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¿que Estas Leyendo?

Alexander Osterwalder

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Dos
El andar del borracho: como el azar gobierna nuestra vida

Keynes vs Hayek: Como enfrentar las crisis económicas ya sean liberal o progre?
 
La Envidia y la Sociedad de Helmut Schoeck

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En todo tiempo y lugar, los hombres han sabido que el sentimiento de la envidia es uno de los problemas fundamentales de su existencia. La envidia es ciertamente un sentimiento destructor, tanto en la vida de los individuos como en la de las sociedades, sobre todo cuando, de manera expresa o tácita, se constituye en punto de apoyo de una política social. Pero la envidia es también la gran reguladora de las relaciones interhumanas. El temor al envidioso ejerce un efecto represivo y moderador sobre innumerables acciones de los hombres. La envidia no es sólo un fenómeno universal e inerradicable, sino también uno de los elementos que hacen posible la convivencia social.La historia de la civilización -dice el autor- es el resultado de innumerables derrotas de la envidia, es decir de los envidiosos. Pero también lo es de la positiva utilización del enorme potencial que representa: "De la justa apreciación de la envidia, de la recta comprensión de su omnipresencia y tenacidad, depende hasta qué grado sabrá imponerse la razón en la legislación de cada uno de los países democráticos, en las relaciones internacionales y en los llamados 'países en vías de desarrollo'."Este libro no se limita a estudiar el sentimiento de la envidia en su dimensión psicológica y social. La envidia es una de las categorías antropológicas fundamentales del comportamiento humano, el cual está regulado precisamente y sobre todo por una serie de instituciones destinadas a evitar la envidia. Considerada como fuente de control social, sobre ella puede construirse -tal es la tarea de este libro- toda una teoría general de la sociedad.Helmut Schoeck, nacido en Graz (Austria) en 1922, realizó sus estudios en Múnich y Maguncia. De 1950 a 1965 fue profesor en varias universidades de EE.UU., pasando luego a desempeñar la cátedra de Sociología en la Universidad de Maguncia.
Capítulo I: El hombre como ser envidioso
Capítulo II: Psicología de la envidia
Capítulo III: Conformismo, conflicto y agresión
Capítulo IV: Los datos de la etnografía
Capítulo V: La envidia de los dioses y la felicidad de los hombres
Capítulo VI: El sentimiento de culpabilidad de los desiguales
Capítulo VII: Trato con envidiosos
Capítulo VIII: Nuestra época de la nivelación, del resentimiento y el nihilismo
Capítulo IX: Estrategias de la envidia en la política social, económica y financierade la época actual
Capítulo X: La sociedad liberada de la envidia: una utopía
Capítulo XI: Revoluciones sociales
Capítulo XII: Una teoría de la envidia en la existencia humana


Crítica de la víctima de Daniele giglioli

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En este lúcido y brillante ensayo, Daniele Giglioli investiga los orígenes y los síntomas de lo que podría llamarse la ideología de la víctima en la sociedad contemporánea. La víctima es el héroe de nuestro tiempo. Ser víctima otorga prestigio, exige escucha, promete y fomenta reconocimiento, activa un potente generador de identidad, de derecho, de autoestima. Inmuniza contra cualquier crítica, garantiza la inocencia más allá de toda duda razonable. ¿Cómo podría la víctima ser culpable o responsable de algo? La víctima no ha hecho, le han hecho; no actúa, padece. No somos lo que hacemos, sino lo que hemos padecido, lo que podemos perder, lo que nos han quitado. Pero ya es hora de superar este paradigma paralizante que divide la sociedad en víctimas y culpables, y rediseñar una praxis, una acción del sujeto en el mundo que sea acreedora de futuro, no de pasado.
 
Me costó caleta terminar "Fuego y Sangre" de George RR Martin por la pandemia. Mis hábitos se fueron a la cresta, pero lo logré. Es un buen libro para darle contexto a la historia que la mayoría conoce. Tiene pocos diálogos en general (buenos diálogos... este viejo tiene mucha habilidad para eso) y algunos vuelcos entretenidos, pero creo que deja harto que desear en cuanto a la trama. Yo cacho que me hice demasiadas espectativas y, honestamente, ya no estoy tan interesado en leer la saga de Game of Thrones si es que son del mismo estilo que Fuego y Sangre.

Ahora estoy terminando "Guía del autoestopista galáctico" de Douglas Adams y es súper entretenido y dinámico. Recomendado para quienes gustan de la ciencia ficción espacial :buenaonda:

Ese libro (La Guia) es muy entretenido, si vas sin conocer nada de la historia, se pasa volando y te sorprende a menudo... lo encuentro parecido a los relatos de Mundodisco de Pratchett, aunque sean temas diferentes (el estilo narrativo y el humor).

El primer libro lo encontré (aniquilación), el segundo lo encontré más meh.

Terminé hace rato Aniquilación (es super corto) y estoy en Autoridad y te encuentro la razón, voy como en la mitad y todavía no se pa donde va el libro... pero quiero terminar la saga para ver la conclusión de la historia.
 
Sale: La llamada del Cthulhu alma editorial.

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Primera persona del singular - Haruki Murakami
 
Los hombres fiera del argentino Roberto Arlt

Es una compilación de historias cortas, de tipo delictual y por alguna razón protagonizadas por árabes y ambientadas en lugares arábicos, exóticos y también lugares callejeros en general (por ej. un mercado).

Me gustan las historias, son bien sencillas en esencia (similares a fábulas) y cortas en palabras; los nombres árabes a veces me hacen algo engorrosa la lectura, pero le dan un tinte particular.
 
Voces de Chernobyl, de Svetlana Alexeievich.
En resumen, la serie de 2019 se queda corta...
Also, :monomeon: comunistas qliaos

Comparito me interesó... como se cuenta la historia?, tipo novela o algo más como documental/periodístico?
 
Comparito me interesó... como se cuenta la historia?, tipo novela o algo más como documental/periodístico?
Monólogos agrupados en capítulos, omitiendo todas las preguntas que van guiando la entrevista, entonces queda casi como corriente de conciencia. Algo así:

MONÓLOGO ACERCA DE PARA QUÉ RECUERDA LA GENTE

Yo también tengo una pregunta. Una a la que yo mismo no puedo dar una respuesta.

Pero, usted se ha propuesto escribir sobre esto. ¿Sobre esto? Yo no querría que esto se supiera de mí…, que he vivido allí. Por un lado, tengo el deseo de abrirme, de soltarlo todo, pero, por otro, noto cómo me desnudo, y esto es algo que no quisiera que…

¿Recuerda usted aquello en Tolstói?… Después de la guerra, Pierre Bezújov está tan conmocionado que le parece que él y el mundo han cambiado para siempre. Pero pasa cierto tiempo y Bezújov se dice sorprendido a sí mismo: «Todo continuará igual, seguiré como antes riñendo al cochero, me pondré a refunfuñar como siempre». Entonces, ¿para qué recuerda la gente? ¿Para restablecer la verdad? ¿La justicia? ¿Para liberarse y olvidar? ¿Porque comprenden que han participado en un acontecimiento grandioso? ¿O porque buscan en el pasado alguna protección? Y todo eso, a sabiendas de que los recuerdos son algo frágil, efímero; no se trata de conocimientos precisos, sino de conjeturas sobre uno mismo. No son aún conocimientos, son solo sentimientos. Lo que siento.

Me he torturado, he rebuscado en mi memoria y al fin he recordado.

Lo más horroroso que me ha sucedido me pasó en la infancia. Era la guerra… Recuerdo cómo siendo unos chavales jugábamos a «papás y mamás», desnudábamos a los críos y los colocábamos el uno sobre el otro. Eran los primeros niños nacidos después de la guerra. Toda la aldea sabía qué palabras decían ya, cómo empezaban a andar, porque durante la guerra se olvidaron de los niños. Esperábamos la aparición de la vida. «Papás y mamás», así se llamaba el juego. Queríamos ver la aparición de la vida. Y eso que no teníamos más de ocho o diez años.

He visto cómo una mujer trataba de quitarse la vida. Entre los arbustos, junto al río. Cogía un ladrillo y se golpeaba con él en la cabeza. Estaba embarazada de un policía [4] , de un hombre al que toda la aldea odiaba.

Siendo aún un niño, yo había visto cómo nacían los gatitos. Ayudé a mi madre a tirar de un ternero cuando salía de la vaca y llevé a aparearse a nuestra cerda.

Recuerdo… Recuerdo cómo trajeron a mi padre muerto; llevaba un jersey, se lo había tejido mi madre. Al parecer, lo habían fusilado con una ametralladora o con un fusil automático. Algo sanguinolento salía a pedazos de aquel jersey. Allí estaba, sobre nuestra única cama; no había otro lugar donde acostarlo. Luego lo enterraron junto a la casa. Y aquella tierra era lo contrario del descanso eterno, era barro pesado, de la huerta de remolachas. Por todas partes seguían los combates. La calle sembrada de caballos caídos y hombres muertos.

Para mí son recuerdos hasta tal punto vedados que no hablo de ellos en voz alta.

Por entonces yo percibía la muerte igual que un nacimiento. Tenía más o menos el mismo sentimiento cuando el ternero aparecía desde el interior de una vaca. Cuando salían los gatitos. Y cuando la mujer se intentaba quitar la vida entre los arbustos. Por alguna razón, todo eso me parecía la misma cosa, lo mismo. El nacimiento y la muerte.

Recuerdo desde la infancia cómo huele la casa cuando se sacrifica un cerdo. Y, en cuanto usted me toque, empezaré a caer, a hundirme allí. Hacia la pesadilla. Hacia el horror. Vuelo hacia allí.

También recuerdo cómo, siendo niños, las mujeres nos llevaban consigo a los baños. Y a todas las mujeres, también a mi madre, se les caía la matriz (eso ya lo comprendíamos); se la sujetaban con trapos. Esto lo he visto yo. La matriz se salía debido al trabajo duro. No había hombres, los habían matado a todos en el frente, en la guerrilla; tampoco había caballos; las mujeres tiraban de los arados con sus propias fuerzas. Labraban sus huertos y los campos del koljós[5].

Cuando, al hacerme mayor, tenía trato íntimo con una mujer, me venía todo esto a la memoria. Lo que había visto en los baños.

Quería olvidar. Olvidarlo todo. Lo olvidé. Y creía que lo más horroroso ya me había sucedido en el pasado. La guerra. Que estaba protegido, que ya estaba a salvo. A salvo gracias a lo que sabía, a lo que había experimentado… allí… entonces… Pero…

Pero he viajado a la zona de Chernóbil. Ya había estado muchas veces. Y allí he comprendido que me veo impotente. Que no comprendo. Y me estoy destruyendo con esta incapacidad de comprender. Porque no reconozco este mundo, un mundo en el que todo ha cambiado. Hasta el mal es distinto. El pasado ya no me protege. No me tranquiliza. Ya no hay respuestas en el pasado. Antes siempre las había, pero hoy no las hay. A mí me destruye el futuro, no el pasado. [Se queda pensativo.]

¿Para qué recuerda la gente? Esta es mi pregunta. Pero he hablado con usted, he pronunciado unas palabras. Y he comprendido algo. Ahora no me siento tan solo. Pero ¿qué ocurre con los demás?

PIOTR S.,
psicólogo​
Léalo cipadrito. yo lo terminé la semana pasada y uff
 
Monólogos agrupados en capítulos, omitiendo todas las preguntas que van guiando la entrevista, entonces queda casi como corriente de conciencia. Algo así:

MONÓLOGO ACERCA DE PARA QUÉ RECUERDA LA GENTE

Yo también tengo una pregunta. Una a la que yo mismo no puedo dar una respuesta.

Pero, usted se ha propuesto escribir sobre esto. ¿Sobre esto? Yo no querría que esto se supiera de mí…, que he vivido allí. Por un lado, tengo el deseo de abrirme, de soltarlo todo, pero, por otro, noto cómo me desnudo, y esto es algo que no quisiera que…

¿Recuerda usted aquello en Tolstói?… Después de la guerra, Pierre Bezújov está tan conmocionado que le parece que él y el mundo han cambiado para siempre. Pero pasa cierto tiempo y Bezújov se dice sorprendido a sí mismo: «Todo continuará igual, seguiré como antes riñendo al cochero, me pondré a refunfuñar como siempre». Entonces, ¿para qué recuerda la gente? ¿Para restablecer la verdad? ¿La justicia? ¿Para liberarse y olvidar? ¿Porque comprenden que han participado en un acontecimiento grandioso? ¿O porque buscan en el pasado alguna protección? Y todo eso, a sabiendas de que los recuerdos son algo frágil, efímero; no se trata de conocimientos precisos, sino de conjeturas sobre uno mismo. No son aún conocimientos, son solo sentimientos. Lo que siento.

Me he torturado, he rebuscado en mi memoria y al fin he recordado.

Lo más horroroso que me ha sucedido me pasó en la infancia. Era la guerra… Recuerdo cómo siendo unos chavales jugábamos a «papás y mamás», desnudábamos a los críos y los colocábamos el uno sobre el otro. Eran los primeros niños nacidos después de la guerra. Toda la aldea sabía qué palabras decían ya, cómo empezaban a andar, porque durante la guerra se olvidaron de los niños. Esperábamos la aparición de la vida. «Papás y mamás», así se llamaba el juego. Queríamos ver la aparición de la vida. Y eso que no teníamos más de ocho o diez años.

He visto cómo una mujer trataba de quitarse la vida. Entre los arbustos, junto al río. Cogía un ladrillo y se golpeaba con él en la cabeza. Estaba embarazada de un policía [4] , de un hombre al que toda la aldea odiaba.

Siendo aún un niño, yo había visto cómo nacían los gatitos. Ayudé a mi madre a tirar de un ternero cuando salía de la vaca y llevé a aparearse a nuestra cerda.

Recuerdo… Recuerdo cómo trajeron a mi padre muerto; llevaba un jersey, se lo había tejido mi madre. Al parecer, lo habían fusilado con una ametralladora o con un fusil automático. Algo sanguinolento salía a pedazos de aquel jersey. Allí estaba, sobre nuestra única cama; no había otro lugar donde acostarlo. Luego lo enterraron junto a la casa. Y aquella tierra era lo contrario del descanso eterno, era barro pesado, de la huerta de remolachas. Por todas partes seguían los combates. La calle sembrada de caballos caídos y hombres muertos.

Para mí son recuerdos hasta tal punto vedados que no hablo de ellos en voz alta.

Por entonces yo percibía la muerte igual que un nacimiento. Tenía más o menos el mismo sentimiento cuando el ternero aparecía desde el interior de una vaca. Cuando salían los gatitos. Y cuando la mujer se intentaba quitar la vida entre los arbustos. Por alguna razón, todo eso me parecía la misma cosa, lo mismo. El nacimiento y la muerte.

Recuerdo desde la infancia cómo huele la casa cuando se sacrifica un cerdo. Y, en cuanto usted me toque, empezaré a caer, a hundirme allí. Hacia la pesadilla. Hacia el horror. Vuelo hacia allí.

También recuerdo cómo, siendo niños, las mujeres nos llevaban consigo a los baños. Y a todas las mujeres, también a mi madre, se les caía la matriz (eso ya lo comprendíamos); se la sujetaban con trapos. Esto lo he visto yo. La matriz se salía debido al trabajo duro. No había hombres, los habían matado a todos en el frente, en la guerrilla; tampoco había caballos; las mujeres tiraban de los arados con sus propias fuerzas. Labraban sus huertos y los campos del koljós[5].

Cuando, al hacerme mayor, tenía trato íntimo con una mujer, me venía todo esto a la memoria. Lo que había visto en los baños.

Quería olvidar. Olvidarlo todo. Lo olvidé. Y creía que lo más horroroso ya me había sucedido en el pasado. La guerra. Que estaba protegido, que ya estaba a salvo. A salvo gracias a lo que sabía, a lo que había experimentado… allí… entonces… Pero…

Pero he viajado a la zona de Chernóbil. Ya había estado muchas veces. Y allí he comprendido que me veo impotente. Que no comprendo. Y me estoy destruyendo con esta incapacidad de comprender. Porque no reconozco este mundo, un mundo en el que todo ha cambiado. Hasta el mal es distinto. El pasado ya no me protege. No me tranquiliza. Ya no hay respuestas en el pasado. Antes siempre las había, pero hoy no las hay. A mí me destruye el futuro, no el pasado. [Se queda pensativo.]

¿Para qué recuerda la gente? Esta es mi pregunta. Pero he hablado con usted, he pronunciado unas palabras. Y he comprendido algo. Ahora no me siento tan solo. Pero ¿qué ocurre con los demás?

PIOTR S.,
psicólogo​
Léalo cipadrito. yo lo terminé la semana pasada y uff

Gracias cumpa, lo buscaré... por lo que leí, tiene un estilo narrativo similar a WWZ de Max Brooks (guardando las proporciones obviamente).
 
iu


Un libro bien conciso, entretenido y al hueso para entender porqué Haiti es el mierdal que es hoy en día.
 
Después de casi 2 años, retomé la lectura.

Leí Mujeres de Charles Bukowski, algo liviano para retomar. Ahora empecé El Manantial de Ayn Rand.
 
La quinta estación N K Jemisin.

Jemisin, autora LGBT+, negra, estadounidense, escribe "la quinta estación", novela ganadora del premio Hugo 2016 y cuyas secuelas (de la trilogía), también lo ganaron.

Es una escritora creadora de mundos, en este caso "la quietud"; un planeta con un único continente llamado como mencioné. En dicho continente ocurren periódicamente catástrofes (terremotos y tsunamis) ocasionados por las placas tectónicas. Cada vez que ocurre un gran cataclismo, la civilización perece.
Nos encontramos entonces en la quinta estación, una civilización humana que ha sobrevivido gracias a los escritos dejados en tablillas a modo de "biblia", llamados litoacervo y enseñanza para las personas en las escuelas "eche".

Pero la principal vía de subsistencia, ha sido el uso de las habilidades (sobrenaturales?) de algunas personas con una glándula hiperdesarrollada (glándula sesapinal), lo que le permite la conversión de la energía. En este caso convierten la energía térmica y cinética para producir o detener temblores/terremotos. Estas personas son llamadas Orogen o despectivamente por aquellos humanos si npoderes: orograta.
Los orogen/orograta son maltratados y menospreciados en toda la quietud y cuando aparece uno (es como que aparezca un albino) en alguna familia, tienen la obligación de avisar a las autoridades para que sea llevado al centro del continente, a una institución llamada "el fulcro", lugar donde deben educarse y adoctrinarse para poder defender a la humanidad.

Todo lo anterior es la contextualización para poder orientarnos en la historia de 3 mujeres orogen, que tienen historias/misiones distintas dentro de la trama.
Si bien el desarrollo de personajes no es el fuerte, si lo es el desarrollo de la trama y el worldbuilding. Más que un libro de ciencia ficción, es un libro de fantasía.

Por el momento voy cerca de la mitad y es difícil seguir la narrativa (a veces en segunda persona), por lo que recomiendo tomar apuntes.
 
Última edición:
Ambrose Bierce "El Clan de los parricidas y otras historias macabras" - El Club Diógenes/Valdemar

Todo sobre el :maestro: JWST.
 
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