"Me llevo mejor con los hombres que con las mujeres"
"Carpe Diem"
"Yo por las buenas soy muy buena, pero por las malas.... tengo un carácter que ojo"
"Necesito un hombre que me sepa llevar"
"No sé qué le pasa a los hombres que cuando conocen a una mujer como yo, con las ideas claras, todos se asustan"
Cualquier compañero antroniano debería saber que si esta conociendo una mujer y le oye decir una frase como esta, deberá correr y no mirar atrás.
Son mujeres normalmente mayores a los 30 años, que en su juventud fueron medianamente lindas. Y lo aprovecharon. Vaya si lo aprovecharon.
Durante su apogeo máximo, eran las reinas del baile, las que tenían todos los hombres a sus pies. Iban a los antros y atraían la mirada de todos los hombres a su alrededor, se creían reinas. Se podían dar el lujo de con quien acostarse. Daba igual que fueran guatonas, feas y poco femeninas. Nunca les faltaba un hombre desesperado por cojer. Y ese era su peor error. Se pensaban que los hombres querían acostarse con ellas no por ser fáciles, si no por ser especiales.
Pensaban de ellas mismas que eran lindas, inteligentes, únicas. Se auto compraron el cuento de la princesa disney. Y no fue hasta su llegada a la treintena -inicio de la decadencia física y mental del sexo femenino- que se dieron cuenta que solo tenían la primera cualidad. Y no demasiado desarrollada.
Y con los 30 llegan las primeras arrugas, las patas de gallo, las canas. Se les empieza a caer el pecho, el culo. Tienen la concha más abierta que una boca de metro. Y se dan cuenta que una dolorosa realidad; los hombres solo se fijaban en ellas por ser un sitio seguro donde ponerla en caliente. Pero ya ni sirven para eso por su deterioro físico.
Y es ahí cuando quieren agarrar a un bolas tristes -ojala con plata- que las deje preñadas y empezar a sentirse realizadas. Cumplir el ciclo. Carpe diem.