó en un teléfono antes de morir. Me acuerdo, sobre todo, de que cuando compraba un pasaje en bus siempre pedía el asiento 23. Me acuerdo de cuando hacía ejercicio en la mañana, escuchando Make Your Own Kind Of Music. De cuando tenía de clave 4815162342 en el Messenger. De cuando faltaba a clases por esperar los subtítulos de Cabin Fever o The Shape of Things to Come. Me acuerdo de quedar con un “mindfuck” durante meses, luego de ver en directo, a capella y sin subtítulos, There's No Place Like Home.
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La temporada final de LOST da rabia. Frustración. Da ganas de agarrarse a cabezazos contra el televisor ¿Tanto tiempo siguiendo LOST para este tipo de resoluciones? ¿Para pasar de la ciencia ficción, a explicaciones de corte religioso, a un vergonzoso “Deux ex Machina”?Qué decepción. Aún así, no puedo dejar de verla. Por cariño a los personajes que seguí sagradamente. Por curiosidad de ver como los guionistas salen de esta bolsa de gato, en la que convirtieron a lo que alguna vez fue la mejor serie de la década. Regalamos la segunda temporada entre quienes comenten.
Por Ignacio Molina
SI NO PODEMOS VIVIR JUNTOS, VAMOS A MORIR SOLOS
En un comienzo LOST se trataba de relaciones humanas. De los conflictos, las vivezas, la supervivencia y el convivir, de un entrañable grupo de personajes. Cada uno bien definido. Cada uno bien estructurado. El estafador, el torturador, el drogadicto, la fugitiva, el hombre de fe, el hombre de ciencia. Todos unidos por un accidente aéreo, que los arrojó en una misteriosa isla tropical en medio del Pacífico Sur.
El deambular de estos personajes dentro de la isla y fuera de ella -mediante flashbacks-, era lo que le daba sangre a la historia: a los Losties los conocíamos desde diversos ángulos, los veíamos desenvolverse en base a lo que habíamos aprendido de sus pasados. De sus karmas. De sus frustraciones y deseos.
Ese era el combustible de la serie, lo que nos regaló escenas memorables: Ben desafiando a Locke a matar a su padre, tal como él lo hizo, para así convertirse en el líder de Los Otros. Sawyer leyéndole la carta que ha guardado por toda una vida al Sawyer original, antes de ahorcarlo y darle muerte. Locke diciéndole a Jack: “¿Qué pasaría si todo lo que ocurrió aquí, ocurrió por una razón”. Jack diciéndole a Kate: “¡Tenemos que volveeer!”
¿Dónde están, en las últimas temporadas, esos grandes momentos? ¿Esas frases de bronce, esos colosales dilemas, esas interacciones que chorreaban sangre y karma por todos lados?
Simple: desaparecieron. Se esfumaron. Como Walt. Como Locke. Como cualquier de los personajes que los guionistas borronearon de la historia.
Y la consecuencia de tal desaguisado es que desde la quinta temporada, los personajes principales actúan como zombies, como dopados, como imbéciles. Resultan patéticos. Tristes. Pencas.
Jack, el líder indiscutido. El que todo podía arreglar, el que siempre decía “Todo saldrá bien”, el más odiado/querido por los fans, se quedó trapeando el piso en Villa Dharma. Y desde entonces no se le ha visto. O sea, está en la isla pero es casi como un extra. Como Frogurt, como Artz, como Rose y Bernard. Como Lapidus (¡Lapidus!). Como cualquiera de esos malos personajes que ahora abundan y molestan.
En defensa del Doc, los fans más acérrimos dicen que da lo mismo que Jack masculle un par de líneas por episodio, ya que volverá con todo para el cierre de la historia. Tonteras. A Jack lo mataron. Y no fue el Humo Negro o Charles Widmore. No. Lo mató Damon Lindelof y Carlton Cuse, los guionistas y productores de la serie.
Sí. Los creadores se cargaron al personaje principal. Vaya desastre.
Otros tristes ejemplos: Ben, el villano más letal de todos, dueño de un corazón tan frío que fue capaz de ver cómo asesinaban a su hija sin pestañear, ahora se encuentra -capítulo a capítulo- corriendo y juntando conchitas por la playa, mientras recibe órdenes de algún jefe de turno. Sin preguntarse nada. Sin esbozar ningún plan. Sumiso. Pacato. Bajando el moño. Y con esa vocecita mamona que le ha dado por poner cuando lo encaran. Muerto como personaje. Penando como un recuerdo. Irreconocible.
Lo mismo pasó con el rebelde Sawyer.El subversivo, el que nunca ha seguido a nadie, ahora sigue de la manito a un fantasmita: Smokey. Y lo hace sin cuestionarse la situación, mientras Sayid descansa, guata al aire, en un templo que más que templo parece SPA.
Vaya estúpida manera de cargarse a un gran personaje.
¿Y Locke? ¿Dónde quedó el más querido por los fans? Bueno, Locke, murió. Sí. Literalmente. Resulta que se trataba de un personaje tan complejo que los guionistas no encontraron nada mejor que matarlo, y así, de pasada, fusionarlo con otro cachito: el Humo Negro.
Es triste pero cierto: los personajes principales perdieron su esencia. Y con ellos se fue lo mejor de la serie, el combustible de cualquier relato, eso que convirtió a LOST en una adicción: las relaciones humanas y sus conflictos.
La interacción entre los personajes ya no existe. Ya no hay fuerzas opuestas, hombres de ciencia versus hombres de fe. Ya no hay grandes conflictos. Ya no hay nada de ese LOST original, que nos hacía desvelarnos mientras esperábamos el torrent.
Y no se trata de que se los guionistas han dado pie a la esperada redención, o de que los hicieran caer azotándolos contra la arena para luego elevarlos a los cielos. Se trata, simplemente de involución. De cargarse de la peor forma a un puñado de personajes que, como seguidores, hemos querido y odiado por años. Se trata de reírse en nuestras caras. Se trata de traicionarnos. ¿Cómo? ¿Por qué? A continuación, la autopsia del cadáver:
DEUX EX MACHINA: RESOLVIENDO LOS MISTERIOS DE LA ISLA
Antes me daba lo mismo que apareciera un oso polar, un barco, un templo, un OVNI, un iPado el Compadre Monchoen medio de la jungla; lo que me importaba –y hacía despacharme de una sentada temporadas completas de LOST- eran –como ya lo dije- las relaciones entre Jack, Locke, Sawyer, Kate, Ben, Sayid y Desmond: El cómo enfrentaban los nuevos dilemas que vivían, cómo le daban sentido a su estadía en la isla, cómo dejaban que su pasado no los condenara. Cómo, algunos, se tomaban el accidente como una nueva oportunidad.
Pero todo se fue a la basura cuando esas situaciones fueron remplazadas por un montón de misterios,mitos, maromas, que se enlazaron y resolvieron de forma estúpida. Tratándonos, por tanto, como estúpidos.
Ejemplos: en Ab Aeterno, uno de los episodios más esperados en la historia de LOST, Jacob le dice a Richard: “¿Quieres un trabajo?” Y con esa simple frase los guionistas nos dan la respuesta al por qué de la estadía en la isla, durante siglos, del personaje más misterioso de la serie. Terrible.
Otra: Richard diciéndole a Jacob “Nunca quiero morir. Quiero vivir para siempre”. Y listo, un poco de poderes mágicos y vamos sumando una solución a otro de los más grandes enigmas de LOST: por qué “Guyliner” nunca envejece.
Mira qué lindo, dos misterios develados en una misma escena de mierda.
Da rabia. Frustración. Dan ganas de agarrarse a cabezazos contra el televisor ¿Tanto tiempo siguiendo LOST para este tipo de resoluciones? Qué decepción.
¿Qué sigue? ¿Jack abriendo el mar, cual Moisés, y conduciendo a todos en un éxodo hacia Los Angeles? ¿Un episodio protagonizado por Vincent, el perro de Walt (¡Waaalt!) donde nos muestren desde su perspectiva, todo lo que no hemos visto y hemos esperado tanto por descubrir? ¿Que El Humo Negro/Anti Jacob resulte ser la encarnación del mal? (oh, wait: eso sí pasó).
Vaya uno a saber; en ésta isla del misterio cualquier cosa puede pasar. Lo que nos lleva al siguiente punto de cómo LOST se perdió: los “mindfucks” que de tan intrincados, olvidaron las explicaciones científicas, y se conformaron con convertir todo en una experiencia religiosa.
CÓMO LOS GUIONISTAS VIOLARON NUESTRAS MENTES
“Jump the shark” es la jerga que se ocupa cuando en una serie de televisión sucede un acontecimiento inesperado –giro monumental en el guión, muerte de los protagonistas, introducción de nuevos personajes que serán clave para el desenlace- y que produce que la calidad disminuya. LOST está lleno de “saltos de tiburón”, de groseros giros en el guión que los fans apodaron como “mindfucks”. Sucesos que violaron cabezas y desencajaron mandíbulas, dejando en claro de pasada que para Lindelof y Curse, todo vale a la hora de alargar la serie.
Esos mindfucks son los que han transformado a LOST en una serie aburridísima. Esos mismos misterios inverosímiles que hiceron de LOST un adictivo puzzle (Desmond viajando en el tiempo, Ben moviendo la isla, el falso Locke transformándose en Humo Negro, Jacob contándole a Richard que la isla es un tapón que impide que “la maldad” se derrame por el mundo, etc...), terminaron por engendrar explicaciones babosas.
Que antes era ciencia, que ahora es religión. Que el bien y el mal. Que dioses y magos del antiguo Egipto. Que la física cuántica de Stephen Hawkins. Que metamos hombres lobo como en Feroz. Que todo -en un principio- tendría una explicación lógica, pero ahora todo es ciencia ficción sin ciencia.
Los datos duros dicen que ABC obligó a los guionistas a esconder la ciencia ficción en las primeras temporadas, para así atrapar a un rango más variado de telespectadores. Sobre tales maromas Lindelof declaró: “Sí, LOST ha saltado el tiburón algo así como doce veces, más o menos. Y es una suerte para nosotros, los guionistas, pero una desgracia para la audiencia. Una desgracia absoluta. Hubo una época en que 23 millones de personas seguían LOST, pero ese tiempo ya pasó”.
Cierto. Por algo J. J. Abrams, uno de los creadores, decidió zafar durante la tercera temporada, cuando vislumbró que los guionistas estaban pegándose sendos patinazos: Introduciendo temáticas irresolubles y tramposas. Metiéndose en una bolsa de gatos.
LOST se parece mucho a una estafa, y está pasando colado. Es tanto el enredo, que ante la imposibilidad de darle una explicación científica, decidieron usar el comodín de la mitología religiosa que no necesita de la lógica. Una maldito deux ex machina.Vaya forma de jugar con la gilada. Vaya forma de pintar la cara. Debieron quedarse con la Time Loop Theory.
UN LOOPHOLE SE TRAGÓ A LOST
Cada vez que comentaba, en el comienzo de la quinta temporada, lo ridícula que se estaba volviendo LOST con todo eso de los saltos de la isla en el espacio-tiempo, alguien me decía que ni los creadores tenían en claro cómo iban a desarrollar el desenlace de la serie. Pero yo, pese a todo, los defendía.
Me decían que la dupla sapeaba las teorías de los seguidores en distintos foros y comunidades. Y que en base a eso iban modificando y descartando eventos: principalmente todo lo relacionado con la Iniciativa Dharma y la historia de Los Otros.
Lo más tragicómico del asunto es que miles de fans pasaron más de cinco años elaborando hipótesis y teorías –algunas notables, incluso mejores que las soluciones actuales- para luego darse cuenta, cuando llegaron las respuestas, que habían perdido el tiempo.
Quizás todo es culpa de uno de los rumores más sabrosos sobre LOST. El que dice que la Time Loop Theory, por lejos la teoría más completa que se encuentra en Internet, sería el guión original de la serie filtrado en la webs el 2007. Que ese evento habría provocado desastres en los archivos de Cuse y Lindelof, mandando todo el plot original al tacho de basura, obligándolos a escribir el desenlace casi de cero. Y que por eso terminaron modificando todo con alambritos, tijereteando y pegando a duras penas un puñado de eventos que en un comienzo tiraron harta pinta, pero que ahora, al final, parece que sólo fueron un puñado de engañifas narrativas. Una seguidilla de atrocidades argumentales.
Suena coherente. Suena como una justificación. Suena como un loophole.
Por todo esto, ya no tiene nada de transgresor plantear que la sexta temporada de LOST es la peor de todas. Y por ende, la serie se encuentra en un estado de coma que nos romperá el corazón.
Ahí están, por ejemplo, los flash sideways: ese aburrido nuevo instrumento narrativo que llegó para remplazar a los flashbacks, flashfowards y viajes en el tiempo, para mostrarnos las realidades alternativas (o paralelas) que los Losties tienen luego de detonar la bomba Jughead en el final de la quinta temporada.
Recordemos: mediante los flashbacks conocimos y comprendimos la forma de actuar de los Losties en la isla. Los flashfowards nos mostraron a los Oceanic 6 en un futuro al que, a medida avanzaban los episodios, queríamos llegar. Y los viajes en el tiempo sirvieron para resolver, y conocer, parte de la mitología del islote y sus anteriores habitantes.
Es decir: esos tres recursos narrrativos tenían un sentido, acorde a lo esbozado en la saga, complementando el puzzle en torno a los personajes y sus karmas. En cambio, los flash sideways no han aportado nada al desarrollo de la serie: son puro relleno. ¿A quién le interesan las realidades paralelas de Claire, Sun o Lapidus, cuando llevamos esperando por años, que de una puta vez rematen todo lo que han montando en el transcurso, de una manera épica y alucinante?
Y no olvidemos la falta de ritmo de la actual y última, temporada. La velocidad es rarísima. Existe una especie de desgano, de letargo, de somnolencia, que pinta de la peor forma: un final en donde nada cuajará y muchos misterios quedaran en el olvido. Condenados a ser resueltos mediante las teorías de los fans. Van diez capítulos y, hasta ahora, no ha pasado nada realmente importante. La cosa es que casi la mitad de lo temporada, o más, los protagonistas se han llevado mojando las patitas en la pileta del Templo-SPA o haciendo castillitos de arena en la playa.
Sucede que esta mierda, que actualmente estamos viendo, no es LOST. Es Heroes,Flashfoward, Jericho o cualquier de esas series mediocres.
¿Y qué se viene ahora? Lo más probable es que presenciemos una batalla épica entre seres alados contra seres con cuernos y patas de chivo. Todo con música de Vangelis de fondo. O, en el mejor de los casos, una lucha sanguinaria entre Jacob y Lapidus por el mando de la isla. Ya poco me interesa si Anti-Jacob es un alien, si Jack es Jesucristo, si Ben es Reptiliano, si están todos muertos, la isla es el infierno o si todo es un sueño de Hugo. Sucede que la credibilidad, coherencia y dramatismo de las serie ha desaparecido.
Entonces ¿para qué sigo viendo LOST? Simple: no puedo dejar de hacerlo. No puedo dejar de acordarme de los amigazos Charlie y Hurley compartiendo un momento de felicidad en medio de sendas desgracias, bajando una colina en una van de Dharma sin saber que luego, uno de ellos morirá. De recordar a Desmond pidiéndole ayuda a Penny, rompiendo las leyes del espacio-tiempo, o Jack picando cebolla mientras ve como Sawyer la hace bonita con Kate dentro de unas jaulas.
No puedo olvidar a Sawyer tirándose del helicóptero para salvar a los Oceanic 6 o Anthony Cooper, el padre de Locke, empujando a su hijo desde un edificio, luego que John lo va a encarar por primera vez.
Mascando la rabia con esta sexta temporada me acuerdo de Locke gritando “No me digas lo que no puedo hacer”, cuando le dicen que no puede ir a su Walkabout debido a ser un lisiado. De la melodía de Good Vibrationsque Charlie pulsó en un teléfono antes de morir. Me acuerdo, sobre todo, de que cuando compraba un pasaje en bus siempre pedía el asiento 23. Me acuerdo de cuando hacía ejercicio en la mañana, escuchando Make Your Own Kind Of Music. De cuando tenía de clave 4815162342 en el Messenger. De cuando faltaba a clases por esperar los subtítulos de Cabin Fever o The Shape of Things to Come. Me acuerdo de quedar con un “mindfuck” durante meses, luego de ver en directo, a capella y sin subtítulos, There's No Place Like Home.
