Roxana Miranda: “Cuando veo una injusticia me duele la guata”

Por astucia no se queda. En una de las tantas funas que le hizo a la ex Presidenta Michelle Bachelet, hoy su competidora, el megáfono que utilizó para emplazarla lo envolvió en un chal y lo hizo pasar por una guagua. Los carabineros sólo la descubrieron después de que vociferara sus demandas.

Y es que todos reconocen en esta mujer de 46 años, separada, cuatro hijos, fuerza para sobrellevar la adversidad y una tenacidad que hoy la tiene instalada en la papeleta de candidatos presidenciales que se medirán en las urnas el próximo 17 de noviembre.

Roxana Miranda le gusta autodenominarse la candidata de los nadie. Su comando, si es que se le puede llamar así, ocupa las instalaciones de un sindicato que también acoge a Andha, la coordinadora de deudores habitacionales que la hizo famosa.

En un muro de esa sede, donde hacen clases de historia sindical, está el listado de las 40 medidas del gobierno de la UP, pero Roxana las mira y dice: “yo la hago cortita, sólo tres, nueva Constitución, recuperación de los recursos estratégicos y redistribución”.

No es de las fundadoras de Andha, llegó el 2005, uno año después, y si bien en el camino a algunos los condonaron y otros repactaron, ella se mantiene firme en su lucha y acaba de recibir una carta de aviso de remate, pese a que nadie le informó que su caso había sido desarchivado.

Cuenta que no tiene recursos para hacer giras, ni siquiera en bus, por lo que su única voz serán los representantes de Andha y el Partido Igualdad, que le permitieron inscribirse en el Servel.

Hija de costurera, siguió los pasos de su madre para sostener a su familia. Nacida en San Bernardo, su padre murió cuando ella tenía 6 años y ese mismo mes murieron sus dos abuelos maternos. Desde entonces, sólo conoce apreturas.

-Tu vida ha estado marcada por pérdidas, ¿eso te forjó el carácter?
“La muerte de mi padre fue un desbarajuste; mi madre quedó viuda con cuatro hijos en plena dictadura, pero es lo que me ha tocado vivir. Sé que esto me ha forjado el carácter; tuve que aprender de chica a llevar una carretilla y subirme al techo si se llovía, pero eso es lo que le pasa a cualquier persona”.

-¿Y sientes rebeldía frente a eso?
“No, más bien agradecimiento. Si no me hubiera pasado todo lo que me pasó, a lo mejor sería una individualista más como tantos que hay en Chile y que no tienen ni sensibilidad por el otro. Agradezco la vida que me tocó porque es la que me permite estar hoy bien parada y con conciencia de clase y un gran amor por mi país”.

-¿Pareciera que eres una persona que no conoce el miedo o sí?
“Sí, lo conozco. Son demasiadas las situaciones que te provocan temor como ahora, a perder a mi casa. Ahora, ¿miedo a la muerte por luchar? No, siempre he dicho que estoy dispuesta a entregar la vida, si es necesario, por este proyecto. Sé que esto no lo voy a disfrutar, ni tampoco mis hijos, sino los que vienen”.

-Has dicho que eras bien contestataria cuando chica, ¿por qué, no te gustan las normas? ¿Eres anarquista, alguien que va contra el sistema?“Es que cuando el sistema es injusto hay que hacer algo, no quedarte como que nada pasa. Cuando veo una injusticia a mí no me duele el corazón, me duele el estómago. Y eso me hace reaccionar y no mido riesgos”.

-¿Ser mujer ha sido una ventaja? Te lo pregunto porque en las luchas de Andha los hombres no han estado muy presentes.“Si están, llevan la escalera (se ríe). Es verdad que nuestro movimiento está encabezado por mujeres, pero si iban nuestros maridos perdían sus pegas cada vez que caíamos detenidos.
“Ahora, igual les hacemos una crítica, porque al principio cuando las mujeres iban a las asambleas, al regresar a sus casas, los maridos las gritaban. Hicimos el ejercicio de decirles que si tenían para pagar el dividendo nosotras no hueveábamos más, pero como no tenían, debíamos seguir porque el drama no era del titular del crédito, sino de toda la familia”.

Roxana devela aquí que muchas de las dirigentas sufrieron violencia intrafamiliar porque los hombres no querían que estuvieran en las protestas e incluso nos las dejaban salir de sus casas, por lo que se arrancaban saltando las rejas.

-A tus 46 años, ¿cuál es el dolor más grande que has sufrido?
“La pérdida de mi madre. Mi mamá se pasó las Navidades y Años Nuevo cosiendo y entregando vestidos y lo único que recuerdo de esos momentos eran los golpeteos en la puerta cuando iban a buscar un pedido. Su apoyo fue fundamental, nos corrigió, nos mandó a la escuela hasta sin comer porque teníamos que cumplir y eso la hizo un pilar fundamental en mi vida”.

-Debe haber sido contradictorio ese momento, porque ella murió justo cuando nacieron tus mellizas.
“Sí, hace 17 años. Fue un proceso muy duro, porque cuando le diagnosticaron cáncer de mama le dieron sólo dos años de vida y yo había recién tenido a mi primer hijo. Corría al hospital a verla porque estuvo prostrada por dolores insoportables y cuando regresé a la casa después del parto, ella ya estaba en coma. Sólo atiné a ponerle mis dos pollitos en cada mejilla y a pesar de que me no me hablaba, sé que se despidió con sus lágrimas”.

-Si ese ha sido el dolor más grande de tu vida, ¿cuál ha sido la injusticia más grande?
“Cuando mi mamá quedó viuda le correspondían las cargas familiares, pero la estafaron y nosotros no recibimos pensión de orfandad. Mi papá fue obrero municipal muchos años y nunca le pagaron a ella lo que le correspondió por sus años de servicio”.

-¿Esa injusticia fue mayor que estar en proceso de remate?
“Sí, porque eso fue lo que me transformó con los años en una luchadora social por las causas perdidas, ahí sentí, por primera vez, el dolor de guata que motiva”.

-¿Qué te emociona hoy? “Recordar esas cosas y todo lo que hemos logrado ahora. Haber parado este movimiento nacional, haberle ganado a tres Presidentes. Me emociona con alegría que viejas comunes y corrientes, sin preparación, hayamos hecho este partido”.

-Eres una líder, ¿qué piensas del liderazgo de Bachelet y Matthei?
“Es que ellas no son líderes, son mercaderes. Me ofendes cuando nos igualas. Y si son líderes para una parte de esta sociedad, yo les agrego un apellido, líderes macabras. Ellas son comodines perfectos para el empresariado, para la nueva pillería; no tienen escrúpulos”.

-¿Y el liderazgo de Camila Vallejos? “Me da pena, yo creo en el valor de la palabra; lo que decían los viejos era ley. Y hoy ves que hay autoridades o esta niña que lo que dicen lo borran con el codo”.

-Te defines como una nadie, pero llegaste lejos.
“Es que cuando hablo de nadie no es que no tengamos metas en la vida, ni que no las logremos. Me refiero a que somos el pueblo, a que no somos nadie para las autoridades”.