Un niño de 3 años anda paseando con su mamá por un mall atestado de público, un domingo cualquiera, momento en que pide ir al baño. La madre lo lleva al de hombres y espera afuera. Sin embargo, el niño no sale. La madre ingresa al recinto y lo revisa completo, pero nada. Se esfumó. Llama a los guardias, los carabineros, detectives, pero nada ocurre. La mamá pone denuncias en cuanto lugar puede y nada. Se lo tragó la tierra. Tres días más tarde, un martes en la mañana, cuando el mall está casi vacío, un guardia ingresa al baño y encuentra al menor en el mismo lugar en que desapareció. El peque está serio y lleva una venda sobre los ojos. El vigilante lo revisa y se da cuenta horrorizado de que le sacaron las córneas. Peor aún, el menor muestra sus bolsillos, en los cuales el hombre le encuentra varios billetes de cien dólares, en "pago" por sus ojitos. Es la peor de todas las leyendas urbanas. Revuelve el estómago y dan ganas de nunca más salir de la casa. Sin embargo, como todas las otras, es más falsa que un submarino de mimbre. No solamente jamás ocurrió, sino que además presenta la misma falla del cuento de los riñones: que es imposible efectuar una extracción de córneas de un paciente vivo, menos de un niño. Debemos confesar que cuando este cuento surgió, en 1997, caímos (y llamamos a la policía preguntando si sabían algo al respecto) debido a los múltiples llamados de lectores de "Crónica" que decían que era verdad, porque a ellos "se los había contado un vecino, a quien se lo dijo un amigo que es pariente de un amigo del guardia". No sólo es falso, sino que, una vez más, se trata de un cuento surgido en los Estados Unidos, que llegó a Chile también a través del correo electrónico.
se aceptan comentarios, aportes, xuxadas varias