La alegría ya viene. Campañas del NO y AC
05 DE FEBRERO, 2014
No seamos ingenuos, pensar que se intenta persuadir a la ciudadanía, sobre todo en una campaña social y que de por medio no existe un sustento ideológico, es pensar que el fin de un spot comercial en televisión no tiene en el fondo fines económicos.
La campaña de 1988 para acabar con la dictadura fue evidentemente potente. Todos recordamos un pegajoso jingle y un iconizado logo en donde se nos convocaba a pensar en la alegría. La comunicación expuesta por los sectores que conformaban la oposición fue claramente superior a la vista por las filas gobernantes de aquel entonces. Pero hubo un quiebre entre expectativas y realidad a medida que fueron pasando los años, y no es de extrañar que dicha disonancia se produjese, si dejando de lado los clichés y añoranzas de aquella publicidad, su función fue netamente operativa.
Me viene inmediatamente a la mente el proceso que estamos viviendo hoy al hablar de una asamblea constituyente. Sobre todo en las expectativas que se han generado por los discursos de organizaciones como “marca tu voto”, quienes instauran la temática de la asamblea para crear una nueva constitución. He aquí la disyuntiva, similar a la campaña del NO. ¿Qué pasa con las expectativas de la ciudadanía? Es necesario entonces desglosar un poco lo sucedido en 1988 y por qué el éxito de la campaña llevada a cabo por el equipo comunicacional de la oposición.
Teníamos en juego dos discursos ideológicos muy claros y opuestos, o eso es lo que se nos daba a entender. Por un lado la continuidad del régimen militar, esta vez validado vía institucional y por otro, una oposición que hablaba de restablecer la participación ciudadana y la democracia. Pero ¿era esto realmente lo que se estaba tranzando en este plebiscito? creo que no. Pienso que estaban en juego las expectativas de la ciudadanía respecto a la construcción de un nuevo modelo de desarrollo del país, cambios reales y prácticos en su forma de vida. A cambio, sólo les trajimos una campaña que hablaba de la alegría por la alegría, con una falta sustancial de objetivos más allá de los operativos. Porque está claro que si decíamos “NO” a un régimen, es porque sabíamos exactamente lo que no queríamos, pero ¿sabíamos realmente lo qué queríamos?
Vuelvo a reiterar entonces que al pensar en aquella campaña para el plebiscito sólo estaba en juego el hecho de ganarlo, era bastante limitado. Por lo menos pienso que no fue esta la idea que reinó en los adherentes a la semiótica del arcoíris. Dicha campaña transmitía esperanza, transformaciones profundas, cambios concretos, mayor participación y mayor democracia. Pero pareciese que el objetivo finalmente sólo fue ganar. ¿Es este el mismo objetivo que se tiene hoy con la asamblea constituyente? Pienso sinceramente que no debiese ser así, la asamblea es un instrumento, la constitución una herramienta. Y el fin, es el tipo de país que queremos.
Acá entonces entra el rol de los comunicadores dentro de las organizaciones pro asamablea constituyente, entender que el “reason why” es realizar una constitución realmente democrática y no que se realice por realizarse y qué realmente está en juego de por medio. Sustentar el rol ideológico de quien emite el discurso, sincerarse. Obviamente el proceso comunicativo para AC que se ha levantado tiene una base ideológica primordialmente de izquierda. Y no hablo de la izquierda Chavista ni el proceso constituyente del Ecuador, sabemos que las particularidades del país hacen que sea totalmente distinto, pero sí es necesario comunicar que la asamblea nace de una necesidad ideológica y que tiene como fin último constituir un país justo y democrático (en la práctica y no sólo en la teoría).
No seamos ingenuos, pensar que se intenta persuadir a la ciudadanía, sobre todo en una campaña social y que de por medio no existe un sustento ideológico, es pensar que el fin de un spot comercial en televisión no tiene en el fondo fines económicos.
Para concluir, creo que si los sectores que apoyan la asamblea piensan en su mayoría en tópicos como establecer el concepto de lo público, disminuir la abismante desigualdad económica del país, apropiarse de los recursos naturales y garantizar derechos humanos (salud, educación, sexualidad, trabajo, seguridad). ¿No resulta evidente que en el fondo sí existe un objetivo mucho mayor que la asamblea como mero mecanismo? Espero sinceramente que así sea y si no es así, que se trasparente. No vaya a ser que terminemos levantando un concepto comunicacional tan potente como el NO, para terminar con un vacío gigante de contenido que nos lleve otro amplio período de silencio ciudadano.
CONTENIDO ENVIADO POR
César Camilo Leiva Rubio
Licenciado en comunicación publicitaria, soy parte del equipo de comunicaciones de izquierda ciudadana y actualmente trabajo en comunicación estratégica para Birdie.
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