En cualquier país decente, el sueldo mínimo apenas es tema (en varios países desarrollados ni siquiera existe ese concepto), porque las leyes laborales permiten contrapesar adecuadamente el poder empresarial con la sindicalización y la negociación por empresa e interempresa. Y consecuentemente, éstos gozan de mejores sueldos base (en relación al PIB per cápita PPA) y mejor distribución de la riqueza que Chile.
Desgraciadamente para nuestro país, José Piñera, el mismo sacoewea creador de las AFPs y la actual ley minera, debilitó demasiado a los trabajadores y sus posibilidades de agruparse para mejorar sus condiciones laborales, debido a las reformas llevadas a cabo por él en el marco del "Plan Laboral de 1979". Desde la dictadura hasta ahora, el empresariado -especialmente el grande- tiene mil y una alternativas para bypassear la negociación con los trabajadores y la sindicalización.
Y para más remate, organizaciones como la CUT se limitan a defender sus propios feudos políticos y no discuten más allá de subir unos pesos más o pesos menos el sueldo mínimo, sin dar la gran pelea por una reforma laboral que borre de raíz el legado de J. Piñera y sus continuadores neoliberales a ambos lados del espectro político. De hecho, creo que ya conté anteriormente que el compromiso del actual gobierno con los grandes mecenas económicos es dejar de lado cualquier atisbo de reforma laboral con la condición de sacar adelante en esta administración la reforma tributaria (sin cambiar el sistema integrado) y la reforma educacional (sin cambiar el subsidio a la demanda).
zurderío
