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La antroniana de a pie conmemora el 8M?

Estado
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Es un día más para mi, si llegara a salir ese día sería solo para reírme de las hordas de maracas atencionales que salen a la calle a gritar como las enfermas mentales que son y mirar con desprecio a más de una watona feminazi que intenta pasarme algún folleto soyero.
 
Se viene la tercera ola del covid por culpa de estas maracas atencionales


Que asco estas maracas :ohno:


Esta marcha la cocinan desde la putrefacta españa:

Bristol_8M.jpg



El origen de la huelga feminista 8M

(Como surge la huelga feminista en el Estado Español)


Desde el Estado español asistimos con emoción e ilusión al estallido de esta nueva oleada feminista por todo el mundo.

Cuando en 2014, tras enormes movilizaciones en defensa del derecho al aborto, logramos no solo paralizar la propuesta de ley que iba a volver a penalizar la interrupción voluntaria del embarazo —y que pretendía hacernos retroceder de una ley de plazos a una por supuestos—, sino también que dimitiese el ministro que la había promovido. Muchas pensamos entonces que el auge del feminismo había sido algo puntual, motivado por una lucha concreta que nos unía a las mujeres contra una amenaza común, pero que no iría más allá.

En aquel momento, aún no existían estructuras de coordinación del movimiento feminista a nivel estatal, no se había puesto en marcha una dinámica de autoorganización desde abajo, y los pocos espacios con capacidad de iniciativa política estaban en parte secuestrados por las lógicas institucionales y conformistas de los feminismos institucionalizados, que en nuestro país, y por las circunstancias particulares del periodo de la llamada “Transición española” (a finales de la década de los 70), se habían convertido en hegemónicos.

Tres años más tarde, en 2017, observamos con admiración y deseo la convocatoria del Paro Internacional de Mujeres (PIM), impulsado por compañeras latinoamericanas y polacas que lograron coordinar una acción global en la que participaron más de 50 países. En aquel momento lo veíamos como algo que pasaba ahí fuera, a lo que nosotras, por las características concretas del movimiento feminista del estado español no podíamos sumarnos. Ya que lo que había eran grupos activistas locales de formación reciente, muy numerosos pero poco politizados y sin conexión entre sí, integrados por una mezcla de chicas muy jóvenes con agrupaciones de feministas mayores procedentes de la Transición acostumbradas a repetir siempre las mismas fórmulas. Y sin embargo, tras el 8 de marzo de 2017, varios grupos feministas comenzamos a preguntarnos: ¿por qué no? ¿Por qué no nosotras? ¿Por qué no construimos aquí también una Huelga Feminista?

A finales de verano se celebró en Elche (Alicante) el primer Encuentro Estatal Hacia la Huelga Feminista, al que asistieron unas 150 mujeres. Las compañeras de Zaragoza asumieron entonces la responsabilidad de organizar un segundo encuentro estatal, que tendría lugar en enero de 2018, y al que acudieron más de 500 participantes. Fue allí donde decidimos que el 8M de 2018, íbamos a la huelga, la huelga feminista.

La huelga: concepto

Uno de los aspectos más importantes para nosotras ha sido el desarrollo teórico de un nuevo concepto y de su praxis: la huelga feminista. Una huelga feminista no es simplemente una huelga de mujeres, también va más allá de una huelga general; es una huelga que desborda los límites de la huelga clásica.

Las limitaciones de una huelga clásica para apelar la problemática de las mujeres son básicamente dos:

  1. Una gran parte de las mujeres trabajan en condiciones de irregularidad o de extrema precariedad que, en la práctica, hacen casi imposible ejercer el derecho a huelga laboral. Entre las mujeres migrantes este número es todavía mayor.
  2. La mayor parte del trabajo llevado a cabo por mujeres no tiene lugar en el mercado laboral sino en los hogares. El trabajo reproductivo ocupa la mayor parte de nuestro tiempo, independientemente de que tengamos o no un empleo.
Por eso, la huelga feminista se plantea para que las mujeres paremos en todos los ámbitos, no solo en lo laboral, y para ello nos organizamos en cuatro ejes: huelga laboral, huelga estudiantil (de educación), huelga de consumo y huelga de cuidados.

La huelga: cuidados


Desde el primer momento, accionar la huelga de cuidados ha sido nuestro principal reto. Primero, por su importante dimensión política, porque señala directamente a la estructura sexuada-generizada (gendered structure) del capitalismo. Pero también porque hablar de los cuidados nos ha permitido conectar con muchísimas mujeres previamente no politizadas que han comenzado a entender, por primera vez, que lo que hacen es extremadamente importante para la sociedad.

Durante la preparación de la huelga feminista emprendimos varias acciones para llegar a todas las mujeres. Por ejemplo, distribuimos panfletos en mercados y colegios, tradujimos la propaganda a varios idiomas (árabe, rumano, chino…), realizamos encuentros con grupos de amas de casa y organizamos reuniones públicas en barrios y pueblos. El resultado fue una enorme participación en las asambleas del movimiento por parte de mujeres que nunca antes se habían involucrado políticamente.

La huelga feminista, por tanto, entronca directamente con las luchas por la reproducción social que caracterizan el nuevo movimiento feminista internacional, y hace aflorar preguntas de vital importancia: ¿cómo parar los cuidados?, ¿cómo parar la reproducción de la vida?, ¿es acaso posible hacerlo? Y es más: ¿queremos nosotras las mujeres, como construcción social a cargo de la reproducción de la vida, hacerlo? Todas estas preguntas son relevantes por dos motivos:

  1. La sostenibilidad de la vida, las condiciones materiales de la posibilidad de la vida, reposa sobre las espaldas de las mujeres, especialmente de determinados sectores de mujeres. “Si nosotras paramos, la vida se cae” es mucho, mucho más que un lema.
  2. Nuestro objetivo no puede ser simplemente la visibilización del trabajo reproductivo, sino empujar hacia una transformación radical de la estructura social.
Experiencias desarrolladas en diversas localidades, como espacios infantiles autogestionados por grupos de apoyo (formados por hombres), comedores colectivos en las plazas, encuentros en los barrios para pasear juntas en el caso de mujeres con personas mayores a su cargo y muchas otras iniciativas como estas nos permiten imaginar que existe otra forma posible de organizar los cuidados, cuya gestión sea social y política, nunca más individual y privada, oculta, y expuesta a la invisibilización y a los abusos y violencias.

La huelga: laboral

Igualmente laborioso ha sido el proceso de construcción de la huelga laboral. Es importante destacar que, a pesar de las burlas, de las insinuaciones, de las miradas por encima del hombro y de no ser tomadas en serio por muchas personas, el movimiento feminista del Estado Español ha sido capaz de forzar a la izquierda sindical a convocar Huelga General por dos años consecutivos y de construirla pese a la oposición de las burocracias y las direcciones sindicales.

La huelga feminista está siendo una potente escuela de sindicalismo y lucha de clases para muchísimas mujeres que han organizado asambleas en sus empresas, han dado charlas informativas y organizado piquetes sin tener ninguna experiencia previa y sin contar con la ayuda logística de los principales sindicatos. El número de mujeres que ha ido a la huelga por primera vez en su vida es gigantesco, y esperamos mejorarlo este año, en la huelga feminista 2019.

Es importante comprender este punto porque ayuda a entender el rol específico que el movimiento feminista internacional está teniendo en los procesos de recomposición de clase y de la lucha por la vida, puesto que influye de manera decisiva en la proliferación de lo que una compañera ha denominado “luchas sindicales de la reproducción social”, esto es: luchas laborales lideradas y protagonizadas por mujeres que, además de la defensa de los derechos laborales y la reivindicación de la dignificación de sectores feminizados, están sirviendo para poner en evidencia la división sexual del trabajo, visibilizar la crisis social de los cuidados y mostrar la contradicción Capital-vida.

Conclusiones

En términos generales, es posible afirmar que el feminismo ha pasado a ser el principal vector de politización y toma de conciencia para millones de personas alrededor del mundo.

La Huelga Feminista 8M y el Paro Internacional de Mujeres no surgen de golpe ni en mitad de la nada, sino que son un hito (especialmente importante por el salto cualitativo que suponen) parte de un proceso mucho más amplio: la expansión global del movimiento feminista como primer vector de politización y conflictividad social alrededor del mundo, que es capaz de irrumpir y mantener viva la energía revolucionaria incluso en momentos de importante reflujo social y pese a portar en su seno intuiciones profundamente anticapitalistas.

No se trata ya solamente del tipo de reivindicaciones que, aunque importantísimas, podríamos llamar “sectoriales” (como la campaña por el derecho al aborto en Polonia, en Irlanda, en el propio Estado Español en 2014 o, más recientemente, en Argentina y toda América Latina), sino de algo mucho más grande: protestas contra gobiernos ultraderechistas y/o protofascistas (la primera Women’s March en Estados Unidos o la campaña #EleNão en Brasil), luchas por la defensa del territorio y el medio ambiente (COPINH, Honduras), renovación de las bases sindicales… Es posible afirmar que el feminismo se ha convertido en nutriente y fuerza motriz de la protesta social, estamos viviendo una suerte de “feminización de las vanguardias”, y es en este contexto donde hace aparición la Huelga Feminista 8M.

En cierto modo, la Huelga Feminista 8M en el Estado Español es la última manifestación de un tipo distinto de conflictividad que aflora con el 15M o movimiento de lxs indignadxs (2011), y que tiene su correlato en las primaveras árabes o el movimiento internacional Occupy. El 15M es la escuela de activismo en que la generación que está ahora mayormente organizando y coordinando la huelga feminista nos hemos formado políticamente. Resultan bastante sintomáticos los principales tres lemas de entonces: “democracia real ya” (denuncia del sistema electoral y del bipartidismo), “somos la juventud sin futuro -sin casa, sin curro, sin pensión, sin miedo-” (que englobaba las luchas contra los salarios de miseria, por el derecho a la vivienda, por la defensa de las pensiones y contra la destrucción de la educación pública) y «no somos mercancías en manos de políticos y banqueros«. Todo eso asentó un poso de experiencias metodológicas y de intuiciones programáticas que salen ahora a la luz con en el proceso de construcción de resistencias en torno a la huelga feminista.

Hace unas semanas se celebró en Valencia el V Encuentro Estatal de la Comisión 8M, en el que se debatieron cuestiones como la derogación de la Ley de Extranjería, el cierre de los CIEs (Centros de Internamiento de Extranjerxs), el derecho a la vivienda o la lucha contra la pobreza energética. Aquí se encuentra precisamente la clave: construir un feminismo que no hable solo de feminismo (que a qué se limitaría, por cierto), sino que ponga la reproducción de la vida en el centro y que lleve el lema “nuestras vidas valen más que sus beneficios” hasta sus últimas consecuencias.








Perdí neuronas leyendo la mierda para dejar subrayado las weas que piensan. En pocas palabras es salir a hacer huelga sólo y por el único motivo que las vean con capacidad de hacer el caos en espacios públicos... no tienen ningún otro fin, y lo renombran como revolución.

Hay que ser imbécil para apoyar a un grupo de gente que destruye porque sí.

En lo personal, a esas weonas hay que tirarles napalm.
 
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