Más que una confesión, es una reflexión,
A veces en la vida tenemos momentos en que sólo queremos estar a solas,
hoy fue uno de esos dias, cargué el auto con combustible, mi equipaje de fotografía (bien modesto por ahora, pero me gustan las fotos, el arte de plasmar lo que vemos, a nuestra manera, a nuestro antojo y la total libertad de accion del despues, editar o no editar),
para viajar por un rato solo, en compañia de algo de música y poder cantar jajaja...
Tomé rumbo al sur, la mano del desierto era mi destino, sabia que las condiciones climáticas estarían a mi favor, no así el sol nocturno que desde ya la tarde se veia con ganas de opacar las estrellas.
En fin, pasé por Journey, Elvis, Diana Krall, algo de Sammy Hagar, Men at work, hasta el extrafalario estilo de Diablo swing orchestra...
Al llegar a destino me percato que ahí estaba la luna, campante y con ganas de no dejarme fácil mi tarea propuesta, sacar fotos del cielo nocturno, eso y que había otro auto frente a la mano, con luces encendidas, papá, mamá e hijo, como siempre el papá dando la hora, no podia sacar la foto familiar de noche, me preparé para el frío, saqué la cámara, expandi el trípode, los cigarrillos y mi encendedor mechero que me acompañó por varias travesias, la mayoría burdas y con poco que contar.
Mecánicamente alisté el equipamiento, se acerca el niño al auto, le saludo y se queja de que la foto no sale bien, le digo, "pero mira arriba, esas luces como te saludan" a lo que la señora sonríe y se lleva al enano lejos de mí para continuar con mi tarea de la noche, saqué fotos, muchas fotos, para después buscar cual habia quedado OK!.
Pasado un rato en que estaba algo satisfecho con las capturas, papá se me acerca a decir que se le habia agotado la batería a su auto, presto a ayudar, paso a guardar por un rato mi maquinita captura luces.
Carga batería, mientras platicamos de la vida, hombre copiapino, sé como son, desabridos, poco efusivos pero de buen corazón, al terminar y dejar zanjado el asunto del auto, me da unas golosinas como muestra de aprecio, no son de dar la mano a desconocidos como despedida.
Omito el detalle y los despido para terminar mis fotos y largarme del frío, en el camino me puse a pensar,
de no haber ido hoy, quizás esa familia todavía estaría ahí en el frio,
en cómo a veces se cruzan caminos sin darnos cuentas, para bien o para mal, en cómo nuestras acciones afectan al resto, en cómo por dejarnos estar nos perdemos oportunidades y en la fragilidad del ser humano, tan dependiente de la tecnología, tanto como para dejar de seguir el sentido común.
Siento la lata del papiro, quería compartir mis pensamientos que daban vueltas camino a casa.