La idea básica del constitucionalismo es limitar el poder obligando a sus detentadores a someterse a la constitución, a dictar leyes y actuar conforme a ella, sin salirse de ese margen. Por lo tanto, cuando el TC opera como legislador negativo respecto a normas inconstitucionales, está haciendo su pega, para lo que fue creado, que es pararle los carros a quienes no respeten la jerarquía de la carta fundamental. No es ser tercera cámara, es una función de control del poder, como tantas otras que existen.
Y obvio que el TC sea un órgano político, porque las constituciones son leyes de contenido altamente político, lo mismo sus integrantes, cosa que no resta mérito técnico. Maria Luisa Brahm es ministra del TC desde 2013, y fue nombrada presidenta en 2019, es decir, ya tenía experiencia. Ademas no es deseable que todos los integrantes sean constitucionalistas de academia, porque hay asuntos donde es valioso contar con perspectivas de gente especializada en otras áreas, como derecho económico, minero, en fin.