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Diez lugares que debería visitar un buen aficionado a la Fórmula 1 (al que no le falte el dinero)



1. Monza

Monza es un sitio mágico. Hace magia. De verdad. El que llega allí sin gustarle las carreras, se vuelve adicto compulsivo, y el lugar le inocula un veneno que le transforma para siempre. No se sabe muy bien si es algo en el aire, en las plantas o el agua, pero ocurre de manera inevitable. Il Autodromo va para centenario porque se construyó en 1922, y aunque desde entonces ha cambiado su fisonomía, quedan vestigios de su historia. El más evidente es «el peralte», un vestigio de cuando la vida de los pilotos no tenía mucho más valor que una pieza cualquiera del coche. Inicialmente el trazado era como un donut gigantesco cuyas dos únicas curvas estaban separadas por dos largas rectas paralelas. Estas curvas tenían un altísimo peralte por el que los coches pasaban a toda velocidad desafiando la ley de la gravedad con una única pega: el que perdía el control de su bólido necesitaría alas o un paracaídas, porque salía volando. Ante la continua sangría de participantes se dejó de usar en 1969, pero si vas a Monza, no puedes volver sin tu foto paseando por él; los coches no pueden pasar pero si vas a pie, sí que podrás. La pista está dentro de los jardines vallados más grandes del mundo, pertenecientes a los jardines de la Villa Reale, palacete que mandó construir María Teresa de Austria en 1777. Dentro del «jardincito» hay un campo de golf, un hipódromo, y la Catedral de la Velocidad, Il Autodromo. Este parque es público y como es de libre acceso al visitante, cuando hay carreras, mientras corres de curva a curva —si eres fotógrafo acreditado—, en lugar de cruzarte con ingenieros o mecánicos te topas con familias, chicas paseando a perritos o gente en bicicleta. Lo que está vallado es la visión de la pista, tanto por fuera como por dentro de ella. El Gran Premio de Italia es un clásico en el calendario de festejos local y la norma no escrita ordena saltar la tapia la noche antes para dormir dentro sin pasar por taquilla. La gente cumple con la tradición muy a pesar de los responsables de la seguridad que poco o nada pueden hacer. En el año 1999 calcularon que de ciento ochenta mil personas presentes en la prueba, una de cada tres se les había colado. Por la noche, los gorrones montan barbacoas, duermen en tiendas de campaña o tirados por el suelo y se despiertan con el ruido de los motores. ¿Habrá una manera mejor de despertarse para un aficionado a las carreras que con el bramido de un F1? Pues pasan a escasos metros si te colocas bien.

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2. El hotel Fossati

El albergo Fossati es un clásico entre pilotos y equipos. Situado en la población de Canonica, a unos diez minutos en coche del circuito de Monza y a escasos 500 metros de Villa San Martino, el picadero oficial de Silvio Berlusconi. Se trata de un hotel discreto (el Fossati, no lo del político) con aire decadente, y detalles ornamentales que parecen estar allí desde que se construyó a finales de los años sesenta. Su forma cilíndrica lo hace especialmente singular; ascensor y escalera te llevan a cada planta donde las puertas de las habitaciones triangulares, al modo de porciones de un queso El Caserío, dan a un distribuidor central. Su mobiliario, grifería, lámparas y teléfonos parecen estar allí desde el primer día. Pero el verdadero encanto reside en la planta baja, donde el comedor comparte espacio con la sala de televisión y recepción. Cientos de fotografías dedicadas al establecimiento, cascos de pilotos que por allí han pasado, trofeos cedidos, o el ascensor, completamente tapizado de adhesivos de escuderías y patrocinadores hacen del lugar un museo de la velocidad de los últimos cincuenta años que los propios pilotos alimentan con recuerdos. Astros del fútbol, del motociclismo y del golf también comparten espacio en este verdadero museo viviente. Atendido por la familia Fossati desde sus inicios, no cumple con los altos estándares de calidad a los que están acostumbrados en la Fórmula 1, pero ello no parece importar especialmente a los pilotos, que acuden al establecimiento transalpino con tal de convivir en este pedazo de historia. Para su comodidad se construyó al lado un helipuerto que apenas se usa. Es una verdadera suerte coincidir con el siempre ocupado Vittorio, hijo del propietario, y que te cuente la historia de cómo muchas fotografías y recuerdos llegaron hasta allí.

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3. Mónaco

Hay quien dice que el último coche que ruede sobre la tierra será un coche de carreras. De ser así, sus últimos metros los recorrerá en Mónaco. Truco publicitario de principios del siglo XX para atraer turismo al Principado, alberga una prueba peligrosa, acarrerística, sin apenas adelantamientos, cara, y que va en contra de la lógica en casi todos los aspectos que se quiera analizar, pero maravillosamente única. Y no solo por el plano deportivo, sino también por el crematístico: se dice que dos de cada tres contratos de patrocinio en la F1 se firman allí. Si no tienes un barco como el Blue Force de Flavio Briatore, o el Indian Empress de Vijay Mallya, amo del equipo Force India, siempre puedes irte a alguno de los muchos hoteles que hay en Montecarlo. Te los alquilan para un mínimo de cinco días, incluido el domingo; «Es que nos vamos el domingo por la mañana, señor recepcionista» dices, tímidamente. «Pues tendrán que pagar también esa noche, son normas de la casa». Si quieres ver las carreras desde tu habitación, píllate el Fairmont o el Hermitage, pero vete preparando del orden de los seis o siete mil euros. En Niza cuesta diez veces menos pero tendrás que ver los coches por la tele. Si lo que quieres es verlo aún desde más cerca, habla con los del restaurante La Rascasse. A cambio de unos tres mil te ponen de comer en la curva anterior a la recta de meta, pero si quieres brindar con champán Mumm, como si hubieras ganado, te lo tendrás que pagar aparte. Probablemente te cueste más barato inscribirte y ganar la carrera.

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4. Restaurante Montana

No hay piloto de Ferrari que no tenga su foto colgada en el mítico restaurante Montana, el más cercano a la factoría de Ferrari en Fiorano, y comedor no oficial de la Scuderia. El establecimiento abrió sus puertas el dos de abril de 1967 pero empezó a hacerse popular a partir de mediados de los ochenta, cuando Gilles Villeneuve empezó a pernoctar allí cuando acudía a la factoría, justo enfrente. Desde entonces la mamma Rosella pone de comer una pasta excelente a cualquiera que entre vestido de rojo. Cascos, monos, guantes, escapes, alerones, botellas de champán procedentes de pódiums, frenos, ruedas y cientos de fotografías firmadas por décadas de pilotos se pueden ver en el Montana, un lugar donde parece que se va más a ver que a zampar. Puedes bajar la comida si te pega un empacho de macarrones dándote una vuelta por Maranello. Si tu paseo coincide con el cambio de turno en la factoría, puedes ser testigo de una escena alucinante: tipos vestidos de rojo de los pies a la cabeza, como si fueran miembros de la Scuderia, pasearán a tu alrededor. Son trabajadores de la fábrica. Todo el pueblo vive gracias los deportivos encarnados. Cada vez que Ferrari gana un título, las campanas de la parroquia de San Biagio repican a gloria.

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5. Woking

Solo un equipo tan pijo y estiloso como McLaren podía tener una sede como el MTC (McLaren Technology Center) en Woking. Diseñado por sir Norman Foster, encargado por Ron Dennis, inaugurado por la reina de Inglaterra y del que salen monoplazas cromados que rivalizan en tecnología con los cohetes de la Nasa. Con miras a un futuro que parecen conocer acaban de comprar tierras alrededor con la idea de desarrollar una industria tecnológica que parte de la F1 y que tiene utilidad en la vida del resto de los mortales. ¿Lo chungo? Se dice que las primeras veces que arrancaron el túnel de viento, el consumo de energía era tan alto que dejaron a oscuras a varios pueblos de los alrededores. McLaren organiza visitas a las partes que se pueden ver de las instalaciones. A las que no se pueden ver… pues no, pero que no te creas que serías el único. Como hay ciertas piezas comunes en todos los monoplazas de F1 de las que McLaren Electronic Systems es proveedor exclusivo, sus jefes tienen que pedirse a sí mismos permisos por escrito para acceder a ciertas zonas del edificio del que incluso tienen las llaves; gente seria, evidentemente. Dentro del edificio la sensación es como darse un garbeo por los pasillos de Star Trek. Luces blancas, paredes de cristal, y ni un solo elemento decorativo, tan solo el morro de algún modelo antiguo pegado en alguna pared gris. Un lugar frío aunque fascinante en el que se podría comer directamente del suelo de puro limpio.

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6. Fiorano

Si uno vive en un piso, su patio de recreo suele ser una terraza a la que con suerte le da el sol. Si tiene un chalet, lo normal es que se tenga a mano algo de césped. Pero si eres un equipo de Fórmula 1, lo ideal es tener pista de carreras en tu patio, y lo que le ocurre a Ferrari es que la tiene, y es el único. Fiorano ya no alberga la frenética actividad de cuando las pruebas de monoplazas eran libres, y los mecánicos rojos tan solo tenían que empujar sus monoplazas fuera de la factoría para probar sus evoluciones. A pesar de que ver rodar un F1 es casi una rareza, el lugar es tan mítico que la Scuderia no solo invita a circular por él a sus clientes vip con sus propios coches, o con tipos como Fernando Alonso como taxista, sino que además tienen un autobús con el que puedes darte un garbeo por el trazado. Eh… no sueñes, lo conducirá otro, tú no. Paso obligado por la tienda, la primera de un reino dentro del imperio rojo, con años en los que ha facturado cerca de seiscientos millones de euros a base de gorritas y camisetas… bueno, y piezas originales de coches de carreras, ropa de lujo, y los objetos más raros que puedas echarte a la cara y que sean susceptibles de llevar un caballo serigrafiado. Lo más barato: unos tapones de goma amarillos para los oídos a razón de un euro el par. Por lo más caro es mejor que ni preguntes.

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7. Suzuka

El sushigepé no es solo mítico por el increíble diseño de su trazado que pasa por debajo de sí mismo a través de un túnel, porque no haya sido diseñado por el malquerido Herman Tilke o porque sea la pista de pruebas del gigante Honda, sino por su atmósfera. Dentro de cada japonés vive un fanático del deporte y por eso su carrera se celebra como si el mundo se acabase al lunes siguiente. Se disfrazan de coches, de latas de Red Bull, de Tranformers, de Godzillas con los colores de un coche o de samuráis con la librea de su equipo favorito… pero lo hacen todos. Es un poco como los carnavales de Cádiz de la velocidad, donde la gente te putea por la calle como no lleves puesto algún elemento carnavalero. Son fans profesionales, de otro planeta y esperan esta cita con calendarios regresivos, igual que en Nochevieja. Lástima que casi ninguno hable inglés, porque irse de copas con ellos tras la carrera tendría que ser de traca. Al igual que en el fútbol, los japos no suelen ser de un equipo, sino de un piloto y se visten como él, se compran su ropa e imitan sus peinados. A las chicas les dan soponcios al verles como a las fans de Justin Bieber. Todo es maravilloso y colorista, pero muy raro. Bueno… es que es japonés.

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8. Donington Park

A pesar de que a tiro de piedra esté el idílico bosque de Sherwood donde Robin Hood despachaba su justicia, el triángulo formado por la pista de carreras de Donington Park, el aeropuerto de East Midlands y la cantera de Cloud Wood desanimarían a la inmobiliaria más sedienta de suelo edificable. El Circuito con mayúsculas de Inglaterra es el vecino Silverstone, a poco más de cien kilómetros, pero el de Donington todavía conserva el sabor añejo y hogareño que los británicos saben dar a lo vetusto Made in England. Con origen en un aeródromo militar de las Segunda Guerra Mundial, su torre de control sirvió más tarde para fiscalizar las carreras que allí se disputaban. Ahora es un encantador pub de los de moqueta floreada y chimenea, donde pilotos y mecánicos trasiegan cerveza al finalizar cada jornada. De otro planeta es su museo. Por diez libras puedes ver la colección de coches de carreras más grande del mundo, con más de ciento treinta piezas de todas las épocas. Cuenta con coches que pertenecieron a Nuvolari, Mansell, Prost, Stewart, Coulthard, Senna o Fangio, entre otros. La puerta la vigilan dos estatuas de tamaño —casi— natural de estos dos últimos. Ah, ¿quieres casarte en el circuito? Pues es posible, ellos te lo organizan. Si vas, no te vuelvas sin una foto al lado del Spitfire que hay frente a «la Bajada», y que fue el avión con el que luchó en la batalla de Inglaterra el que fuera propietario del trazado. Hizo fortuna tras la contienda y se lo compró a la RAF. Cosas de ser rico.

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9. Sede de la FIA París

Cuando uno, turista curiosón, se planta en la ciudad egipcia de Luxor, se sorprende por el calibre de su obelisco, pero más aún del hueco dejado por el que ejercía de pareja. ¿Dónde está? Pues justo en la puerta de las oficinas de la Fédération Internationale de l’Automobile, que tiene sede en la plaza de la Concordia de París. Eso es lo que ve cada mañana Jean Todt, presidente de la entidad que rige los destinos del automovilismo mundial. El edificio tiene cierto aire a embajada de país pequeño, y a todas luces resulta insuficiente en cuestiones de espacio para las funciones que atiende. El lugar que ocupa es uno de los mejores de París, y esto quiere decir de todo el mundo, por eso sigue allí. Si sus responsables se estresan, tan solo tienen que darle la vuelta a la manzana y podrán tomarse una copa en el afamado establecimiento chill out Hotel Costes. Un DJ les rebajará los humos tras una trifulca deportiva. La música amansa a las fieras federativas.

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10. La tumba de Senna

El uno de mayo de 1994 fue el día más triste de todos los que conforman los más de sesenta años que tiene la Fórmula 1. Ayrton Senna se encontró con la muerte en la curva de Tamburello y la estrella se convirtió en mito. A día de hoy vende casi tantas camisetas en Japón como lo hizo en vida. El de São Paulo era, más que un piloto, una deidad corpórea para sus seguidores. Cuando corría en Brasil y su coche le dejaba varado, la grada se quedaba vacía sin el más mínimo interés por el resto de la carrera, y eso que la «torcida» es la afición más entusiasta y ruidosa de todas. No en vano los pilotos afirman que uno de los pocos sitios donde oyen el griterío dentro de sus cascos, ahogando el rugido de sus motores, es… en Brasil.

El cadáver de Senna fue recibido en su tierra a los pocos días de su muerte y se dio tratamiento a sus exequias de funeral de Estado. El país entero se congeló inundado en lágrimas y las televisiones retransmitieron en directo el cortejo fúnebre, al que se dice acudieron dos millones de personas. Cuando en medio de una rueda de prensa le dijeron a Michael Schumacher que había alcanzado los registros del brasileño, le recordó y se echó a llorar. Pasó la palabra a Mika Hakkinen ¡que hizo lo mismo! Nadie le puede olvidar.

Senna decía que hablaba con Dios antes de salir a pista; ahora se le reza a él. Está enterrado en el cementerio de Morumbi, lugar de peregrinación para aficionados de todo el planeta, que comprueban que cada día alguien le pone flores frescas. Si vas, lleva las tuyas. Te lo agradeceremos todos.
 
Los 13 diseños más extravagantes de la Fórmula 1
A lo largo de la historia de la competición reina del automovilismo, los diseñadores se han estrujado las neuronas buscando algún modo de arañar centésimas al crono. En muchas ocasiones sus ingenios dieron buenos frutos, en otras muchas ocasiones no, y en algunas otras se convirtieron en el hazmerreír del paddock. He aquí 13 ejemplos de esta última categoría en orden cronológico:

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1968, Brabham BT23C, el protoavión



Aunque parezca uno de los prototipos de avioneta diseñados por los hermanos Wright a finales del siglo XIX, en realidad es un Fórmula 1. En 1968 aparecieron los primeros alerones en Fórmula 1 y, aunque se conocía que mejoraban el rendimiento, como se puede comprobar aún faltaban muchos años de ensayo y error para convertirlos en la delicada pieza de ingeniería que son a fecha de hoy. Lo bueno de este diseño es que, si no funcionaba como pieza aerodinámica, luego podía reaprovecharse como estantería.

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1969, Brabham BT26, sigue buscando



Cuando el alerón anterior ya estaba donde le correspondía (en el salón de alguien), siguieron puliendo el diseño de los alerones, cada vez acercándose más a su destino pero, como se puede apreciar, aún muy lejos. La aerodinámica no era el peor de los problemas de Brabham en todo caso, sino que era el horrible motor Repco 860 lo que fastidiaría sistemáticamente sus carreras. A pesar de las apariencias.

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1971, Brabham BT34, «pinza de langosta»



Oh, Brabham, qué no probaran ellos. «Tenemos mucho por aprender de la naturaleza». Esa máxima le dio que pensar a Ron Tauranac, que diseñó un monoplaza con radiadores gemelos montados delante de cada una de las ruedas delanteras. El éxito del coche fue como mínimo irregular: solo cosechó siete puntos esa temporada, y cuando Graham Hill consiguió sacar lo mejor del coche para conseguir una muy meritoria victoria en Silverstone, esta era una carrera fuera de campeonato y los puntos no se sumaron al triste balance final. El extraño diseño fue el canto de cisne (o de langosta) de Tauranac, el genial diseñador de Brabham desde 1962, que ese año sucumbió a las presiones económicas y vendió el equipo a Bernie Ecclestone, entonces un expiloto fracasado y mánager de pilotos no tan fracasados, que iniciaría con la adquisición de Brabham su ascenso hasta la cumbre misma del poder en la competición.

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1972, Eifelland tipo 21: Moby Dick



Sí, «la gran ballena blanca» fue el apodo con el que la prensa bautizó el March 721 modificado por un diseñador de muebles italiano, Luigi Colani. Consiguió juntar un alerón delantero montado sobre el morro con una toma de aire central de extraño aspecto y una especie de periscopio montado enfrente mismo del piloto, que hacía las funciones de retrovisor. El aspecto general del coche era ridículo y no tardaron en descubrir cómo hacerlo más rápido: quitando los accesorios de Colani y dejando la carrocería original de March.

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1975, March 751/4: apéndices aparatosos montados sobre el alerón trasero



Es una pena porque los chicos de March estaban quedando muy bien en el anterior párrafo, pero también ellos tenían ideas de bombero. Por lo menos lo reconocían: antes de presentar el coche, Robin Herd dijo a los periodistas: «Os daremos algo para que os riáis». Y no faltó a su promesa. En un tosco intento de mejorar la salida del aire tras el coche, montó unos extraños alerones detrás de los neumáticos traseros. Pese al cachondeo no le fue mal (Vittorio Brambilla finalizó sexto), pero aun así terminaron por abandonar esa vía de diseño.

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1976, Tyrrell P34, «el seis ruedas»



Sin duda, uno de los monoplazas más famosos. A medida que el diseño aerodinámico mejoraba, cada vez se volvía más evidente que las ruedas delanteras eran un incordio para el correcto flujo del aire, de modo que el tamaño de las mismas fue disminuyendo progresivamente. Esto tenía un inconveniente, y es que el coche perdía tracción en el tren delantero. Derek Gardner, diseñador jefe de Tyrrell, dio entonces con una solución estrambótica: ¿por qué no ponerle dos ruedas más, también pequeñas y que no enturbien el flujo del aire, pero que en cambio sí generen más agarre?

Pues funcionó, y su momento estelar llegaría en el GP de Suecia, donde los dos Tyrrell lograron un doblete quedando primero y segundo. El diseño pasó pronto de la mofa a la admiración, y recientemente fue nombrado el diseño más reconocible en la historia de los deportes de motor. Casi nada.

Desgraciadamente, el peso extra que suponía la suspensión delantera, y sobre todo el hecho de que Goodyear aparcara el desarrollo de los neumáticos pequeños para centrarse en los de tamaño estándar, pusieron fin a la idea.

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1976, Ligier JS5, «la tetera»



En la primera temporada de Ligier en F1, su diseñador, Gérard Ducarouge, tenía una obsesión: que su motor no pasara calor. Para conseguirlo, ideó una toma de aire grotescamente grande que enseguida se convertiría en el centro de burlas del paddock, que le asignaron el nombre de «la tetera». Hasta que echó a rodar. El diseño solo participó en tres Grandes Premios; en dos de ellos el coche rodó bien hasta abandonar por sendas averías y en el que sí terminaron lograron una excelente cuarta posición.

Formas menos aparatosas de ventilar el motor terminaron con este diseño, para desgracia de los patrocinadores, que veían en la ciclópea toma de aire un maravilloso escaparate para sus marcas.

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1978, Brabham BT46B: El coche ventilador



Vuelve Brabham, esa escudería innovadora cuyos diseños a menudo revolucionaron la Fórmula 1. Este no fue uno de esos casos. Y eso que Gordon Murray, su diseñador, lo tenía todo pensado: montaría un ventilador enorme en la parte trasera del coche para así mejorar el paso del aire por debajo del mismo y, mediante el efecto Bernoulli, incrementar el apoyo global del monoplaza. Brillante, ¿verdad? Pues no: se le pasó por alto el pequeño detalle de que la FIA prohibía el uso de dispositivos aerodinámicos móviles, y el coche fue descalificado tras ganar el GP de Suecia.

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1978, McLaren M26: ¿Por qué no poner un alerón delantero… sobre el alerón delantero?



Pese a ser un artilugio aparentemente diseñado para entorpecer la visibilidad al piloto, respondía precisamente a las quejas de James Hunt del tremendo subviraje que padecía el coche. Tratando de sacar agarre en el tren delantero de cualquier modo, añadieron un alerón adicional que debería proporcionar más apoyo. No funcionó, y el aparatoso y molesto diseño solo corrió en el Gran Premio de España de ese año.

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1979, Ensign N179: ¿Es una mandolina de cocina?, ¿es una escalera de mano? No, ¡es un radiador!



Así es, en un contexto en el que los diseñadores se rompían la cabeza para buscar formas de refrigerar el motor sin comprometer la aerodinámica, en Ensign decidieron tirar por el camino del medio y recuperaron una tradición del pasado: el radiador delantero. No salió del todo bien, porque los pilotos se abrasaban al tragarse todo el calor de los radiadores de agua y aceite, y tanto sacrificio no tuvo recompensa puesto que terminaron la temporada sin un solo punto.

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1982, Ferrari F126CK: Ahora me enfado y monto dos alerones



Esto no fue tanto un diseño que buscara mejorar las prestaciones del coche como un pataleo de la escudería italiana. Pese a las continuadas protestas de Ferrari, la FIA aceptaba que las demás escuderías se aprovecharan de una laguna en el reglamento concerniente al peso mínimo de los coches para sacar ventaja desleal. El director técnico de Ferrari, Mauro Forghieri, decidió entonces hacer lo mismo y cogió las normas que limitaban el tamaño del alerón trasero y las tergiversó a su manera: en lugar de un solo alerón sobre el soporte trasero, montó dos alerones, uno al lado del otro, eso sí, cada uno de ellos cumplía el tamaño reglamentario. Gilles Villeneuve fue descalificado, pero Ferrari pudo patalear.

El suceso fue tan olvidable que ni siquiera hemos podido encontrar imágenes al respecto, pero si algún lector nos pudiera proporcionar una, le estaríamos tan agradecidos como Ferrari cuando la FIA revisó las normas del peso de los monoplazas. *

* Y gracias a los comentarios de los lectores ya la tenemos. A vuestros pies.

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1984, Tyrrell O12: Alerón trasero en forma de boomerang



Solo duró unas vueltas de prueba, pero bastó para captar la atención de todos los espectadores. El alerón trasero debía generar mayor agarre, y vaya si lo generaba: tanto que la potencia del motor se quedaba corta para bregar con tanto apoyo. La idea fue descartada antes incluso de aparecer en una carrera.

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2001, Arrows A22: Un aleroncito sobre el alerón



Buscando más apoyo en el revirado circuito de Mónaco, Arrows ingenió este espantoso apéndice. De algún modo extraño, funcionó, y Jos Verstappen terminó la sesión de prueba del jueves más que contento, solo para toparse con el desengaño de que la FIA lo prohibiera por lógicos motivos de seguridad. La infructuosa exploración aerodinámica le costó 160.000 € a Arrows, una escudería que desaparecería poco después.
 


9. Sede de la FIA París

Cuando uno, turista curiosón, se planta en la ciudad egipcia de Luxor, se sorprende por el calibre de su obelisco, pero más aún del hueco dejado por el que ejercía de pareja. ¿Dónde está? Pues justo en la puerta de las oficinas de la Fédération Internationale de l’Automobile, que tiene sede en la plaza de la Concordia de París. Eso es lo que ve cada mañana Jean Todt, presidente de la entidad que rige los destinos del automovilismo mundial. El edificio tiene cierto aire a embajada de país pequeño, y a todas luces resulta insuficiente en cuestiones de espacio para las funciones que atiende. El lugar que ocupa es uno de los mejores de París, y esto quiere decir de todo el mundo, por eso sigue allí. Si sus responsables se estresan, tan solo tienen que darle la vuelta a la manzana y podrán tomarse una copa en el afamado establecimiento chill out Hotel Costes. Un DJ les rebajará los humos tras una trifulca deportiva. La música amansa a las fieras federativas.

been there, done that
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(no se xq salió rotada la wea)

De todo el resto los únicos que realmente tengo opciones de ir (y me interesarían) son Monza, Mónaco, todo Maranello.
Igual le agregaría :idolo: Nürburgring
y si te gustan los autos, no puedes no ir a Indianapolis

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La guía de actividades y horarios de la carrera acá
 
Corte de Apelaciones estableció que no hay factores que determinen que la carrera afecte "al derecho a la vida, la integridad física y el derecho a la propiedad”.


http://www.latercera.com/nacional/noticia/justicia-rechazo-recurso-vecinos-carrera-formula-e/53263/


Mientras se inauguraban los pits y se exhibían los ensamblajes de los autos eléctricos de la Fórmula E, los vecinos que se encuentran en contra de la realización de la carrera recibieron una mala noticia. La Corte de Apelaciones, por unanimidad, rechazó los tres recursos de protección interpuestos en contra de la carrera, la cual se realizará el próximo sábado 3 de febrero.

Según los vecinos, esta exhibición vulnera la seguridad y libertad de las personas, además de dañar un sector patrimonial histórico. En su resolución la Corte de Apelaciones estableció que “no existe ninguna diferencia que determine que (…) tales condiciones afecten al derecho a la vida, la integridad física y el derecho a la propiedad”. Por último se determinó que “no se trata del cierre de vías para un evento automovilístico común, sino que de una presentación de autos no contaminantes”.

Al respecto, Héctor Vergara, presidente de la junta de vecinos aseguró que “vamos a realizar una manifestación de mayor impacto”.


se imaginan que hagan algo como lo que hacen los animalistas en los rodeos
 
Última edición:
Varias nius:

-La FIA le dió el visto bueno y autorizó al holding que va a organizar el primer campeonato eléctico GT: Electric Production Car Series (EPCS) basados en el Tesla Model S P100D (ardor anal incoming... esh que los motoresh no meten ruidosh)
-La fusión entre la Serie TCR y el WTTC (WTCR) va viento en popa xq confirmaron grilla completa de 26 autos
-Fuji ha solicitado el cambio de fecha de la carrera de WEC (21 de octubre) para que no se tope con el GP de USA y ALO la pueda correr. El problema es que la quieren tirar al 14 de octubre, fecha original que lo cambiaron xq se topa con Petit Le Mans en Road America de la IMSA, y como hay mucho piloto que corren en IMSA/WEC, habían hecho el cambio....
:idolo: Don Fernando
 
Director general de la Fórmula E responde a las críticas: "Si no nos quieren, nos vamos"

Mauricio Melo, presidente de la Federación Chilena de Automovilismo Deportivo, advirtió que el español "está agotado de tanto problema", pero confía en que "se le va a pasar el sábado, después de la carrera".


el poder de las bertas lo logró :rezo:


Si bien la actividad está comprometida para realizarse en Chile por tres años, renovable por otros tres, Alberto Longo, director general de la Fórmula E, puso en duda la continuidad de la carrera. “Si no nos quieren, nos vamos”, amenazó.

Según consigna El Mercurio, durante un diálogo con vecinos, Longo indicó que da igual que tengamos o no tengamos contrato, no nos importa. Nosotros cerramos el quiosco y nos vamos”.

Agregó que de no poder realizar nuevamente la carrera de monoplazas eléctricos en Santiago, cuenta con “una lista de más de 115 ciudades que quieren albergar una prueba de Fórmula E en la quinta temporada”.

El organizador del evento mostró su molestia y aseguró además que “Chile es el país más difícil en que he estado en mi vida“.
 
Si bien la actividad está comprometida para realizarse en Chile por tres años, renovable por otros tres, Alberto Longo, director general de la Fórmula E, puso en duda la continuidad de la carrera. “Si no nos quieren, nos vamos”, amenazó.
tengo entendido que el contrato es sólo x un año xq la organización actual no podía asegurar la opinión del futuro gobierno para hacer un contrato largo
 
Llegó correo... todavía no tengo claro por dónde chucha tengo que entrar :lol2: parece que por la E-Village
 
una pildorita de periodista del 13

confunde radiador con un panel solar de auto de Fe
 
Segun emol, los recursos de protección rechazados por la corte de apelaciones, eran de TRECE vecinos po weon

Enviado desde mi Moto G Play mediante Tapatalk
 
Segun emol, los recursos de protección rechazados por la corte de apelaciones, eran de TRECE vecinos po weon

Enviado desde mi Moto G Play mediante Tapatalk

Que den los nombres pa ir a mearles la puerta de la casa mañana en la noche!
 
no es porque es en chile la carrera, pero me parece que se diseñó una pista muy buena
es ancha, tendra un par de lugares para adelantar

si daniel abbt no dice lo mismo en todas partes, alabó la pista de forma sincera


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