Un colega rumano me comentaba la misma situación en su país y en Moldavia: harta envidia y chaqueteo entre compatriotas. Incluso eso se nota a nivel de gobierno, donde a los weones que les va bien con algún negocio les hacen la vida imposible con trámites imbéciles y demoras insostenibles.
Ese caso no se explica por la cultura católica autocomplaciente que trajeron los españoles (como nuestro caso), sino por la historia llena de invasiones, derrotas y traiciones que han sufrido los rumanos después que el Imperio Romano les abandonara en el siglo III-IV DC. El único orgullo que les queda es ser herederos de la cultura y lengua romanas en medio de un mar de eslavos invasores.
Esa weá me enseñó a no ser tan endófobo con mi país. Está bien que este país esté lleno de gente chaquetera, pero no somos los únicos con ese problema. Hay que aprender a lidiar con eso y no hacerse tanta mala sangre.
