De ver no las cuento, pero me acordé de una anécdota con una cucaracha que paso recientemente, algo así como un mito derribado.
Hace pocos días decidí llevar a mi madre a la feria verdulera que ocasionalmente se instala los jueves en la mañana, llevando carro y una mochila para maximizar la carga y liberar peso generalmente, pues así mi vieja no se achaca tanto de que llevar y no.
Mientras recorríamos cada puesto de la feria, viendo donde comprar y que comprar, se cruza una cucaracha, de camisa azulada con motivo escoses junto a una mochila algo carreteada "Merril" y unas zapatillas adidas cuya condición dudo sea original pero se veían en un buen estado. Pesé a que he hablado acerca del "pequeño" problema de inmigración que sufre el país con mi madre, ella tiene marcada la idea de que por estos lados vienen a trabajar, a levantarse y etceterá, etceterá. Que el chileno es flojo y sí no es un trabajo de firmar papeles no es nada. Berterío de lo más común.
La cucaracha se pará en frente de nosotros, con ojos algo desorbitados intentando formar un rostro de pena y tristeza mientras reproduce como un loro, como un reproductor cualquiera la frase de "por favor me puede dar quinientos para comer" mi madre que no andaba de muchas monedas desistió el darle algo, pero el siguió insistiendo hasta que un feriante lo miro feo y se fue. La cuca le pedía a todos limosna, incluso a los feriantes que con mucho esfuerzo armaban sus locales y atendían a harta clientela como a los clientes, siendo su objetivo la gente de mayor edad ocasionalmente.
Más en la tarde, nos juntamos con unos amigos para comprar unas cervezas, nuestro gusto y la onda del carrete era otra así que compramos simplemente unas lemon stones (
) pero mí sorpresa fue mayúscula cuando encontré a la misma cucaracha, con los mismos arrapos, juntando pesito a pesito dentro de su mochila comprando 4 latas de becker, acto seguido me saluda con un "Hola" el cual ignoré y me fui indignado completamente. Esta plasta culía mendigaba por comida y trabajo a cada persona que pasaba a su lado, para finalmente comprar cerveza y sumirsé en la miseria para luego seguir de lastimero.
Fome la weá de relato