Esa wea jamás paso. Estamos hablando de un marica que probablemente se enroló a los bomberos porque la mamá lo obligó.
Cuando uno se rehusa a aceptar algo en la vida, ya sea en el trabajo o donde sea lo hace como hombre. Siempre hay dos opciones: enfrentarse a la situación o dar un pie al lado. En este caso, lo correcto habría sido marcharse de la institución sin llorar ya que naturalmente ese rito de iniciación es para diferenciar entre uno u otro tipo de persona que va a entrar a esa labor.
En cambio, acá el muy sacowea no solo se quedó después de no haber querido cortarse la champa de 5 años sino que se tuvo que mamar toda la humillación de no saber manejar la situación como un hombre, lo que rendundó en la versión femenina archiconocida de hacer justicia: inventar la mitad de la historia, llamar a un abogado, hacer funa en redes sociales y llorar como una mujer.