Diría que la evolución de Meruem es una alegoría de nuestra propia evolución como seres humanos, desde seres primitivos y bestiales a seres primitivos y bestiales que están lentamente aprendiendo a través la experiencia y el error a ser mejores moralmente con sus semejantes, algo que escapa a lo animal. En el fondo tenemos el mismo conflicto: nuestra parte animal y nuestra parte que la trasciende (espiritual) Estos animales quimeras aprendieron lentamente, sin darse cuenta, a ser más humanos, y lo humano aquí no representa lo potencialmente malo que podemos ser, sino lo mejor, los más altos y nobles valores a los que podemos aspirar. Meruem tuvo contacto con este lado humano, su lado más glorioso y el que los grandes y buenos hombres han compartido, comparten y compartirán, y obviamente, como rey, le correspondía estar en el carro de lo mejor. El honor, la dignidad, el respeto, la resolución, la voluntad, la valentía, ¿quién no querría?