Hace unos años, previo a la invasión massisi en Chile, frecuentaba un restorán peruano que está cerca de mi casa. Había una haitiana muy linda de cara y cuerpo, amable, de unos veinte años y que además hacía de todo, desde cocinar hasta garzonear, los dueños eran una familia peruana y la querían mucho.
Un día fui a comprar un ceviche para llevar, y la dueña me cuenta muy nerviosa que la noche anterior, el padre de la haitiana había asesinado a su mamá en Haití y no sabía nada de la chica.
Me dio mucha pena.